Capítulo Diecinueve
La marcha de Jeremy había dejado a Victoria totalmente desolada.
Hasta tal punto que se pasó toda la semana siguiente llorando encerrada en su cuarto, releyendo una y otra vez la carta que le había mandado como despedida.
¿Que esperaba que fuera feliz con quien ella escogiera?
Pero... ¿Cómo demonios pensaba Jeremy que ella podría ser feliz sin él?
Todo se debía a aquella locura de que creía haber comenzado a sentir algo por ella, pensó.
Pero aquello era... simplemente ridículo.
Un pensamiento estúpido que Jeremy, dado la poca relación que había tenido nunca con mujeres y su falta de hermanas o primas, era normal que tuviese.
Aunque aquello no le restara peso a la tontería que el simple hecho de confundir amor romántico con amor fraternal implicaba, desde luego, era una buena excusa para justificar semejante numerito que le había montado en el jardín.
Al menos, pensó, había recapacitado y se había dado cuenta de la ridiculez de aquello.
Debió de haber sido algo que...simplemente, lo había confundido.
Probablemente es su presentación se había sentido orgulloso de ella hasta tal punto que la magnitud de su sentimiento le acabó por atolondrar y nublar la mente.
Sí, sin duda debió de haber sido aquello.
Por lo que, cuando esa semana hubo transcurrido, y una vez que Victoria se halló más calmada, acabó atribuyendo su ida a una labor patriótica que su noble corazón le había encomendado hacer.
Y decidió no guardarle ningún tipo de rencor por dejarla ni de preocuparse porque fueran otras las causas de su repentina marcha.
Principal y únicamente por el hecho de que no le cabía en la cabeza ni era capaz de asimilar ninguna otra posibilidad.
Jeremy jamás podría llegar a estar enamorada de ella, ni ella de él.
Eran amigos, desde siempre, y para Victoria todo lo que se saliese de ello no tenía sentido.
Por lo que, tan poco dedicó sus pensamientos a aquello que con el paso de los años, a pesar de nunca llegar a olvidarlo, se acabó por convertir en un vago recuerdo con el que se reía cada vez que venía a su mente y que le hacía negar divertida con la cabeza.
Aquella confesión de Jeremy le resultó con el tiempo tan... pero tan...graciosa.
Su pobre mejor amigo Jer, tan inocente en aquellos días que había creído amarla.
Y no se sentía mal por reírse a su costa pues, después de todo, nunca habían vuelto a mencionarlo, por lo que, al final, y tal y como ella había supuesto en un principio, no había sido mínimamente relevante o transcendental ni en su vida ni en su relación con su mejor amigo.
Solo había sido una mera y simpática confusión.
..................................
A Victoria le hubiera encantado decir que tras los acontecimientos y la charla con Jeremy, ambos había podido restablecer rápidamente su habitual harmonía.
Pero no había sido así.
A partir de aquella noche Jeremy dormía en su propia habitación y bajo llave.
Algo que él había impuesto y que se había negado a discutir.
Por lo que Victoria tuvo que pasar las siguientes tres semanas durmiendo sola en su cama.
Algo que no debería haberle importado teniendo en cuenta que lo había hecho veintidós años y solo tres semanas acompañada.
Pero lo hizo, pues cada vez que se veía sola al despertarse, cada vez que se movía buscando la calidez de un cuerpo que no estaba y cada vez que una pesadilla la despertaba, una mueca de tristeza aparecía en su rostro.
Lo echaba muchísimo de menos.
Tanto como cuando estaba en la guerra, o quizás incluso más .
Probablemente no entendáis esto teniendo en cuenta que su marido seguía viviendo en la misma casa, pero os resultará claramente evidente el por qué cundo os describa en qué se había transformado su relación.
Por las mañanas, se despertaban a la misma hora, y por las noches, se acostaban a la mismo tiempo.
Pero nunca se veían.
Jeremy afirmaba tener muchos pendientes atrasadas, por lo que se encerraba en su despecho todo el día y allí desayunaba, comía y dormía.
Entraba una vez oía salir de su cuarto a Victoria y salía cuando la oía ir a su habitación para dormir.
Victoria lo entendía, entendía que, tras lo sucedido, el necesitase su espacio.
Y permanecía en su papel de mujer dejada de lado sin discutir, aunque apenada.
Una pena que quizás se le pasase si supiera que Jeremy la contemplaba desde el cristal de su despacho mientras daba su paseo diario por el jardín, y que pasaba el resto del tiempo...
No, eso es algo que aún no es tiempo de contar.
Pero lo que sí puedo deciros es que ella siempre estaba en su mente, todo el día.
Martirizándolo y torturándolo.
Y Victoria quería dejarlo pasar, dejar transcurrir el tiempo, darle el espacio que sabía que necesitaba, de verdad, de verdad que quería.
Pero esa mañana un pensamiento había invadido su mente vagamente.
