Capítulo 1

Los titanes, obras maestras de la ingeniería del Mechanicus, dominaban el horizonte con su imponente estatura. Desde los Warhound, ágiles y feroces como bestias de caza, hasta los colosales Imperator, tan grandes que parecían poder aplastar ejércitos enteros bajo sus pies. Por milenios, estas gigantescas máquinas habían sido pilotadas por valientes Princeps y Moderati, sus nombres inmortalizados no solo en las leyendas, sino también grabados en el espíritu máquina de cada Titán, vinculados para siempre a las enormes bestias de acero que comandaban. Para muchos, pilotar un Titán era un honor indescriptible, un destino reservado solo para los más valientes y dignos, un propósito superior que eclipsaba las banales intrigas aristocráticas, donde familias solo buscaban ganar estatus político mediante el matrimonio. Aquí, en el campo de batalla, no eras simplemente alguien más; eras un guerrero, una leyenda

Naruto cerró el libro frente a él con un suspiro profundo, sus ojos cansados vagaron por los estantes interminables de la vasta biblioteca

"Otra vez he perdido la noción del tiempo..." - murmuró para sí mismo, rascándose la nuca distraídamente. La biblioteca de su familia era más que un simple depósito de conocimiento; era un testamento a generaciones de héroes, titanes y guerreros que habían dejado su huella en la galaxia. Pero de entre todos los textos y relatos que la llenaban, había uno que siempre capturaba su atención: el diario de su padre

Era lo único tangible que le quedaba de Minato Romanus, el gran héroe condecorado por Guilliman en persona. Hacía ya milenios que su padre había muerto, pero el recuerdo de sus hazañas vivía en cada página del diario. Naruto sonrió ligeramente al recordar las palabras de Guilliman al otorgarle el don de la memoria perfecta, un regalo que le permitiría recordar hasta el más mínimo detalle de su vida, sus luchas, y los dos capítulos de Marines que había salvado en la Gran Guerra

"(Por algo me lo merezco)" - pensó con un toque de orgullo.

Unos pasos tímidos resonaron detrás de él, sacándolo de sus pensamientos. Sin siquiera girar la cabeza, Naruto preguntó con voz firme:  "¿Qué es lo que deseas?'

La sirvienta, apenas una joven de 17 años, tragó saliva nerviosa antes de responder con voz temblorosa

"Lo están esperando en la sala de reuniones, mi señor"

Naruto apenas asintió, pero la joven no necesitó más indicación; rápidamente hizo una reverencia antes de salir corriendo

"(Pobres chicas, siempre tan nerviosas a mi alrededor)" - pensó con una ligera sonrisa. Pero su rostro pronto se torció en una mueca de exasperación cuando recordó la razón habitual por la que lo convocaban. 

"Tantos años, y aún siguen intentando que tenga descendencia" — murmuró con desdén mientras se ponía de pie. Los ancianos del consejo no dejaban de insistirle, presionando para que engendrara un heredero, como si su inmortalidad no fuera suficiente garantía de la continuidad de su linaje

"Soy más viejo que todos ellos juntos, y aun así, se creen con el derecho de pedirme algo así"

Naruto caminó por los pasillos del palacio familiar, su presencia imponente haciendo que sirvientes y esclavos se arrodillaran a su paso. Era un espectáculo que solía molestarle de niño, cuando su vida estaba cronometrada minuto a minuto, pero ahora solo le hacía sonreír

"?He recorrido tanto desde entonces...)" - pensó, recordando su niñez, cuando no era más que una pieza en el gran juego de su familia. Ahora, Naruto Romanus era un guerrero, un nombre que resonaba a través de los milenios y las estrellas.

Al llegar a la sala del consejo, no esperó a que nadie hablara antes de tomar la palabra

"Si esto es otro intento de convencerme de tener hijos, ahórrense el esfuerzo" —dijo, cruzándose de brazos y mirando a los ancianos con una mezcla de aburrimiento e irritación

Los consejeros, un grupo de hombres y mujeres cuyas edades palidecían en comparación con la suya, intercambiaron miradas rápidas antes de que uno de ellos se atreviera a hablar. 

