Capítulo 40:
Nunca pensé que llegaría tan lejos por él, sin embargo la obediencia estaba impresa en mi rutina habitual desde que Malcom mató una parte de mi alma, y me resultó muy fácil continuar con la misma dependencia con mi padre. Era mi demonio calculador, tenía ese equilibrio perfecto entre lo dulce y salvaje, una fiera que me arañaba y me marcaba el cuerpo, a pulso me escribió toda su poesía libidinosa. Lo admito, Alec cumplió todas mis fantasías sexuales mientras me redujo a cenizas con ese par de ojos azules, se tatuó en mi piel sellando con tinta sus embrujos, invocando un par de deidades para dejarme consumir a fuego lento. Alec Mulroy era el perfecto fuego para mis ganas de arder en el infierno, capturó mi pasado y mi presente para consumirlos y convertirme en otra persona distinta, era el pecado perfecto para perderme...
—Muy bonito tu discurso de mierda, alcaldesa. Sabes que estás enferma igual o peor que mi maldito tío, si te niegas a admitirlo es otro asunto —las palabras de Mak me enfadaron más, y el potente flash nubló mi visión—. Sus juegos retorcidos comenzaron desde mi casa, ¿acaso olvidas las primeras fotos que tomé? No tarda en llegar esos cuadros, tu lobo me está presionando con la entrega, pero no depende de mí.
—Oh, no extraño nada de esos días... Sigo teniendo a mi padre, me encargué de sacarlo de la privacidad de nuestra alcoba de chocolate para convertirlo en mi esposo —me acomodé los senos para que sobresaliera más de mi pronunciado escote
—Date vuelta y tócate el rostro... Sí, ¡perfecto! Es tu mejor ángulo... ¿Y qué se supone que es esta mierda de vestimenta? ¿La evolución de su fetiche lobezno? —El fotógrafo estaba cumpliendo el pedido de su exigente tío otra vez ganando miles de rublos por retratar la bizarra versión de esposa que yo había creado para él, y ahí estaba yo, posando como una estúpida niña obediente.
—Soy hija de Alec, y Yulia era rubia, ¿cierto? Es fácil de adivinar mi cambio de cabello... ¿Cuántos años de matrimonio tuvo?
—Un año, tiempo suficiente para terminar muerta y reemplazada por otra chica más joven. Tengo curiosidad por saber cuánto le durará está nueva esposa, contigo sí folla y ese es un factor diferente. Ahora tomaré capturas frontales, ¿lista?
—¿Joven? Madre mía... ¿Qué edad tenía la maldita rusa muerta? —Me acomodé en la postura solicitada, y cedí para el placer de mí esposo.
—Dos años más que tú... ¡Maldición...! —Mak salió de su escondite fotográfico caminando de un lado al otro evidentemente enojado—. Yo... Me gustaba mucho esa chica... Y de pronto se convirtió en mi tía... Y luego estaba muerta... Entonces...
—Oh por dios santo... ¡Maksim...! ¿Te gustaba la rusa asesinada? ¡Tú la amabas! Por eso proteges a Ray... Estás cuidando del hijo de tu primer amor... ¡Oh Maki...! Cuánto lo siento...—intenté levantarme para abrazarlo pero el bufón me detuvo.
—Alto ahí, rata. Ni lo sueñes, yo era demasiado joven para comprarla, y mi nefasto tío es demasiado adinerado para cumplir todos sus caprichos. Una prostituta comprada para tapar la impotencia del alcalde, fue una clásica tragedia que pertenece al pasado, pero lo tuyo... Esto es otro nivel, pareces una maldita niña de doce años... ¡no me jodas! ¿Tanto amas a mi tío para humillarte de esta manera? —Mak me sujetó de los brazos, me levantó a la fuerza y me acercó al espejo.
—¡Suéltame, idiota! ¿Qué te sucede?
