Capítulo 58:

Hay quienes alaban dioses por una recompensa celestial, sin embargo yo estaba atrapada con mi dios personal que era tan despiadado como el que relatan en las sagradas escrituras cristianas. Yo había encontrado en el amor la distorsión de una eternidad, puse en mi esposo el peso de una divinidad, me dejé guiar a su nirvana enfermizo, donde vivía una permanencia, era mío, mi dios sexual nunca me dejaría escapar, y tampoco quería irme. Esa era su lunática forma de amarme, y yo estaba encantada con su amor, era la maniática manera de amar de un criminal, de un hombre homosexual, de un padre trastornado, una mezcla letal de los tres que me hacía inmensamente feliz…

—De acuerdo, lo acepto. Yo estaba obsesionado con Jojo, y esa obsesión te trajo a mí, vida mía. Lo que sentía por el profesor Hardy no es lo mismo que siento por ti, es diferente, abismalmente distinto. Mi desquiciada fascinación por ti me ha vuelto un reverendo imbécil, me tienes atado del cuello cómo tu maldito perro, y me gusta, por favor ajusta más mis malditas cuerdas, no me dejes respirar sin ti. No quiero hacerlo sin ti, Mari.

—Te amo, Alec. Los deseos de mi corazón se han cumplido contigo —me abracé a su pecho sintiendo el confort exquisito de estar segura bajo la protección de mi padre.

—Tu embriagante benevolencia de aceptar todo lo que te ofrezco por amor es sublime, insuperable. Estoy perdidamente enamorado de ti, bebé. Jojo solo fue el puente para estar juntos, tú eres mi verdadero amor, solo tú... Eres tú, mi Mari.

—No te quiero cerca de mamá, no lo soporto —lenta y suavemente conseguí calmar mis tormentos, besé sus labios y me atreví a más—. ¿Te divierte torturarme, padre? ¿Por qué me devuelves a mamá precisamente en nuestra luna de miel? No entiendo…

—Fue mi promesa, vaquita. ¿Lo recuerdas? Dije que te devolvería a tu madre cuando te convirtieras oficialmente en mi esposa, y lo eres. Nuestra amistad es sagrada, y un amigo siempre cumple su palabra.

Atacó mis labios con voracidad y no logré contenerme, me colgué de su cuello frotándome sobre su pene, de inmediato me atrapó en sus brazos ahogándome en su divino perfume sofisticado, entre risas coquetas me condujo a otra habitación donde un bello diván sirvió para besarnos sin mesura, y frotar nuestros cuerpos. Aparté mi excitación para resolver otra incertidumbre latente que me estaba atormentando, los anhelos que estaban escondidos en mi corazón me estaban asfixiando…

—Me gusta todo de ti, te prohíbo que cambies, te amo más que a mí misma, de alguna manera me ataste a tu cuerpo y vivo presa de nuestra ordeña como una jodida desquiciada... Yo… He llegado a la cima de la locura por tu amor, por tu modo de consentirme, de cuidarme... Estoy loca por ti, y no me importa nada... Quiero saberlo... ¿Soy tu hija biológica? ¿Ese es el secreto que te empeñas en ocultar? ¡¿Lo soy!? ¿Eso es lo que estás evitando que Misha me confiese? 

—¿Saberlo importa para ser felices...? Vaquita, nada bajo este cielo me va a separar de ti, mucho menos nuestra genética.

—Lo sé, mi amor. Pero no quiero secretos entre nosotros, no quiero enfados, y tampoco malos entendidos. ¿Eres mi padre de verdad?

—Sí, Marina Mulroy de Mulroy. Tú eres mi hija, eres mi dulce hija, mi preciosa y perfecta hija. Biológica o no, nuestro amor es eterno, deja de atormentarte por tonterías que no vienen al caso. 

—Padre… No lo soportaré, y no puedo deshacerme de mamá. ¡Esto es horrible! No lo aguanto, no quiero.

—No, mi amor. Tu madre no es Emma por eso, lo juro...

