Parte 3
Luis.
El frío era gélido en las calles traspasaba su abrigo negro, pero eso no pareció importarle, su mente estaba en otras cosas que lo atormentaban.
El paisaje oscuro de la cuidad a estas horas de la madrugada le resultaba tranquilizador.
Se sentía abrumado, desesperado y desilusionado consigo mismo, siempre daba todo de sí en las cosas pero esta vez no fue suficiente, debía de esforzarse más, pero ya no sabía cómo, estaba cansado de todo, de intentar y fracasar.
Solo quería ser alguien en la vida, ser alguien reconocido por su esfuerzo en el estudio, ser alguien que hace que lo ama, y lo que amaba era la ingeniería pero si sus notas bajaban perdería todo lo que logro, todo caería, él caería y debería de volver a su país, a su horrendo país, donde la corrupción y asesinatos están a la orden del día.
Al llegar a Madrid se maravillo por la paz que había, uno podía caminar por las calles con más tranquilidad, eso sí, había unos asaltos pero eran menos a comparación de donde vivía, aquí no eran perseguidos los que buscaban paz y un gobierno justo, por eso quería recibirse aquí, ser alguien y poder ayudar a la gente de su país, a las personas como él, que solo quieren ver la luz al final de túnel, él sería su luz.
Esa mañana le había llegado un correo con sus notas, todas estaban bien a excepción de una, una que podía acabarlo, para otro estudiante normal serian notas estupendas y no se preocuparía de no pasar el semestre pero para el eran notas mediocres, tenía que hacer excelente en todo si quería seguir allí, a veces se reprendía por haber elegido algo tan complicado, pero eso era parte de la vida, debemos sufrir para alcanzar nuestras metas, nada bueno es fácil y él lo sabía.
Luego de esa noticia se pasó estudiando sin cesar, ni siquiera comió, hasta la noche, intento dormir, pero su mente intranquila y preocupada le impidió hacerlo, por ello decidió dar un paseo nocturno.
Para él la noche y madrugada eran más bellas e interesantes que el día, donde hay muchas personas corriendo de aquí a allá haciendo mucho ruido, no, la noche era silenciosa, misteriosa y tranquila, las fachadas de los edificios proyectaban sombras tenebrosas pero a la vez interesantes que solían inspirarlo para algunos versos de poesías.
Siguió caminando cabizbajo, siendo guiado por sus pies, las manos las tenía en el bolsillo de la campera.
Y la vio, a ella, a la chica misteriosa que le había devuelto su billetera, caminaba delante de él con paso apresurado, pero aun conservando su característica elegancia natural, traía puesto su abrigo negro largo que al compas de sus largas piernas se arremolinaba, su cabello negro tras su cuello y una parte de él escondido en su saco.
Adriana, esbozo una sonrisa al verla, el día en que llego a su apartamento cansado la vio a punto de tocar la puerta, se sorprendió mucho al encontrarla allí, quiso hablarle, conocerla, pero ella como un conejito asustado le entrego su billetera y salió corriendo, él la siguió pero había desaparecido por entre las calles, se había sentido derrotado pero al mismo tiempo feliz de volver a verla, por lo menos ella sabía que él vivía allí, tal vez pasase algún día para hablar, pero ya eran cinco días de eso y nunca volvió.
Estaba desilusionado, pensando si debía de ser como los chicos de las películas y series que siempre persiguen a la chica y luego la besan, pero ella ¿se molestaría por su arrebato? O ¿se sentiría alagada como una chica protagonista de su serie favorita? Para él las chicas siempre fueron un tema delicado, nunca sabes lo que quieren pero ellas hacen como si lo supieras ¿acaso creen que somos adivinos? Pues él era todo lo opuesto a eso, pillar las indirectas le llevaba mucho tiempo, en las matemáticas e iba mejor; debido a eso no buscaba a ninguna chica para novia, o si lo hacia intentaba que sea de esas directas que digan lo que piensan y lo que pasa pero que mantengan el interés de la relación un poco complicado ¿no?. Ahora creía que los chicos también eran complicados pero dejo de pensar en eso, porque le llevaría toda la madrugada llegar a una conclusión y ella no estará allí ese tiempo.
Sus problemas desaparecieron, corrió tras ella, le sujeto del brazo para voltearla pero lo único que recibió fue un gran golpe en la cara y piernas que lo tumbo en el suelo desconcertado.
Si que pega fuerte pensó, al tiempo en que se frotaba la quijada.
— Auch, mierda eso dolió — se quejo sentándose en el pavimento, se encontraban en una calle angosta rodeada de altos y viejos edificios.
Que hará ella a estas horas y por aquí, se cuestiono.
— Dios, lo siento no pretendía golpearte, lo siento, cómo te llamas te ayudo — comenzó a hablar rápidamente la joven, lo jalo del brazo para ponerlo de pie, Luis se sacudió los pantalones y la campera, aun sentía la quijada y el trasero dolorido.
— Tranquila… no pasa nada…. — comenzó Luis pero ella lo corto.
— Eres tú, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me sujetaste del brazo? ¿Me estas siguiendo? ¿Qué te pasa? ¿Quieres que te siga golpeando? o ¿qué? estúpido — escupió esas palabras furiosamente rápido.
