#5
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴄɪɴᴄᴏ :
ʟᴀ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ
Tomo un vestido color turquesa y me paro con el frente al espejo, es mi talla y combina a la perfección con mi piel pálida.
—Ese color resalta tus ojos.— Mi prima aparece tras de mi.
Ambas decidimos salir de comparas, cuando ella volvió a mi cuarto y vio las marcas de las lágrimas lo propuso, luego pasamos todo el día en mi cuarto, ella tratando de distraerme y hoy a primera hora luego de llegar de ejercitarme y darme un baño, ella sacó su coche de la cochera y lo trajo.
—¿Crees que deberíamos comparar zapatos? —Pregunta mirando con anhelo por la gran pared de cristal la tienda de zapatos del otro lado de la calle.
—Bueno, teniendo en cuenta que es tu tarjeta de crédito. —Me enojo de hombros y ella pone los ojos en blanco.
—Nuestra tarjeta, primita. —Sonríe y tomando mi mano me saca del local directo a la zapatería.
Y así pasamos el resto de la mañana de tienda en tienda, estrechando nuestros lazos como mejor sabemos hacerlo, divirtiendonos.Nunca hice esto de ir de compras con una amiga en París, mayormente porque no tenía amigas, es algo triste si, pero ya está superado, además nunca me importó realmente y ahora estoy junto a mi prima y puedo tachar eso de mi lista de cosas de hacer antes de morir.
Estamos comiendo helado cuando escuchamos unas risas. Grecia que está frente a mi, mira a las chicas que supongo vengan caminando. —Tú cuñada se acerca.
—Claro, la cuñada del pueblo. —Pongo los ojos en blanco.
Grecia ríe.
—Escucha bien estas palabras Leah Barnes, tú y Alex Lieberman, están destinados. —Pone tono misterioso yo le quedo mirándola a esos hermosos ojos infinitamente oscuros, como si estuviese hechizada con ellos, como si de verdad creyera sus palabras, pero en lugar de eso le lleno la nariz de helado.
—¡Oye! —Ríe tratado de devolverme la jugada pero soy más rápida y me aparto.
—Grecia. —La melodiosa voz de Myrna, la hermana de Alex hace que detengamos nuestro jugo y la miremos, está acompañada de una chica de cabellos marones y piel morena, cual de las dos tiene más pinta de modelo de revista. —¿Y...? —Clava sus azules ojos en mi tratando de recordar mi nombre.
—Leah. —Le sonrío. —Leah Barnes.
Ella sonríe y creo que ella podría ser mi crush lésbico, Alex es hermoso pero de una forma masculina, es sexy, luce como lo que es un hombre, en cambio Myrna también es hermosa pero de una forma más delicada, luce como un sueño de infancia como un hada.
—Ella es Sonya. —Señala a su acompañante.
—Tú eres la chica que bailaba con Alexander en la fiesta. —La morena me mira directamente y se sienta frente a mi. —Te admiro.
Oh wow, la chica luce como alguien que quiere arrancar mi piel con una ostra poco a poco, y puede que también quiera llenar mi cabello de chicle. ¡ Mi cabello no lo toca nadie!
—No entiendo porque me admiras. —Si sé a lo que se refiere pero no seré descortés con Myrna hablando mal de su hermano.
Sonya ríe y la rubia le da una mala mirada, mi prima también la está fulminado con la mirada, estoy segura que en estos momentos Grecia imagina lo placentero que sería darle un buen golpe.
—¿No sabes? —Se hace la inocente, esas son las peores. —¿No has escuchado los rumores?
Myrna la mira fijamente con una aparente molestia, pobre, tiene una amiga que al parecer es una arrastrada por su hermano y se siente intimidada por mi presencia, lo que ocasiona que la haga pasar vergüenza.
