Capítulo 22:
Atrás había quedado la pobre chica americana que fue esclavizada en la finca del terror, había rechazado ser una cifra más en la extensa estadística de personas esclavizadas, un número que se sumaba a los reportes de desaparecidos sin nadie quien reclame por mi ausencia, atrapada en un lejano pueblo de Rusia asimilando la muerte de mi hija mientras luchaba por mantener la corona que pesaba en mi cabeza, el puesto de esposa del imponente alcalde Mulroy. Ignoraba lo que había iniciado, una completa avalancha de nieve que venía sobre mí, y sin embargo estaba dispuesta a enfrentarla. Parecía algo completamente desquiciado para una chica torpe, ignorante y miserable como yo... Pero, ¿qué más daba? Los Mulroy me habían quitado todo; mi inocencia, mi dignidad, mi libertad, mis padres, hasta mi humanidad. No me quedaba nada más para perder, solo tenía a Alec y por él debía persistir. Necesitaba escapar de su finca para enseñarle que conmigo no se juega, y debía hacerlo pronto. Me adelanté caminando a toda prisa, al llegar al salón de clases del pequeño me quedé perpleja cuando no encontré al galante Adonis de gafas ocupando su escritorio escolar.
—¿Maksim? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Motka? —Me sorprendió la presencia del fotógrafo después de la última pelea que tuvo con Alec.
—¿No lo sabías, rata? Tu lobo maníaco lo despidió cómo a una basura, Mot ya no trabaja más como educador de mi pequeño primo —la quijada se me descuadró escuchando la noticia, un señor elegante algo entrado en años se inclinó ante mi presencia—. Este caballero es el nuevo educador temporal, el alcalde me encargó recibirlo en el muelle y traerlo directamente aquí, el maldito cree que este tipo reemplazará a Mot. La institutriz de etiqueta y buenos modales no tarda en llegar, le otorgó licencia dentro de media hora.
—Madre mía… Hablaré con mi lobo padre sobre este cambio repentino... —bajé al niño de mis brazos, y me despedí de él abrazando su pequeño cuerpo aspirando su aroma angelical con suma nostalgia, lo dejé ir con el nuevo profesor pero sería por corto tiempo—. Todavía no te vayas, necesito tu ayuda, bufón.
—¡Mari! ¡Cielo...! Por amor al cacao, por favor...—Alec me abordó en medio del salón, me sujetó ambos hombros y me besó profundo—. Fui un perfecto idiota, lo sé. Perdóname, lamento haberte tratado de esa forma.
—No te preocupes, mi amor. Disculpas aceptadas —decidí no dejarme en evidencia, le di otro beso corto en los labios acomodando el cuello de su camisa—. ¿Por qué la histeria por tu asistente? ¿Te gusta mucho?
—El progenitor de Yerik es uno de mis mejores inversionistas de mi campaña política... A estas alturas no es conveniente tener problemas con ninguno de ellos —me abrazó con ternura, y luego me dió un beso en la frente—. Son negocios, simples pactos comerciales.
—¿Entonces por qué despediste a Motka? ¿Angus no es inversionista también?
—Mari, no tienes idea de cuánto me costó tenerte conmigo otra vez...—y ahí estaba esa extraña frase nuevamente, el demente hablando de algo que jamás pasó—. No quiero tener bajo mi propio techo a un espía del tonto doctor llenándote la cabeza de falsas ilusiones y cartas de amor.
—¡¿Fue por eso!? ¡Padre, por Dios santísimo!
—Escúchame, bebé. Te explicaré todo a mi regreso, voy retrasado a una junta de consejo muy importante, y tengo que traer de vuelta a su puesto laboral a un mocoso enamorado. Por amor a la patria, dame algo de paz...—el alcalde llevó su mano a su frente evidentemente fastidiado—. ¡Joder...! Hoy empiezan tus clases, no tarda en llegar la institutriz que contraté para educarte... Por poco lo olvido... ¡No tengo tiempo de recibirla!
—Yo me encargo, papi. Ve a cumplir con tus funciones municipales tranquilo, Maksim está aquí para ayudarme. Tu niña será buena... Yo misma esperaré a la institutriz, quiero darle una bienvenida digna de esta finca de lujo.
—Gracias, preciosa... —el sombrío concejal ingresó al salón apurando a su jefe para emprender la marcha—. Regreso pronto, te amo.
—Aquí te espero...—ambos caballeros se perdieron tras la puerta dejándome sola con el espectro rojizo que tenía de contrincante—. ¿En verdad amas a ese controlador de mierda? Te aconsejaría buscarte a otro candidato, por lo menos a uno que no esté obsesionado conmigo...
—¡Cállese, zorra! —Respondió el pajarraco.
—Me atrevería apostar que Nafar tiene el pene más grande que mi marido, es más alto y misterioso. ¿Acepta el reto, pajarraco? —Pero la pelirroja solo apretó los labios para ahogar un grito de frustración, me acomodé el vestido y me dirigí a la salida—. Me largo de aquí, ¡qué alivio! ¿Cierto?
