CAPÍTULO 10

EL SEÑOR ARGENT estaba herido y no sabíamos cuál era el motivo. Tanto Allison, Scott, Isaac y yo estábamos en la casa de la primera, esperando a que su padre pueda explicarnos lo que estaba sucediendo. Aún no sabíamos quienes eran esas figuras de negro o porqué dejaban una marca extraña tras la oreja. Él parecía tener las respuestas, por lo que esperamos—lo más pacientemente que pudimos—a que nos contara.

—Sus ojos brillaban —comentó Scott.

Luego de la fiesta Black Light, los cuatro nos dirigimos a casa de Allison para buscar explicaciones. Algo que solo podía esclarecer el papá de esta. Al llegar lo encontramos herido.

El señor Argent asintió a lo que dijo Scott.

—Es como si te miraran dentro del alma.

Isaac se apresuró a decir que era exactamente lo que hicieron con él, pero no era el único, también había sucedido con los gemelos, Derek y Lydia. Lo que significaba que esos seres no iban solamente detrás de hombres lobo. A menos, claro, que Lydia nos haya estado ocultando algo, lo cual dudaba bastante.

—Van detrás de todo aquel que tiene conexión con lo supernatural —aclaró el señor, mientras sus heridas eran atendidas por su hija.

—¿Y quién es el tipo al que persiguieron en Japón? —preguntó Isaac, haciendo referencia al relato que papá Argent había iniciado, pero no terminado.

Entonces, él empezó a explicar todo lo que había sucedido en su primera misión: Su papá—el malnacido que nos hizo la vida imposible hace unos meses—lo envió a una negociación con ese tipo en japón. Su nombre era Kumicho, jefe de un grupo que se hacían llamar los Yakuza. En medio de la negociación, aparecieron esos seres negros buscando al líder del grupo.

—El ejército que protegía a Kumicho no pudo hacer mucho, por más que les dispararon a esos guerreros negros, no lograron hacerles daño y pronto todos estuvieron muertos.

—¿Lo marcaron como lo hicieron con nosotros? —preguntó Isaac.

—No exactamente —respondió—. Ellos mataron a todos los que estaban en su camino, yo logré esconderme y pude sobrevivir. Pero al llegar a Kumicho, sus ojos se tornaron plata y todos sus dientes se volvieron colmillos. Los guerreros lo atravesaron con sus espadas y soltó un grito gutural.

—¿Qué era Kumicho? —pregunté.

—No lo sé —fue su respuesta—. Muy pocos sobrevivieron esa noche, entre ellos había uno llamado Katashi, lo llamaban Silverfinger, porque tenía una prótesis extraña. Supe que él estuvo en el país. Ayer estuve buscándolo.

Isaac señaló a sus heridas e hizo un comentario de que parecía que Katashi no quería ser encontrado, a lo que el señor Argent asintió.

—¿Crees que sabe quiénes son? ¿O qué quieren? —le preguntó Scott. Si Katashi tiene las respuestas que necesitamos, debíamos hacer un esfuerzo por hallarlo entre todos.

—Tal vez.

—¿Qué pasa si no te recuerda? —añadió Allison.

—Recordará esto —respondió él, poniéndose de pie y acercándose a una caja en el escritorio. Al abrirla todos nos asomamos para encontrar una de las máscaras de esos guerreros negros que habíamos visto la noche anterior. Estaba destruida en unos cinco pedazos, pero era fácil de reconocer.

—Katashi iba a ser atacado por los guerreros y no parecía alertado en absoluto —continuó con el relato—. Antes de que le hicieran algo logré dispararle al guerrero en la cara, destrozándole la máscara. Sé que no lo maté. No estoy seguro de que se pueda. Lo único que logré fue retenerlo para que pudiéramos salir de ese lugar.

Scott había tomado una de las piezas de la mascara y preguntó todo lo que nosotros—probablemente—habíamos querido hacer.

—¿Qué había detrás de la máscara?

—Oscuridad absoluta.

