9
Espié detrás de mi espalda para verificar que mi madre no estaba husmeando en algún rincón de la sala y, al percatarme que ella aún continuaba con su labor de cocinar mientras entonaba unas dulces melodías, volví mi visión al teléfono de cable deslucido por los años. Al instante de escuchar la suave y seria voz de Tobias no pude evitar sentirme una gelatina en mi lugar, temblando sin control y observando un punto aleatorio en el suelo. Simulando pura sumisión.
—Lamento no haber llamado antes. Estuve con algunos asuntos que resolver y no tuve mucho tiempo— claudico. —Suenas como adormilado, ¿acaso te he despertado?
Desde el otro lado del auricular logro percibir el roce de su cuerpo entre sus sábanas y cómo una de sus manos reubicaba su almohada cerca de su rostro, ocasionando que se produzca una leve vibración entre su micrófono y sus intentos de acomodarse plenamente. Ante este detalle tan inocente, sonrío como si pudiera ver aquella escena con mis propios ojos.
—Al igual que usted, señorita Lindholm, yo también tengo una vida nocturna bastante activa... De trabajo, en realidad— bromea y deja escapar una risa ronca, imitando los tonos graves de su voz al apenas despertarse. Si apenas podía recuperarme de algo tan simple como lo era su saludo al inicio de la llamada, escuchar cómo pronunciaba mi apellido con aquel distintivo tono en su voz me encaminaba hacia el sendero de la perdición sin retorno. —Descuida. Me he quedado hasta muy entrada la madrugada trabajando. Apenas tengo energías para este día, pero agradezco enormemente que es domingo.
—Pensé que como buen "yo soy mi propio jefe" tendrías el privilegio de manejar tu agenda como quisieras y pudieras decidir los días que trabajarías... Pero incluso tienes el afán de trabajar un sábado por la noche— él ríe suavemente dándome la razón con su silencio. —Señor Forge, usted necesita distenderse un poco más...— pronuncio repitiendo su tono seductor y serio.
Repentinamente ambos nos sumimos en un silencio incómodo por voluntad mutua; su primer balbuceo al momento de contestar me dio la pauta que pretendía seguir mi juego, pero algo lo detuvo en seco, como si estuviese analizando cada una de sus reacciones para que su verdadera actitud no me impacte de lleno con una sorpresa desagradable. En dos pasos consiguió que toda nuestra conversación dé un giro inesperado, puesto que ya ninguno de los dos conocía la llave para iniciar un nuevo tema ni tampoco tenía las agallas para agregar un simple comentario.
¿Acaso tenía miedo de jugar con fuego y quemarse conmigo?
—¿Cómo estuvo tu noche, Eloise? ¿Qué te ha hecho despertarte tan tarde?— cambió el tema de manera muy brusca.
—De hecho, por ese motivo te llamaba— accedo a su diálogo sin mediaciones. —Quería reunirme contigo lo más pronto posible.
Siento movimiento del otro lado de la llamada, como si estuviese incorporándose o tal vez reacomodándose por segunda vez. Esta vez no pude descifrar con lucidez de qué se trataba tanto caos auditivo en su línea. Luego, se sumió al silencio y su voz rompió ese balance.
—Ahora sí soy todo oídos— permanecí inquieta desde el otro lado. «Ahora sí soy todo oídos», eso quiere decir que... ¿No estaba solo en su habitación y por eso ese sonido de movimiento en su cama? Decidí callar mis pensamientos cuando Tobias reanudó su oración, luego tendría tiempo para pensar y repensar esta situación. —A juzgar por el tono de tu voz y la urgencia de la misma, asumo y afirmo que se trata de una emergencia— confirmé su hipótesis con un simple sonido desde mi garganta. —Bien, no te preocupes. ¿Qué tal mañana a primera hora en mi consultorio? ¿Puedes venir, Eloise?
Suspiré del alivio al instante cuando noté que su sugerencia se adaptaba perfectamente a mi necesidad de verlo para comentarle lo sucedido anoche.
—¡Claro que sí! ¿Cuánto tiempo tienes libre antes de que llegue tu primer paciente? No quisiera tomar mucho de tu tiempo— exclamé con inocencia.
—No te preocupes por eso, querida. Ya te he dicho que tienes absoluta prioridad en mi agenda, por consiguiente me encargaré de posponer las primeras sesiones para que podamos conversar más tranquilos, ¿estás de acuerdo?
A juzgar por su entonación y la seriedad con la que transmitió su mensaje, supe de repente que se trataba más bien de una orden ya decidida por él que de una proposición improvisada. A causa de esto, mi única opción era aceptar todos sus parámetros sin chistar, ya que con apenas pocas horas de hablar con él la primera noche, conocí más de su personalidad estricta y autoritaria de lo que podría conseguir en más tiempo.
El verdadero concepto de hombre transparente se estaba desencadenando ahora mismo y me sentía gustosa de ser yo quién presenciara un detalle tan honesto como aquel.
—Pues, sí, gracias por darme un gran espacio en tu agenda, Tobias— confieso algo trastocada por la inmediatez de su respuesta. —Como te estoy llamando desde el teléfono fijo de mi casa es imposible que puedas enviarme los detalles por mensaje a mi celular, así que ¿qué tal si me dictas la dirección de tu consultorio para que pueda anotarla? Sé que tengo algún anotador y lápiz por aquí...
—No hace falta que te acerques sola— interrumpe mi búsqueda en vano de alguna herramienta para tomar nota. —Enviaré a uno de mis hombres a que pase a buscarte a tu casa. Puedes confiar plenamente en ellos... Si quieres verificarlo por ti misma, es un BMW X1 el que irá a por ti mañana temprano— agrega con extrema confianza en su voz. —Se anunciará como Anders.
«Mis hombres», pues claro que él iba a tener seguridad y todas esas clase de excentricidades que tienen los millonarios... Pensé.
—Oh... De acuerdo, será así entonces— comenté algo enajenada. —Creo que será siempre así, ¿verdad?— cuestiono y Tobias permanece en silencio desde el otro lado de la línea. —Tu ''ofreces'' algún plan o una idea y yo simplemente acato. Por más que mi plan suene genial, siempre lo haremos a tu manera— bromeo y él ríe relajado.
—Me halaga que empiece a analizarme, señorita Lindholm. Esto es apenas un comienzo muy breve, un porcentaje muy bajo de lo que verdaderamente soy. Sin embargo, le prometo que no se decepcionará... De hecho me animo a anticiparle que se deje sorprender porque, y sin querer sonar controversial, le daré un giro de 180 grados a su mundo— sentenció con tanta seguridad que me dejó plasmada en mi sillón individual, sosteniendo un teléfono viejo y que me mantenía erguida con un gesto inanimado. Tobias Forge era una caja de sorpresas, la mismísima caja de Pandora. —La veré mañana, señorita Lindholm.
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