VIII. La hija de Oberyn|Lannisport|Un funeral Tully

12 de noviembre de 298 Dc


La Serpiente de Arena les dio alcance cuando estaban cerca de Aguasdulces. Apareció de repente, a lomos de una yegua. Lady Nym parecía grácil incluso montada a caballo; vestía una luminosa túnica lila y una larga capa de seda color crema y cobre que se agitaba con cada golpe de aire, dando la impresión de que la joven podría echar a volar en cualquier momento. Nymeria Arena tenía veinticinco años y era esbelta como un junco. Tenía el pelo negro, liso, peinado en una trenza adornada con hilo de oro rojo, y con un pico en la frente, en el nacimiento del pelo, igual que el de su padre. «La hija de Oberyn Martell».

La seguía una docena de lanceros a caballo con escudos redondos que centelleaban bajo el sol. Bajaron tras ella por la colina. Lady Nym se puso a su altura y tiró de las riendas de la hermosa yegua dorada para quedar relativamente cerca de Robb Stark y Lady Catelyn sin que se sintiera como un ataque. Rhaenys se acercó a ella rápidamente..., con sus guardias.

-Bienhallada, Rhaenys-canturreó como si hubiera llegado allí por casualidad aunque estaba a kilómetros de Dorne-. ¿Puedo cabalgar contigo, tu esposo y tú suegra?

Robb y Nys intercambiaron una larga y fría mirada. Él dio un asentimiento casi imperceptible que decía "Si confías en quien sea que sea ella". Y claro, no confiaba en Nymeria Arena pero seguro la hija del príncipe Oberyn tenía algo que decirle y ella lo quería escuchar.

-Será un placer-respondió Rhaenys, aunque en un tono que a Robb no le sonó nada complacida-. El frío no es un buen compañero de viaje.

-Por el frío no puedo hacer nada-replicó la joven-, por cierto, a mi padre no le interesa la pena y tampoco el frío. Le gusta mucho más la venganza.

-Yo vivo por ella, nací porque Aerys se quería vengar de Tywin y así evitar que mi madre fuera Lady Arryn. Mi abuelo Lannister me mantuvo viva porque quería vengarse de vuestra casa y de Robert Baratheon. Y ahora, bueno, vivo por la venganza-Nymeria sonrió-. Os presento a mi esposo, Robb Stark el Rey del Norte y el Tridente, mi suegra Lady Catelyn la señora de...-«Un castillo en ruinas»-, Invernalia..., el Gran Jon-Señaló al hombre que era la mano derecha del Lobo-, y mis guardias: Ser Emmon Cuy, ser Barristan Selmy..., ella es Lady Nymeria Arena la hija del príncipe Oberyn Nymeros Martell.

-Un placer saludarlos.

Catelyn dijo las palabras reglamentarias de cortesía al igual que el resto aunque se notó levemente su disgusto porque la chica era bastarda. Nym cabalgo al lado de Rhaenys en un silencio ansioso.

-Habla ya-Demandó la Lannister cuando ya no pudo soportar la espera.

Su paciencia era escasa.

-Obara quiere que nuestro tío Doran Martell vaya a la guerra-Nym se echó a reír-. Sí, quiere arrasar Antigua. Su odio hacia esa ciudad sólo es comparable al amor
que le profesa nuestra hermana pequeña.

-¿Y tú qué opinas?-Nys no podía permitir que arrasaran Antigua ya que era territorio Tyrell, lo mismo le había dicho a Euron.

Nym volvió la cabeza para echar un vistazo hacia donde cabalgaban sus acompañantes, a unos cuarenta pasos de distancia.

-No me hace falta un importante rehén; Obara quiere usar a tu prima Myrcella, me basta con una hermanita. Y un sitio en tu corte.

-¿Obara? ¿Y para que quieres ser mi doncella?

-Tyene. Obara es demasiado llamativa. Tyene es tan dulce y delicada que nadie sospechará de ella pero ese plan os lo contaré luego. A Obara le gustaría convertir Antigua en la pira funeraria de nuestra tía; yo no soy tan ambiciosa. A mí me basta con cuatro vidas: los mellizos dorados de Lord Tywin en pago de el hijo de Elia y por ella.

