#4

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴄᴜᴀᴛʀᴏ :
ᴀʟɢᴏ ᴍᴀʟᴏ ᴅᴇ ᴍɪʀᴀʀ

Coloco mis audífonos en mis oídos mientras se reproduce Falling de Harry Styles, mi tía me sonríe antes de cerrar las pertas a mis espaldas y yo le devuelvo la sonrisa antes de empezar a correr, prácticamente no he dormido nada, pero aún así no puedo evitar correr.Ejercitarme cada mañana se ha vuelto adictivo. Sin contar de que estoy demasiado emocionada por conocer el bosque.

Corro por todo el camino de tierra mirando a los árboles a mis lados, no evito pensar entre la diferencia del paisaje, antes solo veía edificios y gente, ahora solo veo árboles. No pude presenciar el amanecer porque llegué casi a esa hora, pero  la mañana no es menos hermosa. Y el factor de desconocer el lugar solo me anima a ir más lejos, a grabar en mi mente cuantas imágenes sean posibles.

Es curioso como los lugares pegan con las circunstancias, en París todo era actuar de una forma determinada, con límites justo como con mis padres, mientras que aquí puedo ir a donde quiera, no hay limites, todo es alocado, como mi tía y mi prima.

Sin darme cuenta me estoy alejando del camino, adentrándome entre los gigantescos arboles, pero la verdad no me asusta ni un poco, estoy emocionada por conocer lugares nuevos, la canción cambia por novena vez y comienza a sonda  Don't You worry child. Es como activar los pensamientos sobre mi padre.

Y aumento la velocidad de mis pasos, trato de no pensar, de poner mi mente en blanco, pero seamos sinceros, ni siquiera han pasado cuarenta y ocho horas desde que me expulsaron y claro que pensar en mi padre, que aunque no fue el mejor, sigue siendo mi padre y que me echara de casa duele.

Recuerdo como anoche la tía Rosalind esperaba pacientemente sentada en el sofá de su casa a que llegásemos, mis padres nunca hicieron eso, creo que secretamente esperaban que no volviera.

Ayer Grecia me preguntó por mis amigos en París, amigos que no tengo, nunca me dejaron apegarme a nadie, pensé que me protegían y solo se aseguraban de que nada me atara a casa.

Algo sujeta mi pie y caigo al suelo dándome un fuerte golpe en la rodilla.

—Mierda. —Veo como comienza a brotar sangre de mi rodilla y joder arde mucho. —Maldita sea.

Trato de moverme pero me duele muchísimo, y no solo la rodilla que sangra, creo que me torcí el tobillo.

  Tomo mi móvil para llamar a Grecia o a mi tía por ayuda, pero ¡Sorpresa! En el bosque no hay cobertura.

—Joder. —Grito de frustración y las lágrimas comienzan a salir sin control por mi rostro.

Estoy en un punto en el que no sé porque lloro, si por el dolor que recorre mi pierna derecha, si es por no poder pedir ayuda, o por mis padres, esos que criaron a una hija para sacarla de la casa.

Si no me querían pudieron haberme abortado, eso era mejor que hacer que alguien te ame para luego redondamente decirle que te cansaste.

Dios siento tantas emociones, rabia, tristeza, añoranza. ¿Porque simplemente no pude tener dos padres que me amaran, que me tuviesen como su prioridad? ¿Qué hice mal?

Lloro como no me he permitido llorar desde que recibí la noticia, lloro porque ya no lo soporto más, porque no soy de pierda... Por que soy humana, lloro porque es normal que una chica que echen de casa por más despegada que fuese de sus padres, llore. Lloro porque aunque tengo a mi tía y mi prima y parecen darme más atención que mis padres en los últimos dices años, no las conozco, porque solo soy una extraña en su casa, lloro porque estoy absolutamente sola.

Siento el flash de una cámara y automáticamente quito mis manos de mi rostro, justo para ser cegada nuevamente con el flash de la maldita cámara.

Una vez consigo ver quien fue el autor de la foto, lo miro anonadada. ¿Es normal ver a alguien llorando y herido y tirarle fotos?

Alex evalúa la foto y sin ni siquiera mirarme suelta.

—Oye, cookie normalmente, aunque no tengas un cuerpo de muerte eres bonita, pero llorando eres algo malo para ver.

Abro la boca absolutamente indignada. ¿Este gilipollas no tiene madre?

—Serás gilipollas, imbécil de mierda. —Trato de ponerme de pie, para enfrentarlo mejor, pero el dolor en mi pierna aumenta.

Y él a una velocidad que no parece normal se acerca a mi y me suejeta.

—No me digas esas cosas. —Le dedico una mala mirada. —Grosera.

¿Enserio? ¡¿Es enserio?! ¿Grosera yo? ¿Quién demonios ve a una chica sangrando y llorando y le dice fea?

