Capítulo N°28


Capítulo 28: Visitas inoportunas.


Son las dos de la mañana y aunque es tarde, no puedo dormir.

—¿Todas estas maletas son para la mudanza? —inquiere Jax. Hago un sonido de afirmación y chasquea—. ¿Cuándo te vas?

—En dos semanas —suspiro melancólica.

—¿Después de la graduación? —afirmo y continúa—. ¿Vas a ir?

—Eso creo —doy largas, la verdad es que no estaba muy segura de ir al baile de fin de cursos.

—¿Puedo ser tu acompañante? —me enderezo sobre la cama y poso mi mano sobre su pecho.

—¿De verdad quieres ir conmigo? —sonrío.

—Sí ¿por qué no? —se encoje de hombros—. Va a ser divertido.

Suspiro y vuelvo a acomodarme sobre su hombro.

—Ya quiero verte en traje —bromeo.

—Créeme, luzco muy sexy en uno —rio bajito y Jax me sigue.

—Ya lo creo que sí —suspiro y bostezo soltando algunas lágrimas de sueño.

—Deberías descansar, ya es tarde.

—¿No te vas a ir verdad? —habíamos quedado que se quedaría a dormir, pero no quería despertar y encontrarme con sorpresas.

Habíamos escuchado a las chicas llegar poco después de la cena, pero ninguna de ellas se interesó en preguntar por el auto, ni tampoco Elle hizo drama sobre su pijama. Suponía que querían darnos nuestro espacio.

—No, aquí me voy a quedar.

Una lágrima real se desliza sobre mi mejilla y la limpio al instante. Cuando hablo, se me quiebra la voz.

—Me voy a ir Jax, me voy a ir muy lejos —susurro—. Yo si me voy a ir.

—¿De qué hablas?

—San Abel queda a horas de distancia.

Guarda silencio.

—Lo resolveremos, no pienses en eso —dice, pero no puedo hacer ni caso, no puedo dejarlo pasar ahora.

—Estando lejos, ¿cómo vamos a resolverlo? —inquiero—. Ni siquiera llevamos un día juntos, dos semanas no son nada.

—Tienes razónv—me corta—. Dos semanas no son nada.

Por un momento creo que es todo lo que dirá.

—Pero te quiero. Y nunca en toda mi vida había querido a nadie, nunca me había dado la oportunidad de conocer a nadie —continua—. Eres especial para mí.

Su respuesta me deja estupefacta.

—¿Nadie? ¿Ni una sola chica?

—Ni una sola —responde.

—Es difícil creer eso.

—Soy un repelente, alejo a muchas personas. Tú me conociste así, no te agradé, ¿o me vas a decir qué tuviste una buena primera impresión agradable de mí?

—No, pero...

— ¿Y una segunda, tercera, cuarta?

—Tal vez no me pareciste la persona más agradable del planeta, pero descubrí que tenías muchas facetas. Eres muy humano Jax, eres real, genuino.

—Eres la única a la que he dejado cruzar la línea que impongo. Eres la primera chica con la que duermo, con la que hablo, con la que soy un chico normal —suelta una risita baja, casi como si se hiciera a la idea de lo peor—. Entonces entenderás que no importa lo lejos que vayas. Si tú me permites, seguiré queriéndote.

Decido no agregar nada más de la cuenta, prefiero quedarme con esas palabras y no con un profundo vacío en mi pecho.

Cierro los ojos y en menos de un segundo ya he caído en un profundo sueño.

Por la mañana, despierto con un brazo a mi alrededor, mi cabeza sobre un torso desnudo y de pronto la escena me parece extrañamente familiar.

Unas risas se escuchan por el pasillo fuera de la habitación y después tocan a la puerta.

Me levanto, aún adormilada y abro.

Elle me mira angustiada y hace una mueca.

—Tienes que sacar a Jax de la casa —avisa.

Miro al chico a mis espaldas y cierro la puerta detrás de mí, saliendo al pasillo con mi amiga.

—¿Qué sucede?

—Tus padres llegaron hace un rato, Violeta los ha entretenido con el desayuno, pero no van a durar mucho rato sin darte la sorpresa.

—¿Qué? —mi cerebro se tarda en procesar la información—. ¿Qué están haciendo aquí?

—Lane, te vas en dos semanas —apunta—. Quieren pasar tiempo contigo, antes de que te vayas.

—Maldición.

Me llevo una mano al cabello e intento pensar, ¿qué posibilidad hay de que Jax sobreviva si lo lanzo desde el segundo piso?

—Por cierto, bonito pijama —dice y me sonrojo.

—Elle, lo lavaré —mi amiga hace un gesto con la mano.

—No te preocupes, con que no hayan tenido sus cositas con mi ropa puesta, está bien.