-Yo quiero a Cersei por mi madre, y quiero a el viejo león por mi padre-Le advirtió Ángelus a la bastarda.

-Entonces, el niño rey, por mi tía.

-¡Joffrey morirá por Eddard Stark, no por nadie más!-Alzó la voz para que todos la escucharán. Quizá así se ganaría un poco a los norteños.

-Supongo que es un regalo para tu guapo esposo-Miró a Robb fijamente y sonrió dulcemente-, bueno entonces el otro hijo de Cersei, Tommen.

-El chiquillo no nos ha hecho ningún daño-Intervino el Joven Lobo, acercándose a ellas.

«Es que es tan noble y honorable que morirá por eso» Pensó Ángelus, fastidiada.

-Si damos crédito a Lord Stannis, ese crío es un bastardo, hijo de la traición, el incesto y el adulterio-En su voz no quedaba ni rastro del tono juguetón; Rhaenys se dio cuenta de que la estaba mirando con los ojos entrecerrados-. Sólo la sangre real puede limpiar el asesinato de mi tía-insistió Nym.

-¡No digas ese nombre en ni presencia a menos que me digas que murió! Es un asesino, un traidor, mato a Renly-Gruñó la Targaryen furiosa.

-Wow, no se quien está más preocupado por matar a Stannis, si tú o Loras Tyrell.

-Di que quieres Nymeria Arena-Ladró.

-Yo no estoy de acuerdo con esto pero padre me pidió cinco cosas: La muerte de Tywin, Jaime, Cersei, Joffrey y que me encargará de que no te matarán por lo que tengo que estar contigo todo el tiempo y ser tu doncella-Nymeria frunció el seño-. Tiene cierto algo contigo y con todo respeto-Miró a Robb de reojo-, yo me andaría con cuidado. Y necesito que me ayudes a infiltrar a Tyene en Desembarco del Rey, va a empezar a trabajar con la fe para destruir a Cersei.

-Yo necesito ayuda para matar a Joff, veneno específicamente.

-Mi padre te dará todo el veneno que necesites si es para matar al primogénito de Cersei.

A partir de ese instante Joffrey "Baratheon" se podía dar por muerto.

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Al día siguiente llegaron a Aguasdulces con todo y Nymeria Arena.

Harry se esforzó por hablar con ella aunque Rhaenys no quería que dañara su reconciliación con Robb, ambos se estaban esforzando y él se había alejado de la niña Westerling lo que quizás no era mucho pero era mejor que nada.

-Rhae-La llamó mientras la tomaba por el codo, ella se fijó en que él tenía una sangre reseca en la ceja y un pequeño tajo.

Ella hizo un gesto para despachar a su guardia pero ser Barristan no se movió. Ángelus recordó una pequeña conversación que tuvo hace días con ser Barristan. Se sonrojo, como pocas veces en su vida, para esos momentos aún estaba molesta con Robb.

-Ha pasado mucho tiempo sin saber de él-había dicho a ser Barristan-. ¿Y si Harry me ha traicionado y ahora está con mis enemigos? ¿Y si ha conocido a otra mujer? Tal vez Cersei le ofreció una buena esposa...

Sabía que al anciano caballero no le caía en gracia Harrold Hardyng ni confiaba en él. Aun así, su respuesta no habría podido ser más galante.

-No hay mujer más bella que vuestra alteza. Habría que ser ciego para no verlo, y ser Hardyng no está ciego.

Ser Barristan miró a Harry con
cara de pocos amigos.

-Es la reina.

-Lo sé desde la primera vez que la vi en el Valle, era una Targaryen.

Rhaenys gruñó una orden y ser Barristan se quedó ahí, así que decidió ignorarlo.

-Estáis herido-dijo acercándose al joven y tomando sus manos.

-¿Os referís a este hilo de sangre?-Harry se tocó la ceja y le sonrió como siempre-. No es nada, uno de vuestros parientes Lannister intento herirme. Y puede que me quede una pequeña cicatriz.