—¿Cuál rumor? —Me pongo de pie para mostrarle que no estoy ni un poco intimidada. —¿Qué es un vampiro o que es mujeriego? —Me acerco a ella. —Si creiste el primero eres una tonta, y si lo dices por el segundo, me importa una mierda, no estoy enamorada de él. —Me alejo levantando una ceja y mirándola de arriba a abajo. ¿Qué puedo decir ha despertado a la perra en mi interior? —Aunque no pueda decir lo contrario de ti.
Al parecer ella tampoco se intimida fácilmente porque la sonrisa de superioridad no la ha borrado, esta vez mira hacia Grecia.
—¿Así cuidas a tu prima?
Vuelve sus oscuros ojos a mi.
— Pregúntale a tu amada prima Grecia porqué no te cuenta la fama de Alex.
—¡Ya basta! —Grita Myrna. —Sonya, meterás a mi hermano en problemas. Por los dioses cuan odiosa eres.
Myrna se larga claramente molesta, no sin antes chocar su hombro con el de Sonya quien corre tras la rubia como perrito regañado, dejándonos salas a mi y a Grecia nuevamente.
—¿Y bien Grecia? — Me siento. —¿Qué fue todo eso? ¿Qué es lo que no me has contado sobre Alex que pueda afectarme?
—Primero. —Levanta su índice. —Yo jamás ocultaría ese tipo de información porque te odie o algo así. —Segundo levanta su dedo del medio. —No te lo conté porque no ando contando chismes baratos, la verdad que lo que los dementes de este pueblo cuentan es imposible de creer.
—¿Qué es lo que cuentan? ¿Qué es lo que pasa con Alex?
—Casualmente las dos novias oficiales que ha tenido Alex desde que llegó aquí han muerto.—Al decir mi prima esas palabras un escalofrío me recorrió la columna. No sé que esperaba escuchar pero sin duda esto no era. Y siendo sincera, me cuesta creerlo parece algo irreal. —Eso es lo que se comenta.
—¿Y cómo murieron?
—Según este pueblo mediocre y supersticioso, el la sacrificó para entregárselas a los dioses. —Pone los ojos en blanco. —Según el forense, estudiado y criado en New York, ataque de animales salvajes.
Dios, ¿pero que clase de personas viven en este pueblo? ¿Enserio en pleno siglo XXI creen en sacrificios humanos?
—¿Hay animales salvajes aquí? —Con terror la observo recordando cono ayer me aventuré sola al bosque.
—No en la parte del bosque habitada. —Sonríe. —Hacia las montañas hay pumas. Casualmente las chicas ambas eran fanáticas a ir de excursión allí.
—¿Y nadie cree en Alex, en su inocencia? —¿Pero que tienen en la cabeza estas personas? —No puedo creer que viva en un pueblo de ignorantes
Grecia sonríe.
—Ahí otra razón por la que nos mudamos al bosque. Aunque mi madre también tiene sus locuras respecto a los fantasmas, fue una de las pocas personas mayores que lo apoyó.
—¿Personas mayores?
—Si, generalmente el noventa por ciento de los menores de treinta años creímos en él.
—Gracias a dios. —Mascullo. —Pobre Alex, lo que habrá tenido que pasar.
—Y dilo, ni siquiera salía a la calle hace dos años debido a eso. —Mi prima sonrió —Pero ahora demostrarás que todos se equivocan y serás la primera novia del chico Lieberman en sobrevivir.
—Bueno me alaga ser tu experimento. — Añadí con sarcasmo.
—Lo siento por no contártelo. —Susurra. —Sé que hice mal, pero aunque Alex no es mi amigo, no merece ser juzgado sin ni siquiera tener la oportunidad de defenderse.
No respondo, solo le sonrío, sé cual versión creo, pero primero quiero saber cual es la reacción de Alexander Lieberman al descubrir que sé lo que se comenta.
...
Salgo del baño envuelta en una toalla, deben ser pasadas las ocho de la noche, veo que la gran ventana de cristal de mi cuarto se encuentra abierta y corro a cerrarla antes de que me congele.
Me dispongo a cambiarme de ropa cuando veo algo fuera de lo común en el espejo y sonrío.
