Reviso el horario en mis manos y ajusto las correas de la mochila cuando me interno entre el mar de estudiantes, nunca creí que iba a poder estar en este lugar algún día. Es increíble.

Desde pequeña soñé con estudiar medicina, recuerdo pasar horas de la mano de un maletín médico de juguete que mi padre me había obsequiado de navidad. Nunca me le despegaba y me causaba un enorme enorgullecimiento hacia mí misma cada vez que papá fingía romperse un hueso y le envolvía la mano en gasas o cuando mamá se hacía alguna herida al tratar de rebanar zanahorias y podía ayudarla a conseguir una curita.

Eran cosas de niños, pero ahora estoy aquí, cumpliendo el sueño que siempre soñé. Y estoy feliz, terriblemente asustada, pero feliz.

Empujo la puerta del aula dos, que es donde llevaré mi primera clase del día. Hay varias personas adentro, sentadas alrededor de varias mesas blancas de laboratorio.

Varios giran su cabeza en mi dirección y sonríen, yo también lo hago.

Tomo asiento al lado de una chica de cabello rubio platinado que me sonríe amable cuando dejó caer mi mochila y me saluda.

Cassy es el nombre de mi nueva amiga.

Creí que conseguir amigos iba a ser más difícil, siempre fue así. Pero en este lugar, donde finalmente me encuentro, me doy cuenta de que no será igual.

Y extraño a Jax, malditamente que sí. Pero lo volveré a ver, espero volver a verlo y pronto.

Varias personas más entran junto al profesor, toman asiento y hacen ruido al sacar las bancas de su lugar, por lo que nadie se percata de que la puerta ha sido nuevamente abierta.

Entonces, todo ocurre en cámara lenta, o al menos a mí así me lo parece.

Le miro caminar sin rumbo al principio, luego alza la vista y me localiza, igual de serio que siempre se tiende a mi costado, de mi lado derecho, mientras que siento como del otro lado Cassy le mira también, anonada.

Zack hace una mueca, parecida a una sonrisa y habla con voz pausada. — ¿Sorprendida, Lake?