#8
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴏᴄʜᴏ:
sᴇñᴏʀᴇs ʟɪᴇʙᴇʀᴍᴀɴ.
Myrna Lieberman es una chica muy agradable, más de lo que pensaba, de hecho ella hizo la cosa de invitarme a cenar a su casa, debido a que estaba preocupada por mi, también se ofreció a llevarme hasta el departamento de policía parta hacer la denuncia del robo de mi bicicleta, le pedí que no lo hiciera, por lo que conozco a mi tía, ella odiaría esa atención.
La poderosa voz de Céline Dion mientras ella conduce el hermoso Impala por el camino rodeado de árboles, hacia su casa, inunda el ambiente.
—Por cierto disculpas por la actitud de Sonya.—Habla sin mirarme, pero consigo percibir su mueca de disgusto. —Ella tiene un especie de crush en mi hermano y trata de alejar a todas de él.
—Tranquila no es culpa tuya. —Mascullo recordando a la desagradable morena.
Volteo a verla su mirada sigue fija en el camino, noto que lleva en el cuello un hermoso collar con un diamante azul en forma de gota.
—Hermoso collar. —No puedo evitar decir. —Te pega mucho. Es casi del color de tus ojos
Ella suelta una suave risa, y acaricia el collar con una de sus perfectas manos.
—Alex lo hizo para mi.
¿A Alex le va la joyería? jamás lo hubiese imaginado. Tiene pinta de ser un chico detallista, pero no al punto de crear tal belleza de joya para su hermana melliza.
—¿Alex es un buen hermano? —Pregunto y siento que esa pregunta la toma completamente por sorpresa, por la forma en que se sobresalta y sus mejillas se sonrojan.
Ella no es capaz de mirarme mientras se mantiene conduciendo. Parece pensar una respuesta por la forma en que mordisquea nerviosa su labio inferior y choca continuamente sus dedos sobre el timón del coche.
—Es... —Se detiene en busca de las palabras adecuadas. —Demasiado hermano, más de lo que me gustaría. —Responde al fin.
No entiendo bien a que se refiere con esas palabras, pero supongo que es a que es un hermano demasiado sobre protector, trato de recordar la noche donde la conocí y nunca la he visto con un chico.
Creo que Alex los ahuyenta a todos.
Detiene el coche frente a su casa y me sigue pareciendo tan impresionante como la primera vez que la vi. Las enredaderas recorriendo sus paredes, casi tapando las, los grandes árboles antiguo a su alrededor, dándole esa pinta misteriosa es simplemente magnifica.
—Vamos, la cena debe estar lista ya. —Me alienta a caminar Myrna. —Mis padres están en casa.
—Pensé que vivían solos. —No puedo evitar destacar.
—Normalmente Alex y yo estamos solos, pero nuestros padres y hermano mayor de vez en cuando nos visitan. —Responde a medida que nos acercamos.
Sus palabras me dejan pensado lo que me lleva a otra pregunta.
—¿Hace cuanto tiempo viven solos?
Ella sonríe pero me ignora categóricamente mientras abre la inmensa puerta de madera tallada. Y es entonces cuando quedo verdaderamente enamorada de la casa. En la fiesta no pude apreciarla bien debido a la cantidad de personas, pero ahora he quedado absolutamente enamorada de ella. Incluso la gran lámpara que pareciera ser de hace varios años, de esas llenas de cristales que siempre han sido el centro de atención de los grandes salones de fiestas. La decoración también parece ser de una época antigua, incluso los retratos familiares son dibujos en lienzos dignos del museo del Louvre.
No pasa mucho tiempo antes de que escuchemos pisadas bajar las escaleras. Cuando llevo mi mirada hacia las personas que bajan con una gracia absoluta la inmensamente hermosa escalera, entiendo de dónde viene la belleza de Alex y Myrna. La mujer es divina, tiene el pelo rubio como los mellizos y los ojos gris tormenta, no aparenta ser madre de unos mellizos de más de más de veinte años, e incluso según Myrna tienen un hermano mayor, debió dar a luz muy joven.
