Desde aquel día Kamra ya no era la misma. Un nuevo temor había penetrado las sienes de sus habitantes hasta dolerles la cabeza. Por eso no podían permitirse perecer en el mar. 

Ahora tenían al tritón  cautivo en un cuarto ubicado en el patio del lateral derecho de la casa de Namjun, custodiada su entrada por dos personas de confianza de este último. 

Se había establecido un horario para que los aldeanos visitaran a Taehyung; horario en que los minutos se convertían en palabras cargadas de insultos, maldiciones y amenazas; pero, algunas veces, tan sólo el tritón recibía un: gracias. Esas palabras mantenían el corazón de Taehyung sereno y conmovido, porque al menos unos pocos lo comprendían y lo perdonaban. 

Sí, Taehyung había generado mucho daño al pueblo de Kamra, pero sólo daño emocional si lo analizamos con calma. Él había hecho más el bien que el mal. Cómo podía el pueblo señalarlo de culpable por hacerles daño cuando fueron ellos los primeros en hacerle daño a él. 

Un juego de palabras, una tetra del destino, un desafío de la propia naturaleza para ver quién es mejor.

Taehyung ya había perdido a toda su familia. Nadie en Kamra perdió la suya, porque él se aseguró de sanar cada herida, de limpiar las cicatrices, de dar abrazos apretados y hasta de traer un ser querido del valle donde van las almas una vez que abandonan el cuerpo. 

¿Era Taehyung realmente malo? 

Sí, para Jungkook, era un monstruo capaz de infundir temor a cambio de unas pocas gotas de lamento; era un demonio marino devorador de lágrimas.

Súper cortito, pero si les cuento qué me pasó con este capítulo, que lo tuve que escribir tres veces... mejor ni recordar eso.

En fin... el mar.

Traje capítulo, beshos en la cola de sirena y nos leemos en el próximo.