Un pensamiento que permaneció en su cabeza, pululando, durante toda la comida.
Un pensamiento al que dio más vueltas por la tarde.
Un pensamiento que por la noche la aterró.
No... no podía ser.
Solo...
Y entonces, y solo entonces, se atrevió a contar.
Y el alma se le cayó a los pies.
Tenía un retraso.
Uno de tres semanas.
Dios mío... pensó Victoria. Estaba embarazada.
Embarazada de su mejor amigo.
Iba a tener un hijo, un hijo con Jer.
Y eso la hacía...
Dios mío, eso la hacía maldita e inmensamente feliz.
Y sabía que solo había una persona a la que aquello le podría aún más contento que ella.
Aquella noche Victoria no pudo dormir, la emoción y la alegría no se lo permitieron.
Demasiados nombres revoloteaban por su cabeza.
William, Gabriel, Cristofer, James...
Alma, Aurora, Clare y.... ¿Cómo era ese que tanto le gustaba a Jer? ¿El de esa princesa española que...? A sí, Catalina.
Y hablando de Jer...
Tenía e iba ha hacer algo con él.
Ya no podía darle más tiempo, lo necesitaba.
Porque, y a pesar de su felicidad ante la noticia, se sentía aterrada y no creía poder pasar por aquello sola.
Así que a la mañana siguiente, se levantó más temprano de lo normal, se escondió en el despacho de su marido, esperó a que Jeremy entrara y una vez lo hubo hecho cerró la puerta con llave y escondió esta en el escote de su vestido.
-Buenos días.- dijo ella firmemente.- voy a ir al pueblo porque necesito hacer una cosa, pero cuando vuelva, por la tarde, debes estar listo porque nos han invitado a una fiesta en el pueblo. Te he dejado tu tiempo, pero este ya ha acabado. La dañada fui yo y aquí me tienes, así que ya es el momento de que pares tu negatividad y vuelvas a ser el mismo Jer que quiero y que... que...- dijo sintiendo como la voz le temblaba al pronunciar estas últimas palabras.- necesito. Ahora más que nunca..- dijo esto último más para sí misma, pero aún así en voz alta, por lo que él la oyó.- Y no acepto un no por respuesta. Me quedaré aquí hasta que accedas a volver a ser tú. Lo juro. Y sabes que yo nunca lo hago en vano.
Jeremy contempló la fortaleza con la que decía sus palabras y la vulnerabilidad de sus ojos y, aunque aún no se sentía listo, viéndolo en tal estado de desasosiego, acabó por acceder asintiendo.
Victoria le dio una sonrisa nerviosa que no acabó por entender y después sacó la llave que había guardado y salió corriendo de la habitación dejando la puerta abierta de par en par.
Jeremy, inseguro y cansado tras tantos días en los que se había sumido en aquella depresión y autoflagelación, subió a su cuarto y decidió que lo más sensato era dormir antes de salir.
Así que lo hizo.
Y cuando se despertó, se encontró de mucho mejor humor, uno muy alegre.
Era el momento, si Victoria podía y lo había dejado atrás él también debí hacerlo.
Por ella, por él mismo y por su futuro. El futuro de ambos.
Por lo que se arregló tal y como ella se lo pidió y la esperó a la hora acordada en la puerta.
Pero no la encontró como esperaba.
Cuando Victoria llegó... desolado era un eufemismo para definir como se sentía.
Preocupado, pero aún manteniendo las distancias, cauteloso, le preguntó si se sentía bien y si querían que se quedaran mejor aquella noche en casa.
Ella, desconsolada por dentro pero feliz de verlo al fin siendo de nuevo él, o al menos algo parecido a lo que antes era, dijo que no.
Un completo error, pues se pasaron todo el viaje hasta la fiesta en silencio, y las primeras dos horas de esta sin hablarse ni mirarse.
Jeremy totalmente impasible ante todo, con su cara sin ninguna clase de expresión y con el ceño fruncido, mirando a todas partes, esperando lo inesperado.
Y Victoria revolcándose en su destructiva autocompasión porque, una vez más, había vuelto a hacerse castillos en el aire.
No estaba embarazada, el médico se lo había confirmado.
Al parecer, su disgusto por lo ocurrido y el estrés y ansiedad posterior al incidente con aquellos hombres había sido el causante de su retraso.
Y, como todo el mundo sabe, no hay cosa que duela más perder que aquello que nunca se tuvo.
Por lo que no encontraba consuelo en nada.
Hasta que apareció Lord Clinton.
-Lady Thornhill... ¿Le importaría concederme este baile? - y quizás por la indiferencia de Jeremy ante todo, su dolor interior o por las ganas que tenía de distraerse de su vida, o a lo mejor por todo ello junto, Victoria accedió sin pensárselo un segundo.