No había tenido la oportunidad de conversar con Isaac sobre lo que había ocurrido entre nosotros la noche anterior. Aún no podía creer que lo había besado como si mi vida dependiera de ello. Después del relato del Señor Argent me quedé con Allison en su cuarto, esperando que Scott e Isaac se fueran juntos y así poder evitarlo.

Lo sé, soy una cobarde, pero no me arrepiento.

—Estoy preocupada por mi papá —dijo Allison.

Asentí, hablar sobre eso haría que no pensara en Isaac y el beso de anoche.

—No podemos dejarlo solo —agregó. Su papá nos había dicho que planeaba encontrarse con Silverfinger, solo esperaba que lo contactase para realizar la compra de un arma de los años mil seiscientos. Era su «señuelo» para convencerlo de encontrarse con él cara a cara.

—Podemos ir con tu papá —sugerí.

—Trata de convencerlo de hacer eso —dijo rodando los ojos—. Jamás dejará que vayamos nosotras.

Me encogí de hombros.

—Tal vez sí, Allison.

—Hablaré con él. ¿Te quedarás a desayunar?

Negué. Ya había pasado un cuarto de hora, lo que quería decir que tenía el camino libre para ir a mi casa sin encontrarme con Isaac. Me despedí de Allison y de papá Argent al salir de su departamento. Muchas cosas extrañas estaban pasando en Beacon Hills—algo que no es fuera de lo común—y aún así, mi mayor preocupación es el beso que le di a Isaac.

Mia, deberías ordenar tus prioridades, ya pareces Hermione.

Cuando por fin llegué a mi casa suspiré aliviada. Había logrado evitar a Isaac satisfactoriamente. O al menos eso pensé. La puerta de mi auto se abrió y me encontré cara a cara con el hombre lobo. Maldita sea, ¿por qué no me di cuenta de su presencia antes?

Isaac me ofreció una gran sonrisa y me dio su mano para ayudarme a salir del auto. La acepté y cuando él se inclinó para besarme lo esquivé. Fui sutil al respecto, no parecía haberse dado cuenta de mi rechazo, su sonrisa jamás flaqueó.

—Te iba a esperar afuera de la casa de los Argents, pero al final creí que sería mejor venir a tu casa y conversar sobre lo que sucedió ayer.

Si es posible, su sonrisa se ensanchó aún más.

—Isaac, estoy un poco cansada ahora —contesté antes de que él pudiera decir alguna palabra más. Quería atrasar esta conversación lo más que pudiera—. ¿Qué tal si hablamos otro día? No he dormido nada y luego de lo que nos contó Argent, necesito dormir. Al menos media hora antes de ir a la escuela.

Él asintió.

—¿Quieres que me quede contigo? Ya sabes, esos demonios podrían aparecer.

Oh no, él no podía quedarse conmigo, intentaría hablar sobre lo de anoche y no lograría dormir al menos un rato. Necesito descansar con urgencia.

—Según lo que dijo el papá de Allison solo aparecen en la noche —le recordé—. No creo que vengan por mí.

—No podemos confiarnos.

—Isaac, no te preocupes, todo va a estar bien. Anda a casa de Scott, descansa tú también, ha sido una larga noche.

Demasiado larga.

Isaac acarició mi mejilla y me dio un beso antes de irse. Intenté esquivarlo una vez más, pero se vería muy obvio y quería rechazarlo hablando con él, no con acciones. Así que acepté el beso antes de entrar corriendo a mi casa, donde me encontré con Lobo esperándome en la puerta.

—Lobo, nunca hagas lo que yo hice.

Un hombre lobo estaba fuera de mi casa. No pregunten cómo lo sé, solo lo sé.

Maldita sea, si es Isaac, me moriré.

Tomé una bocanada de aire antes de abrir la puerta y encontrarme cara a cara con Aiden. Me alivió comprobar que no era Isaac, pero luego fruncí el ceño. ¿Qué está haciendo Aiden afuera de mi casa a estas horas de la mañana?

—Buenos días, Mia.

—¿Qué tienen de buenos? —gruñí.

No había podido descansar en absoluto. Solo pensaba en el beso con Isaac, en el rechazo de Stiles, en verlo besar a otra chica y en los demonios que pudieron aparecer en mi casa—sí, lo hacían de noche, pero nadie puede estar completamente seguro.

