Capítulo 50:
—Uhh, ¿Qué sabor es? —Drogada de amor masticaba chapoteando entre las burbujas aromáticas, era mi segunda bolsa de malvaviscos gigantes que Alec me había traído para comer mientras me bañaba.
—Nuez y miel, mi niña. Lee el empaque, levanta los brazos salgamos de aquí o te vas a enfermar —obedecí de buena gana ambas órdenes, pero no podia cumplir una.
—Ni siquiera sé qué demonios dice el empaque, ¿qué idioma es este?
—Egipcio, vaquita —secó mi cuerpo y me dejó bajos las cobijas—. Abre las piernas, te echaré crema para evitar las estrías.
—Mi amor… Si te acuestas sobre mí me volveré loca, últimamente estoy más hambrienta de ti, ¡ah! Padre, dámelo…
—Primero la crema, pronto me darás mi heredero. Mi mayor tesoro, un hijo nuestro... —el brazo de mi padre me cubrió y en ese sublime momento sentí que estaba en el lugar correcto junto a mi familia ideal—. Los protegeré con mi propia vida. Lo juro, nadie bajo este cielo va a destruir a mi amada familia perfecta.
—Tengo una duda, ¿puedo preguntar? —Juntó su nariz a mi cabeza aspirando el aroma de mi cabello.
—No, no puedes salir de la cueva y tampoco bajar de la cama hasta que nazca mi nueva adoración. Estás bien protegida aquí, mi niña, afuera es peligroso.
—No es eso. ¿La ofensa es grave?
—Oh, siempre me encargué de cubrir las estupideces de mis tontos sobrinos, pero esta vez es imposible, el mocoso drogadicto te atentó contra tu vida enl pleno conocimiento de que eres mi esposa oficial, usó un barco del clan Khali, y el rabino se enterará de todos modos.
—¿Qué...? No es posible... Malcom se ganó el premio del más idiota de Rusia, ¿Cómo se le ocurre jugar con los barcos del mismo diablo?
—En efecto, cielo. Es un reverendo impertinente, pero eso ya lo sabías. En primer lugar nunca valoraró a una hembra en celo de tu calibre, luego engendró a una niña, y después te golpeó sin descanso perdiéndote como el estúpido que es. ¿Esperabas algo mejor de Malcom?
—Malcom jura que tú...
—Esa es una incriminación sin fundamento. Acepto el hecho que yo le invitaba la bebida de anfibio, pero todos los caballeros lo hacen en este pueblo, incluso Gus. Ese brebaje es un remedio artesanal popular en esta zona, y ninguno de los hombres del pueblo ha caído en dichos vicios deprimentes si no por elección propia. El vicio de ese mocoso lo generó él mismo, por supuesto que le conviene echarme la culpa a todas sus desgracias.
—Tiene sentido... Ah. Te creo, mi amor. Eres mi vida entera... Ambos lo son...—miré a mi vientre ligeramente abultado, y me dediqué a disfrutar del calor corporal de mi esposo.
—No te angusties por temas sin importancia, preciosa. Es mejor arreglar este asunto entre nosotros a esperar que Aarman tome acciones. Ya ha pasado antes con Yulia, no es conveniente ir contra la ley.
—Madre mía...
Me entregué a sus besos bebiendo el elixir de su divina saliva, dejó el pote de crema a un lado y abracé mis piernas a su baja espalda, sabía lo que venía y lo quería, estaba loca por tenerlo otra vez. Había descubierto la cura para mis males, tenía ese trébol de cuatro hojas, sentía que ya nada me faltaba porque ya no necesitaba a nadie más. Había pasado dos meses en completo encierro voluntario y me encantaba cada día más recibiendo su excesivo engreimiento con el que me mantenía embrujada, y justo cuando sus caricias se pusieron calientes Nafar ingresó a nuestra alcoba.
—Honorable príncipe Ali, lamento importunar su descanso matrimonial. Angus lo está esperando en la primera planta, solicita una audiencia con usted, príncipe Ali —anunció la serpiente.
—Acepto la audiencia, por favor atiende bien a mi invitado mientras bajo. Gracias, Nafar —el sombrío empleado se retiró en silencio, y mi esposo escapó de mis brazos para colocarse una bata en verde oscuro—. ¿Quieres bajar, mi amor?
—¿Va a morir alguien...?
—En efecto, es la ley. Ponte un abrigo, cielo.
Mis pies pesaban espantosamente mientras bajaba las escaleras, me había puesto un camisón ligero cubriéndome del frío con un abrigo de visón precioso, y al llegar al salón principal encontramos a Angus muy calmado junto a Vladimir quien parecía muy alterado.
—¡Honorable alcalde! Debe parar esto por el amor a la patria... El consejo de los doce es muy severo con el reglamento, ¡Mish no merece morir! ¡Es mi hermano! También es su sobrino, su propia sangre... ¡La madre patria es testigo, camaradas! —Vladimir defendía con gran coraje la vida del médico.
