Capítulo N°17

Capítulo 17: ¿Cuándo me había convertido en esa chica?

Entro al aula de lengua con las piernas pesadas y los ojos entrecerrándose a mi paso, bostezo y cubro mi boca con la mano para después tallar mis ojos.

Miró al sitio de Elle y recuerdo haber escuchado por la mañana para que me adelantará a venir, supongo que al final decidió no asistir. Lucho contra mis párpados en el momento en que la maestra Gilbert ingresa al aula con su característica seriedad de mujer adulta y me des esperezo poco a poco en el momento que comienza a hablar sobre la historia griega.

¿Qué clase era está?

Miró sobre mi hombro en busca de respuestas, pero todos tienen su libro afuera, sacó el mío del bolso y lo abro en una página aleatoria. Tamborileo mis dedos sobre la hoja con pesadez y con el nuevo silenció del aula y con el arrullante sonido de la voz de la maestra, el sueño se apodera de mí.

—Señorita Lake, ¿qué puede decirme acerca del tema? —una mano me zarandea desde atrás y miró a la maestra reajustarse las gafas delante mío.

Entre abro la boca y limpió la baba inexistente.

Maldición.

Estoy a punto de hacer el intento de responder por segunda vez cuando la puerta se abre y Dave entra acarreando un montón de hojas en sus brazos, las deja sobre el escritorio y se deja caer sobre su sitio.

Todos dirigen su atención de nuevo a la lectura y la maestra me mira entrecerrado sus ojos.

—Ponga atención. —demanda y asiento rápidamente.

Dave me guiña un ojo desde su lugar y frunzo el ceño confundida.

Durante el receso, sorbo de mi cajita de jugo, sin preocuparme demasiado en hacer ruido con ella. Tomo una patata del plato y miró a todos conversar con su grupo de amigos, hoy me ha tocado pasarla sola, al parecer ni mi amiga, ni su novio se han aparecido en lo que restó del día y como soy una chica de pocos amigos, no hay nadie más que se junte conmigo.

Bufo y miró hacia la mesa de Dave, dónde Elizabeth ocupa un lugar a su costado, junto con Zack, Garret y Lucy a su alrededor. Al parecer lo han hecho oficial de nuevo.

No me doy cuenta del tiempo que duró mirando hacia su mesa, pero cuando caigo en cuenta, tengo la vista de Lizzi puesta encima. Ella murmura algo y Dave se gira a verme por un microsegundo, los demás sonríen y me asombro al ver a Zack ponerse de pie y abandonar la mesa.

Me recompongo sobre mi sitio y trago saliva cuando veo que se dirige hacia mí. Es imposible no hacerse chiquita cuando lo veo pasar una de sus largas piernas en el banquillo para después pasar la otra y sentarse despreocupado con su bandeja en mano. Comienza a comer como si nada y me aclaro la garganta.

— ¿Qué estás haciendo? —interrogo incómoda.

Señala su comida con obviedad.

—Comer. —responda secamente. — ¿Gustas? —repone.

Niego y continúa masticando.

—Es decir, ¿Por qué estás aquí? —rectifico.

Se encoje de hombros despreocupado y por un momento me recuerda a Jax, parece un chico malo y de temperamento fuerte, pero es de la clase de chicos que te terminan sorprendiendo. Al menos esa impresión me da ahora, antes ni siquiera había escuchado su voz por más de un segundo. Era como si se las arreglará para mantener al margen su reputación.

— ¿La mesa es tuya? —inquiere y niego. —Entonces, si no es de tu propiedad puedo venir y sentarme si me place.

Decido no insistir y continúo devorando en silencio mi almuerzo.

—Escucha, Dave es un idiota, pero no por eso todos seguimos sus pasos. —dice, luego de un rato.

—Creí que era tu amigo.

—Y por lo mismo, sé cómo es. —alza una ceja. —No es una mala persona, sólo demasiado manipulable. Lo que a Elizabeth le resulta conveniente.

— ¿Por qué me cuentas esto?

—Por qué le gustas, Lane. Pero no puede estar contigo. —responde.

Me quedo en silencio, sin saber cómo o qué decir al respecto. Ni siquiera tengo idea de qué es lo que quiero ahora mismo. Ni siquiera sé lo que siento.

— ¿Por qué tienes que venir a decirlo tú y no él? —reparo. —Ninguno de los dos hemos hablado claro con el otro.

—Sé lo que pasa. —me para. —Pero creí que tendría más agallas para poder venir y estar contigo.

No entiendo lo que sucede, no entiendo por qué a él, que es precisamente su mejor amigo, le interesa tanto el tema. No es algo de relevancia, al menos no ahora que todo vuelve a su cauce natural.

— ¿Qué tiene que ver esto contigo?

Frunzo el ceño y espero una respuesta.

Zack deja de comer y empuja la bandeja hacia un lado, deseando no haber escuchado tal pregunta, ladea una mueca con sus labios y alza su mirada oscura en mi dirección.

—En que... él sabía que tú me gustabas a mí. —responde, encogiéndose de hombros sin despegar su mirada de la mía, sonríe cuando me nota incómoda. —Pero no tienes de qué preocuparte ya, es cosa del pasado.

Llegó a casa después de una larga caminata, el camino se me había hecho súper tedioso, a pesar de que la residencia no quedaba muy lejos, mi mente no podía estar en paz.

¿Desde cuándo me había convertido en esa chica? Del tipo al que todo mundo gusta.

Nunca fui excepcionalmente especial, nunca fui inteligente o hermosa. Era una chica normal, con cualidades y defectos como cualquier otra persona.

Pero por lo que parecía, comenzaba a ser la nueva y mejorada versión de mí misma, justo cuando la escuela estaba a punto de terminar y dejaría de ver a todos los que me rodeaban. Vaya forma de terminar el ciclo.

Abro la cerradura de casa con la llave y me encuentro con Violeta dando saltitos intentando calzarse unos tacones al tiempo que habla por teléfono.

— ¡Lane! —sus ojos brillan al verme. — ¿Podrías hacer algo por mí, querida amiga?

Le doy una mordida a la manzana sobre la barra y le interrogó con la mirada.

— ¿De cuánto se trata? —hablo con la boca llena y me la cubre con su palma.

— ¿Podrías cuidar a los cachorros de la señora Valle? Solo tendrías que pasearlos por ahí, tengo una cita con Yahir antes de que se vaya con sus amigos de viaje.

— ¿De viaje?

—Tienen un negocio en mente y están arreglando un contrato, es una gran oportunidad, más ahora que siguen siendo estudiantes. —explica rápidamente. — ¿Entonces qué dices?

—Si, claro, no te preocupes. —respondo, aun procesando sus palabras.

—Gracias amiga, en menos de una hora estarán aquí, trataré de no regresar muy tarde. —toma las llaves de su auto y antes de marcharse se vuelve hacia mí. —Elle no se siente muy bien, ha estado durmiendo todo el día, será mejor que no hagas mucho ruido.

Asiento siendo comprensiva y dejó que se vaya.

Una amiga enferma, otra con una cita, un par de perros peludos, y oh lotería, una nueva declaración. ¿Qué otra cosa me deparará el día de hoy?

Decido que lo mejor será no tentar a mi suerte.



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