Capítulo 21:
Por alguna razón dios había escuchado mis súplicas; estaba atrapada en la finca de mi bizarro ruso saciando su apetito sexual de macho dominante. Era la esposa más dichosa del planeta aunque continuaba siendo esclava, surgieron algunas variantes en esa nueva esclavitud que me hacían muy feliz; Alec no me impuso ser su amante, me ofreció ir más allá de todo lo que antes viví a su lado, quería que yo fuera su esposa, madre de sus hijos y vaquita para la ordeña a tiempo completo. Mi nuevo puesto en la vida de Alec dispersaba las pocas dudas que tenía de su extraña manera de ser, y fue la primera vez... La primera vez que me enfrenté a su dureza taladrando entre mis piernas, jamás me imaginé que un hombre que aparentaba ser tan frío y correcto fuera insaciable incluso por ese lado. ¿Qué mierda se inyectaba mi esposo?
—Mari. ¡Mi niña…! Napoleón necesita ser ordeñado y es tu deber atenderlo —todo mi cuerpo se estremeció ante su súplica caliente, se lo daría todo, le daría todo de mí a ciegas. Me atrapó entre sus brazos para levantarme como una novia recién casada, escuchaba el agua fluyendo cuando entramos al baño—. Continúa mi ordeña en la tina, vaquita... Te lo ruego, quiero más.
—Alec, por amor a tu dios vikingo...—me bajó de sus brazos para besarme con voracidad asaltando mi boca de una manera violenta, estaba metiendo sus dedos para prepararme, gemí en sus labios por sus provocaciones hasta que un carraspeo nos detuvo—. ¡¿Yerik!?
Mi perverso padre se alejó de mí sin dejar de mirar evidentemente sorprendido a su joven empleado, lo noté con expresión furiosa, en cambio el asistente tenía la agonía impresa en su cara, estaba atónito. Cuando Yerik dejó caer el pomo de loción que tenía en la mano deduje todo lo que ocurría, lo reconocí de inmediato, tenía la misma expresión que pones cuando tu mundo se derrumba. Es un dolor indescriptible, por más que intentas no puedes dominar el intenso dolor que fluye en forma de lágrimas, ese, aquel terrible puñal que te obliga a encogerte en tu lugar porque hasta los huesos se te quiebran, el estómago te traiciona, los latidos se ausentan. Ese... El cruel sufrimiento de un corazón roto.
—Señor Mulroy... Usted me va a tener que disculpar, solo estoy obedeciendo la orden de su...—Yerik me dedicó una mirada de rabia pura, chasqueó la lengua, y luego volvió la atención a su jefe—. Su esposa. La mujer que tuvo la desvergüenza de robarle a su propio sobrino. Con su permiso, que disfrute.
Y se marchó, el asistente salió como una bala perdida, dejándonos solos con la tina lista para nuestro baño de burbujas. Quizás me había excedido en mi comportamiento altanero, pero todo valió la pena, lo había descubierto y celebré mentalmente mi triunfo. Era Yerik mi contrincante de amores, no Dasha.
—Yo no te robé, Hardy... Tú eres mío, siempre lo fuiste —Alec cubrió mi desnudez con sus brazos, me apretó fuerte contra su cuerpo aspirando el olor de mis cabellos—. Solo te recuperé, volviste a mí, cielo... Volviste donde perteneces, este es tu reino...
—Papi... ¿Te sientes bien? —Me perturbó la conducta de mi esposo, aunque no entendí contra qué batallaba, pero algo tenía.
—Te amo, Hardy... Siempre te he amado... Te fuiste, y me dejaste solo, perdido sin ti… Yo morí contigo —los ojos de Alec se llenaron de lágrimas, estaba llorando y no comprendía el motivo—. Gus no tenía derecho a separarnos... Bebé.
—Yo no he muerto, y tú tampoco... Por favor no mueras, los amigos nunca te abandonan de esa manera. No sé qué hice ni a donde fui, pero perdóname, por favor no sufras por mí...—apretó con más fuerza mi cuerpo maltrecho mientras repetía que me amaba—. Dios, Alec... ¿Qué te sucede?