"No te hemos convocado para eso esta vez, mi señor" — dijo uno de los consejeros, su tono solemne

Naruto levantó una ceja, sorprendido
— "¿Entonces de qué se trata?"

"La enviada de Terra ya está en camino" — respondió el consejero mayor, su voz grave. 

El silencio llenó la sala por unos momentos. Naruto parpadeó, sorprendido por la noticia

"¿La enviada de Terra?" —preguntó lentamente, procesando la información - "¿Por qué la santa Teresa enviaría aquí?"

"Así es" —continuó el consejero— "Viene en representación directa de la Alta iglesia. Parece que se debe a "esa" razón, los detalles se los dirá ella misma cuando venga"

Naruto permaneció en silencio por un momento, sus pensamientos corriendo

"(¿Tan rápido actuaron ya? Al menos no me marcaron como hereje y le agradezco al emperador...peeo porque ahora y sin avisar?)" - Era raro que alguien en su posición fuera contactado tan directamente por Terra. Generalmente, tales asuntos se manejaban por capas de intermediarios y burocracia. Esto significaba que ellos querían tener un control más directo dela situación

Naruto no estaba contesto con eso, pero no podía hacer nada al respecto. Sabía que su situación únicamente lo conocían los altos mandos de Terra y los miembros más viejos de su familia y era mejor mantenerlos así

___________

Una nave imperial colosal surcaba el inmenso vacío del cosmos, avanzando con una serenidad majestuosa hacia su destino. Desde el exterior, sus dorados emblemas y las marcas sagradas del Imperio relucían con el brillo de las estrellas, proclamando su propósito ante los dioses del vacío. Dentro de aquella inmensa estructura, rodeada por la fría oscuridad del espacio, Alexandra, una Adepta Sororita, se mantenía de pie junto a una de las ventanillas de observación, contemplando el planeta que pronto se abriría a su llegada.

Su cabello blanco y reluciente contrastaba con la oscuridad de su armadura, su expresión era tranquila, casi estoica, como si cada decisión y pensamiento estuviera perfectamente alineado con la voluntad del Emperador. Sabía por qué estaba allí y cuál era su misión. Nada ni nadie la desviaría de cumplir el propósito para el que había sido enviada.

El planeta de Naruto Romanus se encontraba cerca. Alexandra sentía la vibración de los motores de la nave a través de sus botas blindadas, pero su mirada no se apartaba del planeta que giraba pacíficamente en la inmensidad del espacio.

Flashback

Alexandra estaba de rodillas en el centro de una cámara oscura y solemne. A su alrededor, el crepitar de las velas iluminaba tenuemente las paredes, donde se alzaba imponente una estatua del Emperador, su figura coronada por aureolas de santidad y rodeada de runas protectoras. El silencio era absoluto, solo roto por las respiraciones contenidas de quienes se atrevían a estar en su presencia.

Un hombre, vestido con las ropas formales del Administratum, la observaba desde las sombras. Su rostro era severo, sus ojos fríos. La luz apenas alcanzaba a iluminar sus rasgos, pero su voz cortaba el aire como una hoja afilada

"Es hora de que sepa los detalles acerca de esta misión" — dijo con gravedad, cruzando sus manos detrás de su espalda mientras avanzaba unos pasos hacia Alexandra

Ella asintió, con la cabeza baja, esperando pacientemente las órdenes. Aunque había sido convocada sin previo aviso, nunca se había atrevido a cuestionar la voluntad del Emperador o de los altos mandos. Su deber era servir, y así lo haría, sin vacilación

"Cuando se le encomendó esta misión" — continuó el hombre — "no se hicieron preguntas, como se esperaba de usted. Pero ahora se le otorgará conocimiento que muy pocos poseen. Cada palabra que escuche de mí no podrá ser repetida ni mencionada bajo ninguna circunstancia. Si siquiera susurra uno de estos detalles a alguien más, será condenada a muerte por traición. Su nombre será borrado de los registros de la Adepta Sororitas, su honor manchado para siempre. ¿Entiende?"

