Capítulo Doce
Una tormentosa mañana del verano antes de que Victoria fuera presentada en sociedad, ella y su mejor amigo se hayaban en el salón de este último, leyendo.
Era algo que solían hacer muy a menudo, por no decir todos los días, en los que el caprichoso y cambiante tiempo inglés no les permitía salir a disfrutar del aire libre.
Jeremy se sentaba en el cómodo sofá en medio del salón, que dado la cantidad de libros que se hayaban por todas partes podría ser más bien considerado como una biblioteca, y le leía en voz alta a una atenta Victoria, quien acostada con la cabeza en su regazo, disfrutaba de la lectura y de las caricias que delicadamente él le proporcionoaba a su pelo mientras le leía la novela que ella había escogido concienzudamente ese día.
Sí, concienzudamente, puesto que esta solo era seleccionada después de que Victoria se pasara dando vueltas y vueltas alrededor de todos los estantes durante un largo período de tiempo tan solo para acabar dencantándose por la misma sección de siempre, aquella con novelas de romance y, con un sonrisa de lamento en el rostro, se acabara acercando a su mejor amigo y le acabara tendiendo el libro que traía, cada cual aún más cursi que el anterior.
En este caso era la recientemente publicada"Historia de dos ciudades" de Charles Dickens, pero debido a las numerosas lluvias de ese verano ya habían dejado atrás "Orgullo y prejuicio", "Jane Eyre", "Cumbres Borrascosa", "Emma", "Sentido y Sensibilidad", "Sueño de una noche de verano", "Hamlet", "Querra y paz" y "Ana Karenina", entre muchas otras.
-"Cuando entro de noche en una gran ciudad, pienso seriamente en que cada una de esas cosas apiñadas en las sombras tienen un secreto; que cada corazón singular que late en los cientos de miles de pechos que habitan es, en algunos de sus ensueños y pensamientos, un secreto impenetrable para el corazón más próximo".- recitaba con voz pausada Jer.
-¿Soy un misterio para ti, Jer?- le preguntó entoces Victoria para su sorpresa.- ¿Es mi corazón un misterio para ti?
-Esa es sin duda la pregunta más rara que me has hecho nunca.- afirmó este con una media sonrisa intentando quitarle peso al asunto y alijerar el pesar que vio en los ojos de su amiga.-¿Lo es el mío para ti ?-le preguntó en un intento por evadir la respuesta que sabía que acabaría dándole.
-No, tu corazón no es un misterio para mí. Te observo y te veo Jer. Y yo sé que cuando tú me miras a los ojos también me ves, no a la persona que pretendo ser, sino a la que realmente soy.- Jeremy la miró soprendido y preocupado ante aquella afirmación y la forma en la que había sido dicha.
-¿Y que tiene eso de malo?- le preguntó entonces.
-Sé que voy a casarme, aunque no quiera no tengo más remedio. Es un hecho pero... no puedo visulaizarme haciéndolo. No puedo verme amando a alguien. Simplemente,no puedo.No puedo,porque...- dudó buscando las palabras adecuadas.-amar a alguien, la confianza que esto requiere, el corazón que hay que poner en ello... Uno no ama a medias Jeremy, si uno ama, ama por completo, con cada una de las partes de su corazón, con cada uno de sus respiraciones, con cada latido de su corazón. Y yo no creo que pueda nunca llegar a dejar a alguien entrar tanto en mi corazón como para sentir eso. Jamás podré llegar a confiar tanto en alguien...como en ti. Me da miedo, me da tanto, tanto miedo.
-Victoria...-comenzó Jeremy conmovido por su confesión y sin saber muy bien que decir.
-No, déjame acabar, porque probablemente nunca más vuelva a atreverme a confesarte algo así, a abrirme tanto a alguien como para mostrarle la vulnerabilidad que te estoy mostrando ahora mismo a ti confesándote que temo más ser amada y amar que no ser amada y no poder o saber amar, y sé que es algo que no puedes cambiar por arte de magia y arreglar como haces siempre con todos mis problemas pero... necesitaba decirlo, en voz alta, a alguien, aunque solo fuera una vez. Pero no a cualquiera, esto es algo que solo te podría decir a ti porque... ya sabes que yo no soy una persona de palabras, pero quiero que lo sepas Jer, que tú eres el único, la única persona en la que confío. Te quiero. Con todo mi corazón. De verdad lo hago.- afirmó haciendo que él contuviera la respiración.-como un hermano, porque eso eres para mí, un hermano mayor. Jamás podré agradecerte todo lo que haces y has hecho por mí.