—Oh, dios mío. ¡Qué alivio…! Fue Lemus, ¿verdad? Debió ser el anciano bien pagado, mi amor. ¿Entonces para qué…?

—Napoleón no quiere colaborar del todo bien sin tus trajes de niña... Acabas de parir a mi primogénito pura sangre, y quiero más, muchos más. Tú ropa de bebé no es adecuada para una madre respetable y tampoco para una dama de alta sociedad en mi país repleto de normas de vestimenta por más que dependa de ti. Necesito llevarte conmigo al municipio o mi cargo político se irá al carajo. Entonces estuve pensando en algunas alternativas sustentables. Tu deber es alimentar mi deseo, sostener que soy tu padre, y tus adorados vestidos de niña no pueden salir de nuestra cueva, es por eso que mamá resulta de mucha ayuda. Emma es tu madre, y necesito que mamá me escuche amando a mi hija, quiero tener a tu madre cerca mientras estoy lactando a mi hija... ¿Lo entiendes?

—¡Oh dios mío! ¡Padre! —Lo entendí perfectamente, mi madre debía descubrir a papá, una felicidad extrema me invadió todo el cuerpo—. ¡Eres un puto genio, mi amor! ¡Te amo!

Me lancé a besarlo desesperadamente, introduje mi lengua a su boca para brindarle tributo a su perversa lengua de cascabel. Alec colocó su enorme mano en mis senos para apartarme con delicadeza, y apaciguar mi calentura.

—Mi niña preciosa. Es tiempo de elegir un juguete de carne y hueso —me dejó sentada y confundida en el bello diván, abrió la puerta de la alcoba dando dos palmadas en el aire, pronto una docena de hombres musculosos ingresaron sonriendo con malicia—. Elige un caballero para divertirnos esta noche. Solo uno, mi bebé.

—¿Ese hombre te va a montar? 

—Sí.

—¿Me va a montar a mí?

—Jamás.

—Perfecto. Quiero el que lo tenga más grande... Ese es mi deseo, quiero escucharte gritar mientras un caballero te parte el trasero, así como tú me lo partes a mí. ¿Te gusta mi propuesta indecente?

—¡Me encantas tú, Mari! 

Disfrutamos inolvidables semanas enteras a pesar del drama de mamá, me miré parada frente al espejo pensando qué ponerme y me decidí por una sonrisa de empatía, era duro para Emma enfrentarse a mi matrimonio con Alec, pero no iba a permitir que nadie me separe de mi adorado príncipe. Me quedé desnuda observando que ya no era la misma torpe chica de hace más de dos años atrás y me gustó lo que vi, recordé las veces que buscaba el talle adecuado para mi ropa de niña y también las frustraciones que tenía de no encajar en el círculo social de mi elegante esposo. Recordé las críticas incontables de Masha tratando de hacerme sentir inferior a los amos de la finca, matándome de hambre para no engordar y seguirle gustando a Malcom. Todo era distinto junto a Alec.

—¿Quieres acompañarnos a comer hoy? —Hice un intento más de sacar a mi madre de su habitación donde se había atrincherado.

—Ni muerta comeré en la misma mesa que ese maldito criminal, Marina. ¿Cómo demonios fuiste capaz de casarte con ese sujeto desquiciado? ¡Alec Mulroy asesinó a John! ¡Ese degenerado abusó de nuestra confianza! ¿No lo entiendes? ¡Ese hombre al que defiendes tanto ha tenido relaciones sexuales con un hombre! ¡Lo forzó a ceder!

—Calla, mamá. Lo sé todo, mi padre no tiene secretos conmigo, papi me ama aunque no lo creas…

—¡¿Lo sabes todo y no haces nada!? Claro que no, por lo visto no te importa. ¡Tienes la desvergüenza de hacer tus malditas obscenidades con esa bestia inhumana en mis putas narices cada noche, Marina!

