Capítulo Veintinueve(Final)

Victoria observó a William unos segundos más y después retrocedió, con pasos tambaleantes, hasta que su espalda colisionó contra el tronco de un árbol.

-Victoria.- le dijo William mientras se levantaba.- debemos salir de aquí. Muchos hombres llevaban días a la inteperie. Están enfermos, algunos incluso locos. Algo podría sucederte.- espresó con preocupación.- Victoria.- insitió él dando un paso hacia ella-¿Me escuchas? Debemos salir de aquí. Jeremy jamás me lo perdonaría si...

Pero Victoria no escuchaba.

Willaim había esperado gritos, llanto... pero ella parecía estar en un lugar totalmente ageno. Sin realizar ningún movimietno, impasible, su cuñada lo contemplaba sin verlo, con una inexpresiva mirada perdida. Estaba pálida, inerte como un cadáver, tanto así que William comenzó a preocuparse y a acercarse a ella con mayor decisión. Pero, entonces, ella al fin se movió. Y el primer movimiento que hizo... sintió como el estómago se le revolvía.

Victoria había alzado lentamente una de sus manos y la había posado en su viente. William la miró y le rogó al cielo que esa mano se moviera de ese lugar, que eso en verdad no estuviera pasando, que él estuviera malinterpretando el gesto, que... sus angustiosos ruegos se vieron interrumpidas de golpe por un ruido sordo. Adam acababa de desplomarse a sus espaldas.

William sintió como poco a poco, por primera vez en su vida, el pánico se iba adueñando de él. Como cada hebra de su cuerpo se estaba preparando para estallar en cólera, como su control se le escaba de sus manos sin que pudiera hacer nada para evitarlo, hasta que ya no quedaba nada de él. Estaba comenzando a ver todo borroso, todo rojo y negro a la vez. En cualquier momento iba a comenzar a gritar, a llorar, a...

Pero entonces vio como Victoria se herguía de golpe, caminaba rápidamente hasta Harding y se hagachaba junto a él.

- Está vivo.- susurró. William la miró sin entender lo que ella le había dicho.No podía ser. ¿ Acaso había...?- ¡Está vivo!- gritó ella entones.

William salió de golpe de su estupor y al instante se agachó y cargó a su amigo. Victoria lo guió dentro del recinto y lo condujo hacia una camilla vacía.

-Déjalo aquí, yo me ocuparé de él. Mientras ve e a por Adam, pudo haberse hecho daño al caer.- él obedeció al instante. La voz decidada y mandataría de ella no había dejado lugar alguno para replicas.

Victoria miró al hombre desmayado ante ella y, durante unos instantes, su mente se vio opacada por oscuros pensamientos. ¿Y si no lo daba salvado? ¿Y si Harding moría? Su hermana estaba embarazada, si eso ocurriera y ella no daba hecho nada para evitarlo jamás se lo perdonaría a sí misma. Ni si quiera Jer podría conso...

Jer...

Victoria se puso al instante manos a la obra de nuevo. Posicionándose al lado de su cuñado, buscó con la mirada un médico mientras examinaba la herida de su costado. Pero todos los galenos estaban ocupados y Harding no podía esperar, estaba desángrandose poco apoco, cada minuto era crucial para él.

Y Victoria no podía simplemente quedarse ahí y observar como moría el marido su hermanita. No podía.Tenía que hacer algo. Tenía que hacerlo.

Así que, con las manos temblando, rompió su camisa y examinó mejor su herida.No era profunda, se dio cuenta con alivio, podía ver la bala, sacarla no sería complicado.

Así que lo hizo, y para cuando William volvió a su lado, el pedazo de metal ya había sido extraído y la herida limpiada.

-Sujétalo. Debemos cauterizar la herida.- fue lo primero que le dijo ella nada más llegar. Él asintió con una mueca. Eso le iba a doler. Mucho.

Y lo hizo. Le dolio tanto que Victoria pensó que los gritos desesperados y agonizantes de dolor que no pudo evitar soltar permanecerían siempre en sus recuerdos.

Una vez hubieron acabado con esa ardua tarea, William continuó haciendo todo lo que ella le pedí, aún sin sin comprender su actitud.

Estaba pálida, tenía ojeras, el ceño fruncido, lágrimas contenidas en los ojos, una expresión de desasosiego y, sin embargo, se movía con destreza y determinación alrededor de su amigo curando cada uno de su cortes, limpiándolos, cosiéndolos, cambiando la venda de su frente cuando la fiebre le empezó a subir, remojándola en agua fría. No se había detenido ni siquiera cuando Harding, entre delirios, había comenzado a llamar a su hermana a gritos.

-¿Cristal?¡Cristal! ¿Dónde estás? Cristal, estoy aqui. Cristal, cariño. ¿Cariño, dónde estás?- preguntaba con dolor y desesperación. Todos en la sala se habían estremecido al oírlo.

Todos menos Victoria, quien ni siquiera una hora después, cuando todo pareció remitir y Harding al fin se sumió en un profundo sueño, paró para descansar, sinó todo lo contrario, ya que lo obligó William a sentarse en una silla para que así pudiera curarle la herida de su rostro y vendar su brazo.

