CAPÍTULO 5

—NO PUEDO CREER que tu papá tenga una pistola tranquilizante —le dije a Allison. Luego, me di cuenta de lo estúpido que sonaba eso. El papá de Allison vende armas, tiene de todo, una pistola de esas es una nada comparada a otras armas que posee—. Olvida lo que dije, sí lo puedo creer.

Allison alzó la mirada de la pistola, la cual estaba sobre el escritorio de su papá, ella tenía una sonrisa divertida en el rostro, haciendo resaltar los hoyuelos de sus mejillas.

—Tenemos todo lo que te puedas imaginar.

No lo dudaba. Sé que Papá Argent cuenta con todo tipo de armas, la mayoría de las cuales jamás podré aprender el nombre. Ni siquiera puedo imaginarme tantos tipos de armas, mi conocimiento es limitado en esa área, Lydia sabe mucho más sobre esto. Yo me conformo con saber utilizar la ballesta, resulta bastante útil cuando no sabes combatir.

Allison y yo estábamos en su casa, específicamente en la oficina de su padre. Había decidido acompañarla, ya que ella tenía miedo de estar sola. Claro, Allison jamás lo va a admitir; pero podía notarlo en sus ojos. La idea de que su tía se aparezca en su mente, haciéndola imaginar cosas horrendas, no le ayudaba a mantener la compostura. Es por ese motivo que no dudé en seguirla hasta su departamento.

Mientras yo me iba con Allison; Scott, Stiles e Issac se dirigieron a la veterinaria para buscar a Deaton. Hace unos minutos Scott le escribió a Allison que podríamos utilizar Xilacina—un sedante para caballos—para poder atrapar al coyote, es decir, Malia. Scott estaba seguro de que él podría transformarla de vuelta, el problema es que ni él mismo ha logrado convertirse en hombre lobo; todavía no ha logrado controlar sus poderes. Me preocupaba que nuestro Alfa estuviera en esa situación, en especial cuando hay una chica perdida que está siendo cazada por su propio padre. Ni las novelas tienen tanto drama.

—Scott dice que solo tienen tres shots de sedante. —Allison había estado conversando por chat con él desde que llegamos a su casa—. Si solo hay tres oportunidades, no creo poder hacerlo.

Desvió la mirada, apenada de admitir que no se sentía preparada para utilizar la pistola con el sedante. Detesto verla así, derrotada, ni siquiera ha tratado y ya se dio por vencida.

Arqueé una ceja, esperando que continuara; pero no lo hizo. En su lugar, se puso nerviosa y se sentó en uno de los sillones de la oficina, solo para ponerse de pie otra vez y pasearse por el lugar. Rodeaba el escritorio y cuando llegó a estar frente mío, se detuvo. Me tomó por los hombros, clavando su mirada sobre la mía.

—Deberías hacerlo tú —dijo. Ahora veía esperanza en sus ojos.

—¿Yo? —repetí estupefacta—. Allison, ¿estás loca? Tú eres la arquera acá, tú tienes la puntería perfecta. Es tonto que sugieras que yo lo haga.

Si bien, Allison me enseñó a utilizar la ballesta, jamás podré tener su puntería, ella tiene años manejando todo tipo de armas, yo apenas llevo medio año. No hay forma de que le dé en el blanco. Terminaría sedando a los demás y no a Malia.

Nuevamente, una expresión de derrota se formó en su rostro. Deslizó sus manos hasta tomar las mías y cayó de rodillas frente a mí. Me tomó por sorpresa esa acción, Allison jamás se da por vencida, no importa qué.

—Mia, por favor, debes hacerlo tú —suplicó con voz muy baja—. Yo lo arruinaré, por favor, hazlo tú. Temo que mi tía aparezca, no quiero que el sedante se desperdicie o que le caiga a uno de ustedes. Mia, no puedo tirar del gatillo, debes hacerlo tú.

Me dolía que Allison tuviera tan poca confianza en sí misma y todo por esas extrañas pesadillas. Si no fuera por eso, ella lo haría con los ojos cerrados, incluso. La he visto acertar un blanco en movimiento a considerables metros de distancia, ni siquiera yo podía seguirle el ritmo con la vista y ella podía acertar la flecha. Sus habilidades son de otro mundo y las visiones de su tía hace que se lo cuestione. Hace que dude de ella misma.