Jeremy se tragó el nudo de su garganata después de estas palabras y contuvo las amargas lágrimas que intentaban salir de sus ojos mientaras sentía como su mejor amiga le acariciaba con ternura la mejilla.
Algo en su interior dolía, escocía, y lo quemaba.
Y no había nada que pudiera hacer para cambiarlo. Nunca había tenido una oportunidad real con Victoria, no en ese sentido, lo sabía, pero eso no había evitado que la confirmación escociese como la peor de las quemaduras y doliese como el peor de los castigos.
Tenía que aprender a conformarse, se dijo, aprender a lidiar con sus sentimientos y acepetar que ella no lo quería de esa manera, y que era eso o no estar con ella.
Algo totalmente impensable e inaceptable.
Se conformaría con reconfortarla y hacerla feliz.
Con eso le bastaría.
Así que se dispuso a ello.
-Sígueme.- le dijo mientras la ponía en pie y le cogía de la mano para guiarla hasta el cuarto de al lado.
Una vez allí, la paró delante de un espejo de cuerpo entero y la incitó a cerrar los ojos, cosa que ella hizo sin dudar ni cuestionar pero con una sonrisa curiosa y espectante en el rostro.
Victoria sintió como Jer revolvía en el armario de detrás suya y posteriormente como algo era suavemente depositado en su cabeza y enganchado en su pelo.
-Abre los ojos.- le dijo entonces. Victoria sonrio al ver su reflejo en el espejo. Jeremy le había puesto el velo de su madre, aquel que tanto le había gustado admirar cuando era pequeña pero que nunca se había atrevido a tocar. Fino, con miles de perlas cosidas a lo largo de la tan delicada y extensa tela, que sin duda en el tiempo en que fue utilizada tuvo que ser llevada por más de una dama de honor.- Te vas a encontrar con muchos patanes antes de encontrar al adecuado. Vas a entregar un poco de tu corazón a algunos y vas a salir un poco lastimada. O incluso y para mi pesar, bastante lastimada. Porque, respondiendo a tu pregunta, sí Victoria, conozco tu corazón, a veces pienso que incluso mejor de lo que conozco el mío, y tú eres incapaz de no dar una parte de ti a todas las personas que conoces, porque siempre los das todo, todo de ti, por aquellos a los que aprecias, o que simplemnte necesitan de tu ayuda, y por sus intereses. Así que sí, darás mucho amor; alguno no corresponido, otro que preferirías que no hubiera sido correspondido, otro que te avergonzarás de haber sentido... Pero un día, un día lo sentirás. Ese amor que te hace saltarte un latido, contener el aliento y sonrojarte y sonreir y reir sin razón. Un amor que no te va a dar tiempo ni se va a molestar en tomar en cuenta tu opinión para entrar en ti, puesto que, para cuando sepas lo que ese sentimiento es, ya estará dentro y arraigado en tu corazón. Porque no es cuestión de dejarlo entrar Victoria, cuando lo encuntres, cundo de verdad lo hagas, el afortunado hombre que te conquiste estará en tu cabeza, en tu alma y en toda ti. Y no tendrás ni temores, ni dudas, ni miedos. No habrá espacio para ellos porque, cuando lo sientas Victoria, cuando de verdad sientas lo que es el amor,te sentirás completa, tranquila y tan, tan feliz, que hasta te parecerá irreal y, todo eso que ahora te preocupa y consterna, sobre no poder o saber amar, no será más que un vago recuerdo del que te reirás cada vez que lo rememores.
Victoria limpió las lágrimas que escapaban por sus ojos.
-Suena muy bonito.- afirmó mirando a Jeremy.
-Porque lo es.- afirmó él mientras observaba con mariposas en el estómago los brillantes ojos de la mujer que amaba.
Sí, lo era.
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La mañana de su boda, Jeremy no podía parar de sonreir.
Le resultaba del todo imposible hacerlo.
A pesar de todos sus problemas( todas las cosas, tanto buenas como malas, que ese inesperado matrimonio le traería, el hecho de que los sentimientos de Victoria fueran un completo misterio para él y las heridas externas e internas que la guerra le había dejado y con las que debía luchar todos los días) simplemente no podía dejar de sentir una inmensa alegría por el hecho de saber que se iba a casar con ella, Victoria, el amor de su vida, y todo lo que esto conllevaría; verla todos los días, formar una familia con ella, dar lo mejor de sí para hacerla feliz, verla sonreir ...
