Parte 2


"No sé porque, pero cuando vi tus ojos el tiempo pareció congelarse"


Luis.

Desde el primer momento en que la vio sentada en ese pequeño asiento de autobús con sus audífonos puestos a todo volumen, su cabeza recostada contra la fría ventana, sus ojos se encontraban cerrados, con sus largas pestañas proyectaban sombras a sus pómulos.

Su respiración era lenta.

El cabello oscuro estaba hecho maraña tras su cuello, la chica llamaba la atención y no solo por su belleza, sino por el vestido largo rojo brillante que traía puesto bajo su saco de lana negro que la protegía del frio.

Aquella imagen lo dejo sin aliento, su corazón herido comenzó a latirle cada vez más rápido como queriendo salir de su caja torácica. No podía reprimir esa sensación, menos siendo un hombre incapaz de vivir sin amor, a pesar de lo que este ya le había enseñado en el pasado.

La muchacha a pesar de la música en sus oídos abrió los ojos soñolienta, eso lo dejo estático en su lugar, sus ojos eran un hermoso color celeste entre verdoso, eran glaucos, le recordaron a una laguna.

Desde lejos el chofer le gritaba para que este pague su boleto, aturdido le entrego unos billetes sin importarle poco el cambio, camino hasta llegar frente a la chica que tenía una mirada divertida.

- Dios seguro parezco un completo idiota mirándola de esa manera, debe pensar que estoy loco - pensó él con aturdimiento y rascándose la nuca.

Nunca le había pasado eso, en sus veinte años nunca, era seguro de sí, no era el hombre más guapo pero tenía lo suyo, algunas chicas se lo han hecho saber desde que se mudo de país y entro a una nueva universidad.

- Lamento haberte mirado de esa manera, no es común en mi, debes de pensar que soy un estúpido, lo siento no pensaba asustarte - se dirigió a ella aclarando su tono de voz para no sonar más estúpido de lo que se veía.

-Tranquilo no me asustaste, ya me acostumbre a que los hombres se me queden mirando, pero tu parecías un conejillo tierno, la verdad es que me divertiste - confeso mirándolo con una sonrisa, desde afuera veía el sol haciendo su entrada tardía por el horario de invierno, los ojos de la muchacha ahora brillaban mas y su tono era de un celeste.

Enarco una ceja al oír lo de "otros hombres" pero sonrió al escuchar lo de "conejillo", en definitiva era la primera vez que una chica lo llamaba conejillo.

- Soy Luis - se presento, esa chica al parecer era divertida, le agradaba - y ¿tú eres? - cuestiono intrigado.

- Soy Adriana - respondió esquivando la mirada de él, juro que su expresión se torno triste al responderle la pregunta, así que no siguió insistiendo en ello, no quería espantarla, al contrario quería conocerla.

- Y... ¿Así que te parezco un conejillo?, interesante - se sujeto de las barras que había en el bus sin mucha dificultad ya que era muy alto, mirando el techo con aires de taciturno.

- Si, eso me pareciste Luis - la oyó pronunciar su nombre, sus perfectos labios habían pronunciado su nombre, le gusto como sonó viniendo de ella.

- Luis tengo que irme, nos vemos algún otro día - se despido de él, pasando por la multitud, se había bajado en una cuadra con un barrio muy pobre, él también se despidió de ella, deseando saber más y encontrarse poder encontrarse otro día con Adriana.

Desde las ventanas distinguió a la muchacha, era alta, su cabello hasta un poco después de los hombros que volaba con el viento que había, le dio la espalda y se interno entre las bifurcadas calles de ese barrio pobre, el bus avanzo al igual que ella y la perdió de vista.

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Al llegar a la Universidad donde estudiaba, salió corriendo rumbo a su primera clase.

"Mierda no puedo llegar tarde otra vez " se decía Luis desesperado, era Lunes y tenían clase de "Normativa y Política de Telecomunicaciones", no era una de las clases más importantes para ser un ingeniero en Telecomunicaciones, pero si no aprobaba la materia perdería su beca y eso no podía permitírselo.

Al llegar al salón, todos estaban presentes lo distinguió por las ventanas que mostraban el interior, trago saliva antes del girar el picaporte de la puerta.