—Está bien —accedí, aunque no estaba segura de hacerlo—. Si eso te tranquiliza, lo haré yo; pero creo que tú eres perfecta para el trabajo. Yo podría terminar lanzándome el sedante, así de patética soy —bromeé. Allison alzó la vista, nuevamente poniéndose de pie y me abrazó.

—Gracias.

Necesitaba que ella se calmara. Los tres—contando a Stiles y Scott—estaban demasiado estresados, no los culpo por ello; pero es importante que se tranquilicen, si siguen así, no podrán resolver nada. No podremos hacer que Malia regrese a su forma humana.

El timbre de mi celular hizo que nuestro abrazo terminara. Antes de verificar quién me llamaba observé a Allison, quien me brindó una sonrisa ladina. Apreté su mano para demostrarle mi apoyo, ella siempre me tendría a su lado.

El contacto de Stiles aparecía en mi pantalla, con una foto tomada muy de cerca—por él mismo—y que no le favorecía en absoluto. ¿Por qué la gente siempre roba mi celular para cambiar su contacto? Preferí no darle vueltas al asunto, ya que hay cosas más importantes a las cuales debo darles mi atención. Contesté el celular con el audio en altavoz para que Allison escuchara también.

—Hola, Mia —la voz de Stiles sonaba agitada—. Estoy yendo al departamento de Derek con Scott...

Antes de que continuara lo interrumpí, pues la mención del nombre de Derek llamó mi atención. Lo último que supimos de él es que se fue con Cora, su hermana. No creí que volvería a escuchar de él.

—¿Derek volvió? —Incluso Allison se veía sorprendida—. ¿Por qué están yendo a su departamento?

—Uhm... no, no volvió. Nos vamos a reunir con Ethan y Aiden —explicó. Aunque aún no entendía qué tenía que ver una cosa con la otra—. Creemos que ellos podrían sacar el Hombre Lobo interior de Scott.

Allison me miró frunciendo el ceño.

—Creí que ya no eran Alfas —mencionó ella.

—¿Estás seguro de que podrán ayudar? —le pregunté; pero no le di tiempo a responder—. ¿Has llamado a Lydia para pedirle que los ayude a localizarlos?

La única persona—entre nosotros—que podría saber dónde están ellos, es mi bella amiga pelirroja. Así que tiene sentido preguntárselo a ella. Lydia nunca me ha hablado de ellos desde que sucedió todo el drama con la manada de Alfas; pero no necesito que lo haga. Conozco a Lydia más que a mí misma.

—¿Cómo sabe eso? ¿Es psíquica o qué? —se preguntó a sí mismo. Casi podía verlo tratando de averiguar cómo logro descifrar sus planes—. Sí, llamé a Lydia —confirmó—. Deaton dice que, a pesar de que no sean Alfas, pueden ayudar. Así que nos encontraremos en el departamento de Derek.

Allison y yo intercambiamos miradas, ambas con dudas sobre aquella información. ¿En verdad podemos confiar en los gemelos? Bueno, si Deaton dice que pueden ayudar, tal vez es cierto. Ese veterinario sabe más que cualquiera en Beacon Hills.

—Isaac está yendo a casa de Allison para darles los sedantes.

Stiles sonaba algo fastidiado al decir esas últimas palabras. Allison rodó los ojos, ambas sabíamos que Stiles todavía no aguantaba a Isaac. Si tan solo supiera que él me dijo que yo le gustaba... creo que Stiles lo manda a matar.

Asentí a pesar de que no podía verme.

—Bien, avísame si necesitan algo.

—Está bien, Mia, nos vemos luego.

No pasó mucho tiempo para que Issac llegara con los sedantes. Traía un maletín consigo y en cuanto se abrió la puerta del ascensor, alzó la maleta como si eso fuese su pase para ingresar a casa de Allison. Ambas rodamos los ojos y le indicamos que entrara sin hacer tanta tontería; como dije antes, no había tiempo que perder. Además, mi amiga seguía nerviosa, a pesar de que no tenía que ser ella quien usara la pistola, todavía se notaba que se sentía inútil. Me encantaría poder convencerla de que ella jamás podría ser inútil. Es Allison Argent ¡por el amor de dios!

Una vez de regreso en la oficina de papá Argent, nos pusimos a trabajar, ya que debíamos colocar los shots de sedante dentro de las jeringas que usaríamos con la pistola tranquilizante. Isaac estaba frente a Allison y yo en medio de ambos al extremo del escritorio.