Cuando desayuó junto a sus padres, en el comedor familiar de la casa de campo( donde habían acordado que fuera la boda) no podía evitar mostrar abiertamente su felicidad ante lo que ese día acontecería, hecho que hizo que su madre mirara de manera cómplice a su padre y que este le revolviera el pelo divertido.
Después, los que parecieron divertidos fueron los criados al oírlo cantar mientras se arreglaba y pasar por su lado sonriente y deseándoles un buen día a todos primero y preguntándoles después si sabían que hoy se casaba, como si este fuera el hecho más extraordinario jamás acontecido.
Y luego Harding no pudo contener la risa cuando subió hasta su habitación y lo vio reírse solo mientras se arreglaba el traje delante del espejo.
-Deja que te ayude, anda.- le dijo al ver que las manos le temblaban mientras se intentaba colocar adecuadamente el pañuelo de su uniforme militar de gala.
-Estoy feliz.- afirmó Jeremy.
-Ya...- dijo Harding mientras acababa de arreglarle el traje.- creo que todos en la casa nos hemos dado cuenta de ello. Se te oye cantar desde la entrada.
-Hacía tanto tiempo que no me sentía así...- continuó él ignorando las burlas de su amigo.- todo me parece extremadamente irreal. Estoy cumpliendo algo que en principio me parecía un sueño y que, en cierta forma los es, aunque sea real y esté de verdad aconteciendo, porque esta es la única manera que encuentro de nombrar algo tan maravilloso como lo que va a suceder hoy. ¿ Y sabes que es lo mejor? Que este sueño no acaba aquí, este sueño y esta felicidad va a continuar por el resto de mi vida. Así que... ¿Cómo no voy a ser feliz? ¿Cómo voy a ser capaz de ocultar esta felicidad si esta es tan grande que ya ni me cabe en el pecho?
-Dios mío... pareces salido de una novela de romance caballeresca de esas que lee Cristal. Guapo, enamorado y siempre expresándolo con palabras bonitas. En este momento siento una especie de admiración y asco por ti. Porque admiro que puedas expresar lo que sientes con tanta facilidad, eso es algo que yo simplemente no doy hecho, pero al mismo tiempo me empalagas. Demasiado.
Jeremy se rió.
-Solo estoy diciendo lo que siento.- afirmó.
-Oh, no, basta ya, en serio, siento como si estuviera comiendo toneladas de azúcar al oírte decir esas cosas.- dijo poniendo cara de repulsión. Jeremy negó divertido.
-De cualquier manera- dijo mientras se volvía a girar hacia el espejo para comprobar su traje y evadir así la inquisidora mirada de Harding.- de nada sirve decírtelo a ti. Lo importante es decírselo a ella.
-No vas a empezar de nuevo con todo ese rollo pesimista que nos soltaste el otro día.¿Verdad?-comenzó Harding mientras ponía sus manos sobre los hombros de su amigo y bucaba su mirada en el refelejo del espejo.
-No, simplemente...A ver... voy a explicarte algo sobre Victoria de lo que pareces no percatarte.Se que te va costar dejar de pensar en ella como una mujer de armas tomar a la que muchas veces desearías cortarle la lengua. No intentes negarlo Harding, soy consciente de que así es como la ves y como mucha gente lo hace- afirmó sonriendo como si que alguien la considerase algo semajente le pareciera completamnete increible hasta tal punto de parecerle gracioso -pero la verdad, Harding, es que, en el tiempo en que no estaba, ella también ha madurado. Ya no es la niña que necesitaba que la protegiera de todo y todos que dejé cuando me marché. Ya es una mujer, fuerte e inteligente. He comenzado, aunque te parezaca extraño, a pensar en Victoria como en Troya. Ella es una imponente ciudad con unas grandes barreras hechas de sarcasmo y entereza que ha construido durante años y años para protegerse de los demás. Yo me escudo de la hostilidad del mundo y de la gente que lo habita con cordialidad y amabiliadd, Cristal hablando, tú callando, y ella alejando a todos. Impidiendo que se acerquen. Así que he entendido que debo tomármelo con calma. Me ha visto de las misma maner durante muchos, muchos años. Es algo que soy consciente de que solo puede cambiar poco a poco. Troya, después de todo, no se conquistó en un día.
