Capítulo 23:

“Ten cuidado con lo que deseas”, esa frase siempre repetía mi madre cada vez que quería empapelar Detroit con el anuncio de búsqueda del profesor Hardy, pero después de algunos años esas palabras cobraron sentido. John estaba muerto como lo habían pronosticado, y me arrepentí de no haber valorado mejor a mi madre. Llegando a la zona comercial del pueblo miré por la ventana del carruaje el agua de la fuente de la plaza principal, eran las mismas avenidas que conocí por el alcalde, aquel céntrico lugar en donde tantas veces paseamos juntos algunas semanas atrás, sin embargo nada parecía igual, todo lucía gris y sin gracia. Me faltaba todo, no tenía nada, extrañaba a mi ardiente padre, a su inmensa fortuna con la que no dudaba en consentirme. Todo cambia cuando no cuentas con dinero y poder, sentí mi corazón romperse un poco más. Disfruté casi un año de divina amistad, y un adiós sin despedida, once meses de visitas y pláticas extendidas, meses que parecían poco y a la vez mucho. Aguanté la respiración, me dolía el pecho y sentí muchas ganas de llorar, los caballos se abrieron paso entre el tumulto de gente sin expresión alguna, y fui cayendo en un estado automático de inexistencia. Respondía por inercia con pocas ganas de seguir viviendo, con el dolor que guardaba en el pecho. No tenía una escolta o algún guardia detrás de mí, tampoco comidas dentro de restaurantes elegantes a la luz de la luna, mi hada madrina se había esfumado como por arte de magia.

—¿Qué propones, Mak? ¿Qué maniático plan tienes en mente? Te escucho...

—Te contaré cómo murió tu padre a cambio de un generoso pago. ¿Quieres saberlo? ¿Cuál fue el motivo de mi padre para matar al tuyo? 

—Yo no tengo dinero, idiota... —en ese momento me di cuenta que el carruaje se detuvo, estábamos en la puerta del precioso hospedaje imperial—. ¿No íbamos rumbo a tu finca?

—Tú no tienes dinero, rata. Pero tienes a tu desesperado esposo adinerado que pagaría una fortuna a cambio de recuperar a su lobezna bebé —el cretino bajó del carruaje, y desde la puerta del vehículo me ofreció su mano para ayudarme a bajar—. ¿Socios hasta la muerte, rata de alcantarilla?

—Socios hasta la muerte, maldito infeliz...—Entramos al inmenso hotel cinco estrellas de ese pueblo—. Tú tienes mucho dinero, Mak... ¿Por qué quieres más?

—Quiero estudiar mi maestría lejos de este anticuado país, pero papá me cortará el caño de oro cuando cruce el área limítrofe de este maldito pueblo, es un puto bastardo. No te confundas, no lo hago por ti. Estoy ayudando a tu hijo, él es el único inocente en toda esta macabra historia de amor lobezno... 

Maksim era un agrónomo en formación, un audaz carpintero experto en el tallado de madera, una belleza incalculable de la cual afortunadamente me libré, era el tipo de hombre capaz de sacarte de tus casillas en pocos minutos, y hacerte rabiar de improviso. Un lunático bien dispuesto a hacerte reír a carcajadas cuando menos te lo esperabas, y mantenerte en ese ritmo todo el puto día. Él era el payaso de la fiesta que todos necesitan para pasarla bien, aquel tipo que no puedes odiar ni amar, que te desagrada y encanta a la vez, era esa clase de hombre indescifrable que puede decirte un halago indecoroso en medio de un funeral, pero siempre te lastimaba con las verdades más amargas. Era uno de los chicos más crueles y extraños que conocí, y no podría asegurar si era mi amigo o mi enemigo, así de indescifrable es Maksim Mulroy.

—Solo espero que Raymond algún día me perdone por robarle a su padre... —solté en un suspiro.

—Sé que Raymond no es tu hijo, pero para ese niño tú eres su madre. Asesinaron a mi tía cuando nació, y mi adorable primo se quedó huérfano injustamente. 

—¿Cómo sucedió? También quiero saberlo.

—Sube y te lo cuento.

¿Qué tiene de malo alejarse de quien te lastimó? Malo sería quedarse donde te insultan, donde sientes que no eres nadie, que no vales nada; donde recibes maltratos, te ofenden, e ignoran por culpa de un maldito asistente. Estúpido alcalde, y después qué había susurrado que me amaba mientras tallaba su pene dentro de mí... ¡Cuánta hipocresía! Él me tenía consentida en exceso, me convirtió en esa perra exigente y después se quejaba de mi comportamiento, no tenía sentido. Fui víctima de una cruel manipulación para entregarle fácilmente el culo, ¡qué vergüenza! Quedarme en esa finca hubiera sido destructivo para mí y para mi cuerpo, lo más sano fue soltar, alejarme, tenía que cerrar ciclos, sanar. Y aprender a vivir lejos de él…

—Muy bonito discurso, rata. Pero esto me huele a celos, y de los malos —se burló Mak mientras esperábamos al recepcionista del lujoso hotel—. Buenas tardes, camarada.

