Capítulo Quince
Voy a hacer una especie de... ¿Maratón?
Como llevo varias semanas publicando un solo capítulo (y el jueves es San Valentín) publicaré uno todos los días hasta ese.
Espero que los disfrutéis 💕😊
La noche de la presentación en sociedad de Victoria, Jeremy se encontraba más nervioso que ella.
La debutante había sido educada toda su vida en función de lo que ocurriría esa noche y partir de ella, y, eso sumado a que había supervisado insistentemente todos y cada uno de los detalles de la fiesta (desde la música a su vestimenta y la de todos los sirvientes pasando por la comida, la decoración y la lista de invitados) hacía que no tuviera ninguna duda de que todo saldría perfecto.
Por lo que se encontraba serena y dispuesta a disfrutar de los frutos de su arduo esfuerzo.
Y sin embargo Jeremy, por otro lado, se sentía totalmente aterrorizado, pues Victoria le habían pedido que bailara con él su primer baile.
Tenía miedo de hacer el ridículo y de hacerla hacer el ridículo, tenía miedo de que la sociedad cambiase su espíritu rebelde, tenía miedo de que se enamorase de otra persona, tenía miedo de que se casase con otra persona...
La noche anterior la había pasado en vela y ahora, que se encontraba esperando al pie de las escaleras a que su mejor amiga bajase, sentía las manos sudorosas y como el pañuelo de su cuello lo ahogaba cada vez más, por lo que lo aflojaba cada tres segundos creando así, lo que él consideraba, una imagen bastante patética.
Una afirmación sobre sí mismo con la que Geric, quien lo observaba divertido riéndose en una esquina del salón( donde lo contemplaba junto una Amara que fingía acomodar unas flores mientras cotilleaba con su amigo en susurros) concordaba totalmente.
Y Harding, que se encontraba junto a William en ese baile ( que había coincido con uno de sus escasos permisos) en un intento de averiguar que le había pasado a su hermana con esa familia, rodó los ojos y le susurró a su compañero lo ridículo que se veía aquel joven.
A lo que William contestó " Tanto como todos los hombres enamorados", provocando una leve risa en su amigo, quien afirmaba estar completamente de acuerdo con aquella afirmación.
Pero todo lo que sucedía alrededor de Jeremy no conseguía ser procesado por su mente debido a su ansioso estado, por lo que no se percató de nada de esto.
Y todo empeoró cuando vio a Victoria.
Hermosa, con un vestido violeta que resaltaba sus ojos y su pelo recogido en un moño trenzado que dejaba por completo a la vista su bello rostro y su tranquila y suave sonrisa, que le estaba dirigiendo a él, y solo a él.
Hecho que provocó que todo atisbo de nerviosismo en Jeremy se evaporara y que comenzara a crecer en él una certeza que durante todo el tiempo en el que bailaron se fue acrecentando.
Hasta que, con Victoria dando vueltas entre sus brazos al ritmo de uno de los bailes que tanto habían ensayado, se dio cuenta de que no tenía alternativa.
Ni dudas.
Tenía que hacerlo.
Debía hacerlo antes de que fuera demasiado tarde.
Iba a hacerlo.
Le confesaría su amor a Victoria.
Y lo haría esa misma noche.
....................................
El sonido de los pájaros cantando despertó a Victoria al día siguiente.
Aturdida, tardó unos segundos en comprender donde estaba y, cuando lo hizo, se sintió enrojecer.
Abrazando y siendo fuertemente abrazada por Jeremy, con la cabeza apoyada en su pecho, las piernas entrelazadas y con una sábana como lo único que cubría la desnudez de ambos, se sintió profundamente cohibida y avergonzada.
Pero nada arrepentida.
Lo que la hacía sentir aún más vergüenza.
Por lo que procuró no moverse para no despertarlo y tener que enfrentarlo,pero se permitió la osadía de posar suavemente una de sus manos sobre su torso y trazar las numerosas cicatrices que la oscuridad de la noche anterior no le habían permitido ver.
Algunas leves y casi desvanecidas y otras profundas que se veía claramente que nunca desaparecerían entre las que destacaba una en particular que...
-Un sable. Quince puntos.- oyó que le decía Jer.
-¿Te duele?- le preguntó ella mirándola más detalladamente ahora.
-No. O bueno, al menos no tan a menudo como antes.- respondió él intentado restarle importancia.
Victoria levantó entonces lentamente la cabeza hacia él sin saber muy bien que decir y nerviosa por tener que mirarlo después de lo que habían hecho anoche, sentimiento que se acentuó cuando un extrañamente ojeroso( teniendo en cuenta la cantidad de horas que habían dormido) Jeremy le sonrió.
-¿Cómo te sientes?- le preguntó una vez que ambos se habían acomodado de lado uno frente al otro mientras acariciaba suavemente su rostro.
Victoria se sintió mortalmente avergonzada por la pregunta, tanto que cubrió su rostro con una almohada en un intento de no velo y ser vista.
