Capítulo Cinco
¡Mini especial navideño!
Subiré capítulo hoy( bastante largo para ser yo) mañana( ese vais a amarlo) y el sábado(con ese simplemente flipareis).
Disfrútenlos.
Y Feliz Navidad💕🎄💕😊😊
-¿Estás listo? - preguntó una muy risueña Victoria de apenas once años.
-Listo.-afirmó un joven Jeremy de tan solo quince años.
Este par, daba igual los años que pasaran, siempre estaban igual.
Travesura tras travesura, diversión tras diversión .
Y castigo tras castigo, claro está. Aunque estes normalmente se los acababa llevando todos Jer, alegando ser el culpable de cualquiera de los numerosos destrozos provocados por las fechorías de ambos.
Victoria nunca intentaba defenderlo, se lo tenía prohibido, él era el mayor, el debía protegerla.
Paparruchas.
Así lo veía ella, así que mientras estaba castigado, normalmente se limitaba a subir el árbol que daba a su habitación y hacerle compañía.
Pues ese solía ser el castigo de él, estar separado de ella.
El tiempo dependía de la gravedad de lo acontecido.
Esta vez, lo que planeaban no era para nada grave, o, bueno, digamos que al menos en principio no lo había sido.
-Amara, pero que bonito tienes el pelo hoy.- le dijo Jer con la más encantadora de sus sonrisas .
La aludida se sonrojó y se tocó distraídamente la elaborada trenza que se había hecho.
-¿De verdad? - preguntó alegre y coqueta. Victoria contempló las escenas rodando los ojos.- La he hecho yo misma.
-¿Tú misma, con esas delicadas manos? - le preguntó él mientras le rozaba una. Ella se sonrojó más si era posible y dejó al momento la bandeja que tenía en las manos sobre la encimera de la cocina .
Jeremy se las cogió entonces al tiempo que hacía como que las examinaba mientras con los pulgares proporcionaba suaves e hipnotizantes caricia sobre sus palmas.
"Vaya que se había metido en el papel" pensó Victoria mientras bufaba. Pero bueno, al menos había conseguido lo que pretendía.
De puntillas y en total silencio, se acercó sin ser vista hasta la mesa de la cocina y metió cuidadosamente cada una de las galletas de la bandeja que Amara acababa de dejar en el bolsillo de su vestido.
Una vez hecho, le hizo un gesto a Jeremy, quien apresuradamente se separó de Amara y corrió hacia Victoria, cuya mano cogió al tiempo que sin demora la arrastraba hacia la puerta que daba al salón de la casa.
-¡Vosotros dos! ¡Se lo diré a Geric!- fue lo último que oyeron que les gritaba antes de estar lo suficientemente lejos como para ya no oírla.
O tal vez simplemente sus gritos se habían visto solapados por las sonoras carcajadas de ellos.
Era 26 de diciembre. Sus familias siempre se juntaban en estas fechas en una gran fiesta navideña en la que casi toda la aristocracia se reunía en el salón de la, por aquel entonces, acaudala familia Adams.
Y a Jeremy y Victoria no podía importarles menos.
Los primeros años había aguantado. Pero después, viendo como se repetía tal martirio una y otra vez por esas fechas, habían decidido evadirlo.
Y lo habían conseguido.
Habían hallado un escondrijo perfecto para permanecer juntos sin que nadie los molestara y que a la vez les permitiría oír si sus padres los llamaban.
Y se encontraba en el lugar más insospechado .
Debajo del árbol de Navidad.
Esto era así pues seguían la norma de que, cuanto más a la vista, más difícil es de encontrar.
Y el árbol, oh el árbol, era tan inmenso...
Una estructura de madera pintada con huecos para poner y encender velas, recubierto con guirnaldas, lazos y tan, tan grande que los niños se pasaban horas y horas debajo de él, justo en el lugar donde lindaba con una esquina, completamente despreocupadamente y ocultos a los ojos de cualquiera, luces del árbol.
Hablando y hablando sin cesar, como estaban haciendo en ese instante en el que Victoria observaba como Jeremy le contaba, entre risas, una anécdota acerca de un perro que había tirado a la estirada Lady Lasdow a un lago.
Si, tenía los típicos granos adolescentes, el pelo totalmente revuelto(nunca se lo arreglabas) y bastante largo. Demasiado.
Pero aún así era innegable lo apuesto que era.
Y amable, bondadoso, generoso, siempre ahí para ella. Siempre.
Casi sin darse cuenta, dejó de escucharlo y se limitó a contemplarlo durante tanto tiempo que este acabó dándose cuenta .
Con la sonrisa aún en los labios, su amigo se giró a mirarla, pero a poco a poco, esta se fue desvaneciendo .
