XLII. La Víbora Roja y La Montaña

Rhaenys Targaryen

Empezó a quemar los escorpiones en las murallas, ellos habían destruido a Ahegor. Rhaenys se prometió que iría por Euron Greyjoy en cuanto le fuera posible, la flota ya estaba ardiendo.

Rhenlyarr se posó sobre una muralla y Rhaelann se detuvo a su lado, tenían a penas unos segundos.

-¡Ve con Oberyn yo iré por Euron!-Le gritó su hermano, ella no había olvidado ni por un instante la traición del kraken y él sabía que quería buscar al Greyjoy pero también a Nym.

Rhaenys asintió y se fue junto al dragón antes que una saeta impactará en el cuello de Rhenlyarr. Con la vista busco a los Stark intentando ver que estuvieran a salvo y exclamó al ver que Daenerys empezó a quemar personas...

No vio a Jon ni a Robb pero si vio una pequeña figura caminar por allí entre las cenizas, ¡Era Tyrion! ¿Pero cómo había sobrevivido? ¿Lord Varys le ayudó? ¿Lo haría su tío Jaime? Al parecer estaba a salvo... Decidió ir por Nymeria. Bajó del dragón y entró en la Fortaleza Roja.

La última vez que la había pisado Renly y Loras aún estaban con vida. Las lágrimas llenaron sus ojos.

Debía salvar a Nym y ayudaría a buscar a Ellaria Arena, era sin importar qué, la madre de las hijas de Oberyn.

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Robb Stark

Caminaba hombro con hombro con Jon acabando con los soldados Lannister que quedaban, Gusano Gris los acompañaba. La calle estaba totalmente vacía, caminaron hasta que se encontraron con un grupo de sus soldados.

Se abrió paso con un par de palabras, Jon a su lado hizo más ruido. A el Joven Lobo lo acompañaba el lobo huargo de Rhaenys; Jace, a diferencia de Jon que dejo a Fantasma.

«Es un imbécil, ¿Cómo dejar a Fantasma si es un buen compañero? Yo daría todo por tener a mi lado a Viento Gris» Pensó, hosco.

Vió a los soldados Lannister y Jace, a su lado, gruñó. Las campanas... Las campanas aún no sonaban... Y Robb no pretendía tener piedad de los Lannister, ellos le habían arrebatado a su padre y habían asesinado a su madre y a él.

Desde su posición pudo ver como Daenerys empezaba a quemar personas ¡Había enloquecido totalmente! A sus oídos llegaban los gritos de las personas y el rugido del dragón.

«¿Dónde estás Nys?». Alzó la vista y encontró al hermoso dragón dorado moviendo sus alas cerca de la Fortaleza Roja, supo que ella al igual que Arya iba por Cersei Lannister.

Recordaría agradecerle a la Reina Dragón por cuidar a su hermanita, sin importar qué Robb quería a todos sus hermanos incluso a Arya que prefería a Jon y a Jon que había traído a Daenerys y traicionado a Rhaenys. Eran Stark.

Todos los soldados empezaron a tirar las espadas, se escuchó como caían y como el pueblo pedía a gritos que tocarán las campanas.

Empezaron a sonar. Jon exhaló pero Robb presentía algo malo. Drogon rugió y el Joven Lobo casi pudo ver la cara de locura de Daenerys de la Tormenta.

Miró a Jon, aireado, pero el Lobo Blanco estaba petrificado en su sitio, no podía creer lo que Dany hacia. Daenerys se negaba a aceptar la rendición al observar la Fortaleza Roja y recordar todo lo que le ha sido arrebatado a su familia. Quemaría soldados y civiles vivos...

Los labios del Joven Lobo temblaron, negó con la cabeza sutilmente y se giró hacia su hermano.

-¡VA A MATARLA! ¡VA A MATAR A ÁNGELUS!-Ladró empujándolo y estrellandole contra una pared sonoramente, colocando la mano en su cuello.

-Yo no...-Jon gimió, intentó soltarse del brazo de su hermano pero no lo logró-. No lo hará...-Tembló-. Rhaenys esta embarazada, Daenerys no matará a Rhae.

-Si algo le pasa a Rhaenys te mataré yo mismo-Eso no lo permitiría. Nys era la madre de su hijo.

-Eso es cierto, lord Nieve-Tyrion caminó con pasos lentos hacia ellos, Robb abrió la boca, sorprendido, soltó a Jon de golpe. El Nieve fue a dar casi al piso.