—¿Crees poder rastrear a Malia? —le preguntó Allison a Isaac—. Porque si no, estaremos en el bosque un largo tiempo.

Isaac nos entregó a cada una un shot del sedante y Allison nos dio las jeringas.

—Conozco bien su rastro —respondió él con la voz rasposa—. De hecho, es algo fuerte.

Alcé la vista hacia Isaac, quien, al percatarse de mi mirada, sus mejillas se pusieron coloradas.

—¿Qué cosa es? —pregunté.

Me miró y luego negó.

—Es... uhm... orina.

Traté—en verdad traté—de no reírme en su cara. No es que me quisiera burlar de él; pero era una situación graciosa y lamentable. Por cosas como estas agradezco no tener el sentido del olfato tan agudo como ellos. Cuando llegue ese día, si es que llega, lloraré.

—Deja de reírte de mí —Isaac chocó conmigo, haciendo que me balancee y no pueda incrustar la estúpida jeringa dentro del frasco—. Mia, no es gracioso.

A pesar de sus palabras, él tenía una media sonrisa, probablemente luchaba por no reírse al igual que yo.

—Lo siento, Isaac, pero sí lo es —admití—. Ahora eres muy cercano a Malia.

—¡Ya, basta!

Seguí riéndome, mientras ambos terminábamos de pasar el líquido del frasco a la jeringa. Cuando lo tuve listo, alcé la mirada hacia Allison, quien todavía no había podido hacer lo mismo. Sus manos temblaban y me preocupé. Por esa razón no quiere utilizar la pistola tranquilizadora y me pidió que lo haga yo.

—Allison —la llamé—, ¿estás bien?

Al escuchar mi voz se sobresaltó y dejó caer el frasco al suelo. Mientras se agachaba, intercambié miradas con Isaac. Estaba preocupada por ella, demasiado preocupada. ¿Cómo puede afectarle tanto esas pesadillas? Quisiera poder borrarlas y que ella ya no las tuviera.

Cuando Allison se puso de pie otra vez, noté su mirada perdida. Di un paso hacia ella, pero Isaac me detuvo, al inicio no entendí por qué; luego, cuando él me jaló hasta colocarme detrás de su cuerpo, lo supe. Allison tenía una pistola apuntándonos, bueno, a él ahora que yo estaba detrás.

Ambos llamamos a Allison, pero no obtuvimos ninguna reacción de su parte. Los brazos de Isaac no permitían moverme, así que solo me quedaba gritar su nombre y hacerla entrar en razón. Por suerte lo hizo antes de apretar el gatillo.

Allison parpadeó varias veces, como si estuviese despertando de un sueño. Cuando su mirada se fijó en nosotros supe que había vuelto a la realidad y me alivié. Isaac aflojó su agarre en mí y pude acercarme a mi amiga, quien ya había bajado el arma.

—Oh, por dios, lo siento tanto —se disculpó. Se veía tan mortificada por lo sucedido—. En verdad lo siento. No sabía lo que hacía.

Se había puesto de espaldas tratando de bloquearnos; pero no la dejé. Colocándome frente a ella, la envolví en un abrazo que ella devolvió rápidamente.

—Te dije que no podría hacer esto, Mia —murmuró en mi cuello—. No tengo control, no podré lograrlo. Debes hacerlo tú.

—Está bien, no te preocupes por eso. —Sobé su espalda y sobre su hombro vi a Isaac. Le dije que nos dejara solas unos momentos.

Cuando se fue, me separé de Allison y ambas nos sentamos en el suelo. Ella jugaba con un hilo que estaba suelto en la alfombra, mientras yo solo esperaba que me dijera algo. Lo que sea que la hiciera sentir mejor.

—Siento que... —suspiró y relamió sus labios, probablemente evaluaba si decirme lo que sentía o no—. Siento que estoy perdida. Como si algo se hubiera separado de mí aquel día.

Me moví para estar sentada a su lado y no frente a ella. Luego, cogí su mano, para que dejara de jugar con el hilo de la alfombra y la obligué a verme. Su mirada era triste y estaba cabizbaja. No estaba segura de poder ayudarla; pero debía tratarlo. Muchas veces en mi vida me he sentido perdida, aún lo hago—más frecuente de lo que me gustaría admitir—y lo detesto; pero es parte de crecer. En su caso, es por algo sobrenatural y eso complica todo.

