Otoño
En el otoño voraz del ayer,
Un acordeón pregonaba a viva voz,
Esa, que fue nuestra canción,
Que ahora se siente olvidada.
Soflamado escuchaba la melodía,
Inyectando el veneno maldito
De los placeres prohibidos
Que me alejaron de tu calor.
Y entre tanta pasión oculta,
Cómo una antorcha encendida,
Tarareé con fulgor la melodía
Mientras repetía tu nombre.
No sé si fuimos lo mejor del tiempo,
O la ilusión nos fundió por completo.
Con la armonía de los acordes,
El mancebo de los desvelos.
Un golpe de realidad no alcanza,
A quienes les gusta vivir en el pasado;
Si bien, nunca pude soltar, lo cierto es,
Que en retazos guardo este amor.
¿Quién está libre de lo que me sucede?
En los recovecos de mi pecho,
Te quise y por siempre te quiero,
Y es a ti, a quien dedico ésta, nuestra canción.
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