Alexandra alzó ligeramente la cabeza, con la mirada fija en el hombre. Sus ojos reflejaban una calma impenetrable, una fe inquebrantable

"Lo entiendo" — respondió, su voz clara y firme, como una promesa sellada por el mismo Emperador

El hombre asintió lentamente, satisfecho con su respuesta

"Naruto Romanus" — dijo, y el nombre resonó en la oscura cámara — "Es el Princeps que tendrá que escoltar"

Alexandra no pudo evitar levantar el rostro un poco más. Ese nombre... lo conocía bien. Todos lo conocían, o al menos, conocían su leyenda. Naruto Romanus, un héroe del Imperio, uno que había luchado junto a los mismísimos Primarcas en la Gran Guerra. Era un nombre lleno de gloria y misterio

"Sé quién es" — admitió en voz baja, sin atreverse a interrumpirlo más.

El hombre continuó, su tono cargado de conocimiento oscuro - "Mucho se ha dicho sobre él. Algunos afirman que el propio Emperador le otorgó la inmortalidad. Otros susurran que su vinculación con su Titán lo ha convertido en algo más... algo diferente. Un ser fusionado con la máquina, cuyo cuerpo ya no puede ser separado de la bestia metálica. Solo hay rumores, por supuesto, pero su longevidad es un hecho. Ha vivido milenios sin mostrar signos de decadencia, y ha logrado lo que ningún otro Princeps ha logrado: vincularse con su Titán sin sufrir las devastadoras secuelas que los demás enfrentan. Pero también, detrás de esa longevidad hay un secreto que su sola revelación es motivo suficiente para la ejecución. Naruto Romanus es un híbrido Humano/Xeno"

Al escuchar eso los ojos de Alexandra se abrieron. En sus años de vida nunca antes había escuchado de algo tan pagano como eso, ella iba a hablar, iba a preguntarle porque aún no lo habían purgado, porque habían dejado que alguien manchara el legado del emperador y la humanidad, mezclando su sangre con la de un sucio Xeno, pero ante de que pudiera decir algo, el señor del administratum hablo

"Fue el mismo emperador quien lo dejo vivir cuando era un bebé" - Hablo, sabiendo perfectamente lo que estaba pensando Alexandra - "La desición de nuestro emperador jamás será juzgada, además Naruto ha demostrado ser leal y con una fe en el emperador comparada a la de ustedes, es un recurso importante para el imperio además de servir como motivación para los pilotos de titanes"

Sus palabras hicieron a Alexandra mantenerse en silencio. Seguía sin confiar en un híbrido humano y Xeno, aún pareciéndole repulsivo, pero si el emperador lo dejo vivir, entonces no había anda más que hacer

"Escoltarlo es solo una parte de su misión" — añadió el hombre, acercándose un poco más.

Alexandra alzó la mirada por completo, sus ojos buscando los del hombre, intentando comprender a dónde quería llegar

"El Emperador le ha dotado de un don especial" — continuó él — "Un poder de regeneración, capaz de curar cualquier herida, ya sea física o mental. Es... un tesoro viviente para el Imperio, una reliquia de tiempos pasados que aún camina entre nosotros. Pero como debe de saber, él nunca ha mostrado interés en tener descendencia. Eso, sin embargo, es algo que necesitamos cambiar. Y es ahí donde entra usted"

Alexandra mantuvo su compostura, pero sintió que una oleada de comprensión la atravesaba. Sabía exactamente a lo que se refería. La misión no era solo escoltar al Princeps; era asegurar el legado de Naruto Romanus, asegurar que su don, su linaje, no se perdiera.

"De todas sus hermanas en la fe, usted es una de las más capaces" — continuó el hombre, sin perder la seriedad—. Sus genes, combinados con los de Romanus, podrían traer al Imperio una nueva generación de Princeps mejorados. Ese es nuestro deseo, y ese será su verdadero propósito en esta misión.