—Alguien está de mal humor —dijo en tono de burla.

—Y tú no estás haciendo nada para apaciguar mi mal humor —gruñí una vez más. El gemelo había elegido un terrible día para venir a fastidiar—. ¿Qué diablos haces aquí?

—Vine a escoltarte a la escuela.

—¿Por qué?

—Porque hay ninjas demoniacos sueltos y tenemos que protegerte.

—¿Por qué?

¿Desde cuándo Aiden se interesa por ayudarme? Me pregunto si la charla que les di sobre «no ser egoístas y empezar a preocuparse por el resto» había dado frutos. De ser así, me alegraba por ellos; pero eligieron el día más inconveniente para mí. Solo quiero estar sola y terminar el día tranquila para regresar a dormir. Si tenía suerte podría evitar a Isaac y Stiles.

—Ya te dije por qué —contestó con una gran sonrisa en el rostro—. Siéntete especial, Ethan y yo íbamos a cuidar solo a Scott, pero él nos dijo que uno debía venir por ti. Así que aquí estoy.

Entrecerré los ojos.

—Estoy segura de que Scott no dijo eso.

—Bueno, sus palabras exactas fueron: «Esos demonios podrían venir por cualquiera de nosotros, yo soy un Alfa, me puedo cuidar solo; si quieren ayudar a alguien, vayan con Mia».

Hijo de... no, no puedo insultar a Melissa.

¡Hijo del donante de esperma!

Scott, te odio.

—Y nos dividimos —concluyó Ethan.

—No necesito un guardaespaldas. —Estaba cansada de Aiden. No he dormido lo suficiente como para tener fuerzas para soportarlo—. Isaac ya se ofreció y le dije que se fuera. He sobrevivido hasta ahora. Así que te puedes ir.

—No puedo, porque te tengo que cuidar.

Apreté mis puños.

—Aiden, no hagas que te golpee.

—Por favor, Mia, los dos sabemos que soy mucho más fuerte.

—Tengo un perro y no dudaré en usarlo —amenacé.

—Si te refieres a Lobo, puedo confirmarte que somos muy amigos.

¿Amigos?

—¿Desde cuándo conoces a...?

—Eso no es importante —interrumpió él—. Súbete a mi moto, iremos a la escuela.

Lo miré incrédula, él no podía estar hablando en serio. No iría con él a ningún lado, mucho menos me subiría en su moto.

—Irás tú solo a la escuela, porque yo iré en Volbee.

Me dirigí a mi auto, asegurándome de que la puerta de mi casa estuviera bien cerrada. El chico no pareció entender mi mensaje anterior y me acompañó hasta Volbee.

—Está bien, te acompañaré en tu auto.

—No.

—Te escoltaré en la moto, entonces, ahora vamos —dijo y luego con un tono seductor agregó—: A menos de que quieras que nos quedemos en tu casa.

—¿Estás coqueteando conmigo?

—¿Funciona?

Esta fue la gota que derramó el vaso. No puedo creer que Aiden pasó de ser mi «guardaespaldas» a intentar acostarse conmigo. Porque si algo sé de estos gemelos, es que los dos tienen de pasatiempo mantener relaciones sexuales. Estaba harta de tener que oír a Danny y Lydia hablar sobre sus aventuras con ese par de hombres lobos.

—Por supuesto que no —respondí, cada vez estaba más cansada—. Además, ¿no se supone que te gusta Lydia?

—Lydia me ha ignorado desde ayer —parecía mortificado por el hecho—. Y tú no estás mal, si quieres podemos ir a tu casa y pasar un buen día juntos. En tu cama.

El hombre lobo no era para nada sutil.

—Prefiero que los ninjas demoniacos me maten.

—No tienes que ser tan directa.

—Tú no tienes que ser tan puerco.

—Por favor, Mia, desde que terminaste con Stiles no debes haber dormido con nadie. A menos de que Isaac haya tenido una probada.

—Estoy a punto de arrollarte con Volbee —dije y para dar más énfasis encendí el carro.

—¿Eso significa que no quieres regresar conmigo a tu casa?

