Capítulo 46:
Bienvenida a la finca municipal, usted ha sido seleccionada para ser la esposa del honorable alcalde Mulroy.
Reglas Generales: Amarás a tu esposo por sobre todas las cosas.
—¿Cree que es un solo reglamento? —Dasha soltó mordaz entregándome otro libro más grueso—. Este reglamento son las leyes para la esposa, otras normas muy distintas son para la madame. Y usted, niña, fue condenada a ambos títulos.
—Madre mía... —el pajarraco me entregó un pergamino, estaba mareada por la tensión—. ¿Hay más...?
—Son las opciones para los banquetes del día, la esposa debe elegir el menú que mejor le parezca.
—Jesucristo... Esto es demasiado.
—¿Quiere apostar conmigo, madame? Usted me demostró que es la mejor nodriza para el desalmado alcalde que me robó, estoy segura que volverá a callarme la boca en este nuevo reto.
—Dasha... ¿Quiere volver a pelear conmigo? Creí que esos días habían acabado entre nosotras.
—Marina, con todo respeto, si su desprecio hacia mi persona le ayuda a sobrevivir a su monstruo tirano, del cual agradezco que me haya librado para siempre, con gusto me ofrezco como su enemiga personal. Pero por favor, no muera.
—¿Qué te hace pensar que moriré...?
—Tome, madame.. Limpie la sangre que escurre de sus pechos... —la pelirroja me entregó una gasa empapada de alcohol, en ese momento me di cuenta que Ray, gracias a su succión, estaba abriendo las mordidas que mi esposo me había hecho en mis senos por mantenerse amamantando de manera violenta en nuestros días nupciales.
—Gracias, Dasha... Cu... ¿Cuántos días me retuvo fuera de casa? Es que... Me desmayé... Y… Perdí la noción del tiempo.
—Siete días —la cruda verdad explotó en mi cara, esa vez brotando de la boca de la pelirroja.
—¡Por dios...! ¿Fue por Malcom...?
—Me atrevo a asegurar que es por el joven Misha, por lo que tengo entendido está de regreso en el pueblo —sentí la vieja herida del primer amor fallido, detestaba ese recuerdo recurrente, definitivamente no estaba lista para enfrentarlo—. Usted... ¿Tiene interés en el doctor Mulroy...?
—Alguna vez un hombre sabio me dijo que el amor tiene olor a abono... Y yo... No entendí a lo que se refería en ese momento... Hasta el día que conocí a mi padre... ¿Usted sabe qué olor tengo? Te diré a qué huelo yo... Huelo a Alec Mulroy, todo mi cuerpo huele a ese bastardo lunático... ¿Cómo podría amar a otro hombre cargando este aroma encima...? ¿Cómo...? No queda espacio para nadie más, estoy maldita de Alec.
—Permítame sugerir que mejore su discurso, el joven Misha es parte de esta familia y una persona muy tenaz. No creerá en una historia romántica con el patrón de protagonista, conoce muy bien el carácter del alcalde.
La eficiente Dasha abandonó mi alcoba en silencio, y yo permanecí junto a Raymond disfrutando de su compañía. Platicamos por largo rato, me enteré que sus clases se suspendieron porque no habían conseguido reemplazo para Spencer, y lo llevé a la tercera planta para jugar con él. La adorable sonrisa de mi hijo fue la cura para mis males, me alegraba el alma verlo feliz, contento y sonriente. Disfrutamos de sus nuevos juguetes que estrenamos en una hora bastante divertida, tenía una cláusula maternal implícita dentro de mi corazón, junto a mi hijo todo era perfecto, todo estaría bien, y no iba a permitir que nadie perturbara su felicidad, mucho menos mis enredos con su consentido padre. El almuerzo transcurrió dentro de los límites establecidos, aproveché que mi esposo tenía trabajo pendiente para pasear por los invernaderos comiendo frutas frescas y oliendo las flores silvestres, y después de un grandioso paseo volvimos a la casa para un merecido baño relajante.
—Mueve el pato, Ray. El pato nada... Nadando el pato está, ¿te gusta, cariño? —Le entregué un pato de goma.
—Pato amarillo... ¡Amarillo! Mari... ¿Rojo? —Mi pequeño se inclinó para observar mis heridas—. ¿Sangre?
—Oh... Mari se peleó con una gruesa correa, y la correa ganó... Hizo heridas en Mari.
—¿Duele?
—No, Lemus me dio medicina. Dame un beso —Ray obedeció, y me abrazó para consolarme—. Otro más. Te amo, mi hermoso niño. Mari ama a Ray.