-Vaya... me sorprende el cambio de actitud tan brusco que has tendio en apenas unos días. Pero estoy feliz ante ello. Y sobra decir que te deseo lo mejor amigo.-
-Lo sé, lo sé.- contestó mientras se giraba y apoyaba una mano en el hombro de su amigo en un gesto de camaradería.- No he tenido un vida fácil. Para nada. Pero el otro día, cuando te contaba mis desgracias, aquellas a las que tantas vueltas les daba mientras dormía y a lo largo de todo el día, me he dado cuanta de que, regondeándome en mis penas, lo único que conseguía era permanecer pegado en ellas y no dejar mi mente libre para algo mucho más últil, como lo es buscar una solución para ellas. Lo único que sonsegía repitiéndomelas y enumerándomelas sin cesar era hundirme más y más cada vez en el pozo de pesimismo y autocompasión en el que, no afrontar mis problemas y elegir la cobardía en lugar de la entereza ante las adversidades que la vida había puesto en mi camino, me había sumergido. Y fue solo entonces, al ver que aquello no me llevaba a ningún sitio y de que mi poca valentía ante las cuestiones que me atosigaban estaba haciendo que no viera el hecho de que la felicidad estaba ahí, justo a mi lado, y de que solo yo mismo me estaba impidiendo alcanzarla( por que sí Harding, llevo todos estos años pensando que era el destino lo que no me permetía ser feliz, cuando en realidad lo único que no me permitía alcanzar mis sueños era yo mismo ) comprendí que solo hay dos maneras ver de las cosas, y dos maneras por lo tano de ver la vida. Una como un conjunto de momentos tristes con instantes alegres y otra como un conjunto de momentos alegres con instantes tristes. Y de que la primera lo único que hará es hacerme infeliz y meterme de lleno en una celda en la que yo mismo me he encerrado y cuya llave he tirado, y la segunda logrará que los momentes tristes sean menos tristes, puesto que los veré como lo que son, pasajeros. Momentos de oscuridad que la luz acabará iluminando con brillantes instantes de felicidad que podré aprovechar mucho mejor y que logarán hacer que cuando mi vida haya acabado, y me haye en mis últimos momento, mire al cielo y a los ojos de las personas que amo y diga que; he sufrido y sido feliz, llorado y reido y que no me arrepiento de nada, porque no me he escondido de los monstruos que se han asomado, si no que los he afrontado, derrotado y he hecho lo más importante, vivir. Vivir mi vida como he querido y lo mejor que he podido.
Harding mantuvo unos instantes su mirada pero acabó desviándola por miedo a que viera lo turbado y lo hondo que las palabras de su amigo habían calado en él, cuyos temores no le permitían ser completamente feliz con una más que dispuesta a serlo Cristal.
-No tengo palabras que añadir a lo que has dicho.- alcanzó a decir después de componerse un poco, pero aún de espaldas a él, razón por la que no vio la reacción que causó las palabras que estaba por pronunciar en su amigo.- deberías escribirlo y enviárselo a Victoria. Seguro que le hace falta. Con lo perfeccionista que es y lo mal que le han ido las cosas últimamente, seguro que está histérica. Yo que tú tendría cuidado. Por experiencia propia te digo que las mujeres de esa familia tienen una extraña predilección por huir por ventanas bastante peculiar. Ya he visto varias noches salir sigilosamente de la casa de ese modo a Amberly. Y con decirte que Cristal lo intetó también... pues mira tú, da la casualidad que justo en el día de nustra boda... Sinceramente Jer, si yo fuera tú tendría cuidado, nunca se sabe que esperar de esa familia y..- pero el sonido de la puerta cerrándose tras su amigo, quien corría despaboridamente a la casa de al lado, le hizo callarse de golpe con un sonrisa en los labios mientras negaba divertido mirando hacia el lugar donde instantes antes había desaparecidos su amigo. La verdad es que solo había dicho aquello para aligerar la intensidad de lo dicho por su amigo instantes antes, pero pensándolo mejor, ahora se daba cuenta de que era más que probable que algo como lo que acababa de decir aconteciera, y más conociendo a Victoria.
Y efectivamente, instantes después, cuando Jeremy llegó y entró estrepitosamente en la habitación de Victoria pensó, y le dio todo la razón a lo dicho por su amigo, desde luego lo que vio no era para nada, ni por asomo, lo que esperaba encontrar.
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