—Eso significa que, si no sales de mi camino, haré que los ninjas demoniacos se piensen dos veces el dejarte ir.

—Estoy seguro de que no volverán por mí.

—Sabes que mi padre es Deucalion, ¿verdad? —Aiden pareció asustarse por un momento al oír ese nombre—. Su sangre corre por mis venas, puedo matarte si se me da la gana. Tampoco olvides que soy una Sibila.

Alzó sus manos en rendición.

—Bien, no te provocaré más. Ahora vayamos a la escuela, tenemos que encontrarnos con Ethan y Scott.

Rodé los ojos. No esperé a que él subiera a su moto, simplemente me fui con Volbee en dirección a la escuela. Mi mañana se había amargado aún más y todo por la culpa del gemelo. ¿Por qué no me podía dejar en paz? Estaba demasiado estresada. Lo peor es que no sería mi único estrés del día. Cuando llegué a la escuela me encontré inmediatamente con Scott y el otro gemelo. Ambos estaban discutiendo en el estacionamiento.

—¡¿Les tenías que decir que fueran a cuidarme?! —le grité a mi Alfa.

—Pensé que me dejarían en paz —contestó, ni siquiera parecía apenado.

—¿O sea que me utilizaste?

—Lo lamento.

Nunca había tenido tantas ganas de ahorcar a Scott como en ese momento. Me había dejado a la merced de Aiden, estuve a punto de arrollarlo con Volbee.

—¡Claro que lo lamentarás! ¡Mi venganza llegará, Scott y ese día desearás no haber nacido!

Ethan giró a su hermano, quien también se nos había unido en esta hermosa y cálida conversación.

—¿Qué diablos le hiciste a Mia? —le preguntó.

Aiden se encogió de hombros.

—Nada, no ha descansado bien, eso es todo.

—Trató de convencerme de dormir con él.

Scott giró a Aiden y le gruñó. Por fin mostraba algún tipo de emoción, antes no pareció importarle haberme mandado al gemelo a casa.

—Te dije que no intentaras nada de lo que podrías arrepentirte.

—Mia es sexy, no me iba a arrepentir.

—No se refiere a eso —susurró Ethan.

Antes de que el caos se desatase, divisé a Stiles de lejos y por un momento se detuvo mi corazón. No puede ser que siga teniendo ese tipo de reacciones, solamente con verlo de lejos. Estuve tan absorta en él que no me di cuenta de que el pleito entre el Alga y los gemelos había detenido y que Scott se había ido en dirección a su mejor amigo.

—Ahora que Scott se fue y que nos pidió que no lo siguiéramos —comentó Ethan—, supongo que te cuidaremos a ti, Mia.

—Si se me acercan, les diré a Danny y a Lydia que ustedes tienen Clamidia.

—Somos hombres lobo, no podemos contagiarnos de eso —respondió Aiden.

—Danny lo creerá y a Lydia le diré que tienes Clamidia perruna. ¡Ahora déjenme en paz!

Entré a la escuela con desánimo, lo único que quería era regresar a casa e intentar dormir. Pero tenía una misión que cumplir.

Buscar a Isaac.

No, no quería tener esa conversación con él. Mi misión había sido dada por Allison, quien me había llamado durante mi trayecto a la escuela. Katashi había pactado la compra del arma del año mil seiscientos y necesitaba que Isaac lo ayudara a realizar el intercambio. El señor Argent lo hubiera hecho solo si es que Silverfinger aceptaba verlo en persona; lamentablemente ese no sería el caso. Katashi había acordado comprar el arma, sí, pero a través de un intermediario. Acá es donde entraría Isaac, mientras él «vendía» el arma, Allison y su papá buscarían a Katashi. Cuando traté de ofrecerme voluntaria—sí, lo dije a propósito—papá Argent me rechazó.

Mi misión era decirle a Isaac que los ayudara en esta misión. Por supuesto pregunté por qué no le decían Scott, quería hacer lo posible por evitar una conversación con Isaac. Allison solo respondió lo siguiente: «No me jodas y haz lo que digo». Probablemente ella quería evitar hablar con Scott tanto como yo no quería hablar con Isaac.