No supo que decir. El enano le sonrió, triste.

-Intente que los soldados se detengan, Rey Robb-Sugirió el Lannister y él lo hizo, sin embargo escuchó perfectamente que le decía a Jon-. Debemos hablar, pronto. Por el bien de Rhaenys y el de los Siete Reinos.

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Jaime Lannister

Pudo quedarse como invitado del Rey en el Norte pero sabía que lady Corazón de Piedra lo intentaría asesinar. Además, no quería permanecer cerca de Brienne.

-¿Es por Cersei?

-No, no es por ella-Le contestó a la doncella de Tarth.

-Entonces lady Arya tiene razón. Es por Ángelus, por Rhaenys, estáis enamorado de vuestra sobrina.

No pudo negarlo. La Reina Dragón se parecía físicamente a su hermana pero era más hermosa, tenía esos preciosos ojos violeta y...

-Lo siento, mi lady.

Sin más se fue. Ese día, en la noche, escapó para ir a Desembarco del Rey.

Llegó para luego ir a buscar a Cersei y traerla ante su sobrina, había decidido ayudar a Rhaenys, se lo debía a su difunta hermana mayor.

Se quejó al conseguirse con Euron. Rugió y alzó la espada, debía matarlo. Después de un duelo al fin pudo entrar, giró al escuchar pasos tras él.

Era Aegon Targaryen VI.

-Alteza-Lo saludo con burla, el dragón con el nombre de Rhaegar Targaryen estaba más allá.

-Está muerto-El chico miró a Euron con una expresión de confusión, el viento le acariciaba el pelo de plata-. Rhaenys dijo que lo mataría... Yo iba a matarlo.

-Yo lo maté, es obvio-Le dijo al de ojos violeta haciendo una mueca.

-¡AEGON, DEBEMOS IRNOS!

Reconoció al hombre que gritaba. Bufó, lleno de asombro, dio una sonrisa amarga a ambos. Era Jon Connington.

El rey Aerys II responsabilizó a Connignton por la derrota en la Batalla de las Campanas y lo exilió, quitándole sus tierras, riquezas y títulos. Connington, ya en el exilio, se unió a la Compañía Dorada y sirvió en ella varios años. Se dijo que fue expulsado de la compañía tras haber sido encontrado robando. Luego supuestamente Jon se entregó a la bebida y un año después, murió ebrio.

Todo era mentira, claro, Jaime escucho que la historia de Connington robando a la Compañía Dorada y haciéndose alcohólico fueron una maquinación creada por Varys, para esconder el verdadero propósito de Jon. El hombre cambió su nombre al de Griff y que adoptó al hijo de Rhaegar, Aegon Targaryen (a quien Jaime entrego a Varys luego de salvarlo), con la intención de conquistar Poniente y poner de nuevo al verdadero heredero del Trono de Hierro en su lugar.

"Le fallé al padre, pero no le fallaré al hijo" Le había dicho a Aegon.

Jaime aprovechó y salió corriendo al castillo tan rápido como sus heridas lo dejaban.

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Rhaenys Targaryen

Oberyn la besó una vez que Arya se fue.

-Ten cuidado, Robb y Jon no estarán contentos si mueres, y dirán que debí impedir que te fueras-Se despidió saliendo en shock, la pequeña Stark se sentía extraña al despedirse de El Perro. Los sentimientos eran confusos.

El príncipe dorniense le sonrió confiado. Rhaenys tenía un mal presentimiento. Lo observó: estaba lleno de sangre y cenizas y seguía siendo tan guapo como siempre.

-Tenemos que ir por Nymeria.

Rhaenys asintió. Había una posibilidad de que murieran si iban con Sandor Clegane pero no iba a abandonar a su amiga, además alguien tenía que matar a Cersei.

«Si Arya no pudo debo hacerlo yo».

Llegó con rapidez a las escaleras llenas de escombros donde estaban Cersei, La Montaña y Quyrbun. El antiguo maestre asintió en dirección a Oberyn; eran aliados en secreto, y salió corriendo escaleras abajo llevándose a Nymeria, recién la había desatado y parecía débil.

-Buscaremos a Ellaria-Soltó el antiguo maestre en un susurro pero Nym lo forzó a detenerse.

-¡Yo quiero matar a Cersei!

-Nymeria, vete, anda...-Oberyn tomó a su hija y la obligó a bajar las escaleras junto a Quyrbun.