—¡Oh no! Sobre mi puto cadáver, vaquita —mi padre apareció de improviso, y tiró de mi brazo obligándome a salir del agua.
—¡Ay...! ¿Qué te sucede, papi? ¿Estás loco?
—De todos los hombres que espero asesinar por ti jamás aceptaré a mi propio hijo, mi niña.
—¿QUÉ...? Eso jamás, Alec. ¡RAY ES MI HIJO!
—No, Mari. No lo es, y por el bien de nuestro matrimonio espero que hayas suspendido su lactancia. Sabes perfectamente que tú eres mi nodriza, por lo tanto tú leche materna es sólo mía. ¡Dasha! —Tocó la campana con fuerza bufando enojado, me cubrió con una toalla y me dio un beso en la frente.
—Lo siento, papi —abrazando a mi niño en una silenciosa despedida solté un suspiro de rendición.
—Cenaremos en la cueva hoy porque debemos dormir temprano. No hay tiempo, sube a mi lecho, te quiero caliente... El ritual de sello se realizará mañana.
—¿Ritual...?
—Debo marcar a mi vaca sagrada con mi sello personal para proteger a nuestros becerros pura sangre, sobre todo el que viene en camino. Mi niña te sugiero que te prepares, es la ley.
—Padre… Eso duele.
—El fierro caliente aguarda por ti, te marcaré el cuello con mis iniciales... Te marcaré tan profundo que ni en tu próximo nacimiento lograrás borrar mi marca, eres mía.
—¡Idiota! Me estás excitando… —me atrapó entre sus brazos, y Dasha aprovechó para llevarse al niño de mi alcoba—. Estás haciendo algo malo con mi cabeza... Esto no es normal, papi. Tengo pensamientos retorcidos por tu culpa...
—Retorcida me dejarás el alma ahora mismo, abre las piernas.
—¡Alec...!
—Mari... ¿Acaso ignoras que te casaste con un infame degenerado? ¡Obedece!
—Sí, señor.
Todo mejoró cuando dejé de aceptar esos amores desabridos que solo habían jodido mi bonito corazón, tenía un amor que sabía lo que quería y que aunque yo no supiera un carajo de la vida estaba dispuesto a romperse los huesos a mi lado. Eso tenía con Alec, alguien que se dejaba de juegos y de niñerías, era caliente como un adolescente pero también le entraba duro a la vida. Estaba casada con alguien que entendía que amarme era lo más increíble del universo, pobre ilusa de mí, torpe chica perturbada, había terminado presa de la peor cárcel de Rusia.
—"La hermosa esposa brilla como la luna...—estaba atrapada entre mil manos de mujeres extrañas, confundida me dejé alistar para el ritual de nodriza, era la ley de la mafia del clan y yo debía cumplirla al pie de la letra si quería conservar mi privilegiado puesto de madame del alcalde Mulroy—. de su frente cuelga el adorno anhelado..."
Los cánticos de las damas eran en idioma hindú, lo más raro fue darme cuenta que Masha también dominaba aquel complicado dialecto, con los nervios a flor de piel observé a la caravana danzar formando un círculo a mi alrededor, parecían estar cantando para mí pero no entendía una mierda. Masha acercó un tazón con miel y especies que comenzaron a esparcir sobre mi piel sin dejar de bailar y pronunciar sus rezos, todo fue muy extraño, hasta que el ambiente se volvió a oscurecer gracias a la presencia de mi primer amante. Las damas invitaron a bailar a Malcom con ellas, y él accedió de buena gana uniéndose al festejo nupcial. Después de la confesión de mi marido sólo veía en él a un chico ingenuo enamorado que pretendía convertirse en el héroe de una damisela que no quería ser salvada del monstruo, ese era Malcom, un peón más en el tablero de un macabro alcalde poderoso. La tristeza ganó al júbilo cuando nuestras miradas se encontraron, él detuvo su baile quedándose paralizado al verme, su mirada reflejaba todo el dolor que sentía a pesar de estarse esforzando por ocultarlo. Siempre fue malo para mentir, un niño mimado jugando a ser hombre. Una lágrima cayó de sus ojos, había demasiados testigos y era peligroso que se muestre afectado por la ceremonia de su tía política.
—"Por la memoria de nuestra hija, por favor vete..." —moví mis labios sin emitir sonido esperando que Malcom entendiera y lo hizo, porque sonrió con melancolía, correspondí su gesto en respuesta, él era el padre de mi hija fallecida y no podía apartar el oído de mi corazón.