-¿Traéis noticias para su alteza?

-Buenas noticias, ser Abuelo-Harry observó a ambos lados del pasillo a ver si alguien venía-. El Valle estará a salvo, si Ojo de Cuervo nos ayuda y sigue el plan como prometió acabaremos con la flota Lannister.

Rhaenys se disponía a contestar pero Robb la interrumpió, apareció por el pasillo:

-Ángelus mi abuelo murió, mi madre pidió que te avisará-La miró-. Tienes que estar conmigo en la ceremonia-Añadió al ver que ella no se movía.

-Ahora soy señor del Valle, algunos soldados (capas doradas quizás) del grupo que dirigía Lann Lannister; el hijo mayor de Kevan, asesinaron a Lysa Arryn y a Robert-Le susurro Harry cuando Ángelus lo abrazo, sí enfrente de Robb, y le dio un sonoro beso en la mejilla.

-Felicitaciones-Sonrió.

El asesinato de los Arryn sonaba a algo que dirigió Petyr Baelish. Rhaenys consideró que a lo mejor Meñique se estaba ganando el cargo de Mano de la Reina.

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Tendieron a lord Hoster en un ligero bote de madera, vestido con una brillante armadura completa de plata. Yacía de espaldas sobre la capa azul y roja. El jubón también era bicolor, azul y rojo, y una trucha con escamas de plata y bronce remataba el gran yelmo que le pusieron junto a la cabeza. Sobre el pecho le colocaron una espada de madera pintada, y le cerraron los dedos en torno a la empuñadura. Unos guanteletes de malla le ocultaban las manos enjutas, y hacían que casi volviera a parecer fuerte. El enorme escudo de hierro y roble estaba a su izquierda, y el cuerno de caza que había utilizado toda la vida, a su derecha. El resto del bote estaba lleno de astillas, de trozos de pergamino y también de piedras, para darle peso en el agua. Su estandarte, la trucha saltarina de Aguasdulces, ondeaba en la proa. Siete eran los elegidos para empujar la barca funeraria al agua.

Simbolizaban los siete rostros de dios. Robb era uno, como rey de lord Hoster. Lo acompañaban lord Bracken, lord Blackwood, lord Vance y lord Mallister; también Marq Piper... y Lothar Frey el Cojo, que había llegado de Los Gemelos con la respuesta que estaban aguardando. Acudía con una escolta de cuarenta hombres comandada por Walder Ríos, el mayor de los bastardos de lord Walder, un hombre de aspecto severo y cabello canoso, con excelente reputación como guerrero. Su llegada, a las pocas horas de la muerte de lord Hoster, había enfurecido a Edmure.

-¡Tendríamos que desollar a Walder Frey; tendríamos que descuartizarlo!-había gritado-. Para tratar con nosotros, envía a un tullido y a un bastardo. ¡Sabe
muy bien que nos está insultando!

-No me cabe duda de que lord Walder elige con mucha intención a sus enviados-le respondió Catelyn-. Ha sido una especie de pataleta, una venganza infantil, pero no olvides con quién tratamos. Nuestro padre lo llamaba el finado lord Frey. Es un hombre de muy mal genio, muy envidioso y, sobre todo, muy orgulloso.

Por suerte, el primogénito de Ned Stark había mostrado más sentido común que Edmure Tully. Robb había recibido a los Frey con toda la cortesía posible; había buscado sitio en los barracones para sus escoltas, y en privado le había pedido a ser Desmond Grell que se retirara discretamente, de manera que Lothar tuviera el honor de participar en la ceremonia en la que se enviaba a lord Hoster a su último viaje.

«Mi esposo ha adquirido una especie de sabiduría impropia de sus años, mi esposo, mi Stark de Invernalia». La casa Frey había abandonado al Rey en el Norte, pero el señor del Cruce seguía siendo el más poderoso de los vasallos de Aguasdulces, y Lothar no hacía más que ocupar el lugar que le correspondía.