Ambos desaparecieron de su vista.

-Majestad-Saludó El Perro a Cersei Lannister antes de matar a los caballeros... Y morir luchando.

Una sombra de duda asomó a los ojos de Cersei al ver a su sobrina junto a la Víbora Roja, perdió su sonrisa. Oberyn avanzó hacia la Montaña, Rhaenys supo qué iba a hacer.

-¡OBERYN, NO!-Se aferró a su torso-. No, por favor, no puedes morir, no puedes luchar contra esa cosa... ¡Tus hijas...!

Debía quedarse con Oberyn y no correr tras Cersei.

El príncipe Oberyn avanzó con rapidez; la Montaña, a ritmo más ominoso. «El suelo no tiembla bajo sus pisadas -se dijo Rhaenys-; es el corazón, que se me ha desbocado». Cuando estuvieron a tan solo diez pasos de distancia, la Víbora Roja se detuvo.

-¿Te han dicho quién soy?-preguntó.

La Montaña no contestó. Siguió avanzando, inexorable. El dorniense se echó a un lado.

-Soy Oberyn Martell, uno de los príncipes de Dorne-dijo mientras la Montaña se giraba para no perderlo de vista-. La princesa Elia era mi hermana, y yo te asesine una vez. Lo volveré hacer hoy.

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Jaime Lannister

Él vió como todo el mundo de su hermana se derrumbaba, lloraba desconsolada.

-Has venido.

-¿Estás embarazada?-Debía saberlo antes de hacer lo que iba a hacer.

Cersei lo miró con desconcierto sin embargo negó, nunca lo estuvo, le había mentido a Tyrion. Soltó un gemido aliviado al abrazarlo, Jaime la tomó en sus brazos.

Tomó con su única mano la cabeza de su hermana, y con la mano dorada tomó su cuello, ella empezó a asfixiarse.

Cersei recordó la profecía que la había acosado desde la niñez, que entre otras cosas vaticinaba que sus tres hijos serían coronados, pero que los tres morirían poco después. Y que todo lo que ella ama sería tomado por una reina más joven y más hermosa; ya sabía que esa era Rhaenys, y que su valonqar (hermano pequeño en Alto Valyrio) la estrangularía hasta matarla. No creyó que el valonqar sería Jaime si no Tyrion.

¡Se había equivocado! Rhaenys le quitó primero a Joffrey, luego a Tommen y a Myrcella, incluso a Jaime.

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Jon Nieve

Robb gritaba que había que replegarse, Jon repitió el mensaje aún conmocionado. La ciudad se caía a pedazos. El dragón de Daenerys quemaba todo y los hombres de los Stark corrían.

Minutos más tarde ambos vieron a Arya cubierta de cenizas en el suelo, no se movía, tenía el rostro lleno de sangre... Robb se inclinó junto a ella en silencio y Arya empezó a toser. A penas y se observaba algo a un metro, y escombros casi les cayeron encima...

-¡CORRAN!-Ordenó Robb.

Jon se horrorizó al ver a tantas personas asustadas refugiadas.

-¿Arya dónde está Rhaenys?-Jon supo inmediatamente que su hermano seguía furioso.

-Robb...

-¡ARYA!

-¡Está con La Montaña! ¡Oberyn Martell no permitirá que le pasé nada! ¡Sigue en la Fortaleza Roja!

Jon Nieve miró a Robb Stark. Se preguntó qué debían hacer.

-¿Yo voy por Rhaenys y tu te vas con Arya?

-Nieve...-Advirtió.

-Robb, tienes que volver con tu hijo-Se acercó más a él para evitar que Arya escuchará, su hermana intentaba convencer a las personas que salieran-. Yo tengo que buscar a Rhaenys y a mi hijo.

El Joven Lobo asintió antes de irse junto a Arya y los niños. Antes de irse miró atrás.

-La traeré de vuelta.

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Rhaenys Targaryen

Ser Gregor lanzaba tajos
al aire, mientras la lanza de Oberyn golpeaba un brazo, una pierna, Rhaenys alzó sus espadas y le dió en la sien en dos ocasiones, ella estaba callada... Al contrario que Oberyn Martell.

-La violaste-decía, haciendo una finta-. La asesinaste -decía, eludiendo un golpe en arco del mandoble de Gregor-. Mataste a sus hijos-gritó, lanzando la punta de la lanza a la garganta del gigante, solo para ver como arañaba el grueso gorjal de acero con un chirrido.