—Te amo, Mari.. Te amo demasiado... Te amo tanto que duele... En este dulce envase que tienes ahora me has embrujado... Por favor mírame. ¡Mírame! Tus ojos son mi ruina.
Fue bastante maravilloso volver a sentirlo en ese trance, para mi fortuna los meses soportando sus mimos en nuestra casita de chocolate me dieron mucha experiencia con esa clase de "episodios raros", por nombrarlos de alguna manera.
—Estamos juntos, papi... Y nadie podrá volver a separarnos nunca, todo estará bien, calma. Estamos unidos para siempre —giré con cautela para tomar su mano—. Todos tenemos un lado oscuro, vergonzoso, un lado malvado y está bien... No te tortures, yo te adoro como eres, acepto todas tus rarezas.
—¿Recién te das cuenta? Soy malo, nunca mentí —sus ojos azules se enfocaron en los míos y aproveché para acariciar su brazo hasta llegar a su hombro—. Mari, no es lo que piensas. Déjame explicarte...
—No, mi amor... Tú no eres malo. Solo eres un hombre muy bueno, y maravilloso. Gracias por ser mi esposo, no pude encontrar un esposo mejor que tú —el rubio me abrazó soltando un hondo suspiro, y luego me dió un beso largo, prolongado y apasionado—. Cielo... Sabes que somos amigos, ¿cierto?
—Nunca olvidaré ese día, mi amor. El día que regresaste a mí.
—Y los amigos se tienen confianza, ¿recuerdas? Realmente no me importa tu pasado, es decir, el profesor siempre decía que el amor es lo más importante en esta vida, no interesa la edad o el género en el que se presente ese sublime sentimiento en tu corazón —él me levantó para dejarme sentada encima de la cómoda, abrí mis piernas para recibir su abrazo otra vez, y me colgué de su cuello—. El amor es sagrado, y merece respeto. No interesa si te gusta tu semejante, yo jamás te juzgaré.
—El profesor Hardy vive dentro de ti, Mari —volvió a besarme, y su respiración comenzó a descontrolarse—. Lo sé... Lo siento cada vez que te penetro muy profundo, tienes sus mismos ojos, su sonrisa, la misma esencia humana...
—Alec... —lo sentí, me miró con hambruna, aquellos ojos azules estaban encendidos nuevamente—. ¿Te gusta Yerik? ¿Tuviste un romance con un caballero? Te juro que no pensaré mal, y tampoco voy a despreciarte, puede suceder, existen caballeros exóticos que les gustan ambas cosas…
—Oh, mi dulce niña... —soltó un bufido y comenzó a embestir muy despacio—. Eres una chica muy astuta, Marina Mulroy. Y me encanta, me fascina que lo seas...
—¿Fue mi culpa...? Dios... ¡Alec...! ¿Dejaste de interesarte en tu empleado por mí causa?
—No, mi amor... Mi corazón te pertenece para siempre, nunca he vertido mi semilla en otra persona, solo a ti… Siempre tú… Napoleón no conoce otro dueño más que tú, para siempre tú. Sujeta fuerte mi cuello —obedecí gimiendo levemente, me abrazó de improviso, y de esa forma entramos juntos a la tina—. No dejes de mirarme mientras me ordeño dentro de tu estrecho agujero, en verdad necesito dejar toda mi leche en ti, solo tú, siempre serás tú. Tienes los ojos más preciosos que he visto en mi vida, te amo.
Dentro de nuestra nueva tina de burbujas se dedicó a embestirme dulcemente, muy lento mientras nos aseamos mutuamente, fue hermoso para mí, una distinta sesión sexual sin golpes y tampoco frenesí. La desesperación se apoderó de mi mente, necesitaba más rudeza, quería sus manos golpeando mis nalgas con fuerza, deseaba a mi bestia salvaje.