Golpeó su brazo y río.

—Estás loca —Elle me apura y entro de nuevo a la habitación, me siento en la orilla del lado de Jax y sin delicadeza alguna, muevo su cuerpo de un lado a otro.

Jax gruñe y abre un ojo, cuando me ve tira de mi cuerpo y caigo encima suyo.

—Basta —exige.

Bufo e intento zafarme de su agarre, pero hace fuerza y me rindo.

—Jax, tienes que irte.

—¿Por qué? —afloja su agarre y ruedo hacia el otro extremo.

—Mis padres están abajo.

—¿Qué? —se endereza de inmediato—. ¿No lo sabías?

Niego.

—Bueno, es hora de las presentaciones.

Frunzo el ceño.

—Ya los conoces.

—Sí. —sonríe. —Pero no saben que soy tú novio.

—¿Lo eres? —inquiero divertida y Jax hace una mueca de disgusto.

—Lane —murmura—. ¿Quieres ser mi novia?

Lo pienso.

—No.

—¡Lane! —bufa y le cubro la boca.

—Calla.

—Lane— advierte y yo río.

—Si.

—¿Sí qué?

—Si quiero.

—Si quieres, ¿qué?

Bufo, divertida.

—Si quiero ser tu novia.

Jax se inclina a punto de besarme, pero le empujo.

—Mis padres están en casa. —le recuerdo.

—Pero no nos están viendo —sin darme tiempo se inclina y pega sus labios tan rápido que de pronto está tomando su camisa de la silla y se la pasa por la cabeza.

—Apúrate, tus padres están en casa —se burla.

Ruedo mis ojos y comienzo a arreglar la cama.

Con la mirada de Jax puesta encima pasó unos pantaloncillos de franela por mis piernas, por encima del short y una sudadera encima de la blusa, él hace una mueca, pero no dice nada.

Cierro la puerta y lo dejo dentro de mi habitación.

—Hola —saludo cuando llegó al comedor y los encuentro a todos probando los tallarines de ayer por la noche.

Miro a Elle y se encoje de hombros.

Me acerco a ella antes de llegar a mis padres.

—Dijiste que estaban desayunando.

Se encoje de hombros. —Desayuno, comida, cena ¿No es lo mismo? Total, es comida.

Niego con la cabeza y me dirijo a mamá.

—Lane, llevamos rato esperando qué te despiertes, ¿Qué te hemos dicho de dormir hasta tarde? —reprende. —Tú amiga nos ha servido de comer, siéntate con nosotros.

—Esto está muy bueno. —exclama papá, sin prestar atención a que ya he entrado a la escena. —Violeta, tienes qué pasarnos la receta.

Mi amiga sonríe desde el comedor, con una taza de café en mano.

—La comida ya estaba lista desde ayer, alguien más la preparo.

Papá pasa por alto el comentario, pero mamá no.

—¿Cocinas Elle? —mi amiga ríe en respuesta—. ¿Lane?

—¿Es tan imposible de creer que haya hecho algo sin quemar el agua?

—No, pero ...

—¿Cómo estuvo el viaje? —interrumpo.

—No había tanto tráfico como pensamos —menciona mamá—. Estaba pensando que podríamos ir a comprar algunas cosas para ahora que te vayas a la universidad.

—Sí, está bien —asiento—. Debería ir a cambiarme.

—No hay prisa, podemos ir más tarde.

Un sonido en la planta alta les sorprende.

—¿Qué fue eso? —inquiere papá, con la barba manchada de salsa.

—De seguro es el gato —me ayuda Vi y mamá frunce el ceño.

—¿No era una de ustedes alérgica a los animales?

—No —menciona Elle, alargando la o demasiado sospechosa.

Bufo y me llevo una mano a la frente.¿Lane? —pregunta mamá, acusadoramente.

Se pone de pie y papá le sigue, antes de que empiecen a investigar me adelanto.

—Se ha de haber caído algo, no hagan drama.

Camino escaleras arriba, como quién va a ver qué pasa.

Cuando entro a mi habitación me encuentro con Jax sobando un dedo de su pie, evitó soltar una carcajada.

—Abrí la puerta y me golpeé directamente el puto dedo. —me explica molesto—. ¿Y tus padres?

—Saben que anda algo mal.

—Lane, es mejor que baje de una vez antes de que piensen lo peor.

Está vez estoy de acuerdo, no puedo darle más largas a lo imposible.

—Está bien.

—¿Segura? —asiento.

Jax me acompaña hacia las escaleras y justo cuando estamos por bajar, mis padres nos encuentran por el camino, con las chicas detrás de ellos intentando detenerlos.

—¿Jax? — inquiere mamá, reconociéndolo al segundo.

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