Capítulo Dieciocho
Aclaración: no, no han violado a Victoria, solo sucede lo que se describe en el capítulo, no dejéis volar vuestra imaginación tanto 😜😜
Querida Victoria:
Cuando recibas esta carta ya estaré más que probablemente en el continente.
El deber me ha llamado a servir a mi país, por lo que no, no debes preocuparte, nada tiene que ver nuestra charla del otro día con mi decisión.
De hecho agradecería bastante que la olvidaras, pues me he dado cuenta de que, tal y como afirmabas, estaba confundido.
No se si tardaré días, meses, años o si ni siquiera volveré, por lo que me veo en la obligación moral de expresarte lo importante que eres para mí, lo mucho que te voy a echar de menos y mi más profundo deseo de que seas feliz al lado de quien tú consideres oportuno.
Da igual lo lejos que esté, escríbeme si tienes algún problema, necesitas consejo o simplemente te apetece.
Porque, tal y como te prometí una vez hace ya tanto tiempo, da igual la situación en la que nos encontremos, siempre estaré ahí para ti, pase lo que pase.
Tu amigo ahora y siempre:
Jeremy Blackthorne.
.........................
-Jer...Jeremy- dijo Victoria intentando respirar.
Pero él no se movió ni un centímetro.
-Jer.. por...favor.- rogó.
Pero él permaneció imperturbable.
Estaba desesperada y aterrada.
Alzó las manos como pudo, las agitó delante de su cara e intentó ponerlas sobre las suyas en su cuello para sacarlas de allí.
Pero Jeremy seguía sin reaccionar, con la mirada perdida en un lugar muy, pero que muy lejano.
-So...y yo Vic...toria.- dijo en un último intento. Solo le faltaban segundos para desmayarse, era su última oportunidad.-Vic...toria.
Y entonces al fin vio como, ante la mención de su nombre, algo cambió al fin en los ojos de Jeremy
Segundos después la había soltado y se había arrastrado al otro lado de la habitación.
Victoria tragó aire desesperada numerosas veces. No se daba levantado, estaba mareada, confusa y terriblemente asustada, y no sabía que hacer.
Hasta que oyó a Jeremy llorar en la otra punta de la habitación.
Entonces ya no tuvo dudas.
Como pudo, intentando aún recuperarse, se arrastró hacia él.
-Jer...- dijo con la voz rasposa mientras le agarraba la mano.
Este se la quitó de encima de golpe y se arrastró lejos de ella de nuevo.
-¡Aléjate de mí! ¡No me toques!- decía mientras se encogía lejos de ella.- ¡No te acerques a mí!
Pero Victoria no le hizo caso.
-¡Por una vez en tu vida hazme caso! ¡Aléjate de mí! ¡Victoria, te lo ruego!- pero ella lo ignoró y, al llegar a su lado, lo abrazó como pudo.- No por favor.- dijo entre sollozos entrecortados.- No me toques. Victoria no quiero hacerte daño. Victoria te lo ruego. Soy un monstruo. Por favor no te acerques, no lo hagas. Oh Dios mío. Nunca quise hacerte daño. Créeme. Hazlo, te lo suplico, pero aún así, Victoria, por favor, aléjate de mí, por favor.
Pero ella permaneció aún así a su lado, acariciándole el pelo mientras él, queriéndose apartar pero si verse capaz de hacerlo, lloraba contra su hombro.
-¿Esto es por lo que nunca dormías conmigo?- le preguntó ella cuando sintió normalizarse su respiración.
- Sucede todas las noches. Pesadillas en las que me levanto gritando o en trance creyendo estar aún en la guerra. Pesadillas en las que me obligan a matar niños, a mis padres, a ti. Pesadillas en las que me veis hacer todo lo que la guerra me obligó a hacer.- susurró sin poder confesárselo mirándola a los ojos.
Se sentía tan avergonzado de ser débil, de que ella lo viera así, de no poder protegerla ni de los demás ni de sí mismo.
-Oh Jer... tenías que habérmelo dicho. Si lo hubiera sabido...- se lamentó ella.
-Lo único que hubiera pasado si lo hubieras sabido es que me hubieras mirado como de seguro lo haces ahora, con pena y compasión. Y yo no quiero que tú me veas así. Por favor, no lo hagas. No podría soportarlo. -dijo él mientras se erguía y apoyaba su cuerpo contra la pared.
Las lágrimas salían por sus cerrados ojos y bajaban silenciosas y lentas por sus mejillas.
-Jeremy. Mírame.- le ordenó ella en un tono que no admitía réplica. Él obedeció.- escúchame bien. Nada, absolutamente nada en este mundo cambiará mi visión sobre ti. Tu siempre serás mi héroe.- afirmó mientras acariciaba su rostro- Mi todo. - susurró.- Y ahora eres mi esposo. Se supone que tenemos que resolver nuestros problemas juntos. Ya no puedes guardarte estas cosas.
- Me avergonzaba de ello. Aún lo hago. ¿Qué clase de hombre soy si ni siquiera puedo cuidar de mi mismo? ¿Cómo se supone que voy a poder cuidar de ti?- le expresó en un tono de angustiosa desesperación.
- No tienes por qué cuidar de mi. Estamos casados. Nos cuidaremos el uno al otro. Pero para ello debes ser sincera conmigo, decirme estas cosas. Decirme todo.
-¿Todo?- preguntó él preocupado.
-No soy yo tonta Jer. Se que hay algo que no me estás diciendo. Lo veo en tus ojos.- le dijo ella.
Jer sonrió de forma irónica.
Si ella supiera que aquello que quería escuchar era lo que tanto se había negado a entender tiempo atrás.
-Lo haré. Te lo contaré. Pero no ahora.
Victoria asintió y contuvo el "cuando" entre sus labios.
Aquello ya era un avance, no debía presionarlo.
Y Jeremy pensó lo mismo.
Había aceptado ya su nueva situación como pareja.
No podía confesarle aún su amor, y menos aún después de lo sucedido.
Una pena que el destino decidiera obviar sus opiniones y a crear, como acostumbra, sus propios planes.
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