Los siete bajaron a lord Hoster por la escalera del agua, chapoteando en los escalones a medida que subía el rastrillo. Cuando depositaron el bote en la corriente, Lothar Frey, un hombre corpulento y de carnes blandas, respiraba jadeante y Nymeria se echó a reír con ganas. Todos voltearan a verla. Ella desechó las miradas con un movimiento despectivo de la mano.

Ángelus decidió centrarse en Jason Mallister y Tytos Blackwood, que se ocupaban de la proa, se metieron hasta el pecho en el río para guiar la barca. Ella estaba al lado de Catelyn lo contemplaban todo desde las almenas; esperaba y miraba, como había esperado y mirado tantas veces en el pasado. La Targaryen se compadeció de Cat, supuso que ella pudo haber tenido el mismo destino.

Abajo, la corriente rápida del
Piedra Caída se clavaba como una lanza en el costado del ancho Forca Roja, y sus aguas azules y blancas agitaban el cauce rojizo y marrón del río principal. La neblina de la mañana pendía sobre las aguas, tan tenue y sutil como los jirones del recuerdo. Vio a Harry y pensó en todo lo que hubieran podido vivir juntos: Ser la señora del Valle, sin necesidad de aguantarse a la niña Westerling, y con amor no, quizá con cariño. Se imagino a niños rubios con el apellido Targaryen-Arryn corriendo por la Fortaleza Roja, con dragones volando los cielos.

El ligero bote pasó bajo el arco de piedra roja que era la puerta del Agua y fue cobrando velocidad a medida que entraba en la corriente apresurada del
Piedra Caída. El bote emergió por debajo de las altas murallas defensivas del castillo, y la vela cuadrada se hinchó con el viento; Rhaenys vio un rayo de sol que arrancaba destellos del yelmo del padre de Catelyn. El timón de lord Hoster Tully se mantuvo firme, y navegó tranquilo hacia el centro del canal, bajo la luz del sol naciente.

-Ahora-indicó ser Brynden Tully.

Junto a él, Edmure... No, ya era lord Edmure; ¿cuándo se haría a la idea? Puso una flecha en el arco. Su escudero le acercó una tea a la punta. Edmure aguardó hasta que se inflamó, y luego alzó el gran arco, se llevó la cuerda hasta la oreja y la soltó. La flecha se elevó con un zumbido vibrante.

Catelyn siguió el vuelo con los hasta que fue a hundirse en el agua con un siseo, a buena distancia de la popa del bote de lord Hoster. Edmure masculló una maldición entre dientes. Y Rhaenys tuvo que que reprender a Nym en silencio para no reírse.

-Ha sido el viento-dijo al tiempo que sacaba una segunda flecha-. Otra vez.

La tea besó el trapo empapado en aceite que estaba atado tras la punta de la flecha, y las llamas lamieron el asta; Edmure alzó el arco, tensó la cuerda y la soltó. La flecha voló alta, con fuerza. Con demasiada fuerza. Se perdió en el río, a diez varas por delante del bote; su fuego se extinguió al instante. El rubor le subió a Edmure por el cuello, rojo como su barba.

«Dioses, es que es tonto y torpe».

-Una vez más-ordenó al tiempo que sacaba una tercera flecha del carcaj.

«Está tan tenso como la cuerda del arco», pensó la Lannister.

-Permitidme, mi señor-se ofreció ser Brynden, que también se había dado cuenta.

-Ya puedo yo-insistió Edmure. Acercó la flecha para que se la
prendieran, alzó el arco, respiró profundamente y tensó la cuerda. Pareció titubear un instante eterno mientras el fuego crepitante ascendía por el asta. Por último, la soltó. La flecha ascendió y ascendió, trazó una curva, y cayó, cayó, cayó... y siseó al pasar de largo de la vela hinchada. Había fallado por poco, apenas un palmo, pero había fallado.

-¡Los Otros se la lleven!-maldijo el Tully.

El bote estaba casi fuera del alcance; entraba y salía de los jirones de bruma del río. Sin decir palabra, Edmure le tendió el arco a su tío.