Fin del Flashback

De vuelta en la nave, Alexandra mantenía su vista fija en el planeta. Su expresión se había endurecido, su mirada cargada de determinación. El peso de la misión que se le había asignado era inmenso, pero lo llevaría con honor. Los Santos Señores de Terra confiaban en ella, y ella no fallaría

Los rezos que había susurrado ante la estatua del Emperador ahora resonaban en su mente. Sabía lo que debía hacer. Su destino estaba claro, y su deber era sagrado. No deshonraría a sus hermanas, ni al Emperador. Cumpliría con su misión

El planeta se hacía más grande en el horizonte, y con cada segundo, su voluntad se reforzaba más

"Por el Emperador..." —murmuró para sí, apretando ligeramente el puño sobre su pecho, jurando que no fallaría

Naruto Romanus no solo sería escoltado, sino que su legado viviría. Y ella sería la herramienta para asegurarlo

___________

La atmósfera alrededor de la nave de Alexandra era solemne, casi majestuosa, mientras esta descendía con suavidad sobre la superficie del planeta Nas'sau. Desde las ventanas de la nave, Alexandra observaba el paisaje que se desplegaba frente a ella: vastas tierras fértiles, salpicadas de fortalezas y estaciones mecánicas dedicadas a los titanes, esos colosales guerreros mecanizados que protegían al Imperio. En los cielos, pequeños escuadrones de naves volaban en formación, manteniendo la seguridad del planeta. Nas'sau era un planeta caballero, uno de los primeros en ser descubiertos por el Imperio, y su lealtad era incuestionable

Nas'sau no era solo un planeta cualquiera; era uno de los más grandes y estratégicamente importantes dentro del Segmentum Solar, en la frontera con el Segmentum Pacificus. Con un tamaño que casi rivalizaba con Júpiter, era hogar de algunas de las casas más poderosas de pilotos de titanes, entre ellas los Redius, los Armentarius y los Romanus, quienes se especializaban en diferentes clases de titanes. Los Romanus, la familia con la que Alexandra estaba destinada a trabajar, eran legendarios por su dominio de los titanes clase *Imperator*, las máquinas de guerra más imponentes y poderosas del Imperio

Cuando las compuertas de la nave se abrieron con un leve sonido mecánico, Alexandra observó la estación donde habían aterrizado. Frente a ella, un hombre alto y de semblante serio la esperaba. Estaba acompañado de un titán clase caballero que se erguía imponente a su lado, una clara medida de seguridad. El emblema de la casa Romanus relucía en el pecho del titán, un recordatorio de la antigua tradición de poder y respeto que la familia había mantenido a lo largo de milenios

"Hermana Alexandra, es gratificante ver que ha llegado sana y salva" —dijo el hombre, quien se identificaba como Kalexius, miembro del consejo Romanus. Su voz era grave pero educada, y una leve sonrisa se asomaba en sus labios

"Gracias al Emperador, el viaje fue rápido y sin complicaciones" —respondió Alexandra con una ligera inclinación de cabeza. El Emperador, en su divina sabiduría, había velado por su llegada

Kalexius asintió con cortesía y luego añadió: "Por favor, sígame. Lord Naruto la está esperando en la gran biblioteca"

Alexandra notó la seriedad en las palabras de Kalexius. El nombre de Naruto Romanus ya era conocido para ella; un héroe del Imperio, una leyenda viviente, y ahora, el hombre al que debía escoltar. Pero había algo más, una responsabilidad oculta que pesaba sobre sus hombros, una misión que iba más allá de su rol como Adepta Sororita. La simple mención del nombre de Naruto le había hecho recordar las palabras del señor del Administratum, y lo que se esperaba de ella

Con una sonrisa tranquila, Alexandra empezó a seguir a Kalexius por los corredores del palacio Romanus. Mientras avanzaban, no pudo evitar admirar la magnificencia de las grandes paredes del palacio, decoradas con enormes retratos de los miembros más importantes de la familia, cada uno flanqueado por imágenes de sus respectivos titanes. Era como caminar por la historia misma, cada cuadro relatando las glorias y victorias de aquellos que habían protegido al Imperio durante generaciones

Finalmente, llegaron frente a una puerta monumental de oro, adornada con el emblema de la familia Romanus. El escudo estaba grabado en relieve en el centro de la puerta, irradiando una sensación de poder y tradición

"Es aquí" —dijo Kalexius, señalando la puerta con un gesto respetuoso

Alexandra respiró profundamente y se acercó a la puerta. La abrió con cuidado, sus manos notando el frío y firme metal bajo sus dedos. Al cruzar el umbral, sus ojos se abrieron ligeramente ante el impresionante espectáculo de la gran biblioteca. Estanterías repletas de libros antiguos se extendían por todo el lugar, alcanzando el techo de la vasta sala. Algunas de las obras allí reunidas parecían haber sido escritas antes de su nacimiento, tal vez incluso antes de que algunas de las casas de titanes fueran fundadas