— Cálmate si solo pasaba por aquí no es para tanto, te vi y quise hablar contigo pensé que estabas perdida o algo — Luis lo dijo alzando sus manos en forma de rendición viendo aquello tan hermoso, los ojos de esa dama que, ahora se encontraban furiosos.
— Y ¿Qué haces a estas horas por aquí? Eh — cuestiono Adriana aun en defensiva.
— Solo caminaba para despejar mi mente, tengo problemas ok — le respondió — Y tú ¿Qué haces por aquí eh? — cuestiono el ahora en defensiva imitándola, pero eso pareció enfurecerla aun mas.
— Eso… eso no te importa ahora déjame en paz — se volteo siguiendo su camino, Luis esbozo una sonrisa divertido y la siguió poniéndose a su lado.
— ¿Qué haces? Te dije que me dejaras en paz o ¿Acaso quieres que te lo dibuje? para que entiendas mejor — inquirió parando su caminar y viéndolo.
— No, no necesito un dibujo, pero gracias por ponerte como voluntaria para hacerlo, lo aprecio — se burlo de ella — pero solo te sigo para ver que llegues bien a donde sea que vallas, no pretendo molestarte, solo soy un caballero que desea escoltarte a casa.
— No necesito ningún caballero, se cuidarme sola, y creo que tú lo sabes muy bien — ahora ella sonrió divertida siguiendo su caminar.
— Y ¿Qué color te gusta más? — cuestiono el siguiéndole de nuevo.
— ¿No dejaras de seguirme? No — soltó un suspiro — el rojo ese es mi color favorito, ¿Contento? — cuestiono.
— Si y mucho ahora sé que te llamas Adriana y tu color favorito es el rojo — ella por primera vez soltó una carcajada, que a él aun sin entender lo lleno de paz — ¿No vas a preguntarme cual es mi color favorito? Valla me siento ofendido — Luis se levo la mano al pecho fingiendo indignación.
— ¿Cuál es tu color favorito? — pregunto para complacerlo.
— El verde — respondió simple Luis.
— ¿Por qué me preguntas mis colores favoritos? — cuestiono Adriana.
— ¿Por qué no hacerlo?
— No respondas una pregunta con otra, es muy fastidioso.
— No lo es, te resulta encantador, pero respondiéndote, te pregunto tu color favorito ya que con eso se quién eres, a las personas que les gusta el rojo se caracterizan por ser realistas, y con esa pregunta sencilla se mas de lo que me dices, porque tu no me dirás cosas muy complejas ¿Me entiendes? Se que eres alguien realista con determinación y seguridad, me agradas.
— Sí, bueno ahora no te responderé nada — Adriana estaba sonriendo — Y ¿Que significa el verde? — cuestiono curiosa.
— A las personas que les gusta el verde se caracterizan por ser gente creativa e imaginativa, también son leales y francas — le respondió Luis sereno con la vista al frente, ambos seguían caminando, ahora llegaron a una ruta principal.
— Ohh — se limito a responder ella.
— Y ¿Te gustan los animales? — pregunto Luis.
— ¿Si te digo que me gustan descubrirás si soy algo más? — se formo en los labios de Adriana una sonrisa divertida, Luis al verla se perdió en el gesto de sus labios por un momento, la curva de boca era suculenta, lo tentaba, llamaba a que lo probase, pero detuvo esos pensamientos de su mente, si hacia eso tal vez Adriana le atinaba una patada violenta y se iba, de ser así perdería una valiosa oportunidad de conocerla.
— Luis ¿Te sucede algo?, pareces… fuera de aquí — el despertó de su aturdimiento y la miro sonriendo tranquilo.
— Bueno, respondiéndote no sé cómo son las personas que les gustan los animales no llegue a investigar de eso, pero creo que buenas ¿tal vez?
— Yo no soy para nada buena — murmuro por lo bajo Adriana por lo que Luis entendió muy poco lo que esta había intentado decir, pero el semblante de la joven cambio por completo entonces dejo ese tema de lado.
— Y ¿qué haces en la vida? ¿Tienes empleo? O ¿estudias algo? — la miro esperando una respuesta esperando que no se enfade pero esta esbozo otra sonrisa solo que esta vez un poco mas melancólica.
— Muchas preguntas para una noche no crees? Mejor dicho para una madrugada Luis — este solo gruño sin replicarle nada, ella no estaba dispuesta a revelarle gran cosa y eso lo desesperaba.
Ambos caminaron en silencio por calles de la cuidad sinuosas y oscuras, sus hombros se rosaban, era para ambos gratificante esa tranquilidad que sentían, tomaron caminos separados pero con la esperanza de volver a verse, tan solo por un corto momento si ello significase esa paz e adrenalina que sentían al mismo tiempo, un poco contradictorio ¿no? Pero real y eso era lo importante de que era real.
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Nota de la autora:
Holaaa!!!!
Tarde mucho en actualizar lo siento 😊
Espero que les guste esta parte, si tenéis alguna recomendación no tengas miedo en decirla no muerdo.
Adiós nos leemos pronto ❤❤❤❤
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