William no opuso resistencia, y ella, cuando al fin hubo acabado, lo miró detenidamente a los ojos un largo rato, sin pestañear.

-¿Dónde está?- le dijo ella sin más.

-No lo sé.- le contestó él simple y llanamente, con siceridad. El rayo de esperanza que vio pasar por los ojos de ella le rompió el corazón. No podía dejar que se hicera ilusiones. No tras lo que él había visto.- pero está muerto Victoria, yo...

-¿Lo sabes? ¿Cómo también sabías que lo estaba Harding?-le replicó ella. William la miró con compasión.- No me mires así. Está vivo, lo sé, así que voy a ir a buscarlo, y tú vas a venir conmigo.- le informó con decisión mientras comenzaba a arreglar su estropeado peinado y a desatarse el madil manchado de sangre que había estado utilizando.

-Victoria...- le dijo él suplicante mientras se paraba delante suya para detener así sus movimientos.- Victoria, debes descansar.Quizás mañana...

-Me lo prometiste.- le recordó ella mirándolo desafiante.- me prometiste que lo traerías de vuelta a mí, sano y salvo.

-Sí, lo hice.- reconoció él apesadumbrado.-así como también le prometí a Jeremy que si algo le sucedía yo cuidaría de ti. Y ahora que él está muerto...

-¿Has visto su cadáver?- la pregunta lo pilló desprevenido.

-Victoria...- comenzó él, sin saber muy bien que decir.

-¿Los has hecho?- William negó, resignado.- Bien.-él intentó hablar de nuevo. Ella no se lo permitió.-Creo que no lo entiendes. Esto no es una discusión. Voy a ir a buscarlo, es un hecho. Lo único que puede cambiar en ello es que puedo hacerlo yo sola, o contigo.

-Victoria no me hagas esto, y lo que es más importante, no te lo hagas a ti misma.- le suplicó reteniendo sus manos entre las suyas para enfatizar sus ruegos.- ya no eres solo tú, debes pensar en el hijo que llevas y en ...

-¡Es precisamente en él en quien estoy pensando!- le gritó ella sobresaltando a las personas a su alrededor. - tú y yo sabemos lo que es crecer si un padre, como se sufre por ello. No quiero eso para mi hijo, no lo quiero, y... y ... -tartamudeó debido a la emoción.- escúchame bien William, fui una tonta mucho tiempo. Demasiado. Y mientras yo me obcecaba en negarme a ser feliz, en mi cabezonería, en vivir bajo el yugo del miedo, Jeremy siempre estuvo ahí para mí, a mi lado ,nunca se rindió conmigo, nunca.-las lágrimas le rodaban por las mejillas.- Así que yo pienso hacer lo mismo. Se lo debo a él, a mí misma y a nuestro hijo. No me rendiré, no sin haberlo intentado antes.- expresó con ella con firmeza.- Jeremy tuvo fé ciega en mí todo este tiempo. Y yo la tengo ahora en él. Me dijo que volvería a mí. Me dijo que lo haría.- le explicó desesperada, intentando convencerlo a él y a sí misma.-Y Jeremy no ha incumpido ni una de las promesas que me ha hecho en toda su vida. Ni una sola. Ni una.

Willam la miró resignado,suspiró y. sin saber muy bien si había sido el discurso de Victoria o su propio corazón negándose a aceptar que su amigo estaba muerto y aferrándose a la última esperanza que les quedaba, la confujo fuera de la sala, hacia su caballo.

Lo buscaron durante tres días.

Registraron bosques y aldeas, campos y casas, hospitales grandes y pequeños.

Apenas dormían o comían, solo cabalgaban y caminaban entre filas y filas de cadáveres y heridos, suspirando aliviados y angustiados cuando comprobaban con alegría y desasoeigo que Jer no era ninguno de ellos.

Al principio, William se había resignado a seguir a su obstinada cuñada en silencio, sin objetar nada, pero según pasaron los días e iba viendo como el cansancio y la preocupación iba haciendo mella en ella hasta el pundo de que a veces ni quiera se daba sostenido de pie, comenzó a intentar razonar con la testaruda mujer.

-Victoira, debes descansar. Victoria...- pero ella no lo escuchaba. Nunca lo hacía. No quería hacerlo. No podía hacerlo.

-Este es el último.- le dijo William, al aterdecer del cuarto día, haciendo referencia al hospital de campaña que estaban a punto de visitar. Victoria tardó unos instantes en asimilar la información, pero al final asintió. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando lo hizo.

Juntos, ambos recorrieron el lugar de un lado a otro.

No encontrar nada.

Victoria llegó al final de la hilera de camillas y se dio la vuelta para volver por donde vino, para revisarlas.

William la detuvo cogiéndola del brazo.

-No, déjame..-le rogó ella.- Debe de haber un error, debo de haber mirado mal. Debo de haberlo hecho.Por lo que debo hacerlo de nuevo, debo...- dijo mientras forcejeaba, pero William no la soltó, y las palabras incoerentes de ella fueron poco a poco desvanciéndose hasta convertirse en sollozos.