—No creo que algo se haya separado de ti —dije al fin—. Estás completa, pero no puedes verlo porque tienes miedo. Es como si tu tía fuese la representación de ese miedo que no te deja actuar como siempre lo haces, que no te deja avanzar.

» Los tres están igual, los tres tienen miedo; pero deben afrontarlo para poder continuar. —Me acomodé en mi lugar, nuevamente estaba frente a frente—. Déjanos ayudarte, a mí, a Lydia, a Isaac, todos estamos aquí para ti. No pienses que estás sola, Allison. Jamás te dejaremos. Jamás.

Una lágrima corrió por su mejilla y me abrazó. Lo hizo con tanta fuerza que pensé que me rompería una costilla. Pero la verdad era que no me importaba si lo hacía—bueno, tal vez sí—, solo quería que Allison supiera lo importante que era para nosotros. Ella no está sola y jamás lo estará.

Se sentía un vacío extraño en la Preserva de Beacon Hills. He venido muchas veces, más desde que me uní—voluntaria e involuntariamente—a la manada de Scott; pero jamás había sentido esto antes. La sensación aumentó cuando salimos de los vehículos. Allison, Isaac y yo habíamos llegado en el auto de la primera. Scott estaba en su moto, mientras que Stiles y Lydia llegaron en el—siempre confiable—Jeep.

Todos nos formamos en un pequeño círculo. Tenía a Isaac a mi lado derecho y a Allison al izquierdo. Creo que los seis esperábamos que alguien tomara la palabra—yo esperaba que fuera Scott—; sin embargo, ninguno habló. Nos mirábamos los unos a los otros con inseguridad. Scott no había logrado llegar a su transformación de hombre lobo, Allison seguía sin confiar en sí misma y Stiles no había dicho una sola palabra. En él eso es tan extraño.

Este encuentro parecía un funeral, todos buscando las palabras correctas que decir y fallando miserablemente al no encontrarlas. El ambiente era tan sombrío que todos estábamos desanimados.

—¿Alguien más cree que estemos haciendo más daño que bien?

Lydia fue la primera en romper el silencio, su voz sonó bastante alta a pesar de hablar con tranquilidad.

—Queremos evitar que un padre mate a su hija —señaló Scott, dejando en claro que estamos haciendo un bien al salvar la vida de Malia. Yo estaba de acuerdo con él, no podemos dejar que ella muera.

—De hecho, queremos evitar que un sujeto mate a un coyote que, en realidad, es su hija, a quien no sabemos cómo convertir de nuevo en su hija. —Isaac, como de costumbre, no ayudaba con sus palabras poco alentadoras, así que le golpeé el pecho para que se detuviera.

Me cuestionó con la mirada, como si no entendiera el porqué de mi reacción. Sobó la parte donde recibió el golpe—como si en verdad le hubiese dolido—y dio un paso hacia atrás.

—Como siempre, nunca ayudas —dijo Stiles a quien le lancé una mirada reprobatoria, yo ya había detenido a Isaac, no había necesidad de que él hablara.

—Trajimos la pistola tranquilizadora —anuncié. Quería regresar al tema importante y estos dos tontos estaban desviándose de él. Scott asintió en mi dirección.

Allison la sacó de la maletera de su auto, sus manos temblaban mientras lo hacía. Me observó para que la tomara y lo hice. Aunque aún estoy convencida de que es ella quien debe hacer esto, no podía negarle la ayuda. Podía ver que se alivió en el momento que acepté el arma, como si un peso se levantara de ella.

Cerró la maletera y al hacerlo, se oyó un disparo a lo lejos. No era tan alto, pero yo logré oírlo, al igual que los dos hombres lobos que nos acompañaban.

—Oyeron eso, ¿verdad? —pregunté.

Todos, menos Scott e Issac, me miraron con extrañez. Inmediatamente, los dos siguieron el sonido, Scott subió a su moto, mientras que Isaac corrió a gran velocidad. Allison y yo fuimos tras ellos, aunque a un paso mucho menos acelerado. Isaac se había alejado demasiado y no podíamos verlo. Fue en ese momento que sentí algo extraño en la planta de mi pie. Mi instinto me dijo que no me moviera, así que, cuando vi lo que había pisado, me asusté al notar una trampa para osos, de esos que solo he visto en caricaturas.

—Allison —mi amiga se detuvo al oír mi voz, estaba a unos metros de mí; pero retornó al ver mi expresión de preocupación.