—¡Mírate, estúpida! ¿Acaso no lo ves? Debes estar jodidamente enamorada del alcalde para aceptar esta mierda retorcida —la imagen del espejo fue impactante, era un cambio muy radical, sin embargo estaba dispuesta a conservar mi matrimonio. Tenía un distinto color de cabello y maquillaje, ropa tierna y llena de blondas infantiles. María Antonieta estaría muy orgullosa de mí, eso era seguro.
—¡Basta, Mak! —Me solté de sus garras para acomodarme el cabello, y corregí mi labial para enfrentar sus reclamos—. Soy capaz de esto y muchas cosas más, de esta forma anulo la maldita enfermedad homosexual de Alec, y estoy muy feliz con el resultado. ¿Es muy difícil de entender? ¡Amo a Alec! Lamento mucho que Masha no tenga el coraje suficiente para luchar por tu familia, pero a mí me sobra valentía.
—Auch... Eso dolió, rata...—Mak agachó la cabeza, lo notaba afligido, luego me miró con la preocupación impregnada en el rostro—. ¿Qué hará tu estúpido perro cuando te descubra convertida en ese espectro...? ¿Has pensado en eso?
Me importaba una mierda.
—No...
—Disculpe la interrupción, madame Mari. Sus retratos han llegado...—Dasha ingresó al gran salón, y el fotógrafo disimuló su pena de maravilla aplaudiendo a los peones que cargaban mis fotografías gigantes—. ¿El patrón dejó dicho el destino de las fotografías de su difunta esposa? ¿Debo guardarlos en el sótano?
—Llévalos a la hoguera, Dasha... —Popov irrumpió mi sesión, estaba sudando y sus lentes empañados, toda su ropa estaba repleta de cenizas—. El jefe ordenó quemar todo rastro de Yulia.
—¿Qué...? ¿Quemar a Yuli? No... ¡No! Déjame llevarlos por favor, Daniell. No quemes esos cuadros —imploró el bufón, me ocasionó una profunda tristeza su desesperación, pero estaba vibrando de felicidad porque mi esposo estaba cumpliendo mi capricho—. ¿Por qué no la quiere?
—El alcalde Mulroy no quiere pruebas de la existencia de otra mujer en su vida, solo de su esposa aquí presente, madame Mari. Joven Maksim, es mejor que no intervenga —advirtió el secretario, los peones obedecieron y comenzaron a destruir los preciosos retratos de la estúpida rubia difunta frente a mí.
—¡Marina haz algo! ¡Esto es una locura, maldita sea! —Maksim corrió intentando en vano detener la orden del alcalde. Dasha le enseñó una sonrisa amarga y prendió la chimenea en silencio—. ¡Ayúdame!
—De ninguna manera —de pie frente a la hoguera contemplaba otra victoria más en la vida de Alec, creía que sepultar a una difunta sería un caso perdido, pero dichosa me di cuenta que estaba muy equivocada.
—¡Mari! ¡Mari! Mira la mochila que me compró papá para la escuela...—Mi pequeña adoración en miniatura ingresó por la puerta principal cargando en sus manos un morral de explorador muy bonito, su sonrisa era resplandeciente.
—¡Mi niño! —Me incliné quedando a su altura y extendí los brazos para llenarlo de besos, mi hijo reía feliz, su padre lo había llevado a comprar las cosas necesarias para su nueva etapa escolar—. Qué bonita mochila, cariño. ¿La elegiste tú solito?
—Sí... Había una pila... Mari... Una pila enooooorme de mochilas, Mari... Y yo solito elegí la mía —mientras me iba relatando su aventura yo le llenaba de besos las mejillas—. Mari... ¿Quién llora?
—Oh, es tu tío Maki...—caminé con mi hijo en brazos hasta lejos de la enorme chimenea dónde el fuego estaba consumiendo los restos de su verdadera madre.