-Deprisa-ordenó ser Brynden.

Puso una flecha, la acercó a la tea, tensó la cuerda y la soltó antes de que Nys pudiera saber a ciencia cierta si se había prendido o no... Pero, mientras se elevaba, vio las llamas que trazaban un surco en el aire, un largo pendón anaranjado. El bote había desaparecido entre la bruma, que también se tragó a la flecha descendente... pero solo un instante. Después, tan repentina como la esperanza, vieron la flor roja. Las velas se prendieron, y la neblina se tiñó de rosa y naranja. Durante un momento, Ángelus divisó con claridad la silueta del bote envuelto en llamas.

Catelyn extendió el brazo a ciegas en busca de la mano de su hermano, pero Edmure se había alejado de ella para irse en solitario al punto más alto de las
almenas. Fue su tío Brynden quien le tomó la mano y entrelazó con los suyos los dedos fuertes. Catelyn con la otra mano buscó la de Rhaenys, ella aceptó, sentía a la mujer como una madre. Juntos contemplaron el fuego que se empequeñecía con la distancia, a medida que el bote en llamas se alejaba. Y al final desapareció... tal vez arrastrado por las aguas río abajo, tal vez hundido en ellas. El peso de la armadura depositaría a lord Hoster en el fondo, y descansaría en el lodo suave del lecho del río, en las húmedas estancias donde los Tully tenían su corte eterna, con bancos de peces como su último séquito.

En cuanto el bote en llamas se perdió en la distancia, Edmure se alejó a zancadas.

-No es ninguna deshonra fallar el tiro-le dijo Brynden en voz baja-. Alguien tendría que decírselo a Edmure. Cuando mi señor padre emprendió su viaje río abajo, Hoster también falló.

-Con la primera flecha.-Catelyn había sido demasiado pequeña para recordarlo, pero lord Hoster le contaba la a nécdota a menudo según lo que le contó a la Lannister-. La segunda acertó en la vela.

El Pez Negro las acompañó al bajar de las almenas hasta donde estaban Robb y sus vasallos e incluso los vasallos de Harry y sus espadas juramentadas también estaba alejado y en silencio Meñique. «Algo trama este traidor». Al verla, el Joven Lobo abrazó en silencio a Cat.

-Lord Hoster tenía un aspecto noble como el de un rey, mi señora-murmuró ser Hardyng, no Lord Hardyng aunque ahora era Lord Harrold Arryn-. Me habría gustado tener ocasión de conocerlo.

«Mi padre también tenía un aspecto de Rey pero esta muerto y es su culpa y de Lyanna y Tywin incluso de Cersei».

-Y a mí de conocerlo mejor -añadió Robb siempre compitiendo con Harry.

-Es lo mismo que él habría querido-dijo Catelyn-. Había demasiadas leguas entre Aguasdulces e Invernalia.

Otros esperaban para dar el pésame a Robb, de manera que Catelyn se apartó a un lado y aguardó con paciencia mientras lord Jason Mallister, el Gran
Jon y ser Rolph Spicer hablaban con él de uno en uno, el último era pariente de Jeyne Westerling lo que molesto a Nys pero se quedó ahí. Cuando Lothar Frey se acercó, el Stark le dio un tirón de la manga a Rhae. Robb se volvió y aguardó a que Lothar
hablara.

-Alteza-Lothar Frey era un hombre regordete de treinta y tantos años; tenía los ojos muy juntos, la barbita puntiaguda y una melena de pelo oscuro que le caía en bucles sobre los hombros. Una lesión durante el nacimiento le había dejado una pierna retorcida, lo que le granjeó el sobrenombre de Cojo. Llevaba doce años sirviendo a su padre como mayordomo-. Lamentamos mucho esta intromisión en un momento tan doloroso, pero ¿podríais concedernos audiencia esta noche?

-Será un honor-dijo Robb y la Lannister rodó los ojos-. Nunca quise que hubiera enemistad entre nosotros.

-Ni yo quise ser la causa -intervino la Reina Dragón en un tono que sugería todo lo contrario, sonrió irónica.

