Capítulo 3:

—Los cruceros que llegan al extranjero desembarcan dos veces al año en mi pueblo, este lugar no es turístico, y por ende no atrae la presencia de embarcaciones tan costosas. Mi tonto sobrino tardará seis meses en volver, y el mismo tiempo en escapar de aquí contigo —el apuesto hombre que tenía al frente soltó esas reveladoras palabras despreocupado, ajeno a lo que su confesión provocó en mi interior, me estaba brindando nuevas esperanzas de recuperarlo.

Agradecí al cielo confiada en que nuestra relación mejoraría debido a la función que me asignó, primero conquistaría al hijo para llegar al maravilloso padre, seis meses serían suficientes para meterme en su cama, y recuperar sus mimos. Perdí el equilibrio por la emoción que estaba disimulando y me sentí mareada otra vez, pero en esa oportunidad el alcalde tomó al niño, y me guió a un cómodo sillón. Hice lo único que no podía impedirme: llorar de felicidad por la dichosa oportunidad que me había ganado con él. Lloré con fuerza apretando el pequeño cuerpo de ese niño ajeno que sostenía en mi regazo, mientras jugaba con los rizos de mis cabellos.

—Mari...—sus pequeñas manos limpiaron mi lágrimas, y me fijé en sus ojos, estaba más precioso de lo que recordaba, un poco más delgado y somnoliento—. No llores, Marí.

Quedé asombrada, Ray había hablado una frase completa, sus hermosos ojos azules me encontraron, el niño estaba a punto de llorar y no pude soportarlo. Lo abracé con delicadeza contra mi pecho y fue cuando lo decidí, Raymond sería hijo a cualquier costo, de alguna manera llenaría el vacío que me había dejado mi bebé perdido, le daría todo el amor que tenía guardado para Marianne. Raymond recibiría mi corazón que me impidieron darle a mi hija, sería su madre.

—Acepto, señor Mulroy. Juro que seré su mejor nodriza, quizás de esa forma cure las heridas de mi alma, y mi pérdida no sea tan horrible...—besé la mejilla del niño para calmar su llanto, y el pequeño me enseñó una amplia sonrisa. Bajé a Ray de mis brazos y salió corriendo a reanudar sus juegos infantiles, mi ánimo había mejorado gracias al reto.

—No tienes idea cuánto te agradezco, Mari —el alcalde sostuvo mi mano para besar el dorso—. Tengo una importante campaña política que organizar, y necesito dormir bien para estar presentable ante la junta del consejo.

—Oh… La madre de Ray debe estar al mando de las obras de caridad, ¿cierto? —Necesitaba información y mucha—. Eso hacen en América las esposas de los gobernantes, realizan grandes banquetes y reparten...

—Yulia está muerta —me interrumpió Alec y fue cuando entendí la importancia de una nodriza para Raymond.

—Lo... Lo siento, mi amor. No tenía idea que eres viudo…

Reprimí una sonrisa de victoria, fingiendo una pena profunda agaché la mirada. Mi ángel perdido me enseñó el coraje que crece de las entrañas de una madre antes de irse al cielo, y estaba lista para enfrentar cualquier obstáculo para recuperar al alcalde. Yo era una sobreviviente y debía mantenerme a salvo, por ella, por Ray, por mi madre, y por todas las personas esclavizadas injustamente.

—La madre de Ray falleció durante el parto... Mi hijo y tú son almas gemelas, jamás sintió el calor de su madre, ese es el motivo de su falta de lenguaje y su comportamiento descarriado. Mi hijo sólo está clamando el calor maternal que la vida le arrebató, y ni con toda mi fortuna yo podría devolverle. No puedo traer a Yulia de vuelta...—Alec tomó asiento a mi lado y me sostuvo la mano—. Sí cuento contigo cuidando a Ray cómo su madre me brinda el tiempo suficiente para acabar esta contienda electoral, y mandar a traer una nodriza más capacitada del extranjero. Mil gracias, mi niña... Siempre te lo dije, eres muy valiente..

—No tienes nada que agradecer, lo haré con todo gusto porque te amo —busqué sus labios pero el maldito se apartó.

—Acompáñame, te enseñaré tu casa.