Cuando puso un pie en el salón expulso el aire contenido, las cosas de la profesora no estaban sobre el escritorio eso indica de que aun no llegaba.

Fue a sentarse en su lugar que era el primer puesto, rebusco entre su mochila sus cuadernos y lápices para comenzar la clase, al cabo de unos segundos una señora de estatura promedio, cabello negro, tés blanca una expresión de fastidio hizo su aparición en el curso.

A Luis nunca le agrado esa maestra pero como debía mantener su promedio puso su cara más angelical y centro toda su total atención a la pizarra.

Cuando pasaron las primeras horas, fue el receso, con el estomago rogándole por comida fue a la cafetería, eligió un café con galletas de coco.

- Que disfrutes tu comida son dos dólares - respondió la señora encargada de cobrar, Luis busco su billetera en su bolsillo del pantalón pero no lo encontró en ningún compartimiento.

Comenzó a desesperarse, no podía perder su maldita billetera, bajo su mochila negra al suelo, comenzó a buscar por todas partes su cartera, tiro sus libros, cuadernos, todo en su busca.

Mierda ¿donde lo deje?, pensó.

La última vez que lo uso fue en el bus.

En el bus.

Mierda mil veces mierda, cuándo me quede viendo como imbécil a esa joven se me debe de haber caído.

- Muchacho ¿Vas a pagar o no? -cuestiono la mujer encargada, con un notable fastidio en su voz.

Luis metió todas sus cosas con frustración, tenía solo unas monedas que le alcanzarían para su pasaje en el bus.

- Lo siento señora perdí mi cartera, no puedo pagar, pero no me lo puede dar y le juro que se lo pago mañana me llamo Luis...- le corto la mujer.

- Lo siento si no pagas no comes muchacho, son las reglas -espeto la mujer.

- Pero tengo hambre...

- No es mi problema si no pagas no comes - le volvió a cortar sacando las cosas de la bolsa para devolverlas a sus lugares, Luis la miraba derrotado, se estaba muriendo de hambre la noche anterior no ceno ya que se quedo estudiando y esta mañana se levanto tarde y olvido su desayuno.

- Póngalo en mi cuenta yo lo pago no es problema - una muchacha rubia, de rasgos finos y voz delicada demando a la mujer con un gesto de manos.

-No es necesario yo puedo dejar de comer... -

- No aceptare un no por respuesta es muy poco y se nota que tienes mucha hambre casi te pusiste de rodillas a rogar - le interrumpió la muchacha mirando a Luis.

- Ok, pero mañana te lo pago - insistió Luis cogiendo la bolsa que le tendía la muchacha cuyo nombre desconocía, pero su nombre era lo que menos le importaba solo quería ir a comer.

- Sí, claro que me pagaras - aseguro la chica con una sonrisa amigable.

- Bueno gracias por esto, me estaba muriendo de hambre.

- Tranquilo y... ¿Cómo te llamas? - cuestiono mirando a Luis con una ceja alzada.

- Luis, me llamo Luis - respondió apresurado.

- Soy Ana - extendió su mano, el se la estrecho incomodo, aparto la mano casi al acto y se la limpio por el pantalón.

- Bueno soy nueva y como no conozco a nadie ¿te puedo acompañar? -cuestiono tímida la chica que lo había salvado del hambre.

- Claro es lo menos que puedo hacer además de pagarte claro -respondió el con una sonrisa, la chica parecía amable pero un poco tímida y abrumada ante la Universidad.

La guio hasta una mesa al fondo, ambos comieron tranquilos, Ana también desayunaba pero sus clases empezaban dentro de una hora, como supuso Luis era nueva también de otro país, vino de intercambio de Argentina, ya le parecía ese acento extraño.

Converso mucho con ella, al principio era muy defensiva pero cuando se soltó fue muy agradable, tenía unos dos hermanos menores y padres divorciados, estaba en segundo año de diseño grafico, le encantaba dibujar desde pequeña, a sus trece años con una aplicación llamada wattpad comenzó a crear portada para los escritores de allí, esa era su pasión y cuando creció sus padres la apoyaron para que estudie diseño grafico y se especialice en lo que ama.

Cuando paso casi el tiempo Luis se ofreció a llevarla a su salón, la tenía dos horas libres ya que su maestro de Física no pudo llegar por el nacimiento de su segunda hija.