Sonríe mientras trata de ayudarme a estar de pie, agradezco su ayuda, pues no tengo necesidad de apoyar tanto la pierna herida y no duele casi, pero aún así le dedico mi peor mirada. Una de mis manos se encuentra sujetándose de su cuello y la otra en su pecho, mientras que las suyas están en mi cintura y nos miramos.

Una posición bastante romántica si la situación fuese otra, pero, es la que es y yo simplemente quiero matarlo.

—¿Si sabes que mirando como si quisieras matar a la gente, no consigue matarlos? —La sonrisa de suficiencia no desparece de su rostro y yo ejerzo toda la fuerza que soy capaz para alejarlo de mi. Pero el tío ni se mueve, es como empujar un tren.

Bueno, él está como un tren también.

—Eres todo un gilipollas. —Mascullo.

—No es bonito ser grosera con la única persona que puede ayudarte a llegar a casa. —Es lo que dice.

—No es bonito ser grosero con una chica herida y llorando. —Juro que casi le saco la lengua, pero me contengo para no parecer infantil, ya es suficiente con la mala imitación que acabo de hacer de su voz.

El me dedica una pequeña sonrisa antes de agacharse y pasar uno de sus brazos por la parte inferior de mis rodillas.

—Si, será mejor ver esa herida. 

Camina conmigo hasta una roca lo suficientemente alta como para sentarme en ella. Mira la sangre en mi rodilla, durante unos minutos no hace nada más que ver la sangre correr y yo me quedo extrañada mirándolo.

Genial es un psicópata obsesionado con la sangre.

—¿Ya decidiste si dejarás que me desangre o verás que tengo? —Paso mi mano frente a su cara, el pestañea varias veces antes de sonreír.

—Tranquila, no es una herida profunda... Pero creo que deberíamos limpiarla. —Toma mi piel y levantándolo hasta su rostro examina mi tobillo, gimo de dolor. —No está roto. —Dice presionando un poco. —Genial, resulta que es doctor. —Solo torcido.

—¿Cómo sabes tanto? —Pregunto cuando vuelve a tomarme en sus brazos, no me preocupo por mi peso porque sé que peso poco, tengo metabolismo súper rápido y siempre me ejercito.

—Mi padre es médico— responde como si nada. —Hubo un tiempo en que quise serlo también.

—¿Y?

—No estoy preparado para ver a las personas morir. —Comienza a caminar conmigo en brazos. —¿Por que llorabas?

—Por que mi padre no es médico. —Respondo, lo que hace que el levante su perfecta ceja rubia hacia mi. —Por que mis padres se aburrieron de mi.

Se mantiene con la mirada fija en mi, sus ojos azules me analizan, en busca de la mentira, pero, yo no miento. Es la verdad, se aburrieron,y es hora de admitirlo.

—Disculpa pero no consigo creerlo. —Masculla en voz baja. —Durante toda mi vida mis hermanos y yo le hemos dado infinitos problemas a mis padres y aún así cada mañana, recibimos su amor.

—Pues es es lindo nacer en una familia unida. No conozco el sentimiento—Es todo lo que digo antes de darme cuenta de que no estamos tomando la ruta a casa de mi tía. —¿A dónde me llevas psicópata?

—No pensarás que te llevaré a casa con la pierna llena de sangre. —Me aferro con más fuerza a su cuello cuando se adentra más en el bosque. —¿Llevas tu cámara?

—No, pero llevo mi teléfono. —Le señalo mi hombro donde lo mantengo sujeto midiéndome las pulsaciones que deben estar muy celebradas debido a la cercanía. —¿Para qué?

—Te voy a llevar al lugar más hermoso de este pueblo.

—Quiero que sepas que si me matas, me volveré un fantasma vengativo. —El sonríe sin mirarme esta vez. —Pero que sepas que ningún lugar va a superar los amaneceres en París.

...

—Joder,  esté es el lugar más jodidamente precioso que ojos humanos hayan visto. —Parezco niña emocionada removiéndose sobre el pobre Alexander. —Y sí, listillo estoy citando a Cristóbal Colón.

El lugar es sencillamente divino, hace que mi mente vuele a los cuadros antiguos, dónde te ponen a las ninfas jugando en un arrolló rodeador por hermosas plantas. Es exactamente la misma situación, y solo que no hay ninguna chica vestida con sabanas blancas por aquí.

Alex suelta esa increíblemente risa ronca que me hace suspirar lo que ocasiona que él ría más fuerte y por consiguiente que yo golpee con fuerza su hombro, cualquiera diría que soy agresiva.

—Estoy seguro que el no dijo exactamente esa frase.

—Seguro que si la dijo. —Espeto cuando me deja sobre la piedra. —Solo que quien decidió anotarla, no quiso que sonara vulgar.

—Claro. —Pone los ojos en blanco mientras con cuidado quita mi zapato de la pierna derecha y luego los suyos.