No la juzgo.

Así que, aquí estaba, buscando a Isaac en lugar de ir a clases. Por suerte, no me demoré en hallarlo, de hecho, Isaac me encontró a mí. Sentí sus brazos rodear mi cintura y sus labios sobre mi cuello. Me sonrojé.

—Hola, Isaac.

—Buenos días, Mia. ¿Pudiste descansar?

—Sí —mentí.

Él estaba tan feliz de verme. Desearía compartir sus sentimientos, todo sería mucho más fácil.

—Isaac, hablé con Allison. Necesitamos tu ayuda.

No demoré en explicarle todo lo que había hablado con Allison. Traté de ser concisa, de todas formas, él tenía que conversar los detalles con ellos. Mientras le explicaba todo, parecía cada vez más reacio a hacer lo que se requería. Me preguntaba si Scott tendría más suerte si le ordena hacer esto como su Alfa.

—No soy un actor, Mia —dijo. Habíamos salido de la escuela, porque no quería que nadie escuchara nuestra conversación—. No voy a hacerme pasar por un hombre grande que va a vender un arma, se van a dar cuenta de que soy un adolescente.

—Isaac, lo harás bien, no es nada complicado. Allison y su papá incluso están preparando notas para que no te olvides de lo que tienes que decir y todo salga a la perfección.

—Va a terminar en un desastre.

—Isaac, el señor Argent no te pediría esto si no supiera que vas a poder hacerlo.

O, si es que Allison hubiera dejado que le pida ayuda a Scott.

—No lo sé, Mia.

—Sé que puedes hacerlo.

—Tal vez podría si tengo un incentivo.

De pronto tenía una sonrisa juguetona en el rostro y eso no podía significar nada bueno.

—¿Incentivo?

Se acercó a mí colocando una mano en mi cintura y la otra bajo mi mentón.

—Sí, ya sabes, un beso de buena suerte.

Un beso. Era solo un beso, podía darle solo un beso y luego hablar con él y decirle la verdad, que no podía salir con él. Que no podía ser su novia.

—¿Eso quiere decir que quieres un beso de la buena suerte de papá Argent? Porque le puedo preguntar, solo no sé si él va a....

—Un beso tuyo, Mia.

Mi intento de desviar la conversación no funcionó para nada.

—Está bie...

Los labios de Isaac se posaron sobre los míos antes de que pudiera terminar la palabra. El beso era diferente al del día anterior. Ayer yo quería besarlo con todo mi ser, hoy no. Pero aún así seguí el beso, si eso era lo que necesitaba para poder ayudar a los Argents y enfrentar a los hombres de Katashi, entonces lo besaría hasta que tuviera la seguridad en sí mismo.

Cuando se separó de mí, su mirada era diferente. Lo veía más maduro. No creí que funcionara, pero se le veía seguro y decidido.

—Siento que puedo lograr todo lo que me proponga —susurró, seguía sin aliento.

—Entonces ve donde los Argents y cumple con la misión —dije con una sonrisa.

Asintió.

—Nos vemos luego, preciosa.

Me dio un beso más antes de irse corriendo de la escuela. Yo me quedé en la misma posición, recostada contra la pared tratando de recobrar el aliento. No sé cómo voy a decirle a Isaac que no podemos estar juntos.

Cuando me dispuse a regresar a la escuela, noté a Scott de pie a unos metros de mí. Por su expresión en el rostro sabía que había visto todo.

Genial.


Ha pasado casi un año.

Lo lamento. Pero acá estoy. Por fin terminé de escribir el capítulo, lo empecé hace un año, pero la historia de Silverfinger me tenía en problemas jaja, no sabía cómo plasmarla bien. Al final hice lo que leyeron y bueno, espero que se haya entendido. El mayor problema es por los que no han visto la serie, espero q esto haya quedado claro (y aprovecho para decirles que vean Teen Wolf, no saben lo que se pierden).

Amigos, estamos viviendo una época difícil, por favor, cuídense mucho. Cuiden a su familia.

Muchas gracias por seguir aquí conmigo y por sus mensajes.

xoxo,

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