La dejé parlotear haciendo la cuenta mental de las incontables discusiones que tuvimos por el mismo motivo, sentada al borde de la cama sin ganas de seguir luchando contra sus estúpidos prejuicios, y decidí dejar de darle cuerda a sus reclamos justificados. Mi madre ignoraba mi historia con Alec, y no se molestó en preguntarme cómo había sucedido mi matrimonio, me indignaba su actitud porque ella conocía bien a esa gente, mamá no estaba enterada de todo lo que yo había soportado en su ausencia, no podía arremeter en mi contra de esa manera desconsiderada.

—¡BASTA MAMÁ! —Me harté de sus reclamos, me quité el velo del cabello, caminé descalza y abrí las ventanas para ver el sol de la mañana—. ¡Es ridículo que sigas insistiendo en algo que nunca pasará! Jamás me voy a divorciar de Alec Mulroy porque estoy perdidamente enamorada de mi esposo. ¿Me crees estúpida? Lo conozco perfectamente, sé cómo actúa cuando está enamorado, déjate de dramas.

—¿De qué estás hablando, Marina?

—Para mi esposo es complicado expresar sus sentimientos en esta sociedad de mierda que siempre prohíbe todo, él tiene una forma muy especial de mostrar su interés amoroso evitando el peligro de muerte. Empieza a acechar a su presa con obsequios caros para dejar en evidencia su riqueza y poder, por eso te diste cuenta, ¿verdad? John llevaba a casa obsequios que jamás hubiera podido comprar con su salario mínimo, estaba desempleado, desesperado por llenar la mesa de alimento, y convenientemente le cayó del cielo un joven y millonario hacendado dispuesto a liberarlo de su escasez económica. 

—¡¿QUÉ...!? ¡¿Cómo te atreves a insinuar semejante barbaridad, Mari!?

—Alec estuvo manteniendonos durante años, el profesor no era idiota, debió adivinar las intenciones de su benefactor pero prefirió hacerse el tonto por codicia. Cuando llegó el momento de que el ángel millonario cobre sus favores entonces se convirtió en el diablo de la historia, John no estaba dispuesto a ceder sexualmente por que no era gay, y fue por eso que todo se volvió un caos. ¿Verdad? ¡Dime! ¿Acaso estoy equivocada, mamá? —Me acerqué a ella para enfrentar la verdad, poco a poco ella retrocedió horrorizada—. Tu estúpido marido se creyó un genio americano sacando provecho de un jovencito poseído por su primera ilusión, ¡pero jamás se imaginó que aquel caritativo ruso era un maldito criminal que lo secuestró por imbécil!

—¡Cállate! —Observé el coraje en el rostro de mamá, levantó su brazo bien dispuesta a golpearme y cerré los ojos para recibir su bofetada, sin embargo nada pasó—. ¡Suéltame infeliz!

—¿Qué...? ¡¿Padre...!? —Alec estaba a mi lado sujetando el brazo de mi madre, él había impedido que ella me pegara.

—Marina es mi esposa y le debes respeto, Emma. Entiéndelo de una puta vez, perdiste todo el derecho de lastimarla, ya tuvo suficiente con la mediocre crianza que le brindaste en sus primeros años, por tu bien te sugiero que recuerdes cual es tu lugar —advirtió mi esposo, mi madre salió huyendo vuelta un mar de lágrimas y él no tardó en refugiarme entre sus fornidos brazos—. ¿Te encuentras bien, mi niña hermosa?

—Gracias por espantar a mamá, te amo tanto que no soporto a Emma cerca de ti, yo soy tu esposa —busqué sus ojos y estaban cristalinos, me regaló una radiante sonrisa besándome apasionadamente—. Lamento mucho la mierda que te hizo John...

—Jojo hizo mucho por mí... Gracias a él puedo tenerte conmigo, Hardy fue mi primer amor, lo sabes… Pero tú eres mi esposa, mi devoción, mis mejores charlas, mis profundas emociones, mi religión, mi mejor amiga, mi cómplice y mi preciosa hija... Poseo un corazón, poseo una vida, y ambas las sacrificaría por ti. Valió la pena cada maldito rechazo del profesor Hardy, volvería a soportar todo mientras espero por ti —me apretó con fuerza contra su pecho soltando un hondo suspiro—. Te amo cómo un jodido loco, Mari. Gracias por amarme.