—"Perdóname..."—respondió en la distancia.
Los crueles recuerdos de mi calvario regresaron a mi mente, no pude seguir sosteniendo la mirada en sus ojos. Malcom caminó a paso firme a mi encuentro, se arrodilló ante mí frente al altar de preparación, introdujo sus largos dedos dentro del tazón de miel y yo me quedé observando esos dedos que muchas veces tuve dentro de mí, sacó su mano del preparado y me hizo una seña para que me acercara, deduje que quería untarme miel en la cara, el único espacio de mi cuerpo que todavía no me habían esparcido las damas. Retiré mi cabello a un costado de mi oreja concediéndole el permiso, pero en lugar de sentir el viscoso líquido él me besó en la mejilla. Quedé paralizada, sentir el contacto de sus labios después de mucho tiempo me resultó desagradable, fui besada por un hombre que no era Alec...
—Perdón, mi amor. Regálame un poco de lo que hoy carezco y de lo que ahora te sobra. Esa pizca de creencia, de fe, "llámalo como quieras", y si no te gusta ningún nombre le inventaremos otro. Quiero que este juramento te colme de esperanza, y que el crimen que cometió ese desgraciado no quede impune, el mundo se enterará de este secreto. Pero por mientras, por favor ten paciencia, yo te salvaré de mi tío. Tan sólo regálale esta esperanza a mi querer, Mar. Te juro que te salvaré de las garras del alcalde así sea lo último que haga en esta vida.
—Oh, Malcom... Cállate, no sabes lo que dices.
—¡Larga vida a la hermosa nodriza del alcalde Mulroy! —Exclamó Malcom ocultando su pena, y yo agaché la mirada, fue muy perturbador—. ¡No existe mayor fortuna que ser la esposa del alcalde!
—¡No existe mayor fortuna que ser la esposa del alcalde Mulroy! —Respondieron las damas a la voz de mi nuevo sobrino.
—¡Basta! —Solté un grito de indignación, estaba harta de su hipocresía—. Te perdono, Malcom. Pero jamás volveremos a estar juntos, ya estoy casada, se acabó.
—Yo te amo, Mar. Y voy a…
—¡Yo jamás te amé! Nunca estuve enamorada de ti...
—¿QUÉ...? ¡Mientes! ¡Mientes para proteger a ese asqueroso anciano!!
—Y era una pobre niña intentando sobrevivir al maltrato constante del maldito psicópata que me tenía secuestrada. ¡Sentía terror de ti, te aborrecía...! Me enseñaste a odiarte... ¡CADA GOLPE QUE ME DISTE PARA ADIESTRARME COMO UN MALDITO PERRO! Tú... Me negabas la comida... ¡Estás demente!
—¡Solo hice caso a tu senil esposo, él me aconsejó que hiciera todo eso! ¿Qué parte no entiendes?
—¡Qué fácil te resulta culpar a otro por tu crimen! ¡Es suficiente! El diablo puede tentarte, pero al final de cuentas uno mismo decide aceptar el trato... ¿El alcalde te apuntó con una jodida pistola para obligarte a obedecer?
—¡NO! Pero...
—Alec no es el hombre que me hizo parir prematuramente a golpes... ¡Y me cansé! Me cansé de ti y de tu absurdo pleito con tu estúpido hermano. ¡Oh dios, yo estaba fatigada de ser el pretexto de sus discusiones! No quiero volver a ser un polvo rápido, un revolcón insignificante, un "me quité las ganas que tenía de follar". No quiero ser una sombra pasajera en la vida de un hombre, una noche descontrolada, o un recuerdo vago, una jaqueca después del licor, un orgasmo perdido entre tantos encuentros casuales, ¡Una insignificante esclava! No quiero ser efímera, olvidable, desechable como Leyza... Y eso... Eso es lo que tú me ofreciste, por eso nunca te amé. Yo amo a Alec, y por la memoria de nuestra hija te pido que desaparezcas de mi vida como ella. ¡Quiero olvidar tu asqueroso recuerdo para siempre!
—¿Mar...? Yo... Lo lamento mucho. ¿Tanto daño te hice?
—No tienes una maldita idea, desgraciado...
—De acuerdo... Si eso necesitas para ser feliz, yo acepto. Te entregaré al hombre que amas y te dejaré en paz, pero recuerda esta noche, Marina Hardy. Yo te salvaré del alcalde, ¡lo juro por mi propia vida!
Referencia de escena y música (cántico de la caravana de damas) de este capítulo en multimedia, gracias por leer.👏🏻
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