—Tenemos que seguir, Mia —dijo apresurada.

Un nuevo disparo se escuchó por el bosque, esta vez Allison logró captarlo. No teníamos tiempo para que ella me sacara de esta trampa, tenía que seguir sin mí antes de que Malia sea asesinada por su propio padre.

Tomé un gran suspiro antes de hablar, ya que tenía que convencer a Allison en cuestión de segundos.

—Escúchame bien —el tono de mi voz llamó su atención—. Sé que no crees que puedes hacerlo; pero sí puedes. Debes ir y salvar a Malia, ¿comprendes?

Ella frunció el ceño y dio un paso atrás, como si se sintiera acorralada por mis palabras. Le mostré mi situación actual y ella parpadeó varias veces, cuando por fin asimiló lo que estaba pasando negó.

—No hay tiempo para que me saques de esto —expliqué—. Allison, ve, él está a punto de matar a su hija. Corre.

Le entregué la pistola y las jeringas, las tomó con manos temblorosas; pero al menos las aceptó. Allison estaba asustada, no sé si por mi situación o porque tuviera que hacer el tiro ella misma; finalmente asintió.

—Anda, yo estaré bien —le aseguré.

Allison se fue sin mirar atrás, lo cual agradecí, porque en cuanto se giró mi cara demostró el pánico que sentía. Estoy segura de que el papá de Malia es responsable de esto, no hay nadie más que dejaría estas trampas en la Preserva.

No estuve mucho tiempo sola, ya que Lydia y Stiles aparecieron corriendo de entre los árboles. Se sorprendieron al verme tan inmóvil, lo único que acerté a hacer fue saludarlos con la mano y sonreír de lado. Fue Lydia la que notó mi pie dentro de la trampa para osos.

—¿Cóm...?

Detuve a mi mejor amiga antes de que terminara una pregunta que yo no podía responder. En su lugar, le dije que fuera detrás de Allison. Era más importante que actuara como soporte de nuestra amiga, yo podía esperar. Además, Stiles podría ayudarme.

—Allison fue en esa dirección —señalé—. Anda tras ella, por favor, tienes que darle coraje, cree que no puede usar el tranquilizante, anda. Ayúdala.

—P-pero, tu pie —tartamudeó Lydia, su mirada no dejaba la trampa que tenía atrapado mi pie.

—Ve, es importante, mientras no me mueva no pasará nada —insistí—; pero, si no vas con Allison, Malia podría morir. ¡Ve!

Le he gritado a mis dos mejores amigas en menos de tres minutos a cada una. Estoy segura de que me van a dejar después de esto. Tendré que quedarme solo con la amistad de Scott, Stiles e Isaac. Aunque ellos no son malos, preferiría conservar mi amistad con Lydia y Allison.

Tal vez estoy siendo muy melodramática.

Lydia se fue detrás de Allison, siguiendo la dirección que le indiqué. Esperaba que no se demorara mucho en alcanzarla.

Por otro lado, Stiles no había apartado la mirada de mí. Parecía tan sorprendido de verme en esta situación, como si jamás hubiera estado en peligro. Su mirada pasó de mi rostro a mi pie derecho y la trampa. Estaba segura de que en algún momento este se terminaría cerrando en mi pierna. Puede que Stiles no logre leer la advertencia que está en la trampa, ya que aún tiene problemas, al igual que Allison con su puntería y Scott con sus habilidades de hombre lobo.

Stiles se pasó un buen tiempo observando la trampa, tratando de averiguar una forma de desactivarla. Cuando al final habló, sonaba desolado.

—No sé cómo ayudarte —admitió—. No puedo leer la etiqueta.

En realidad, la solución era sencilla, Stiles podría tomar una foto a la etiqueta con su celular y yo podría leerle las instrucciones y listo. Estaría libre de la trampa; pero eso solo lo haría sentirse inútil y, si esto hubiese pasado hace un año—cuando odiaba a Stiles—le habría dicho cosas hirientes; pero ahora, no puedo. Si la trampa se activa, me dolerá, sí; pero me curaré más rápido que un humano, aunque no tanto como un hombre lobo.

Lo sé, suena insólito que no use mi práctica solución solo por tratar de ayudar a Stiles; pero para mí tiene sentido.

—No la necesitas, Stiles —admití—. Entre tú y yo, ¿cuándo fue la última vez que seguiste las instrucciones de algo? Seamos sinceros, nunca lo has hecho.