-¡Oberyn estás jugando con él! -Gritó Rhaenys, desesperada.

«Un juego de idiotas», pensó, estremeciéndose.

-¡LA MONTAÑA ES DEMASIADO GRANDE PARA SER EL JUGUETE DE NADIE!

La Montaña bufó con desprecio y avanzó... y en aquel momento, el sol irrumpió entre las nubes bajas que habían ocultado el cielo desde el amanecer.

«El sol de Dorne», dijo Rhaenys para sus adentros, pero fue Gregor Clegane el primero que se movió para dejarlo a su espalda. Ella no hizo lo mismo, se quedó junto a Oberyn «Es estúpido y brutal, pero tiene los instintos de un guerrero».

La Víbora Roja se agachó con los ojos entrecerrados y volvió a atacar con la lanza. Ser Gregor intentó cortarla, pero aquello no había sido más que una finta. Perdido el equilibrio, trastabilló y dio un paso.

El príncipe Oberyn inclinó su abollado escudo de metal. Un dardo de luz solar lanzó su destello cegador, se reflejó sobre el oro y el cobre bruñidos, y entró por la estrecha ranura del yelmo de su enemigo. Clegane levantó el escudo para cubrirse del resplandor. La lanza del príncipe Oberyn se movió como un relámpago y encontró el espacio desprotegido de la pesada armadura: la axila.

La punta atravesó la malla y el duro cuero curtido. Gregor soltó un rugido gutural cuando el dorniense hizo girar la lanza antes de tirar de ella para liberarla. Rhaenys gritó, sin saber qué decir.

-¡Elia, dilo, Elia de Dorne!-Daba vueltas en torno a él, con la lanza preparada para asestar otro golpe-. ¡Dilo!

Rhaenys rezaba una oración propia. «Cae y muere -decía-. ¡Siete infiernos, cae y muere!» . La sangre que manaba del brazo de la Montaña era suya, y todavía debía de caerle más por dentro de la armadura. Cuando ser Gregor intentó dar un paso, se le dobló una rodilla. Rhaenys pensó que iba a caer.

El príncipe Oberyn estaba a sus espaldas.

-¡ELIA DE DORNE!-gritó.

Ser Gregor comenzó a volverse, pero con demasiada lentitud y demasiado tarde. Aquella vez, la lanza le golpeó la corva, atravesando las capas de malla metálica y cuero entre la greba y la pieza del muslo. La Montaña retrocedió, se tambaleó y cayó al suelo de cara. Se le escapó el mandoble de las manos. Giró lenta y pesadamente para tenderse boca arriba.

El dorniense tiró a un lado su escudo destrozado, agarró la lanza con las dos manos y se apartó lentamente. Detrás de él, la Montaña soltó un gemido e intentó incorporarse, apoyándose en el codo. Oberyn giró con la rapidez de un gato y corrió hacia su enemigo caído. Emitió un grito feroz al bajar la lanza con todo el peso de su cuerpo detrás. El crujido del asta de fresno al partirse fue un sonido dulce, y durante unos instantes, al príncipe Oberyn le salieron alas.

«La serpiente ha saltado sobre la Montaña». Vara y media de lanza rota asomaba del vientre de Clegane mientras el príncipe Oberyn se levantaba con una voltereta y se sacudía el polvo. Tiró a un lado el pedazo de lanza y recogió el mandoble de su adversario.

Ser Gregor intentó incorporarse. La lanza rota lo había atravesado y lo clavaba al suelo. Entre gruñidos, agarró el asta con las dos manos, pero no pudo arrancársela. Bajo su cuerpo se extendía un gran charco de sangre.

El príncipe Oberyn se aproximó a Gregor Clegane.

-¡Di su nombre!

Él puso un pie en el pecho de la Montaña y levantó el mandoble con ambas manos.

-¡OBERYN BASTA, POR FAVOR!

Rhaenys llegaría nunca a saber si tenía la intención de cortarle la cabeza a Gregor o de darle una estocada por la ranura del yelmo.

LA MANO DE LA MONTAÑA SE ALZÓ DE SÚBITO Y...

-¡OBERYN!-Advirtió esperando que no fuera muy tarde para que lo esquivara o si no OBERYN MARTELL MORIRÍA.

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¿Oberyn Martell sobrevivirá?

¿Jon Nieve asesinará a Daenerys?

~Isabel~

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