—Belleza infernal, te amo como no tienes idea...—Angus sujetó la cara de mi esposo, estampó un beso en sus labios el cual me produjo asco y repulsión presenciar, para luego juntar su frente con la de Alec—. Gus lo lamenta mucho.
—Mi esposa es una mujer joven, fuerte y fértil, Chort... La familia tendrá pronto otro heredero a la silla municipal, la amenaza de aborto caducó hace meses —Alec sostuvo la cara de su hermano mayor entre sus manos de la misma forma, el comportamiento de ese par fue tan extraño que lentamente retrocedí mis pasos lejos de ellos.
—¡Padre...! ¡Tío...! ¡Maldita sea! Somos una familia poderosa, debe existir una solución legal para detener este crimen... ¿Padre no dirás nada...? —Rogaba el juez a gritos, sacó un libro de su extraño maletín y lo abrió temblando de miedo—. La ley soviética es muy hermética sobre estos asuntos de honor, pero los protocolos se pueden apelar... Eche un vistazo a esta página, querido alcalde.
—Sangre se paga con sangre, es la ley—sentenció el sujeto calvo, sacó su pistola y mi corazón dejó de funcionar, desde mi ángulo logré ver a Angus elevando el brazo a la altura de la frente de su hijo Vladimir, y con absoluta frialdad disparó, ahogué un grito de terror cuando el cuerpo del juez cayó sobre la alfombra de mi salón, de inmediato Angus miró a mi esposo—. He pagado mi deuda, hermano. Gracias, Gus te debe un favor.
—Es un placer, Mu... —murmuró mi esposo mirando el cadáver de su sobrino sin inmutarse.
Y ahí estaba él, el hombre de mis sueños con el que quería conocer países lejanos y pueblitos nuevos, o simplemente comer palomitas los fines de semana, ver películas, y estar empiernardos después de un día de sexo salvaje. El hombre que amaba con locura terminó siendo una ilusión más, lo único especial que tenía Alec Mulroy es que sabía mentir bonito, y asesinar personas. Poco me importaba su récord criminal, no podía dejar de amarlo con absoluta devoción, nada bajo el cielo gris de Rusia haría que dejara de adorar a mi padre. Pocos minutos después ingresó Olenka, la esposa de Angus y madre de Vladimir junto a otra mujer a llorar al difunto. Aquellas damas elegantes reclamaban el crimen y soltaban su llanto a los pies de mi esposo, Angus caminó muy tranquilo hasta el sofá donde yo estaba junto a la chimenea, me costaba digerir lo que acababa de suceder, Angus ordenó a Dasha servirle un gran vaso de vodka.
—No le interesa, ¿verdad...? —Susurré muy bajo señalando la triste escena de las mujeres llorando—. Su esposa y su nuera están destrozadas por la muerte su hijo, aquel hijo que usted mismo acaba de matar...
—¿Debería importarme? Amo a Masha y nuestras crías son las únicas que valen oro para mí, cuñada. Cuando nazca tu engendro pura sangre lo descubrirás por cuenta propia, siento lástima por el pajarraco que te sirve, le quitaste el título de Madame —respondió sin más bebiendo su licor.
—¡Mató a su hijo!
—Me importa una mierda, tengo siete hijos más. Mal augurio para mi amada Masha, tendrá que completar los ocho otra vez o me conseguiré otra madame que sí pueda parir más becerros pura sangre para mí.
—¿Otra...? —Mi corazón se detuvo por un momento, todavía no llegaba a esa parte del reglamento—. ¿Eso es posible...? ¡Dime! Dios mío… Alec nunca tendrá otra madame, dios es testigo.
—Dios no existe.
—¡Cállese, cuñado! ¿Así de fácil? Es que yo no puedo permitirlo... ¿Somos tan reemplazables para ustedes...? ¡Madre mía! —Me levanté histérica caminando de un lado al otro junto al sofá, estaba horrorizada de solo imaginar a mi padre con otra mujer por tener más hijos—. ¿Le resultó igual de fácil asesinar a John? ¿Fue similar? ¿Un disparo y ya? Una maldita bala de su arma cambió mi destino, ¿así sucedió?
—No fue fácil... Jojo era un buen amigo, amigo de Gus era el profesor intelectual. Muy gracioso, educado y buen amigo.
—¿Usted mató a John por ser buen amigo? Por favor dígame —tomé su mano desesperada, estaba muy afectada, alterada, impactada y necesitaba respuestas.
—Nuestros enemigos lograron infiltrar a varios hombres entre los peones, hombres que hablaban un idioma distinto, Jojo sabía idiomas por mi belleza infernal y descubrió a tiempo, me alertó de la amenaza y de esa manera salvó a mi amada familia. Me hizo un gran favor y me pidió que le devolviera el gesto cuando me lo pidiera. John Hardy me hizo jurar por mi honor que no me negaría a su pedido, y yo juré por mí apellido... Nunca imaginé que mi buen amigo me iba a pedir que yo lo matara, no fue fácil.
—¿Qué...? ¿John hizo eso...? —Fue una cruda revelación que me sacudió entera, me senté a su lado en el sofá, me dolía respirar—. Pero… ¿Por qué...?