Subiendo una enorme escalera tapizada en la segunda planta se abría paso la tercera, todo un piso completo dedicado a brindarle tributo al príncipe del enorme palacio municipal. Alucinada me fijé en todo el derroche de dinero que había en ese lugar, era una réplica exacta de un castillo en miniatura, habían habilitado una zona de juegos, había miles de juguetes de todas las dimensiones, rejas de protección, bayas de seguridad, fuertes de guerra, armas de plástico y madera que sabía bien donde había sido tallada. Era mi sueño de infancia hecho realidad, definitivamente hubiera querido un lugar idéntico para mi hija. Al fondo, detrás de toda esa juguetería infantil de lujo se encontraba una alcoba del mismo tamaño de mi casa de Detroit, era la habitación más tierna y preciosa que había contemplado en mi miserable vida.

—Dios mío... ¿Realmente Ray necesita todo esto...? —Tuve que tocar los adornos para cerciorarme que no era un sueño.

—Esta será tu cama temporalmente, y este es el armario...—Alec abrió ambas puertas dejando al descubierto varios vestidos de seda vaporosos—. Annika dejó sus prendas por la desesperación de escapar, si alguno te gusta te lo puedes quedar. Mañana voy a traer a las modistas para que confeccionen un nuevo guardarropa exclusivo para ti, y ajusten los vestidos que elijas.

—No es necesario, señor Mulroy. Me quedaré una corta temporada y será un gasto en vano —solté indignada por su repentina cortesía, maldito demente.

—Yo insisto, niña. Será un obsequio de mi parte...

—¡¿Un regalo de mi padre!? —Me cubrí la boca con ambas manos, estaba a punto de sufrir un ataque cardíaco debido a la impresión, tenía la latente esperanza de recuperar a mi alcalde excesivamente consentidor—. ¿U-u-usted me volverá a dar obsequios? ¡¿A mí?!

—Por supuesto, niña. No serán tan costosos a comparación de otros, pero lo suficiente para tenerte...

—¡Gracias, papi! —Me lancé sobre él colgándome de su cuello, y me tomé el atrevimiento de besar su áspera mejilla—. No sabe lo que esto significa para mí...

—¿Olvidas lo mucho que te conozco? Lo sé... Pero no hablemos de cosas pasadas, deja de llorar —Me apretó entre sus brazos y de inmediato me quejé, aún seguía adolorida—. ¡Oh mierda! Lo siento, lo siento, Mari. ¿Te lastimé?

—Me duele los pechos, usted me apretó muy fuerte —me aparté para observar los encajes superiores de mi vestido, presionó con su mano mi vientre y comenzó a desatar los pasadores que tenía en el escote—. ¿Qué hace?

—No soy doctor pero puedo echar un vistazo, quiero cerciorarme que tu piel no esté enrojecida, Lemus no está en el pueblo...—estiró mi blusa dejando expuestos mis pechos, y cuando estuve a punto de protestar soltó un sonoro gruñido tomando uno entre sus fríos dedos—. Tus ubres están llenas de leche… ¡Maldición…! ¡Joder Mari!

—Es que… Mi papi se niega a sacarme toda la leche —gemí desvergonzada, y sonreí victoriosa sintiendo la exquisita presión de su boca succionando mi pezón, el maldito alcalde me sujetó para llevarme a la cama del niño, solté una risa sonora de alivio y satisfacción, había vuelto a recuperar su delicioso peso corporal encima de mí, y mis endurecidos senos fueron liberados de la dolorosa carga láctea, mi rubio chupaba mi pezón desesperadamente, estaba desquiciado—. Dios, mi amor… Más fuerte…

—Mi vaquita… ¡Ahhh! Eres dulce, Mari… Dame el otro. ¡El otro! ¡Ahgre! Está lleno… Tu leche es tan sabrosa —abrí mis piernas cuando comenzó a embestir por instinto, busqué la hebilla de su pantalón para sacarlo y lo encontré, comencé a manipular pero estaba seco, llevé mi mano a mi boca para escupir y llenarla de saliva—. ¡Maldita sea, niña indecente! ¿Qué carajos estás haciendo, Mari? ¡Por un demonio!