-Lo comprendo-dijo Lothar Frey con una sonrisa-, y también lo comprende mi padre. Me ordenó que os dijera que él también fue joven, y recuerda bien lo que es perder la cabeza ante una mujer bella.

Rhaenys dudaba mucho de que lord Walder hubiera dicho semejante cosa, y de que alguna vez hubiera perdido la cabeza ante una mujer bella. El señor del Cruce había sobrevivido a siete esposas y estaba casado con la octava, pero cuando hablaba de ellas era para llamarlas yeguas de cría. Aun así, la formulación era impecable, y no sería ella quien pusiera objeciones al cumplido. Tampoco Robb y Catelyn.

-Vuestro padre es muy generoso -dijo el Rey Stark-. Aguardaré con impaciencia el momento de nuestra conversación.

Lothar se inclinó, besó la mano de la reina y se retiró. Para entonces ya se habían reunido doce hombres más, a la espera de su turno. Robb habló con cada
uno de ellos, y repartió frases de gratitud y sonrisas según convenía. Lo mismo hizo Ángelus, como pocas veces comprendió a Cersei. Cuando hubo terminado con el último, se volvió de nuevo hacia Catelyn.

-Tengo que hablar contigo de una cosa. ¿Me acompañas mientras caminamos?

-Como vuestra alteza ordene.

-No ha sido ninguna orden, madre.

-En ese caso, será un placer.

Rhaenys se asombro, el Rey había tratado con gentileza a su madre desde que regresó a Aguasdulces, pero rara vez buscaba su compañía. Se encontraba más cómodo con la niña Westerling, cosa que ella y seguro Cat también comprendía bien.

«Jeyne lo hace sonreír, y yo no puedo compartir con él nada, aparte de mi furia-Robb parecía disfrutar también con la compañía de los hermanos de Jeyne: el joven Rollam, su escudero, y ser Raynald, su portaestandarte-. Ocupan el lugar de los hermanos que perdió-comprendió la Leona al verlos juntos-. Rollam es como si fuera Bran, y Raynald es en parte Theon y en parte Jon Nieve». Solo cuando estaba con los Westerling veía sonreír a Robb o lo oía reír como el muchacho que era en realidad. Para todos los demás era siempre el Rey en el Norte, con la cabeza inclinada bajo el peso de la corona hasta cuando no la llevaba.

Y lo envidió, el tenía una madre que lo quería, amigos incluso hermanos, alguien que lo comprendía y ella estaba sola, su hermano estaba tan lejos y nunca sabía hasta que punto Margaery Tyrell lo estaba manipulando.

«Bueno tengo a Harry». Y no lo tenía, lo más probable era que él se debería casar con alguien para obtener una alianza. Ahora era Lord Arryn y necesitaba herederos.

Robb le dio un tierno beso a su esposa, le prometió que la vería en sus habitaciones y ella contestó que tenía cosas que hacer.

-Por favor dime que no vas con Hardyng.

-Tengo que hablar con él, es la única persona que nunca me ha intentado asesinar o venderme-Espetó la Targaryen intentando no perder la calma.

-Yo no...

-Incluso tú, sí lo hiciste, una vez le dije a tu padre que todos me intentaban matar, él me dijo que no era cierto "Robert sólo tenía un problema con vuestro padre" y yo lo negué "Si no fuera por soy una Leona de la Roca estaría tan muerta como Aegon". Incluso años antes de que muriera Jon Arryn, el Usurpador intento deshacerse de mi: venderme a los Martell (cosa que no se dio porque no soportaba tantos enemigos juntos), a los Tyrell, a Jon Arryn y hasta a tu padre.

-No lo sabía, lo siento.

-No, no lo sabías-Gruñó ella ignorando el arrepentimiento de Robb-. Intentaron casarme contigo, si no hubiera sido por Renly me hubieran enviado al frío Norte. Tuvo que ofrecerse a casarse conmigo para que Robert no me enviara a Invernalia. El Usurpador no le habló hasta que llegó luego de visitar a tu padre.

