Capítulo N°29
Capítulo 29: ¿Qué tan bien lo conoces?
Mamá mira a Jax con el ceño fruncido, intentando atar cabos.
—¿Qué haces aquí hijo? —inquiere papá cuando todos bajamos las escaleras de vuelta al primer piso.
Mamá aún le mira con curiosidad.
Miro a Jax, pero él está igual de serio, no sabe cómo ni por dónde empezar y cuando está a punto de abrir la boca, Elle nos interrumpe a todos, cortando la tensión.
—Es mi novio —mis padres la miran boquiabiertos, pero yo niego en dirección de mi amiga, tomo de la mano de él y asiente. Es el momento.
—En realidad no —aclara Jax, hablando por primera vez.
Mamá mira nuestras manos entrelazadas y papá parece atónito.
—¿Tú preparaste los tallarines, no es así? —inquiere sabionda, él asiente—. ¿Así que te has quedado a pasar toda la noche aquí?
—Mamá...
—Suelten ya la verdad —advierte.
—Soy el novio de su hija —confiesa el chico a mi lado—. Y sí, pasé aquí la noche, pero no es lo que usted cree, no ha pasado nada.
—¿Por qué iba a creer yo algo como eso? Conozco a mi hija —mis mejillas se sonrojan.
Mamá sonríe, sorprendiéndonos. Papá se acerca a nosotros y extiende su mano hacia mi novio.
—Bienvenido a la familia muchacho —dice papá, con el rostro lleno de salsa de tomate.
—¡Papá!
— ¿Qué, no decían que eran novios? —parece tomarse muy bien todo el asunto, considerando la situación en que nos han encontrado.
Jax lo interrumpe.
—Muchas gracias señor —Jax se la estrecha y dan por terminada la tensión del lugar.
Suspiro y miro a mis amigas, quienes levantan ambos pulgares.
—No creí que se lo fueran a tomar así de bien —confieso.
—¿Por qué no? —rebate mamá.
Niego sonriendo y tomamos asiento de nuevo alrededor de la mesa.
Mamá le murmura a papá que limpie su barbilla con la servilleta y él le pregunta por qué, Jax y yo soltamos unas risitas en voz baja y nos situamos frente a ellos en la mesa, con mis amigas a los costados.
— ¿Cómo te está yendo en la universidad Jax? —Mi novio mira a papá y responde.
—Ya están listas las matrículas, pero cómo he llegado a mitad del semestre me han recorrido el ingreso hasta que termine el período, mientras he ayudado a los chicos con la firma de abogados con la que trabajan.
—¿Te refieres al hermano de Adler?
—Sí y a un amigo nuestro también —asiente.
—Qué bien, qué bien —papá parece satisfecho con su respuesta.
Luego de un rato más entre interrogatorios y halagos, todos dirigidos a cierto chico de ojos celestes, nos ponemos en marcha hacia la tienda departamental, Jax se disculpa y nos deja pasar un rato en familia.
—Parece que Jax North es un buen chico —indica mamá, a la vez que compara distintos estampados de edredones.
—Sí, lo es —afirmo con una sonrisa pintada en los labios.
—¿Cuándo ocurrió todo?
—¿A qué te refieres? —frunzo el ceño.
—¿Cuándo empezaron a salir? —toma un estampado color turquesa, me lo pasa y lo echó al carrito—. ¿Cuándo empezó a gustarte?
—No estoy segura —comienzo—. No fue algo que ocurriese de la noche a la mañana, más que nada fue un sentimiento que fue creciendo a lo largo de los días, conforme lo iba conociendo.
—Entiendo —parece qué es lo último que va decir y después agrega: —Parece uno de esos chicos malos de las películas, chaquetas de cuero, camisas ajustadas, ojos intensos, sí, tiene todo el estereotipo completo —afirma.
—Creí que te gustaba —debato a la defensiva.
—Me agrada—concuerda—. Solo digo que parece un chico problemático.
—No es para nada de ese tipo —aclaro, deteniendo el andar del carro en medio del pasillo—. Parece rudo y misterioso, incluso me atrevería a decir que luce como todo un cretino, pero no. Jax es de todo menos eso, es un buen chico.
—Pareces conocerlo muy bien —achica sus ojos y papá se acerca a nosotras con las cosas que le ha encargado. Sonrió.
—Me ha dejado conocerlo muy bien —recalco y me encojo de hombros.
—Prefiero no saber, que tan bien, lo conoces. —me sonrojo y cuando estoy a punto de replicar me lanza una sonrisita que me contagia y seguimos andando, luego de eso, no insiste más en el tema.
Cuando terminamos las compras, damos un paseo corto por los negocios de alrededor antes de ir directo a casa y me detengo frente a un aparador, no había pensado en el vestido que iba a utilizar ahora que había decidido asistir a la graduación.
—¿Por qué no entras a probártelo? —me anima mamá antes de empujarme dentro de la tienda.
No estoy muy segura de que sea mi talla, pero aún así le pido a la chica de la caja que me lo muestre para poder probármelo.
Entro al vestidor y de inmediato me enfundo en el vestido azul lavanda. Cierro con algo de dificultad el cierre y cuando me miro en el reflejo me enamoro completamente de la imagen. Es un vestido precioso.
Lo modelo en varias posiciones y antes de salir, vuelvo a dar una última mirada. Éste es el indicado y ni siquiera tuve que buscar demasiado.
Saco una foto al reflejo y se la envío a las chicas quienes de inmediato le dan su visto bueno.
Mis padres me esperan sentados en unos sillones en el medio del negocio y cuando miran mi sonrisa se alivian de inmediato, no los hice trabajar demasiado.
Papá se adelanta a pagar el vestido y a pesar de mis réplicas insiste en regalármelo. Mamá me advierte que necesito un par de tacones, pero le recuerdo que guardo varios de ellos en casa de todas las veces que se ha propuesto a arreglarme para las visitas de los tíos y acepta que nos marchemos de una vez a descansar, más por qué no han parado en todo el día.
Antes de ir a dormir, me detiene en el pasillo del segundo piso, está noche dormirán en mi habitación y yo compartiré con Adelle.
Me abraza con fuerza y me separa.
—Te hemos extrañado mucho —limpia una lágrima de su mejilla y sonríe—. A ti y a tú hermana.
—Nosotras también los hemos extrañado.
—Mis hijas ya están grandes —aprieta mis mejillas con melancolía—. Lane, estoy orgullosa de lo que has logrado, eres una niña todavía para mí. Pero creo que es tiempo de dejarte crecer, me has demostrado ser responsable a pesar de todo.
— ¿A qué se debe todo esto?
—Olvida lo que te he dicho sobre Jax, tenía una idea un tanto distinta sobre él, pero no se ve que sea un mal chico. Y te quiere —se adelanta—. Antes cometí el error de juzgar antes de tiempo y esta vez no quiero tener que pasar por lo mismo.
Sé que se refiere a Louise y a Adler.
—No te preocupes mamá, está todo bien.
—Pero si te llega a hacer algo, me importa un carajo que sea el hijo de algún magnate europeo, quiero ser la primera en enterarme —advierte con su dedo apuntando con seriedad y rio.
—Hecho.
Acepto, con la certeza de que en realidad Jax nunca me haría nada malo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top