Y allí, en el centro de la sala, lo vio

Naruto Romanus estaba sentado en una mesa de mármol, con un viejo libro entre sus manos. Su cabello rubio estaba alborotado, como si no hubiera prestado atención a su apariencia en días. Sus ojos verdes, brillantes como el jade, estaban enfocados en las páginas del libro, pero cuando escuchó los pasos de Alexandra, levantó la vista. Su piel era pálida, pero lo que más llamó la atención de Alexandra fueron las tres marcas en sus mejillas, similares a bigotes, dándole un aspecto salvaje y a la vez, fascinante. Su expresión era calmada, pero había una intensidad detrás de su mirada que dejaba en claro que este hombre había vivido mucho más de lo que su juventud aparente sugería

Alexandra dio un paso adelante y se inclinó ligeramente en señal de respeto.

"Un honor, señor Romanus" — respondió ella— "He sido enviada para cumplir con mi deber y escoltarlo, además de ofrecerle mi servicio en todo lo que necesite"

Naruto asintió lentamente, dejándose caer contra el respaldo de su silla y cerrando el libro que había estado leyendo

"El consejo ya me ha informado de su llegada y de la misión que le han encomendado" —dijo él, su tono ahora más pensativo— "Así que está al tanto de todo lo que implica esta tarea"

Contesto el, aunque no conocía al cien porciento los detalles de su misión mas allá ser una escolta de la que ni siquiera necesitaba en primer lugar, pero realmente no podría negarse aunque quisiera 

Alexandra lo miró a los ojos, tratando de leer más allá de las palabras de Naruto. Había algo en su postura, en su forma de hablar, que revelaba un cansancio profundo, como si cada palabra llevara el peso de siglos de completo cansancio

"Así es" —dijo ella— "He sido informada de todos los detalles"

Naruto soltó un pequeño suspiro, pasando una mano por su cabello desordenado antes de mirar nuevamente a Alexandra

"He visto a muchas personas venir y marcharse, hermana" —dijo en voz baja— "Algunos han tratado de entender conocerme, otros solo han querido aprovecharse de mis dones. Veremos qué clase de persona es usted"

Alexandra sostuvo su mirada sin vacilar. Sabía que este hombre era mucho más que un simple Princeps; era una leyenda, y su misión, aunque oficial, tenía también un propósito más oscuro y secreto. Pero en ese momento, solo se enfocó en su deber

"Haré lo que se me ha encomendado, Lord Romanus" —respondió ella con calma— "Los santos señores de Terra confían en mí, y no deshonraré ni a mis hermanas ni al Emperador"

Naruto no dijo nada por un momento, solo la observó, como si estuviera evaluando sus palabras, buscando alguna señal de duda o insinceridad. Pero cuando finalmente habló, su tono fue más suave.

"Confío en que cumplirá su deber, hermana" —dijo Naruto, inclinando ligeramente la cabeza— "Bienvenida a Nas'sau. Presiento que este día será algo movido así que ¿Que tal si me ayuda a conocerla más?"

Pregunto el a lo que Alexandra únicamente asintió con la cabeza

Fin de capítulo

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Quiero darle un agradecimiento a Ailonklat1 Y a Enton-no-Madara por haberme ayudado un poco con la guía para este fic

Ok también quiero aclar unas cosas extra sobre el fic:

1- Alexandra es parte de una orden de las hermana de batalla donde no son tan psicópatas a la hora de dar su fe por el emperador, por eso la personalidad que tiene que es algo más abierta y tranquila

2- Quiero que ustedes aporten en este fic, al este basado en Warhammer, quiero que ustedes aporten ideas también asianue si tienen alguna háganmelo saber

3- ¿El fic será harem? La verdad no lo sé, tengo ideas eso sí, pero no sé muy bien como llevarlas a cabo aún así que está en un tal vez

4- Soy Alpharius

5- Vulkan es el besto Primarca

Eso seria todo, sin más que decir HASTA LA PROXIMAAAAA

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