—¿Qué haces? —Pregunto cuando lo veo entrar al agua.

—Limpiar tu herida. —Es lo que dice. —Apestas a sangre.

—Ni siquiera estoy con la regla. —Mascullo. —No puedo apestar a sangre.

El me ignora drásticamente, mientras toma un poco del agua entre sus manos y la deja caer sobre la herida en mi rodilla, limpiándola.

Poco a poco con un cuidado que parece demasiado extremo y sin tener realmente contacto con mi piel herida, limpia la sangre de mi pierna, arde un poco, pero me distraigo observándolo.

—Si quieres puedes tomarme una foto. —Se burla. —Así no me desgastas.

Sin mediar palabra tomo mi teléfono y efectivamente lo fotografío. Y oh dios quiero poner la foto de fondo de pantalla, está el con su sudadera blanca, mojada en la parte del abdomen dejándome apreciar lo que es una buena tableta de chocolate, su ojos están fijos en mi rodilla mientras que su cabello no se encuentra tan peinado como las veces anteriores.

—Eres una cosa sexy de ver.

—Lo sé. —Se ríe y apoya ambos brazos  a  cada lado de mis piernas.

Genial ahora simplemente quedo anonadada con lo hermoso que se ven sus ojos en estos momentos,esos ojazos azules que me están mirando fijamente, como si fuese lo único que quisiera mirar siempre.

Y sí, por primera vez en mi vida debo decir que me siento intimidada por un chico, porque me he dado cuenta que cuando Alex me mira de es amanera tan intensa baja todas mis defensas.

La comisura derecha de sus labios se levanta solo un poco, pero lo suficiente para ser la sonrisa más sexy que jamás he visto,necesito verla siempre.

—Sonrojada y con la mirada llena de deseo, eres la cosa más hermosa para ver.

Genial, Alex Lieberman, baja mis bragas y hazme tuya aquí mismo. Eres demasiado sexy para mi bien y temo morir sin probarte.

Cuando estoy a punto de perder los estribos y besarlo, el se aleja con esa sonrisa arrogante.

—Muy bien cookie. Vamos a llevarte a casa.

...

Estoy acostada en mi espaciosa habitación dándole descanso a mi pierna, mientras que mi prima me habla sobre su resaca, le doy un trago a mi batido mientras la escucho decir que jamás volverá a emborracharse.

—... Cómo sea —Mira con mala cara la bolsa de hielo en mi pie. —¿Por que no invitaste a entrar al sexy de Alexander?

—No lo sé. —Respondo. —No lo sentí adecuado y él no parecía querer hacerlo.

—¿No parecía adecuado? —He descubierto que mi prima es  demasiado buena en algo y es en el hecho en que es la mejor juzgando con la mirada. —Leah, literalmente te salvó de la oscura selva y se tomó el tiempo para ayudarte.

Viéndolo así, me siento una persona horrible. Muy horrible. Seguro Alex ha de estar odiandome por ahí.

No tengo mucho tiempo de pensaralo la verdad porque mi móvil comienza a sonar y mi corazón a acelerarse en cuanto leo el nombre en la pantalla.

Mi madre me está llamando.

Es difícil no emocionarse ante la idea de que esté preocupada por mi o incluso mejor que me quiera de vuelta en casa.

Volvería sin pensarlo dos veces.

Grecia se va de la habitación dándome privacidad para la conversación, cada célula de mi cuerpo me dice que será la más importante de mi vida.

—Mamá—Mi voz salió en un susurro esperanzado.

—Leah. —Su tono frío hace de mis esperanzas pedazos —Llamé para decirte que acabo de vender rodas tus pertencias que quedaron, y me quedé con el dinero que envió la galería de tú ultima exposición, para que ni vengas a buscar nada.

Alguna vez han escuchado el sonido de un espejo romperse en miles de pedazos, pues lo acabo de sentir, y no fue un espejo, fue mi corazón.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Necesitaba el dinero para ir a la peluquería. —Dicho esto cuelga.

Miro a mi alrededor sin saber realmente que hacer. ¿Sorprendida? Para nada ¿Decepcionada? Como nunca. Hubiese sido mejor que me criaran unos lobos a que me criaran los perros que tengo por padres.

Por segunda vez en el día comienzo a llorar, esta vez es más por rabia que por otra cosa, pero juro que esta vez será la ultima, jamás volveré a llorar por ellos. Jamás.

Mi móvil vuelve a sonar y me preparo para mandarla a la mierda pero es un mensaje de un número desconocido.

"Recuerda que eres algo malo para la vista cuando lloras... Pero cuando ríes, le da envidia al sol"

Acaso ese es...

Otro mensaje llega.

"Por cierto soy Alexander Lieberman, guarda mi número, algo me dice que lo usarás mucho"

Irremediablemente sonrío, parece que Alex está destinado a ser quien borra mis lágrimas.

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