William, con un nudo en la garganta, la sujetó cuando notó que ella perdía las fuertas y la abrazó contra sí dejándola llorar de forma agonizante y desesperada entre sus brazos, itentando consolarla a ella y a sí mismo.

Pero nada podía consolar a Victoria.

Nada ni nadie podía hacerlo.

No se daba mantenido en pie.

No daba visto nada.

No daba pensado.

No daba sentido.

No daba respirado.

No daba.

No podía.

Y entonces la horrible verdad la golpeó.

No quería mantenerse de pie.

No quería ver nada.

No quería sentir.

No quería respirar.

No lo daba hecho.

No podía hacerlo.

No quería hacerlo.

¿Qué senido tenía respirar, sentir y pensar en un muno en el que no estaba Jer? ¿Qué sentido tenía vivir en un mundo sin él? ¿Cómo podía seguir caminando sin él dándole la mano? ¿Cómo iba a poder sonreir si no era con él ? ¿Cómo iba a poder llorar si él no estaba para consolarla? ¿Cómo iba a poder hacer cualquier cosa sin él?

¿Cómo iba a vivir sin él?

Su vida no tenía sentido sin él.

Vivir su vida sin Jer sería vivir sin más.

Vivir en un lugar gris donde todos los colores hubieran desaparecidos.

Vivir... sería solo existir.

Su vida no sería vida sin él.

Vivir no tendría sentido sin él.

Así que Victoria no quería seguir viviendo.

Y el grito agónico que profirió entonces, cuanado se dio cuenta de ello...

De que nunca nadie volvería sonreirle como él lo hacía, a besarla como él lo hacía, a decirle que la quería, a acariciarle la mejilla con ternura, a abrazarla por las noches, a decirle sonrojado lo preciosa que era a sus ojos, a susurrarle bonitas y dulces palabras de amor...

Aquellos sollozos atravesarón a William y calarcón tan hondo en él que las lágrimas acabaron por derramarse, una tras otra, incontrolables, por su rostro.

Pero Victoria no se dio cuenta de ello. Porque Victoria no se daba cuenta de nada.

Hasta que lo oyó.

-Victoria.

Un susurro lejano . Dubitatico. Grave. Agónico. Desesperado.

Pensó que era su cabeza burlándose de ella. Dios riéndose. El viento susurrando.

Pero entonces lo oyó de nuevo. Y esta vez con más fuerza.

-Victoria.

Ella alzó la cabeza para mirar William.Ese sonido...ese sonido debía ser él llamándola. Tenía que ser él. Y sin embargo...

-Victoria.

Y sin embargo no era él.

Poco a poco se giró hacia esa voz, siendo consciente del fuerte viento que se batía a su alrededor, de como le temblaban las piernas, de como las lágrimas se derramaban por sus mejillas,silenciosas.

Siendo consciente de todo ello y a la vez de nada.

Victoria caminó lentamente hacia ese sonido. Ese fantasma. Ese espectro. Esa ilusión.

Y él caminó a su vez hacia ella.

-Victoria.- susurró este una vez estuvieron a un paso de distancia.

Ella observó su fantasía, su deseo más preciado e imposible, la ilusión que su destrozado corazón había creado para ella y,codiciosa, a sabiendas de que sería la última vez que sería capaz de ver aquel... lo que quiera que fuese que su cabeza había creado producto del cansancio y la agonía, alzó la mano para tocarlo.

Esta temblaba fuertemente.Pero aún así siguió avanzando hasta su destino lentamente pero sin interrupciones.

Y llegó a él.

Llegó a él.

No a la nada.

No al aire.

A su mejilla.

Aquello no era un espectro. Aqullo no era una ilusión. No era producto de su cabeza ni de su corazón. No era un fantasma. No era...

-Victoria.- le dijo Jeremy.

Ella sintió como él alzaba su mano y la posaba en su meilla como ella estaba haciendo. Sintió como se la acariciaba, sintió como le limpiaba las lárgimas, como pronunciaba su nombre una y otra vez.

Se negó a mirarlo a los ojos. Se negó ha hacerlo desaparecer. Aquello era tan real. No quería, ella no...

Pero él le alzó la barbilla y ella los vio, sus ojos; azules, cálidos, risueños, llenos de amor.

Sus ojos.

Sus...ojos.

Victoria profirió un profundo sollozo, desgarrador, y se arrojó a los brazos de su marido, quien la acogió entre lágrimas de regocijo e incredulidad.

Y ambos, agotados y sin fuerzas pero juntos, cayeron de rodillas al suelo donde permanecieron un largo tiempo, sin fuerzas, abrazados el uno al otro, aferrándose el uno al otro, con sonrisas de felicidad en sus rostros, lágrimas de gratitud rodando por sus mejillas y con su corazón lleno de una felicidad tal que lo desbordaba.

Estaban juntos de nuevo.

Estaban juntos.

Juntos.

Y a partir de entonces, nada, nunca más, volvería a separarlos.

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