—¡Por mí se puede ir al infierno, mocosa promiscua!
—Creo que primero se irá usted, Dasha. Es más vieja que yo, por lógica morirá antes...—Los peones de mi finca no dudaron en obedecer mis órdenes, y me escoltaron al jardín para llegar al lujoso carruaje de Angus antes de que el bufón se fuera, y me subí bien suelta de huesos—. Sé que te parecerá una locura, pero necesito que me hagas un favor. No te preocupes que pienso pagarte, te conozco bien, codicioso de porquería. No tengo dinero. ¿Podría ofrecerte esta tiara en forma de pago?
Señalé lo único de valor que cargaba encima, mi bonita corona de diamantes.
—¿Estás demente, rata de alcantarilla? —Esa voz irónica y detestable que por tantos meses me había torturado se estaba volviendo a burlar de mí—. ¡Esa tiara vale mucho más de lo que imaginas!
—Maksim, no estoy de humor para tus bromas... —me crucé de brazos completamente indignada—. ¡Ayúdame a salir de esta finca! ¿Por qué te interesa tanto el valor de mi corona? Sí tanto cuesta deberías venderla y listo.
—Pues deberías rezar para que me interese tu insignificante vida, rata. Esa joya que quieres vender por un miserable favor le perteneció a mi adorada tía Yulia. ¡Estúpida! —Maksim golpeó mi frente con su dedo índice—. ¿Cómo le contarás a Raymond que vendiste la corona de su madre para escapar de tu propia mansión?
—¡Mierda, Mak...! ¿Cuál es tu genial idea entonces? No creo que la corona te quede bien, es decir, es para damas... Aunque no te juzgo, ya sabes, si quieres usarla no tengo inconveniente…
—Muy graciosa, rata comediante. ¿Quién te enseñó a contar malos chistes? ¿Mi hermano doctor, o el adicto?
—¡Vete a la m...! —Mak me tapó la boca con su mano, y me señaló a los guardias que estaban vigilando la entrada.
—¿Cuánto dinero necesitas? Yo podría darte lo que quieras, gracias a ti y al marido degenerado que tienes gané una gran fortuna. Pero tendrías que esperar a que vaya a casa, ¿te sirve? —Me propuso cerrando las puertas del lujoso coche con la soberbia que lo caracterizaba, yo me quedé perpleja debido a la verdad de sus palabras—. En lugar de ganar pollas deberías ganar inteligencia, ¡niña tonta!
—¿Aceptas ayudarme, bufón? ¿El desgraciado Maksim Mulroy me está ofreciendo su ayuda? ¿Esta humilde esclava te interesa de verdad? ¿Eso quiere decir que somos amigos? —Chillé como una niña pequeña dando brinquitos de alegría, pero el porfiado Mak solo me respondió con bromas pesadas y comentarios sarcásticos.
—En honor a la verdad me entró mucha curiosidad, hubiera apostado que querías escapar a China para ir a buscar a tu estúpido perro —me confesó después de ordenar a su cochero que se dirija a su finca—. No es prudente y tampoco es el momento indicado para decirte que Mish…
—¿No viajó a China...? —Solté con rabia, y el carpintero me quedó mirando sorprendido—. Alec me lo dijo desde el principio... Europa es tan lejano e inmenso que no encontraría ni siquiera mi libertad en ese lugar.
—¿Entonces quieres escapar para regresar a tu país de porquería?
—No es posible, idiota.
—¿Por qué?
—Porque el profesor Hardy está muerto... ¡Y mi madre seguramente también lo está! ¡Los mató tu maldito padre! —Grité con toda la furia acumulada los meses de abusos injustificados que soporté en la finca del terror, a pesar que me alegraba continuar en el pueblo dejé fluir mi llanto—. Puedes burlarte de mi pena si gustas, Maksim. ¡Adelante! Búrlate de mi dolor, encuentra una broma que vaya acorde a mi desgracia, y luego saca una foto de esto. ¡Quiero oírte!
Lloré cómo una estúpida viendo en la lejanía la hermosa mansión de Alec Mulroy, una preciosa propiedad de lujo que me pertenecía, y me había brindado los mejores días de mi estancia en Rusia. Observé el camino marcado por el transporte, el mismo sendero que seguramente había recorrido Misha cuando decidió abandonarme por Kira, el mismo trayecto que pasó el día que dejó su país para irse de luna de miel con su esposa... Contuve la respiración cuando llegamos a las rejas de entrada protegidas por los guardias, un miedo atroz se apoderó de mí, un coche rojo municipal entró y aprovechamos para salir de la hacienda del alcalde sin tomarlo en cuenta. Los guardias estaban distraídos con la flamante visita de la institutriz extranjera, y no se fijaron en mi escape improvisado, entonces, como un sueño hecho realidad al fin era libre, libre para ir a donde quisiera, y él único lugar en el que deseaba estar era en la cama con mi esposo. Y entonces lloré más fuerte.