-Luego te casaste con Renly...-Robb se dio cuenta de que decía-. ¿Y conmigo porque?

-Yo...-Rhaenys se sonrojo-. Tu padre me..., me dijo que-Su voz salió temblorosa, jamás había dicho lo siguiente en voz alta:-, me dijo que su hijo era una buena persona y que tenías un gran sentido del honor y la justicia. Cuando le conté que ganaste la Batalla del Bosque Susurrante, Lord Eddard respondió que eras muy valiente y un buen líder.

Robb se quedó en silencio con el rostro inexpresivo. Ángelus temió haber dicho mal y comenzó a jugar con su anillo de oro en forma de león. El Rey sonrió lo que pudo haber significado cualquier cosa si no hubiera dicho:

-Gracias por contarme esto-Dudó pero consiguió valentía y dijo:-. Tengo que hablar con mi madre pero en cuanto termine quiero que me cuentes cómo conoces a mi padre y porque ya no quieres matar a toda la casa Stark, si no es molestia.

-Como su majestad, ordene.

-No ha sido ninguna orden, igual ¿Desde cuando obedeces las órdenes de alguien?

-Nunca lo he hecho-La Leona Dragón sonrió culpable-, Aerys decía que es la sangre de dragón y el Dragón no responde ante nadie. Aunque el Dragón puede hablar con los lobos.

Robb asintió con una sonrisa y echó a andar con su señora madre. Se prometió que haría todo por ser un buen esposo y dedicarle tiempo a la Targaryen.

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Lo que decía Lord Petyr Baelish le soñaba mal. «Ella ama a Harrold». Lo había visto en sus ojos cuando lo miraba; lo había oído en su voz cuando hablaba de él aunque también pasaba algo parecido con Robb Stark pero en menor grado.

-No podéis enviarlo a conquistar Roca Casterly para la reina. Morirá.

-Ángelus no lo notara, está ocupada con los Lobos-Dijo Meñique, tranquilamente.

-¿Y cuando lo noté?

-Llorará, se mesará los cabellos y maldecirá a Tywin, Cersei y Jaime, no a nosotros. No tendremos las manos manchadas de sangre. Podréis consolarla contándole alguna anécdota de tiempos pasados, de esas que le gustan. Pobre Harry, su valiente caballero. Nunca lo olvidará, no... Sin embargo, si muere, mejor para todos, ¿verdad? Incluso para Rhaenys. Por cierto, ya va siendo hora que use su nombre.

«Mejor para Rhaenys y para Poniente.-La que amaba al caballero era la muchacha que llevaba dentro Rhaenys Targaryen, no la reina, no Ángelus Lannister; la mujer que había criado Tywin. El príncipe Rhaegar amó a lady Lyanna y miles de personas murieron por ello; Daemon Fuegoscuro amó a la primera Daenerys y se alzó en rebelión cuando se la negaron; Aceroamargo y Cuervo de Sangre amaron a Shiera Estrellademar, y
los Siete Reinos sangraron; el Príncipe de las Libélulas amaba tanto a Jenny de Piedrasviejas que renunció a la corona, y Poniente pagó la dote de la novia en cadáveres. Los tres hijos del quinto Aegon se habían casado por amor, contraviniendo los deseos de su padre, y puesto que el extravagante monarca
también había seguido el dictado de su corazón para elegir reina, les permitió dar rienda suelta a sus caprichos, y los que podrían haber sido amigos leales se convirtieron en enemigos acérrimos. Siguieron traiciones y tumultos, igual que la noche sigue al día, y todo culminó en Refugio Estival con hechicería, fuego y dolor-. Su amor por Harry es es veneno; un veneno más lento que el de las langostas, pero al cabo, igual de mortífero».

-Tendréis que convencerla-Espetó ser Barristan.

-Lo haré, con algo menor: Lannisport. Y luego nuestro buen Harrold querrá regalarle Roca Casterly para competir con Robb Stark-Y Meñique sonrió con la ambición brillando en sus ojos.

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Por cierto, Ángelus se pronuncia "Anyelus"

~Isabel~

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