—Supongo que fuiste tú quien abrió la ventana.
Me volteo con una sonrisa en el rostro y me encuentro con los hermosos ojos azules de Alex y una de sus cejas levantadas.
—Bueno esa no era la reacción que esperaba. —Dice desde mi cama.
—¿Qué esperabas? —Me acerco a él sujetando la toalla que cubre mi cuerpo. —¿Qué gritara?
—Podría estar aquí para matarte.—Se deja caer a en mi cama y se acomoda llevándose las manos a la cabeza, tensando sus músculos y consiguiendo que pierda la concentración con el movimiento. —Imagino que ya te soltaron lo que se cuenta sobre mi.
¿Vino por eso? ¿Para saber de que lado estoy?
Sonrío y me siento en la cama el mira hacia mi.
—Si quisieses matarme primero tendría que ser tu novia.
—¿Estas pidiendo ser mi novia? —Me regala una sonrisa divertida. —Cookie pero que lanzada eres.
—Ja Ja. No te estoy pidiendo ser tu novia. —Pongo los ojos en blanco. — Estoy diciendo, o bueno, bromeando... —¿Para que tuve que mencionar el tema de la novia? —Lo que quiero decir es que confío en ti, sé que no fuiste tú.
El se sienta de inmediato y me mira con expresión seria, por su mirada pasan un sin fin de emociones pero no habla, no hasta que sonrío y tomo su mano entre las mías.
—Eso es mucha confianza que poner en un desconocido.
—Bueno eso es verdad. —Veo que su expresión vuelve a cambiar, esta vez noto algo de decepción en ella. —Pero quiero confiar en ti. Me gusta estar a tu alrededor.
—No debería gustarte.
—Ahora, eso suena a escena de película. —Me burlo. —No hay que ponerle muchas trabas al asunto.Confío en ti y ya. Además si quisieras matarme te resultaría muy difícil. —El levanta las cejas. —Soy cinturón negro en judo.
En sus tentadores labios se vuelve a dibujar una sonrisa, una más peligrosa, una de deseo, y cuando quiero reaccionar estoy bajo su cuerpo con él sujetando mis manos sobre mi cabeza.
Alguien es muy veloz.
Su rostro está muy cerca del mío, azul contra marrón, ambas respiraciones están demasiado alteradas, pero ninguno se aparta, entre nosotros se está formando un aura de deseo y creo que será muy difícil de controlar.
—Tienes una facilidad para hacer que pierda el control que asusta. —Susurra mezclando nuestros alientos y pegando aún más nuestros cuerpos, la única distancia entre nosotros es la de nuestros labios. Y siendo sincera me muero por probar los suyos. —Algo me dice que serás absolutamente deliciosa. —Un jadeo involuntario escapa de mis labios cuando una nada sutil dureza presiona contra mi estómago. —Muy deliciosa. —Sus labios apenas rozan los míos, y cada uno de los vellos de mi piel se ponen de punta. Pero es solo eso una presión, baja su rostro hasta mi cuello y ahí es donde hace la verdadera presión robándome otro gemido. —Hueles delicioso cookie. —Siento el roce de su legua en esa sensible zona de mi cuerpo. —Y confías en mi. —Suspira. —Confías en mí, puedo sentirlo. —La intensidad del momento no me deja hablar, quiero besarlo, quiero abrazarlo, quiero muchas cosas que antes no quería, el es la llama y yo soy la gasolina, y estamos por explotar. —Pero quiero hacerlo bien, quiero intentarlo de nuevo.
Se aleja rápidamente de mi, dejándome acalorada y encendida en muchos sentidos.
—¿Qué? —Es la única palabra que escapa de mis labios cuando se pone de pie.
—Haré las cosas bien. —Se acerca a mi ventana y la abre. —Pronto sabrás de mi cookie.
Espero que hayan disfrutado el capitulo. No olviden dejarme su amor y opiniones.
Dedicado a MarceAckerman por siempre apoyarme y a debbie_cavill por aguantar mis depresiones.
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