1.
— Hola "poeta". — lo saludé mientras lo veía garabatear en su libreta, sentado en las gradas, me senté a su lado y aproveché para hurtar un papel que sobresalía de su mochila; no era ni más ni menos que otro de sus poemas.
— Hola " ladrona de poemas". — me saludó mientras cerraba bien su mochila — ¿Te gustó el poema que me robaste? — me preguntó recalcando las últimas palabras.
— Pues la verdad es que sí. — saqué de mi bolsillo el poema doblado y comencé a leer — «Tu pelo de fuego vuela en el viento...» — Ben se escurrió en su silla avergonzado, y entonces decidí no seguir recitando — ¿De quién habla? — pregunté jugueteando con uno de mis rizos castaños.
— De nadie en especial. — me arrebató de las manos el poema y antes de que pudiera objetar sonó el timbre y fui a mi clase de Matemáticas, que era de las únicas que tenía con Ben.
Cuando la profesora estaba distraída escribiendo en la pizarra algo, gateé hasta la mochila de Ben, la abrí y saqué cuidadosamente una hoja de papel, que efectivamente era otro poema.
— «La chica de los ojos de mar» — leí en el título.
— ¡Ross! — me sobresalté al escuchar mi apellido y choqué contra la mesa — ¿Qué hace en el suelo?
— ¡Ah! Yo... ¡Buscaba mi goma!
— Memorias de Holly
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