El hombre en cambio es otro nivel de belleza, es un suggar daddy en todo el dominio de la palabra, aunque lleva traje puedo estar cien por cien segura que ahí abajo se encuentra un cuerpo más desarrollado que el de Alex, su cabello es negro azabache cosa que resalta sus ojos increíblemente azules como los de sus hijos.
Me siento una mortal entre dioses.
—Leah. —Habla Myrna secándome de mi ensoñación. —Ellos son Mikael y Marie, mis padres.
—Un gusto conocerlos señores Lieberman.
—El gusto es nuestro. —Marie se acerca hasta mi. —Llámame Marie querida.
Algo me dice que esta mujer se llevará muy bien conmigo, puede ser la mirada que me da, libre de cualquier maldad o desprecio hacia mi persona.
—He escuchando hablar mucho de usted Leah. —Escucho la ronca voz del señor Lieberman que aún se encuentra en la escalera.— Principalmente de mi hijo menor.
Espera ¿qué?
—Yo nací primero. —Explica Myrna ante mi mirada de confusión. —Pero Alex se cree mayor.
—Es mi bebé. —Habla Marie con la mirada perdida en lo que seguro serán miles de hermosos recuerdos de un Alex pequeño y regordete.
He aquí otra familia unida, otra llena de amor. ¿Tanto les costó a mis padres quererme así? ¿Darme libertad pero sin tirarme del nido? Son preguntas que nunca tendrán respuesta porque hasta sus teléfonos cambiaron.
—Pronto la cena estará servida. —Sonríe Marie. —Pero ven acompañame a la cocina, quiero conocer a la chica que trae suspirando a mi hijo.
Bueno bueno, que dato tan interesante para dar, sobre todo porque he suspirado más por él, de lo que lo haría por algún chico normal. Creo que podría comenzar a gustarme enserio Alex, siento que casa cosa que descubro de él me encanta de una forma inesperada, ya no es simple atracción.
—Así que eres Francesa. —Marie saca dos botellas de vino del refrigerador y prepara dos copas. —No te tomes personal que no tome de la misma botella que tú, o que no te de de mi botella, es solo que este— Señala una de las copas, ahí el vino luce mucho más rojo que en la otra, creo recordar que es bastante parecido al que vi a Myrna tomar en su fiesta— Tiene una mezcla mortal y no quiero que te emborraches.
—Yo tampoco quiero. —Comento con una sonrisa. —Y no soy francesa totalmente, mi familia es de Estados Unidos, nací aquí y viví parte de mi infancia, luego mis padres y yo nos mudamos para la cuidad del amor. —Y amor fue lo que comenzó a faltar.
Me pasa la que luce como un vino tinto común y corriente, seguramente muy caro, mientras baja de un trago demasiado elegante su copa, no juzgaré su forma tan rápida de bajar "su mezcla " Después de todo se dice que los alemanes tienen buen aguante para el alcohol.
—Francia es un país hermoso.—Susurra perdida en sus recuerdos. —Amé mis años allí... Aún me recuerdo bailando frente a la Torre Eiffel con Mike.
No puedo evitar soltar un suspiro, suena asquerosamente cursi pero resulta que acabo de descubrir que quiero vivir cosas así de cursis, lo que me asusta, que imaginé como mi acompañante al acosador de Alex.
—¡Familia estoy en casa! —Justo en quien estaba pensando.
—Se va a morir cuando te vea aquí. —Susurra Marie.
La señora Lieberman me da una mirada divertida mientras me alienta andar hasta el salón donde seguro se encuentra el rubio acosador.
—¿Por qué huele a comida? —Pregunta. —¿Ahora a Marie le dio por cocinar?
Siento el brazo de Marie tensarse en mi espalda justo antes de que ella le devuelva el grito apresurada.
