Capítulo 25:
—¡Dios mío gracias…! —Capturé el preciado oxígeno desesperada bajando de la cama a gatas, el maldito recién se había dignado a quitarme la mordaza que me puso para evitar que los empleados del hotel vuelvan a tocar la puerta asustados por mis gritos—. Aléjate de mí, ¡estás loco…! ¡Ahhh!
—No hagas ruido, vaquita. No quiero volver a echar al personal de este jodido hotel, me enerva la gente entrometida. Regresa a la cama, te quiero en cuatro, obedece.
Observando su erección aterrada retrocedí arrastrándome por el suelo alfombrado, era la primera vez que gozaba a mi esposo completamente sobria, había pasado muchas horas y los efectos de mis estimulantes había desaparecido, el dolor que me brindaba mi lunático sádico era el peor, me había montado como un maldito toro mecánico pero sin mí fiebre que me ponía bien dispuesta a recibir su lujuria desmedida era insoportable. Cada movimiento de mi rodilla para alejarme fue un completo suplicio, estaba repleto, no me entraba más, y mi mandibula me dolía espantosamente, me había molido entera. Sentí sus garras sosteniendo mi abdomen y mi llanto fluyó sin control, era demasiado, me quería morir.
—No puedo más… Dame más chocolate del termo rojo, papi… Se quedará sin vaca para la ordeña… —soltó una risa burlona y me levantó sobre sus hombros, con el sonido de mis cascabeles de fondo—. Por favor… No quiero morir señor del sagrado cacao vikingo… ¿Tú sí existes?
—Yo existo, Mari. Puedes rezarme a mí, soy tu dios.
—No digas tonterías, papi. No puedo rezarle a un maldito sátiro como tú… ¿Escuchaste sobre el dios Pan? ¡Ahh! —Me dejó caer sobre el amplio y suave colchón, me estaba acomodando para empezar otra vez—. ¡Alec…! ¿Bebiste leche del diablo? Eso debe hacerte daño, no te baja…
—Tu padre solo bebe la leche de su dulce vaquita… Te necesito, Mari… Necesito tu dulce leche materna, tengo sed… Mucha sed de leche tibia —me lanzó una nalgada, el ardor me obligó a llorar apretando la almohada, fue brutal, y después de dos embestidas profundas se detuvo—. ¿Mi amor…?
—¿Qué…desea…mi…niña…? Dulce —sentí el delicioso peso de su cuerpo de golpe, por fortuna se estaba quedando dormido, me dejé caer y él se deslizó a un costado aprisionando mis senos entre sus brazos—. Me tienes loco por ti, amor. ¿Qué puedo hacer…? Estoy cansado, no puedo dormir sin ti.
Cuando escuché sus leves ronquidos a rastras volví a bajar de la cama, me sumergí en el agua para quitarme todo, y reprimí un grito al poner alcohol medicinal en las marcas de los dientes de papá sobre mi piel. No había gritado como una demente gracias a la mordaza pero él sí, y que alguien hubiera escuchado todas las barbaridades que gritó Alec sería bastante embarazoso para mí. Lentamente regresé a la cama encontrando sus ojos brillantes en medio de la penumbra, su pecho desnudo subía y bajaba con rapidez, su expresión herida me explicó lo que mi amado necesitaba de mí con urgencia. Se notaba por encima de la tela de la frazada.
—Esto es lo que querías desde que nos conocimos, ¿cierto? —No tuvo necesidad de pronunciar palabra alguna, me acerqué a él con cautela y me metí bajo las cobijas tomando lo que me había ganado entre mis dedos para meterlo en mi boca—. Quiero casarme contigo lo más pronto posible, márcame entera, deseo tu nombre tatuado en mi piel. Me tienes a tu merced, ¿qué caso tiene esperar más? Estoy como una estúpida a tus pies, igual haré todo lo que tú ordenes.
—Mi niña, nosotros ya estamos casados. Eres mi esposa, y estoy satisfecho. Soy muy feliz a tu lado, pero mi maldito jefe no se quedará tranquilo sin asistir a mi gran boda y verlo con sus propios ojos. Los preparativos nupciales toman su tiempo, maldita sea...—Alec comenzó a jadear de inmediato dejándose llevar, apretaba sus labios con fuerza intentando en vano silenciar los sonidos guturales que escapaban de su garganta, lo notaba muy tenso y nervioso—. Oh... Mi amor... No podría soportarlo de nuevo... No quiero, no puedo perderte, no otra vez.
Quise creer que se estaba refiriendo a mi corta desaparición, el orgullo me sometió llenándome de alegría por mi hazaña. Recordar el estado en el que llegó al hotel elevó mi vanidad, lo había conseguido, había sometido su cordura con mi ausencia. La honda pena que me deprimió los días que me mantuve separada de mi esposo valió la pena, lo tenía atado a mí.
