Marinette Agreste, hija primogénita de Gabriel Agreste, el vampiro más poderoso de todo el reino, conocido como París.

Marinette era una vampiro muy enérgica y muy tierna, considerada y amable, quien la conociera no pensaría que su padre era Gabriel Agreste quien era el vampiro más temido por su crueldad, nadie, pero nadie se atrevía a enfrentarlo por semejante poder que poseía, un digno enemigo y gran estratega.

Gabriel Agreste estando al tanto de las necesidades de su pueblo de expandirse y de la rivalidad que existía entre especies, solo esperaba pacientemente a que alguno cometiera un error para tomarlo como excusa y atacar, y estaba alistando todo para la posible guerra que se avecinaba.

Gabriel era un hombre frío y malvado creía que en el mundo solo debían habitar los vampiros, aun si tenia rivalidad con los vampiros vecinos, ya que habían tenido diferencias en el pasado.

Pero Gabriel tenía una hija que era yodo lo contrario a el, ella era bondadosa y no le gustaba para nada ser amargada y fría como su padre, su madre en cambio era mas comprensiva y sin rencor a nadie pero como nadie podía contradecía al rey vampiro.

Marinette era muy curiosa y le encantaba recorrer las calles, saltar por los tejados, y aunque estaba prohibido, ir al bosque, recorrerlo hasta la frontera que dividía y conectaba con los otros pueblos, y en una de sus excursiones vio al lo lejos un lobo atacando un humano y no dudo en rescatarlo, y así lo hizo.

- ¿Qué haces en el bosque? -Habló la vampiresa, mirando de arriba a abajo al chico delante de ella- acaso no sabes lo peligroso que puede ser y mas de noche, sobre todo para...

- Para un humano -Completó el rubio de ojos color esmeralda, imitando la acción de Agreste y empezando a analizarla con la mirada.

- Bueno sí, no es como que fueran tan fuertes como para poder vagar sin armas ni compañía, por la noche - trató de no ser tan cruel y exponer a su especie como débil y vulnerable.

- Sí, sí lo sé. Pero buscaba algo muy importante -Soltó en un suspiro mientras se cruzaba de brazos, el frió de la noche empezó a atacar el cuerpo del humano.

- ¿Tan importante que arriesgas tu vida de este modo? -Alzó una ceja un tanto incrédula.

- Sí, lo es, es una extraña clase de metal que buscamos en la tarde tal vez una posible mina, y después de mucha búsqueda no encontramos nada más y yo bueno no podía dormir y decidí venir y seguir buscando.

- Vaya, hablas con mucha pasión tal parece que te encanta tu trabajo -Dejó de lado su actitud a la defensiva y sonnrió levemente.

- Por supuesto, me gusta la expedición y también recolectar metales en la mina pero me gusta más el trabajo de herrero y es por eso que me emociono tanto el pensar que había un nuevo metal para crear nuevas armas y armaduras, ...creo que ya hable demasiado, mejor dime. Qué hace tan hermosa vampiresa en el bosque

- Estaba explorando y cuando vi que ibas a ser atacado, no podía dejar que eso pasara y bueno te ayude -Musitó con desinterés.

- Gracias.

- No fue nada -Le restó importancia al asunto.

- Me salvaste la vida, en serio, gracias -Sus ojos brillaron con intensidad mientras se inclinaba en forma de respeto, el tono severo que utilizó con su comportar logró sobresaltar a la pelinegra.

-Tal vez... debería irme ya -Decía con un sonrojo en sus mejillas, se sentía fue de lugar.

- Sí, es algo tarde yo también me iré, pero... crees que tal vez pueda verte mañana, debo agradecerte apropiadamente - dijo algo avergonzado, cambiando por completo su actuar anterior.

- ¡¡¡Si!!! -Chilló emocionada, recobrando la compostura al darse cuenta de que su tono de voz se elevó demasiado- ... digo sí, claro yo no tengo nada planeado para mañana -estaba feliz de verlo de nuevo.

- Bien te veré mañana -Se despidió con un movimiento rápido de mano, con una cálida sonrisa combinando con sus ojos.

- Nos vemos.

Cada cada quien se fue a su casa y solo pensaban en el encuentro que tuvieron esa noche.

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