—Te amo, eres el mejor padre del mundo.

Me entregué por completo a su voluntad, y me esforcé en convertirme en una mujer capaz de todo por sostener la enfermedad de mi esposo, un todo que no me hizo avergonzarme de mi matrimonio y el amor abnegado que sentía por mi divino padre. El protocolo de la esposa de un príncipe de la categoría de Alec era más extenuante que un simple alcalde ruso, rituales extraños que tuve que memorizar en pocos días, tenía un horario de baños de incienso para "protegerlo del mal ojo", y ni hablar del manejo de su nueva vestimenta, el guardarropa hindú de mi marido estaba repleto de complejos trajes y pesadas armaduras de batalla estilo medieval. Pocas veces lograba ver a mis hijos, mí obsesivo ruso me llevaba a todos lados mostrándome ante sus súbditos cómo si fuera su talismán, me dediqué a disfrutar de la fortuna y privilegios de su cargo de príncipe hindú, y pasando los meses bajo el sol de Nueva Delhi mamá fue cediendo a comer con nosotros porque se encariñó con su nieto, más obligada por el hambre, y su instinto de abuela protectora.

—Me alegra que nos acompañes a almorzar hoy, mamá. ¿Te gusta la gacela asada? —Quise romper el silencio sepulcral que se formó en la mesa, la notaba hambrienta, su falta de etiqueta en la mesa lo dejó en evidencia, mi corazón se estrujó recordando mis días de hambruna junto a Malcom, entonces ordené que le sirvieran más comida, pero mi bello niño captó mi atención con sus travesuras—. ¿Qué sucede, cariño? ¿Quieres más jugo?

—Terminé todos mis vegetales, quiero moloko de Mari. 

—No, mi hijo hermoso. Primero debes terminar toda tu comida, el postre, y luego te daré tu leche.

—¿Y este niño...? ¿Quién es? —Mi madre observaba a Raymond con curiosidad dejando de acariciar a Alexandro.

—Raymond también es mi hijo, mamá. Es tu primer nieto, y tiene seis años.

—¿Te volviste loca, Mari? ¿A qué edad se supone que te embarazó ese maldito ruso? ¿A los nueve años? —Ella se levantó evidentemente horrorizada—. En ese tiempo tú estabas en América cursando la escuela primaria y este criminal andaba atormentando a mi amado John, ¿en qué momento sucedió?

—Gracias por confirmar mis sospechas, Emma. Estabas enterada que tú patético marido tenía un amante desde el principio, Jojo fue un perfecto mentiroso postergando nuestro viaje a Rusia con la ridícula excusa que no tenía el valor de confesarle a su esposa su verdad. ¡Qué patético!

—¡Patéticos los millones con los que pretendiste comprar a mi esposo, desgraciado! ¡Las personas no tienen precio, no son perros en adopción! —Contraatacó mi madre.

—¡Suficiente, mamá! No quiero discutir contigo otra vez... Raymond es mi hijo, ¡mi hijo! ¿Crees que mi esposo es un jodido santo de la paciencia? ¿Quieres regresar a ese maldito burdel para divertir a los ancianos decrépitos? 

—¿Mi propia hija me está amenazando? ¡¿Amenazas a tu madre por defender a este infeliz criminal!? 

—¿Qué es lo que te molesta, mamá? Quiero entender tu necedad. No estás indignada porque tu marido se dejó seducir por un hombre rico, y más joven que tú, ¿verdad? Te exaspera el hecho de que yo resulté más astuta que tu estúpido marido. ¿Cierto? Al final amarré al becerro de oro casándome con él. ¡Lamento informarte que esta hija a la que creías inútil es más inteligente que tu inútil esposo muerto!

—¡¿Qué barbaridades acabas de decir...!?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top