—No seas tonto Alexander tenemos visita. —Dice la última palabra en el momento justo en el que llegamos al salón.
La mirada del rubio cae inmediatamente sobre la mía y la confusión es evidente a lo que yo le regaló una mirada culpable.
— Cookie. —Susurra aún estupefacto. —¿Qué haces aquí?
No logro identificar si está molesto o alegre de que esté aquí, de hecho percibo una gran tensión en el ambiente, incluso noto la mirada de sus padres y hermana, están a la expectativa.
—Amm —¿Dónde se metieron mis palabras? —Myrna me invitó. —Respondo sin dejar de mirarlo.
—La encontré en un callejón. —Siento las delicadas manos de la rubia sujetar mis hombros. — Estaba asustada como una ardilla. —Según dice eso las mirada de Alex cambia totalmente. —Le habían robado la bicicleta.
Y ahí esta nuevamente, se acerca a mi a una velocidad que no parece real y toma mi rostro entre sus manos, aunque el gesto fue algo brusco su tacto sobre mi piel se siente delicado, sus peleas azules buscan las mías marrones.
— ¿Estás bien? —No entiendo tanta preocupación por un simple robo, pero luego recuerdo el extraño momento en el callejón y siento mi presión bajar. —Leah, te estás poniendo pálida ¿Qué pasó?
Trato de relajarme, de recordarme que todo fue un engaño de mi mente y sonrío para tranquilizarlo, mientras llevo mis manos sobre las suyas. —Todo está bien, solo recordé lo molesta que estoy con esos ladronzuelos.
—En todo caso te hubieses puesto roja, no blanca como una hoja —Me acusa en un susurro. —Cuéntame la verdad.
—No pasó nada. —Susurro. —Estoy bien, Alex, tu hermana solo me trajo para comer, ella fue quien me ayudó en el callejón.
Alex lleva su mirada hacia atrás de mi y nuevamente no dice nada pero sé que de alguna forma está agradeciéndole con la mirada a su hermana.
—Por cierto me dijo un pajarito que eras el hermano menor. —Trato de relajar el ambiente. —El pequeño de casa.
Su mirada cambia a divertida y suspiro de alivio. —Si ese pajarito se llama Marie, déjame decirte que está equivocado, no recuerda bien su parto y piense que la bebé fea fue la primera en nacer.
—¡Oye! —Las chicas Lieberman se quejan juntas. —Aún puedo darte unas buenas nalgadas jovencito. —Esa fue Marie tratando de lucir como una mamá intimidante.
—Eso mami. Hazlo llorar por decirme bebé fea. —Veo a Myrna hacer un puchero. —Dile a mi hermano menor que el es el feo.
—Y con esa actitud sueña que es la mayor. —Se burla Alex y le saca la lengua, otro con actitud infantil. Myrna le devuelve el gesto.
—Tantos años y sigues sin superar que eres el menor. —Escucho al señor Lieberman que sale de la habitación.
—¡Es porque no soy el menor! —Grita Alex y luego lleva su azul mirada a mi, casi al instante todos los vellos de mi cuerpo se erizan y sé que hará algo seductor —Déjame darte un tour por la casa, prometo que te divertirás.
La verdad es que no puedo negarme por varias razones, entre ellas que soy una criatura demasiado curiosa como para rechazar la idea de conocer y ver cada rincón de esta hermosa casa y segundo, me encantaría ver como Alex consigue hacer que el tour sea divertido.
Pero claro, amo dejarlo sin palabras, así que sin vergüenza alguna suelto.
—Solo si el tour termina en tu habitación.
Su sonrisa de incredulidad es desplegada pero eso no evita que me de una respuesta que hace que sea yo quien se quede sin palabras, dándoles a el la victoria de este encuentro.
—No lo dudes, pues esa será la mejor parte de todas.
Hola aquí un nuevo capitulo!!! Espero que lo disfruten.
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