—¡Qué enorme privilegio contar con su distinguida presencia, joven Mulroy! ¿Desea una habitación matrimonial?

—Necesito la suite presidencial por tres días —el delgado sujeto me miró con malicia después de escuchar el pedido del bufón—. Ella no es mi acompañante, cretino. Mari es la esposa del alcalde Mulroy. No parece porque ésta idiota se arruinó el maquillaje llorando por mi inepto tío, pero es ella.

—¡Oh, su señoría! Lamento mucho la confusión, por favor perdóneme —sacó un pañuelo de su bolsillo para secarse el sudor, parecía estar a muy poco de un desmayo, y le entregó la curiosa llave a Maksim—. ¿Equipaje, señores?

—Ninguno. Escúchame bien, le prohíbo terminantemente que divulgue la visita de la señora Mulroy en sus instalaciones si quiere preservar su insignificante existencia —Mak sujetó al hombre del cuello de su camisa—. Nuestro alcalde llegará a recoger a su esposa dentro de tres días, sólo entonces.

—Como usted ordene, joven Mulroy. Así mismo será.

—¿Tres días...? —Indagué mientras subíamos las escaleras.

—Suficiente tiempo para que tu lobo padre se vuelva loco por no liberar su descarga, rata —nos detuvimos frente a una puerta hermosamente tallada de color dorado y granate, cuando abrí la habitación de lujo deslumbró mi visión—. Bienvenida a sus aposentos, señora Mulroy.

—¡Oh mierda, Mak! Conozco este lugar, cuesta una fortuna...

—No creo que a tu esposo adicto a la lactosa le importe demasiado el precio, alcaldesa. Tú degenerado es asquerosamente rico, ¿no te lo comentó mientras te metía la polla por atrás?

—¡Basta, Mak! No tuve opción... Sé que piensas lo peor de mí, pero las cosas no sucedieron como supones.

—¡Detente ahí, rata! Conmigo no, Hardy. Conmigo no funciona ese maldito hechizo que heredaste de Jojo, ¡no, señora! 

—¡Eres un idiota, Maksim!

—¡Maldita hipócrita! Siempre lo supiste, rata. Lo sabías desde que conociste a mí tío en mi jodida finca, ¡a joderse! No me vengas con tu máscara de falsa inocencia, esa mierda no la creo —Mak se sirvió una copa de champán, y yo me dejé caer en el enorme colchón redondo—. Esa amistad de ustedes era retorcida, ¡mierda! Aquella maldita amistad desde el principio fue lasciva, enfermiza, psicótica, territorial. ¡Por el amor a la patria, esclava!

—Maksim... Te recuerdo que fuiste tú el que me vendió al alcalde...

—Solo saqué provecho de algo que iba a suceder de cualquier forma, esta boda municipal, toda esta mierda estaba planeada desde mucho antes que llegues al pueblo, rata. Y para ser sincero, tengo miedo —fue la primera vez que noté al sarcástico Maksim preocupado—. Tengo miedo por Mish...

—¿A qué te refieres? Por dios, dímelo de una maldita vez.

—Primero tenemos que pactar; me pagarás una gran fortuna por la información, ¿de acuerdo?

—¿Y cómo se supone que Alec te pagará por mí? 

—El maldito alcalde me pagará por saber tu ubicación, debe estar buscándote por todo el pueblo como un desintoxicado adicto a las drogas. Para nadie es novedad que no tienes dinero, a tu lobo padre jamás se le ocurrirá buscar en un hotel de lujo, ¿de dónde podrías costearlo? Esto es importante, para que tu marido psicópata no te encuentre tú no debes salir de esta habitación por los siguientes tres días, algo tan sencillo como eso. No salgas, dejemos que el maldito se desespere por ti.

—Permíteme dudar de tu grandioso plan, Maksim. Pero tú estúpido tío se fue detrás del trasero del maldito asistente. ¡¿Puedes creerlo!? ¡Estúpido alcalde infeliz! ¡Infeliz idiota! ¡Maldito alcalde de mierda!

—Si me permites opinar, mi estimada tía, deberías controlar mejor esos celos adolescentes. Te deja en evidencia, aparte que luces realmente patética...

—¡Qué te den, Mak...! —Me cubrí con una suave almohada para ahogar mi grito de frustración.

—Desarrollaste un apego demasiado intenso por el alcalde, rata. Posesión se llama.

—¡No estoy celosa! Me indigna que papá un día jure que yo soy lo más preciado de su vida, ¡y al siguiente corra detrás del inútil asistente!

—¡Tú papá no es el alcalde! Tu padre es John Hardy, niña desquiciada. Estás tan enferma de la mente como mi maldito tío… Deja esos celos porque tu adorado lobo sexual solo utiliza al ingenuo empleado —Maksim interrumpió mis estúpidos lamentos—. El infeliz aprendiz enamorado es el hermano de Deniska, cómo bien sabes Mot está próximo a casarse con su pervertida prometida mitad francesa, y a mi nefasto tío le preocupa quedar mal con la familia que vamos a emparentar. 