—Lo siento, papi... Tú actitud cambió repentinamente por culpa de tu estúpido asistente y te volviste excesivamente indiferente conmigo… No me gusta… Fue difícil para mí escucharte hablarme de esa forma… ¿Me perdonas?
—Perdóname tú a mí, mi amor. Fui un reverendo imbécil al prestarle más atención a mis responsabilidades externas olvidando lo más importante que tengo en la vida. Me perteneces, Hardy... No volveré a fallar, lo juro —murmuró con dificultad, estaba muy excitado, empujaba sus caderas al encuentro de mi mano—. Me enamoré de ti de una forma muy distinta cuando volviste de la muerte... Eres tú, sigues siendo tú.
Disfruté de las mieles de mi victoria durante horas que luego se transformaron en días enteros. Un paisaje conocido se abrió paso entre los tenebrosos árboles cubiertos de nieve, recostada sobre su pecho admiraba las calles del pueblo, era un ritual entre nosotros que ocurría cada vez que viajábamos en carruaje juntos. Su camisa conservaba aquel aroma a tabaco que había fumado antes de salir del lujoso hotel, era una espléndida mañana estrenando un nuevo vestido muy costoso comprado por mi apuesto consentidor de siempre, y un interesante título civil; la esposa del alcalde Mulroy. Lo que tanto había deseado desde que desperté en mi finca irónicamente se había vuelto realidad..
—¡Maldito viejo ladino! ¿Es que no puedes hacer más que meter tus asquerosos dedos donde no debes? —Alec saludó a Lemus cuando ingresamos al consultorio de la clínica Nikiforov.
—¡Qué grata sorpresa, Ali! —El anciano abrazó muy efusivamente al alcalde, y luego me miró de pies a cabeza sonriendo burlón—. ¿El ruso sátiro detrás del trasero de su hija? ¡Qué novedad...! Criatura me alegra verte completamente recuperada, bienvenida a este, su nosocomio de confianza.
—Es muy grato visitarlo otra vez, doctor Nikiforov...—El viejo cretino también sabía sobre el romance de mi padre con Yerik, como bien me dijo Mak, el anciano era la tapadera de mi esposo, necesitaba mayor información al respecto.
—Tengo un grave predicamento, Lemus... Toma asiento, cielo —me ordenó y obedecí siendo atendida por la servil enfermera quien me ofreció hasta un riñón de repuesto—. Acabo de salir de una corta pero espléndida luna de miel, y descubrí que Napoleón colabora mientras ordeño las ubres de mi hija, pero esta exquisita leche materna es limitada y se acaba en muy pocas succiones. ¡Revísala!
—Oh Ali... Esa es una buena noticia, al fin tú maldito animal encontró su verdadero establo, ¡una niña fértil como la naturaleza misma! ¡Bienaventurado seas, mi sátiro del demonio! —el anciano besó el rostro de mi esposo muy contento—. Bien, tú pequeña esposa perdió a su hija, más no la lactancia, tendrás un suministro de leche materna equivalente a la edad y el peso de un bebé, ¡no de un adulto goloso! Generalmente la etapa de producción depende de una dieta balanceada, y dura aproximadamente seis meses. ya que la dueña está muerta. ¿Pensaste bien las cosas?
—¡¿Qué!? Seis meses es una mierda, ¡es muy poco tiempo! ¿Qué clase de maldita naturaleza femenina es esta? No me jodas, Lemus. ¡Arréglalo! Quiero más cantidad por tiempo ilimitado —el alcalde vociferaba al borde de un infarto, parecía nervioso.
—Mi amor, cálmate. Lo que sea que te moleste de mi lactancia seguramente el doctor Nikiforov lo solucionará —solté entre bocados, me había pedido pastel y malteada que no tardaron en traer.
—Lo que deseas es posible gracias a la maravillosa ciencia moderna… Sin embargo, hay consecuencias. Lo sabes desde el cruel incidente de la cabaña, tu esposa tardará en gestar otro niño en su útero, su matriz fue mancillada y debe recuperarse para el correcto crecimiento de un nuevo feto. Tendría que llenarla de hormonas y medicina que posiblemente alteren su conducta y fertilidad. La lactancia materna para un adulto de tu porte y consumo es difícil de conservar, en un solo día acabarás la ración que ingiere un infante en varios meses. ¿Cuándo fue tu última menstruación, criatura?
—Antes... De mi embarazo —recordarlo dolió, de inmediato el rubio sostuvo mi mano mirándome con ternura.