—Oye rata... No te desquites conmigo, aquí en Rusia tampoco te fue mal, conseguiste mejores pollas de las que hubieras encontrado en América. Dicen las damas de alta sociedad que los americanos tienen fama de portar armamento muy pequeño, ya sabes a lo que me refiero... —Mak hizo una mueca llena de malicia alzando ambas cejas de una manera tan graciosa que no pude evitar reírme de su disparate.
—¡Idiota! —Le lancé un puñetazo en el pecho, y él fingió dolor.
—Si me permites expresar mi punto de vista, lo que sea que mi maldito padre te robó, mi lunático tío lo está devolviendo con creces. Perdiste unos parientes de bajos recursos económicos, y el alcalde te entregó una adinerada familia nueva. Tienes a un apuesto esposo millonario, un hijo hermoso como el que perdiste, eres la dueña de una finca de más de mil hectáreas, y la primera dama de un pueblo en pleno crecimiento comercial gracias al éxito del sistema agrónomo que inventó Jojo. Te lo mereces, rata. Mereces gozar del legado de tu padre, gran parte de la riqueza de tu lobo padre es tu herencia.
—Lo sé, Mak... Por eso amo a mi Alec desesperadamente, pero discutimos por la culpa de un idiota infeliz, ¡y me da coraje!
—¿Y dejarás a tu bien merecido esposo solo por el imbécil de mi hermano? ¿Perderás al alcalde después de todas las vejaciones que le aguantaste para mantener dura su polla? Por favor... No me decepciones, esclava...—le dediqué una mirada borde mientras me limpiaba las lágrimas, el bufón no tenía idea de qué mi pleito con su tío era por Yerik y no por el tonto doctor, sin embargo decidí callar para conservar su ayuda—. Quiero decir, ¿realmente deseas renunciar a todo lo que te ha costado conseguir? ¿Vale la pena dejarte vencer?
—Habla claro, Mak... Estoy cansada de tus juegos crueles...
—¿No quieres saber cómo murió Jojo? ¿Y qué hay de tu madre? ¿No tenías pensado buscarla? Al menos eso platicamos en mi casa, ¿la dejarás en esta tierra del tormento por un hombre que te cambió por otra?
—Nada de eso importa, solo quiero irme de aquí.
—¿Huyes de Mish o de lo que sientes por el alcalde?
—No lo sé… Mi lobo padre cada noche está peor, me asusta pero me gusta. Yo… Le juré incontables veces a Misha que entre el alcalde y yo nunca existió nada más que amistad… Tampoco quiero verlo del brazo de su maldita esposa, y volverá en cualquier momento. Aquí está su maldita familia, y sus estúpidos hermanos. ¡Y será imposible resistir la inmensa vergüenza cuando descubra que me casé con su propio tío! Me casé con el mismo tipo que había jurado amar como a un padre.
—¿Y qué mierda te importa el perro sarnoso…? Mi estúpido hermano mayor te encontrará del brazo de tu apuesto, millonario y enfermizo esposo. Están en las mismas condiciones en este juego, pero la diferencia es que ahora te debe respeto ya que tú eres superior a Misha en rango y cargo familiar —las palabras de Mak iniciaron una revolución en mi aturdida cabeza, todo ese tiempo había ignorado ese espléndido detalle—. No existe mayor venganza que una probada de su propio chocolate, ¿no lo crees así, tía lobezna?
—Tienes toda la razón, querido sobrino —respondí mirando la densa nieve cubriendo el horizonte.
Quizás el fotógrafo tenía razón, Misha me había cambiado, pero también lo cambié yo por un hombre superior. Había pronunciado la palabra clave: "antes". Antes creía en el poder del primer amor, antes pude dejarme engañar fácilmente, antes me dejé engatusar por unos chicos rusos. Eso fue antes. Pero ese día dentro del lujoso carruaje juré que no, que nunca más lo sería. Ese día cambiaría mi historia para siempre. Misha había encendido en mi cuerpo mucho más que una simple llama de amor, inició una fogata que Alec logró apagar de un simple soplido reemplazándola por un incendio forestal que jamás había experimentado en mi corta existencia. El doctor y yo tuvimos química, no voy a negarlo, un hermoso romance que desperdició por perseguir algo mejor, a una mujer de sociedad, una dama adinerada como él, una heredera con apellido de prestigio con el cual yo no contaba. Tenía curiosidad por enterarme si la búsqueda del tesoro de aquel veterinario ruso había resultado fructífera, me hubiera sentido más valorada de darme por enterada sobre los pormenores de aquel matrimonio Mulroy tan distinto al mío. ¿Kira se vería divina desnuda sobre su cama? ¿A Mish le satisfacía follar con su esposa como lo hizo conmigo? Preguntas al viento que nunca debieron ser pronunciadas por una mujer que él juró amar para siempre.
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