Y minutos después, cuando bailaba entre los brazos de su antiguo pretendiente, supo que había hecho lo correcto, pues este no paraba de alagarla de la manera ridícula que siempre hacía, y esto, teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que llevaba sin reír, hacía que una sonrisa deslumbrante permaneciera siempre en su cara y que le resultara inevitable soltar una o dos carcajadas cada pocos segundos.
-La luz del sol no equipara tu brillo.- si, pensó ella, totalmente ridículo, pero tan, tan divertido.
Y no solo escucharlo, sino que bailar con él también estaba siendo muy placentero... al menos hasta que sintió que alguien la jalaba del brazo bruscamente alejándola de la pista de baile a toda prisa.
Primero pensó en gritar, aterrada, pero rápidamente y con sorpresa, se dio cuenta de que su atacante no era otro que su marido.
Así que temiendo causar más revuelo del que aquello ya de por si causaría, lo siguió en silencio hasta el carruaje y posteriormente hasta la casa, a la que, por cierto, el también la arrastró.
-¡Se puede saber- dijo ella tirando de golpe de su brazo para librase de él una vez estuvieron ambos al fin en el vestíbulo.- qué demonios se supone que estás haciendo!
-Que que se supone que estoy haciendo...- susurró Jeremy incrédulo mientras se daba la vuelta para no verla.
-¡Me has dejado en ridículo delante de toda el pueblo!- le gritó ella.-¡ Delante de Lord Clinton! ¡Debería darte vergüen...!
Pero Victoria se calló de golpe cuando Jeremy se giró hacia ella y vio lo que jamás pensó que vería en sus ojos.
Furia. Una ciega y temible furia.
-¡¿Que yo soy el que te avergüenzo!?- le gritó provocando que esta se pusiera blanca como el papel. Jeremy nunca, en toda su vida, le había alzado la voz.- ¡Tú eres la que se ha paseado y bailando del brazo de ese... tipo toda lo noche! ¡ Llevo todas estas semanas preocupado por ti! ¡Sin poder comer, dormir y sin poder dejar de pensar en lo que te había hecho! ¡Angustiado! ¡Desesperado! ¡Y cuando por fin pienso que podíamos llegar a arreglarlo vas tú y te cuelgas y te ríes del brazo de Lord Clinton como si fueras una...!
La bofetada que le dio Victoria no le dejó acabar la frase.
-¡Se puede saber que te pasa! ¡Mi Jeremy jamás hubiera dicho tal cosa! ¡Jamás me hubiera insultado, ni alzado la voz! - le contestó ella.
-¡¿Que qué me pasa!?¡ Tú, maldita sea! ¡Tú eres lo que me pasa! ¡Cómo es que no lo ves! ¡Tú, eres el problema!¡Tú, eres lo que me pasa! ¡Tú y solo tú!- le gritó mientras posaba sus manos en sus hombros y la zarandeaba.
-¡Jeremy...!-comenzó Victoria. Pero él no la dejó a acabar.
-¡No, no te voy a dejar hablar! ¡Cállate! ¡Ya as dicho más que suficiente! ¡¿Querías respuestas!? ¿!Querías sinceridad?! ¡Pues aquí la tienes!¡Tú! ¡Tú eres las respuestas a todas las preguntas! ¿!Por qué te fuiste a la guerra, Jer?¿! Por qué no quisiste acercarte a mí cuando volviste?! ¿Por qué lloraste en nuestra boda?!¿!Qué es eso que veo en tus ojos que no entiendo!? !¿Por qué siempre estás ahí para mí!? ¿! Por qué nunca te has rendido conmigo?! ¿!Por qué te afecta tanto o incluso más que a mí lo que me ha pasado?! ¿!Por qué te enfada tanto que baile con Lord Clinton?! ¡Dios mío Victoria! ¿Cómo no te das cuenta!? !Eres la única, la única que no le lo ve! ¡Todo es por ti! ¡Porque te amo!- le gritó con todas sus fuerzas.- ¡Te amo! ¡No como a una hermana y mucho menos como una amiga!¡Te amo! ¡Te amo como mujer! ¡Llevo toda mi vida completa total y irremediablemente enamorado de ti! !Te amo! -gritó aún más fuerte si cabía- !Te amo! ¿¡Entiendes?! !Llevo amándote toda mi vida! - dijo mientras pasaba sus manos de sus hombros a sujetar la cara de Victoria.-¡Te amo como un loco! !Te amo desesperadamente! ¡Te amo de una manera que ni yo mismo puedo comprender! ¡Te amo más que a mí mismo! ¡Te amo más que a nada en esta vida!-continuó mientras posaba sus manos en sus caderas y la acercaba de un tirón hacia él.- ¡Te amo , Victoria! ¡Y estoy harto de ocultarlo! ¡Te amo!-terminó al tiempo que la atraía hacía sí y la besaba apasionadamente.-Te amo.- le susurró contra su labios.
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