-¿Bien?- susurró más a modo de pregunta que de respuesta.
Su marido, divertido por su actitud, sonrió y le quitó la almohada de encima de la cara, algo que no sirvió de nada pues ella se la cubrió con las manos.
Hecho que provocó una fuerte carcajada en Jer, quien retiró suavemente las manos de su esposa de su cara, colocándolas y sujetándolas encima de su cabeza para que no intentara nada más.
Victoria cerró entonces los ojos y Jeremy, negando con la cabeza y acostumbrado como ya lo estaba a su tozudez, la besó.
-¿Lo suficientemente bien como para dar un paseo por el mercado? He oído que han traído el nuevo libro de Jane Austin a la librería local y pensé que quizás te...- Victoria ya estaba de pie buscando ropa que ponerse y llamando y ordenando a los criados que preparasen el desayuno antes de que su esposo terminara la frase, hecho que lo divirtió en sobremanera.
Por lo que no es de extrañar que en tan solo media hora ambos estuvieran ya paseando entre las calles de la campestre ciudad.
-Son preciosas.- había dicho Victoria contemplando unas flores que un tendero le ofrecía, a lo que Jeremy respondió tendiendo un billete al tendero, quien sonrió ampliamente cuando le pidió que se quedase con el cambio.- Jer era solo... un comentario... no hacía falta que... yo... gracias.
-Victoria, te gustaron unas flores, nos casamos ayer, soy tu marido, me gusta hacerte feliz y mis inversiones van mejor que nunca, por lo que puedo, quiero y voy a comprarte estas y muchas flores más, así como el libro de Jane Austin o cualquier cosa que desees. - explicó a una sonrojada Victoria que asintió y bajo la cabeza avergonzada.
Todo era tan sumamente extraño. Hace dos semanas no se hablaban y sin embargo ahora, de la noche a la mañana, tenían la misma actitud el uno con el otro que antes de que Jer se fuera a la guerra. Exceptuando, claro está, el hecho de que se besaban numerosas veces, habían compartido lecho y de que Jeremy llevaba todo el día con los ojos brillantes de felicidad y una sonrisa enorme que no recordaba haberle visto nunca.
-Buenas días.- le susurró una voz conocida que la sacó de golpe de sus pensamientos.
-Lord Clinton.- dijo Victoria a modo de saludo, incómoda, a uno de sus antiguos y más insistentes pretendientes.
-Lord Clinton, es un placer conocerlo, creo que no nos han presentado aún, soy... - comenzó Jeremy mientras le tendía la mano.
-Lord Thornhill.- acabó por él mientras se la estrechaba.- Está usted hermosa esta mañana Lady Adams.- continuó volviendo a prestarle atención a Victoria.
- En realidad es Lady Blackthorne ahora. Nos casamos ayer.- comenzó Jeremy molesto por la forma en la que el desconocido miraba a su mujer. Este puso una cara de desconcierto y tristeza que lo enfureció.
-Oh. Disculpen la confusión. Reciban mi más sincera... felicitación.- murmuró.- si me disculpan tengo que... irme.- terminó divagaste antes de comenzar a retirarse apresuradamente.
-Ha sido un placer volver a verlo.- se despidió Victoria intentado ser cortés pero provocando de manera no premeditada una gran sonrisa en Lord Clinton y una mirada con el ceño fruncido de su esposo.
-Un tipo muy peculiar, ese Lord Clinton.- comenzó Jer tres largos minutos de silencio después.
-En efecto.- concordó su mujer.
-Pues no parecías especialmente molesta en su presencia.- dejó caer en un tono de indiferencia que no engañaba a nadie .
-Lleva tres temporadas intentando cortejarme, he aprendido a sobrellevarlo. No es un mal hombre, pero es muy... emotivo. Cualquier cosa lo alegra en sobremanera o lo entristece por completo. Una pena, es bastante apuesto, seguro que estaría casado de no ser por ello.
Jeremy, quien llevaba cinco minutos con un fuerte enfado producto de unos terrible celos que lo carcomían por dentro y odiándose a sí mismo por sentirse así y no poder controlar sus inseguridades, se crispó.
-Si, desde luego una pena.- afirmó duramente.- creo que deberíamos volver, tiene pinta de que va a haber un temporal de nieve de nuevo en breve.
Victoria frunció el ceño, asintió y no mencionó el hecho de que al final no habían llegado a comprar el libro ni de que el cielo estaba completamente despejado.
Ya vendría ella sola a por él al día siguiente.
Lo importante ahora era ese extraño y repentino mal humor de Jer, que no entendía de donde ni por qué había surgido tan de repente después de una mañana tan hermosa como la que estaban pasando hasta entonces, pero pretendía, sin ninguna duda, averiguar de donde procedía.
Porque había perdido una vez a Jer.
Y nunca, nunca más, volvería ha hacerlo.
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