—Perfecto. Tu ciclo menstrual no tardará en normalizarse y cuando eso suceda no olvides anotar la fecha, de tener un retraso de inmediato debes pasar a consulta —Lemus sacó muchos pomos de jarabes, cremas y pomadas colocándolos sobre su escritorio—. Los verdes son vitaminas para no suspender tu producción láctea por la muerte de tu hija, tus senos se pondrán más hinchados, más de lo debido por lo tanto dolerán si el criminal que tienes de marido no te ordeña a diario. Los pomos rojos son para evitar una infección en los pezones, y el resto... Eso lo sabes bien, criatura. Yo mismo realizaré en mi laboratorio tu tratamiento a base de inyecciones hormonales, pasaré por la finca municipal mañana a primera hora.
—Haré lo que sea necesario para que papi esté feliz...—reconocí los medicamentos para cuidar mi zona trasera, todo lo que me aplicaba en la finca del terror, y algunos más precisos—. ¿Esta crema para qué sirve...?
—Conozco a este desgraciado desde hace varios años, te aliviará el dolor en cuestión de minutos, lo prometo —el alcalde soltó una gran carcajada ante la respuesta de su amigo, y después besó el dorso de mi mano—. Por último, ¿te causó alguna molestia la inyección que te apliqué ese día en el hotel? Es un nuevo lote de estimulantes chinos, y tengo que llevar el seguimiento por si se presenta alguna reacción adversa.
—¿Usted estuvo en el hotel? ¡¿Qué…!? Es que… No lo recuerdo, doctor Nikiforov… ¿Estoy mal de la cabeza? ¡¿Por qué no me acuerdo de su visita!? —La enfermera me tomó muestras de sangre.
—No te angusties, cielo. Fue demasiado desgaste físico y mental para ti, estabas muy cansada y es fácil olvidar algunas cosas por los efectos de la medicina —la confesión de Alec me dejó más tranquila, el bufón no mintió.
—Tienes razón... Gracias, papi. Entonces yo… Solo te necesito a ti, eres mi héroe...—murmuré bastante perturbada, su brazo rodeó mi hombro pegándome a su pecho.
—En ese caso, creo que eso sería todo. Mandaré las muestras al laboratorio para los exámenes de rutina, no duden en visitarme cuando se presente la mínima molestia.
—Gracias, ladino...—Alec besó mi frente y el doctor le entregó el paquete de medicamentos—. Mari debe encargar un hijo mío después de la fiesta de boda oficial, es la ley, y debo cumplirla. Encárgate de todo.
—Tu primogénito Mulroy Mulroy es un hecho, Rufián... No me vengas con estupideces, te conozco, y te conviene preñar a tu vaca de oro —Lemus se levantó sonriendo de manera siniestra para acompañarnos a la salida—. Espero la invitación a su grandiosa boda, no me perderé ese evento por nada del mundo. Señora Mulroy, es un placer atenderle.
—¿Por qué me sigues desmayando durante la ordeña? No tienes nada que ocultar, sé toda tu verdad. ¿Acaso hay más secretos? —Sentada encima de las piernas de mi esposo me quejé en el trayecto de regreso, la corona me estorbaba demasiado.
—Exacto, mi amor. Por eso mismo, sucede durante nuestra exquisita ordeña, eres tan deliciosa que no quiero parar aunque mis empleados lleguen a decirme cosas del trabajo. Te amo tanto, y hay cosas de mi oficio que no quiero que te enteres todavía, entonces no me queda más remedio que mandarte a dormir hasta que se vayan.
—¿Fue por eso?
—Soy un hombre malo al servicio de un hombre mucho más malo que yo, mi amor. No tienes idea de cuánto, y es mejor que no lo sepas nunca. ¿Te sientes cómoda, Mari? —El coche volvió a detenerse, bajé algo melancólica y grande fue mi asombro cuando descubrí que estábamos frente a la cabaña de la laguna.
—¡Dios mío, Alec...! ¿Qué hacemos aquí...?
—Tú me otorgaste licencia, mi cielo. Organicé una pequeña ceremonia privada para despedir a Marianne —me ofreció su mano y de esa manera caminamos juntos al interior de la casita que guardaba los terroríficos recuerdos del secuestro que me hizo Malcom—. Es tiempo de dejar ir a tu hija, y ocupar toda tu memoria en mí, que soy tu esposo. No pienso ceder un solo espacio en tu mente para nadie más que yo. ¿Lo entiendes, vaquita? Es la manera correcta de formar una nueva familia juntos, limpia de todas las malas memorias del pasado. ¿Te gusta la idea?
¿Aburridos de las actualizaciones? Me lo imaginaba:'v Espero su amor en comentarios, os quiero hasta el infinito.💕
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