No es como si Jer hubiera hecho algo que le hubiera dejado intuir que se iba a acercar, porque no iba a hacerlo, pero Victoria vio algo en sus ojos, en la forma en la que la contemplaba que no...
Y entonces sucedió, se apartó un poco, tan solo un poco, para evitar un contacto que en realidad no hubiera sucedido, con la mala suerte de darle una involuntaria patada al trocó del árbol , haciendo que este se tambaleara y callera hacia delante.
Los gritos no se hicieron de rogar .
Y después ...
-¡Victoria Jane Adams y Jeremy William Blackthorn! ¡Venid aquí ahora mismo!
......................................
Ya estaba. Lo dejaba. Se rendía. Lo hacía definitivamente. Se había dado por vencida e iba a dejarlo por la paz.
Eso fue lo primero que pensó Victoria aquella lluviosa mañana de diciembre. Que estaba harta.
Todo había comenzado dos semanas atrás .
Ahora, que ya habían pasado, se preguntaba de quién había sido la brillante idea.
Ah si, de Amberly.
Iba a...
En fin, antes de nada y para que lo comprendáis, hay que empezar diciendo que Victoria se había tomado en serie el consejo de su hermana. Muy enserio.
Primero lo había seguido hasta el parque. Allí cabalgaba todas las mañanas desde hacía muchos años, y tenía la absoluta certeza de que lo seguía haciendo.
Jer era un chico de costumbres.
Y efectivamente allí estaba aquella mañana, pero justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, una dama aristocrática y su madre se acercaron a él.Con el propósito de conquistarlo y engatusarlo, por supuesto.
Jer era uno de los mejores partidos de la temporada. Un rico y gentil heredero héroe de guerra. ¿Qué más podía pedir una madre ora su hija?
Así que había tenido que retirarse .
La siguiente vez que lo había intentado había sido en un baile de presentación celebrado por alguien que ni recordaba .
Había estado dispuesta a acorralarlo pese que le pidiera bailar .
Pero nada más verla llegar, como si hubiera visto en su mirada sus planes, cosa que no le hubiera extrañado teniendo en cuenta hasta qué punto la conocía, su presa había desaparecido misteriosamente.
La tercera vez había sido mucho más cuidadosa . Le había pedido a Cristal que lo invitara a su casa .
Bueno, más bien a Harding, pero a través de su hermana .
Bajo ningún concepto le pediría algo así a su cuñado .
Quería demasiado a su orgullo como para hacerlo .
Nada más llegar a casa de su hermana lo vio de espaldas, riéndose con sus amigos, pero nada más mencionar su nombre se había puesto serio y había mencionado una vaga excusa y mirado con recriminación a su amigo antes de irse.
Victoria lo había hecho también segundos después, no queriendo permanecer más tiempo bajo las lastimosas y escrutadoras miradas de su familia.
Esos habían sido malos momentos, sin duda , y ya no hablemos del "casual" encuentro en el jardín de su casa, de cuando había ido a visitar a su madre para verlo, de cómo había convencido a Geric para que hiciera una reunión de negocios con él en su casa ....
Pero nada. Absolutamente nada le permitía hablar con él.
Hasta la noche anterior .
La tarde del día anterior, Victoria se hallaba leyendo un libro sin poder pasar de las primeras líneas cuando Amara había aparecido ofreciéndole unas galletas .
Como si una bombilla se hubiera encendida en su cabeza, cogió una y corrió al jardín.
Desde allí, escaló como pudo el árbol que lindaba con la casa de su amigo .
Casi suspiro de alivio cuando vio la ventana de su cuarto abierta y que este estaba vacío.
Sin dilación, dejó la galleta encima del escritorio pegado a la ventana y corrió a su casa.
Debía arreglarse.
Esa noche iba a reconciliarse con su mejor amigo, por no hablar de que se celebraba el baile navideño anual.
Los invitados y la música llegaron antes de que se diera cuenta .
Ella, con el mejor de sus vestidos, se escondió detrás del árbol, donde permaneció expectante a que llegara Jer.
Pero una hora se fue detrás de otra, y este no lo hizo.
Al final, cuando ni los criados quedaban ya despiertos, subió despacio las escaleras hasta su cuarto, donde encontró algo que le rompió el corazón.
Encima de su cama había una caja, llena hasta arriba de las galletas que habían robado hacía ya tanto tiempo .
Iguales a la galleta que le había dejado a Jer aquella tarde en su cuarto.
Y encima de ellas había una simple nota.
"Feliz Navidad Vi
Jer "
La caja hizo un sonido estridente cuando chocó contra la pared .
Semejante al que hicieron las rodillas de Victoria cuando chocaron contra el suelo donde, consciente ahora sí de que había perdido para siempre a su mejor amigo, permaneció llorando hasta el amanecer.
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