En su carrera no tenía muchos amigos se dedico a ir en una mesa alejada donde se podía apreciar el campus.

Saco su cuaderno de dibujo, comenzando a dibujar líneas y líneas a lápiz, sin darse cuenta sus trazos formaron un rostro, el rostro de la chica, de ojos grandes sin un color definido, unos labios rosados, una nariz mediana y con piel de porcelana decorada con unos bonitos lunares pequeños en las mejillas que de daban cierto aire de inocencia, con la que se topo esta mañana en el bus.

Adriana.

Era en realidad era una chica preciosa, pero tenía algo raro, algo que lo impulsaba a saber quién es, a descubrir mas de ella, pero solo sabia su nombre, ¿Como fue tan estúpido como para no preguntarle cosas más concretas? como su apellido o ¿donde vive?, ¿Que hace en sus tiempos libres? ¿Cuál era su meta en la vida?, pero pudo tomárselo mal y pensar que era un psicópata o algo parecido y se dejar de hablarle, así que agradeció en parte no haberlo hecho.

Con un suspiro se levanto asiento y miro a su alrededor, el campus de la Universidad de Madrid era espectacular por más de que sus árboles perdieron todo su follaje seguía siendo un paisaje digno de admirar, en la primavera eran arboles llenos de follaje verde donde vivían una infinidad de pajarillos, pero con este invierno tenían las hojas caídas, los pajarillos se escondían en los huecos de los arboles a dormir. El viento era gélido pero refrescante, traspaso su campera gris sin problema.

Dios ayúdame a saber quién es Adriana, rogo mirando al cielo, desconociendo que aquella petición no era de las mas sabias.

El sonido de su reloj le indicaba que habían pasado ya las dos horas.

"Vaya cuando pienso en esa desconocida se me va la noción del tiempo" suspiro juntado sus cosas para ir a su siguiente clase.

Diseño Digital.

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Cuando termino su jornada en la Universidad, fue directo a la parada para abordar su transporte, en su mano derecha tenia las monedas que serian su salvación, las movía nerviosamente en la palma de su mano.

Su estomago gruñía, desde que Ana pago su desayuno no logro encontrar alguien tan bondadoso como para invitarle el almuerzo o la merienda, tuvo que conformarse con lo que había comido.

Solo tenía que soportar tres años más, de noches en vela y los trayectos en los buses, solo tres años más para que tenga su titulo en manos y pueda vivir más tranquilo.

Subió al que lo llevaba a su casa, estaba repleto, sin ningún asiento libre, suspiro, con el trafico llegaría a su apartamento en unos cuarenta minutos aproximadamente.

Sus piernas al igual que su espalda y brazos le dolían, cuando llego a su destino, que era un barrio decente con unos apartamentos muy accesibles, el cómo becado había vivido en la residencia universitaria pero como no se llevaba muy bien con los que le tocaron de compañeros decidió mudarse con su amigo Francisco o como se le decía Fran, ambos rentaron un piso con dos habitaciones, una sala, una cocina y dos baños, se repartían los gastos, Fran estudiaba Administración de Empresas una carrera más sencilla que la de Luis pero aun así se empeñaba en sus notas.

Camino unas cuadras adentrándose en el barrio, entro al edificio, el ascensor estaba en reparación por lo que tuvo que usar las escaleras, al llegar a la puerta número 77 se sorprendió al ver una chica de espaldas debatiéndose si tocar o no el timbre.

Llevaba unos jeans ajustados con un suéter morado, su cabello castaño iba recogido en una coleta, se dio la vuelta lista para marcharse, pero lo vio, a Luis, y abrió sus enigmáticos ojos sorprendida.

-¿Adriana?...¿Qué haces aquí? - cuestiono Luis intrigado.





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Nota de la autora:

Hola!!! Mis pulgas espero que estén bien.
Les traje otra parte de esta historia.
Gracias Adri por leer mis borradores y ayudarme en esto❤

Pregunta:

¿Les esta gustando esta historia?

Me encantaría saber la opinión de la personas que leen está historia ❤

¡Adiós!
Nos leemos pronto❤

Pd: Dylan O'brien como Luis.

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