—¿Por qué llora el tío Maki? —Era una escena bastante deprimente de presenciar, avancé mis pasos al interior del despacho, era mejor alejar a mi niño de los recuerdos que no quería para él.
—Su sombrero favorito se cayó en el fuego, y se está quemando, por eso llora...—me acomodé en el sofá, acosté a mi hijo en mi regazo y saqué uno de mis senos para meterlo en su boca—. Toma despacio, cariño. Falta poco para la segunda comida.
Amamanté a mi hijo por el transcurso de media hora acariciando sus manitas, su rostro angelical y su cabello. Le canté un poco, y luego la puerta se abrió dejándome ver a un apuesto ruso gigante con la mirada puesta en su revista comercial, mis neuronas reaccionaron ante su deliciosa presencia, su elegante manera de caminar, sus gruesos y largos dedos, su fino y costoso traje, su aroma despertando mi deseo. Sonreí como una idiota, él estaba a mi lado otra vez. Tenía mi maldito corazón colgando entre sus piernas, y ya lo estaba anhelando.
—Mi cielo... Tenemos un leve inconveniente...—me besó en los labios, ignorando por completo todo lo que me ocasionó en la mente con el sabor de su lengua, se apartó de improviso por causa de la presencia de su hijo, y elevó una ceja contrariado—. ¿Qué le ocurre al bufón afuera?
—Oh, al bufón le gustaba tu difunta esposa, y no poder quedarse con los retratos de Yulia lo está destrozando, es muy gracioso. Pero ya lo sabías. ¿Verdad? No hay nada que tú no controles —lo reté, y abrió sus ojos exaltado.
—¡¿El bufón está interesado en mi niña!? —Sus gestos de horror me causaron grandes carcajadas.
—¿QUÉ? ¡No! Sabes bien a quien me refiero... Deja de jugar.
—¡No, Mari! No lo sé, tú eres mi única esposa, y no sé de qué demonios estás hablando —volvió a besarme, en esa ocasión fue un beso más caliente.
—Te amo tanto...—gemí sin remedio.
—Tú eres mi única esposa, siempre lo fuiste, ¿estás feliz?
—Estoy tan feliz que podría lamerte entero, mi amor. Espera… ¿Y quién se supone que parió a Ray?
—Mi única madame, por supuesto.
—¿Perdiste el juicio? ¡Ray tiene cinco años! Y yo tengo edad para eso...—arrebató a su hijo de mis brazos y lo separó de mi lado, de inmediato Ray comenzó a llorar somnoliento, estaba a punto de quedarse dormido—. Papi deja a nuestro hijo por favor...
—¡Si, vaquita! He perdido la maldita cordura entre tus piernas, mi cerebro está ahogado en tu leche materna, ¿qué más quieres de mí? —Sujetó fuerte mi brazo, y tiró de mí para acercar mi rostro al suyo—. ¡Necesito tu atención, estoy desesperado!
—Mi señor... Nuestro hijo está aquí, lo estás asustando... —el alcalde miró a su hijo ahogado en llanto, y luego acarició los rubios cabellos del pequeño.
—¡Dasha! —Llamó agitando la campanilla con fuerza y el pajarraco acudió de prisa, muy eficiente como era costumbre—. Lleva a mi hijo a cambiarse, que nadie me interrumpa hasta la hora de la comida.
—Sí, patrón —Dasha abandonó el despacho llevándose a Ray, me quedé quieta en mi lugar.
—Es tiempo de amamantar a tu marido, cielo... ¿Te molesta?
—No, señor. Todo lo que sale de mi cuerpo le pertenece solo a usted, mi señor. Solo a ti, Alec. Todo es tuyo.
—Acuéstate sobre el sofá y descubre tus sabrosas ubres, vaquita...—obedecí muy contenta, y mi exigente esposo no tardó en acostarse sobre mi cuerpo para succionar mi pezón, mi jodido paraíso—. Ni bien pongo un pie en mi casa debes atenderme, no puedes estar alejada de mí, no debes estar lejos de mí.