—¿No lo sabes? Tú misma lo estás viviendo otra vez, la historia se repite. Jojo fue un prisionero en la anterior finca municipal, mi belleza infernal siempre construye un museo para su amante, un mausoleo del cual nunca podrás salir, no sin él. El profesor Hardy estaba con mi hermano en contra de su voluntad, aquel demente que amas lo retenía a la fuerza, la diferencia es que la cuñada es muy astuta y cedes pronto a sus caprichos, te rindes. En cambio él era un hombre muy rebelde, John no amaba a Alec, nunca cedió. Sólo existe una forma de escapar de las garras de mi belleza infernal, y el agrónomo americano lo entendió muy bien. Existe una sola manera de escapar, y la eligió. Quiso ser libre, y John Hardy ahora es libre —Angus bebió lo que quedaba en su vaso de licor y luego sujetó mi mano clavándome sus aterradores ojos azules—. Tú y yo no podemos ser amigos, cuñada. Matar a otro amigo no es nada lindo para Gus.
—Mierda…—sentí sus fríos dedos presionando mi hombro.
—Gracias por tu visita, Gus. Mi niña sube a la cueva, necesito mucha ordeña para calmarme de toda esta mierda.
—Sí, señor.
Y ahí estaba yo, una torpe chica aferrada del mismo demonio ruso. Levanté los brazos para que mi padre me subiera cargada y volver a quedar encerrada en su cueva de lobo salvaje donde me desgarraba entera. Cedí como una estúpida, le entregué todo lo que quiso como siempre había sucedido entre nosotros. Entre jadeos los recuerdos de nuestras primeras pláticas ocuparon mi mente, y el amor de mi esposo cobró mayor sentido gracias a Gus. Era la primera vez que alguien correspondía a sus afectos retorcidos, era la primera vez que la persona que amaba no intentaba escapar de su maniática manera de proteger, de aislar, de cuidar, de engreír. Todas aquellas acciones descabelladas que a otros amantes espantaron, para mí eran divinas y maravillosas.
—¡AH! Te amo, te amo… Me encantas así, nunca cambies, eres perfecto para mí… ¡Ah..! ¡ALEC!
—Mari… Mi Mari… ¡Maldita sea…! Eres jodidamente apretada, Umm…
—¿Podrías permanecer quieto? Esta corbata es muy lúgubre, no resalta tu bella mirada —inquieta me removí al sentir las caricias de Alec subir por mis muslos mientras terminaba de anudar su corbata, me dolía todo el esqueleto por los intensos días donde se mantuvo descargando sus frustraciones dentro de mi adolorido trasero—. ¿Es necesario asistir? Es decir... Vlad está muerto, su propio padre lo mató y esto me resulta algo... Bastante hipócrita, ¿no te parece?
—Define hipocresía, cielo mío. Verás... Hipócrita me parece la indecente manera de contarle a mis sobrinos que yo solo era tu padre cuando estabas exprimiendo mi leche sin descanso... Y para colmo de tu desvergüenza te presentarás en el sepelio de Vladimir bien colgada de mi brazo convertida en mi esposa.
—¡Idiota...! —Fue imposible reprimir una carcajada por su hilarante respuesta, lancé un fuerte golpe en su antebrazo y luego tiré del nudo de su corbata para besarlo, bajé mi mano lentamente para aprisionar sus testículos vacíos entre mis dedos—. Luché como una perra por dominar las erecciones de tu pene, y no siento culpa de gozar mi merecido premio.
—¿Tanto te gusta? —Su sonrisa socarrona me ocasionó escalofríos, sus enormes dedos apretaron mis nalgas mientras me besaba.
—Eres mi obsesión, mi dios, me volvería loca si no te tengo dentro de mí un solo día follándome sin clemencia. Te amo, mi señor... —su respiración se alteró, y no pedí clemencia por mi cuerpo adolorido, podía soportar más esfuerzo físico—. ¿Alec? Por favor regresemos a la cama...
—La sociedad es hipócrita, bebé —sujetó mi cara apretando mis labios con sus pervertidos dedos que todavía conservaban mi aroma—. La humanidad misma, todo tiene un tinte de hipocresía, es parte del juego de la vida y como todo juego se disfruta —mi gigante verdugo se levantó, con su mano libre bajó el cierre de su pantalón empujándome suavemente para quedar de rodillas ante su divina presencia—. Me perteneces, niña. Tu vida es muy distinta conmigo, deja de pensar que no mereces todo mi imperio. Ahora quiero que ordeñes a tu maldito padre hasta que me obligues a gritar tu nombre...
—Sí, mi señor —observé mi exquisita adicción a escasos milímetros de mi boca, iba a suceder de nuevo, sus brillantes ojos azules me observaban con elevada malicia mientras llenaba su flácido pene con mi saliva—. Ordeñé demasiado a papá anoche... Tus ubres deben estar vacías.
—Oh mi vaquita... Mi dulce niña... Me pones tan malo que... ¡AHH! ¡Joder, Mari!
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