—¡¿Yerik es cuñado de Motka!? ¡Oh mierda..! Ahora entiendo porqué me cae tan pesado, es igual que su horrenda hermana. Espera...—me senté de golpe al recordar un perturbador detalle—. ¿Por qué trabaja de asistente si pertenece a una familia adinerada?

—¿Por qué crees, estúpida? Es obvio. Nadie en esta maldita sociedad conservadora le daría trabajo a un joven homosexual por más brillante que sea, solo un adinerado alcalde que entiende muy bien su calvario diario.

—Tiene sentido…

—Me parece raro que no lo hayas notado desde el principio, el asistente idiota es demasiado evidente con sus preferencias sexuales —me entregó una copa de licor, por su expresión perturbada acepté el gesto—. Lo vas a necesitar, créeme.

—Entonces, ¿Alec y Yerik tuvieron un romance?

—¡Por supuesto! Corto, pero contundente.

—¿Esa es tu valiosa información? No creí que ibas a decepcionarme tan rápido, lo descubrí por mi cuenta hace unos días —bebí el líquido de mi copa, no sabía mal.

—No tienes la menor idea, Hardy. Ahora que estás enterada que mi tío prefiere follar con caballeros, ¿no te has preguntado porqué tiene sexo exclusivamente contigo? ¿Por qué tú entre todas las mujeres de este insulso pueblo? —Mak tomó asiento a mi lado.

—¿Morbo tal vez? Alec se convirtió en mi padre adoptivo, y apenas descubrí los gustos que comparte con tu padre, sinceramente me sorprendió que Angus esté follando a su propia sobrina. ¿Qué se siente tener de madre a tu prima hermana...? 

—¡Es lo más fantástico del mundo! Amo a Masha desde que tengo memoria, a mi madre biológica le debo esta belleza exótica que tengo el orgullo de poseer, y no tener que respetar jamás en mi vida a la espantosa mujer alcohólica que mi padre tiene por esposa oficial... Pero no estamos aquí para hablar de mí, rata —se sirvió otra copa llena y la vació de un solo trago—. ¿Nunca te preguntaste por qué el profesor Hardy viajó tan lejos por trabajo? Es decir, ¡joder! Jojo era un brillante agrónomo americano que fácilmente pudo conseguir un puesto de trabajo cerca de su hogar, ¿no crees? ¿Por qué recorrer continentes para llegar precisamente a Rusia?

—Papá nos contó que conoció a un adinerado hacendado en una convención de agronomía, y le ofreció trabajo en este país... Alec me confesó que efectivamente era él, por supuesto, el misterioso tipo. Se conocieron en un congreso.

—Las convenciones sobre agronomía suelen durar máximo dos días, yo he asistido a varias.

—¿Días...? Mi papá tardó meses en regresar...—algo estaba mal, el ambiente se volvió denso, fue demasiado misterio.

—En realidad no hubo ningún maldito congreso de agronomía, rata. ¡Piensa por favor! Ellos tuvieron un romance, estaban enamorados, mi tío sedujo tanto que abandonó a su familia para viajar hasta aquí por amor al alcalde.

—¡¿QUÉ...!? ¡¿ALEC Y MI PADRE JUNTOS!?

En ese momento mi cabeza colapsó uniendo todas las piezas que no encajaban de la supuesta desaparición de John, esa era la verdadera razón por la cual no logramos encontrarlo. John Hardy no estaba perdido, simplemente había dejado a su esposa para vivir su nuevo romance con un hombre, mi padre era homosexual. Recordé mi infancia y lo bueno que fue el profesor conmigo, jamás faltaba nada en casa a pesar de su falta de empleo, siempre me llevaba a la escuela en su coche y trataba a sus alumnos como si fueran sus hijos. Tenía una reputación importante, respeto y admiración por mucha gente, de los mejores sentidos del humor en las reuniones, chistes que terminaban en una gran moraleja de vida. Comprendí mejor las últimas conversaciones que tuvimos antes de su viaje, el mensaje entre líneas era claro solo que estaba cegada y no pude descifrarlo: "el amor es amor, no importa la presentación en la que llegue a tu vida", papá me estaba confesando su verdad, él se refería al romance que tenía con un apuesto alcalde ruso. Me dolió enterarme de la verdad.

—Lamento ser yo quien te revele este secreto, pero mereces saberlo antes de volver con mi tío. Y es obvio que el alcalde no te lo iba a confesar… Eso no, te espantarías.

—Te equivocas, Mak… Sí me lo dijo... Dios santo... El alcalde jamás me mintió... Lo confesó desde un principio... Alec me dijo que ama a mi padre, pero nunca pensé que se refería a esa clase de amor...—abracé la almohada bastante afectada —. Lo hubiera aceptado igual, no importaba la edad tenía, debió decirme todo sin tapujos... Lo entiendo, lo iba a aceptar.

—¿Ahora comprendes por qué eres tú? El alcalde busca el recuerdo de tu padre en ti, Hardy. Busca a su primer amor muerto en el cuerpo de la única hija que dejó el difunto. Algo bizarro y enfermizo, pero tampoco merecía que mi padre matara a su amante sin ningún escrúpulo. 

—Esto es bastante perturbador… 

—Tu esposo es un Mulroy, ¿qué esperabas?

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