—Perdón, es que estaba muy feliz mirando cómo se quemaban los retratos de la maldita rusa muerta. ¿Me contarás qué pasó con ella...? ¡Ah! Seguimos siendo amigos… Ah…—me quejé en vano, comenzó a succionar mi leche materna con desesperación frotando su erección encima de mí.
—Debo asistir a una reunión muy importante después de la segunda comida, y no podré acudir a mi cita con la rectora de la escuela de Raymond —cambió de tema el bastardo—. Entonces se me ocurrió una espléndida idea... Después de una grandiosa ordeña, mi esposa asistirá en mi lugar a esa cita escolar. Eres mi madame, y es tu deber atender también a mis becerros por más que no me agrade. Además, debo empezar a controlar mis malditos celos.
—¿En serio? ¿Me dejarás salir de tu finca? ¡Gracias, papi! Con mucho gusto iré a matricular a nuestro hijo... Y, ¡Auch! ¡Ah! Espera... ¿Vas a ordeñarte de postre...? Pero todavía no almorzamos...
—Exacto, cielo. Oh… Maldita sea, eres endemoniadamente apretada. ¡Carajo, Mari!
Adoraba mi nuevo guardarropa, eran vestidos largos y ligeros, sin las pesadas enaguas que lastimaban mis caderas. Zapatillas bajas, lo suficientemente cómodas para correr detrás de un diablillo travieso de cinco años, el escote era excesivo, la costurera había realizado un trabajo excepcional. Tenía mis senos repletos resaltando de forma magnífica gracias a las hormonas que me aplicaba Lemus, era mi arma infalible para captar la atención de un solo hombre, me aplastaba las costillas con el corsé y mis globos mamarios salían dispuestos a dominar la obsesión de mi esposo quien cayó en mi embrujo muy contento. Solté un suspiro de alivio cuando logré escapar de su hora de lactancia, subí al carruaje municipal que estaba custodiado por varios soldados a caballo, y emprendimos el trayecto camino a la escuela. La mirada de Maksim era maliciosa, divertida y cómplice.
—Permíteme felicitar su astucia, honorable alcaldesa vaca. En verdad has vuelto loco al depravado alcalde, ¡bravo! El morbo vence hasta a los más grandes sabios de la historia —aplaudió entre sonrisas, y yo saludé como una reina de certamen en respuesta a su burla—. ¿Qué quieres de mí? El recorrido es corto.
—¿Qué tan peligrosa es la mafia de Khali?
—Aarman Khan gobierna todo el continente asiático y su imperio se extiende rápido. Es decir, no tienes forma de escapar de tu amado anciano lactante, el clan Khali tiene todo comprado; justicia, política, instituciones de control, policía, consulados...
—Suficiente, ya entendí...—mi cabeza estaba a punto de estallar por el pánico—. ¿Cuántas cartas me envió Misha?
—Más de una docena de... Espera... ¿Estás enterada de las cartas que te envía tu perro?
—Claro que lo sé, idiota. Alec asesinó a un mensajero en mis narices, quiero saber si mi padre está retrasando nuestra boda por la estupidez de tu hermano.
—No lo creo... Lo que sí puedo confirmar es que mi tío y tú estúpido perro hicieron un extraño acuerdo. El maldito alcalde le contó una historia muy diferente a lo que realmente ocurre entre ustedes, le aseguró que lo que en realidad buscaba de ti es un matrimonio falso para vivir su homosexualidad junto a Yerik en la clandestinidad, y gracias a tu embarazo no tendría necesidad de consumar nada contigo porque tu bebé sería la confirmación de su hombría dentro del clan. Adoptaría a tu hija como suya por la memoria de su enfermizo amor por Jojo, y eso conmovió a mí torpe hermano, por eso aceptó el trato... ¡Maldito lunático...!
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