Mi pequeña broma no surtió efecto, ya que él seguía nervioso, probablemente más nervioso de lo que yo estaba.

—Mia...

—Stiles, jamás has seguido instrucciones, porque eres demasiado listo, tú siempre te destacas haciendo algo mejor que seguir las indicaciones de otra persona —admití—. Puedes averiguar cosas, crear planes, salvar a tus amigos, salvar a Scott desde el primer día que se volvió hombre lobo... Eres demasiado astuto. Y sé que puedes averiguar cómo desactivar esta trampa. Tu eres siempre el que nos saca de apuros, el que nos salva con tus planes astutos. Así que puedes hacerlo, confío en ti, tú también confía.

Se tomó unos segundos, mientras revisaba la trampa, no podía ver bien lo que hacía, ya que no me quería mover de mi lugar ni siquiera por un milímetro. Así que sólo me quedaba esperar. Sé que Stiles puede averiguarlo, en cualquier otro momento, ya lo habría hecho; pero ahora teme de él mismo.

—Creo que lo tengo, Mia —anunció, podía notar miedo en su tonalidad de voz—. ¿Estás lista?

Asentí.

Stiles tenía la mano sobre un pequeño timón, en cuanto diera la señal, sacaría el pie de la trampa. Contuve el aliento mientras esperaba aquella señal.

—¡Ahora! —exclamó.

Me retiré de la trampa, chocando con Stiles, quien envolvió sus brazos a mi alrededor para que no cayera al suelo. No me había percatado de lo asustada que estaba hasta que sentí sus brazos, su protección. Mi nariz rozó su cuello, provocando que él me diera un beso en la frente y me apretara más a su cuerpo.

La trampa se cerró en cuanto saqué mi pie y el sonido nos asustó a ambos; pero no importaba, porque ya estaba a salvo.

—Gracias —susurré.

Nos apartamos lo suficiente como para intercambiar miradas. Luego, sus labios estaban sobre los míos, tomándome por sorpresa. Me apresuré en seguir el beso que tan desesperadamente necesitaba. Me olvidé de todo y solo lo sentí a él. Sus suaves labios no eran nada gentiles, la adrenalina del momento, que aún seguía corriendo por nuestras venas—por lo que acaba de pasar—hizo que el beso fuera rápido y lleno de emociones.

Mis dedos jugaban con su cabello, mientras que los suyos rozaban mi espalda con delicadeza primero, y luego con necesidad me atrajo a él, hasta que no quedó más espacio entre nosotros. Mis piernas se sentían débiles, porque Stiles me estaba haciendo sentir todo lo que siempre he leído en libros, cosas que sólo él podía lograr.

De pronto, un fuerte rugido llenó el ambiente.

Era Scott, retomando su fuerza de Alfa. Me separé de Stiles cuando empecé a sentir un gran poder recorrer mi cuerpo. Sentí los colmillos aparecer en mi boca y las garras en mis manos. Los ojos de Stiles no abandonaron los míos y sonrió al escuchar el rugido de su mejor amigo y nuestro Alfa.

—¡De eso estoy hablando! —sonrió y luego posó un suave beso al borde de mis labios, cuidando de no cortarse con los colmillos que todavía permanecían a la vista—. No sé qué color me gusta más en tus ojos, los azules, morados o amarillos.

Sonreí.

—¿Necesitas elegir?

Negó.

—Amo los tres colores, Mia.

Mis rasgos de mujer loba desaparecieron rápidamente y Stiles aprovechó en darme otro beso, el cual no duró mucho, pues debíamos encontrar a Scott y los demás. Corrimos uno al lado del otro, me sorprendió tener que seguir el ritmo de Stiles, es decir, tener que ir lento. Aún sentía ese inmenso poder dentro de mí, ya no tenía los colmillos; pero mi rapidez había aumentado.

Cuando por fin nos encontramos con los demás, noté a una nueva chica entre el grupo. Ella usaba la casaca de Scott y, por su apariencia, podía notar que se trataba de Malia. Me sentía tan feliz de verla sana y salva. Allison había logrado acertar con la pistola tranquilizante, al final le había dado al papá de Malia para que no la matara. Fue Scott—con ese rugido que me dio fortaleza—el que hizo regresar a Malia a la normalidad.

Podía ver que mis tres amigos habían recuperado su fortaleza y fe en ellos mismos. Estoy segura de que, a partir de ahora, todo mejoraría.

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