—Quiero a papi…—la puerta se abrió de improviso, y el pajarraco pelirrojo ingresó con el niño en brazos quedándose perpleja frente a nosotros, fue la primera vez que maldije su espantosa presencia.

La cabeza del político estaba a la altura de mis senos descubiertos, me quedé observando con ironía la reacción de la mujer sin soltar al alcalde de mis brazos, sabía bien lo que duele ver al hombre que te gusta con otra mujer.

—¡Disculpe, patrón! No... No quise interrumpir —se defendió la mujer, estaba hecha un volcán de furia, algo no encajaba en su semblante, parecía avergonzada por haber interrumpido—. ¿Quiere que me lleve al niño?

¿Patrón? Fue una divina revelación para mí, me aguanté golpearlo en su hermosa cara, el pajarraco no era la futura esposa del alcalde, solo una jodida empleada. ¡Maldito mentiroso manipulador! Utilizó a la espantosa mujer para enloquecerme de celos en la fiesta del doctor.

—¡¿Qué?! ¡No! No te lleves a nadie, camarada —Alec soltó mi seno recuperando su postura erguida, y no me quedó más remedio que acomodar correctamente mi ropa, me crucé de brazos muy enfadada, la maldita pelirroja había arruinado mi momento—. Te presento a Marina Mulroy, mi nueva nodriza. Niña, ella es Dasha, el ama de llaves.

—¿Nodriza? —La mujer no se mostró para nada contenta y yo tampoco—. ¿Esta jovencita es la esclava americana de la otra finca?

—Mari nunca fue una esclava, y cuenta con mi absoluta confianza —Alec me señaló como si yo fuera un trofeo y luego me invitó a acercarme a ellos, dudosa obedecí—. Dasha está a cargo de todo el funcionamiento interno de la casa, cualquier duda que tengas ella te ayudará cuando yo vaya al municipio. También te explicará el itinerario de Ray, las normas de convivencia, y vestimenta. Mari dormirá con Raymond unos días, encárgate del resto, Dasha. Me retiro.

—Gracias por todo, señor Mulroy —murmuré bastante afectada, toda esa situación me superó abismalmente.

—Mari, te espero en el comedor para almorzar dentro de una hora —y se fue, dejando al pajarraco babeando por él.

—Creo que empezamos con el pie izquierdo, ¿le parece si lo volvemos a intentar? Hola, Dasha. Soy Marina, la hija del alcalde —le ofrecí mi mano en señal de paz con la esperanza de sepultar el percance de nuestro primer encuentro, pero ella sólo caminó en dirección a la cómoda y sacó dos folders de cartón.

—El folio azul es el horario del honorable alcalde Mulroy, debes memorizarlo todo completo hoy mismo. El fólder rojo contiene las normas de esta casa, si pretendes permanecer mucho tiempo dentro de la finca municipal te sugiero que no se te ocurra infringir ninguna ley —Dasha se asemejaba a un sargento robótico poseído por un ente maligno.

—No pretendo ganarme la enemistad de nadie en mi nueva casa, Dasha. Nosotras no somos distintas, ambas procuramos el bienestar del señor Mulroy.

—Sé perfectamente quien eres, mujerzuela. Hasta aquí llegaron los rumores del infierno que se desató en la finca del señor Angus por tu causa. ¡Y no pienso permitir que destruyas también a mi familia, zorra!

—¡¿Tu familia!? Disculpa si llegué a destruir tu castillo de fantasía, pajarraco. Te recuerdo que eres una insignificante empleada, y yo soy la mujer de Alec. ¿Me acusas de zorra sólo porque sé calentar el lecho de un hombre mayor? ¡Entonces sí soy una zorra, y lo disfruto muchísimo! ¡Al menos yo no oculto mis verdaderas intenciones bajo trapos de seda y oropeles ridículos! ¡No soy una maldita hipócrita como tú, bruja!

—¡Bruja! —Ray llegó a mi lado y levantó ambos brazos exigiendo que lo tome en brazos, obedecí encantada llenando su carita de besos—. ¡Bruja!

🕉️NOTA: Con el debido respeto que te mereces; por favor evita el plagio. Tú vales más que un "copia y pega", te envío todo mi amor. 💕

Besos de chocolate.🍫

👁️‍🗨️Melissa Vilca.☪️

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