—Quiero a papi... Me acostumbraste a papi, y te deseo salvaje. Te amo, maldito demonio… No sabes cuanto te odio por manejarme a tu antojo… Elijo llenarme de ti y gozar la agonía sintiendo tu dureza rompiéndome por dentro, y no sentir culpa por amar a mi padre...—le confesé mientras cambié de posición en la tina.
—Mari... Esto te va a doler más a ti que a mí, mi niña.
—Eres duro y me gusta.
Fue un grandioso baño de burbujas, más exquisito y adictivo que los anteriores, en pocos minutos el juego violento inició el fuego dentro del agua. Mi garganta ardió por tantos gritos de placer, no me quedaban lágrimas para después, y la sensación de llenura fue insuperable. Alec me conocía bien, sabía lo que me gustaba y cómo lo quería, el maldito sátiro tenía las mejores tácticas sexuales que me volvían loca cuando fui esclava de sus sobrinos. Era la dueña de una mejorada versión de Malcom y Misha juntos en un solo hombre, y algo dentro de mí bendijo cada célula del cuerpo de Alec. Molida, saciada y muy cansada apenas avancé mis pasos para traer las toallas, nos secamos en silencio bien dispuestos a guardar el secreto que ambos compartimos, la manera salvaje de deleitarnos con nuestros cuerpos nos satisfacía, y nadie debía opinar al respecto. Al llegar a la habitación otro desayuno más suntuoso estaba sobre la mesita de noche, y así mismo comimos juntos, sin pronunciar palabra alguna, y sin parar de besarnos por cualquier motivo. Vestí a mi padre lo mejor que pude, anudando correctamente su corbata volvió a agitar la campanilla, hacía mucho frío y afuera estaba nevando. Sus ojos azules se volvieron tormentosos cuando fue Dasha la que entró a la alcoba.
—¿Dónde está Romanov? Tengo una cita en el juzgado en una hora, debería estar listo.
—Su asistente abandonó su puesto hace un momento, patrón. Dejó esta carta para usted —el pajarraco le entregó un sobre a mi hombre, y por la expresión de furia el contenido no debió ser nada bueno.
—¿Hace cuánto abandonó la finca? —El rubio parecía consternado.
—Cuando su esposa comenzó a gritar como si usted la estuviera asesinando, señor Mulroy... El ruido fue tan estruendoso que se escuchó hasta la primera planta de la casa... —soltó el pajarraco con elevada ironía.
—Me gustaría que intentara guardar silencio mientras le están taladrando hasta la conciencia, señorita Dasha... Créame que cuando eso suceda me dará la razón y entenderá muchas cosas... —la expresión de indignación de la mujer fue impresionante—. Debería intentarlo, le puedo prestar a Nafar alguna vez. ¿Tú qué piensas, cielo?
—¿El coche está listo? —Alec parecía furioso.
—Sí, patrón.
—¿Papi qué sucede...? —No podía más, sus repentinos cambios de humor me estaban enfermando, todo era muy confuso de entender, el alcalde me ignoró y avanzó sus pasos a la salida—. ¡Alec te estoy hablando!
—Ahora no, mi niña. Ve a jugar con Ray una hora, y luego te metes a calentarme la cama para cuando yo regrese, para eso estás aquí. Eres mi preciosa vaca lechera, y tienes prohibido hacer preguntas innecesarias. Las vacas no hablan, solo se dejan ordeñar —se colocó su oscuro saco elegante y cubrió su cabeza con un sombrero gracioso.
—¡¿Solo te interesa mi leche materna?! —Mi estúpido esposo me había humillado delante del pajarraco rojizo, la empleada me dedicó una sonrisa de burla, no logré contener mi indignación—. Si mi leche materna es tan preciada para ti deberías pagarme por ella. ¡¿Quién demonios crees que eres?!
—¿Pagarte? ¿Eso desea mi niña dulce? De acuerdo, te pagaré muy bien, pero de una vez te advierto que no pienso pagarte por sexo. Es propio quejarme porque a mis sobrinos les entregaste todo gratis, y sería bastante injusto pagar por algo que le regalas a otros. ¡¿Te parece correcto?! —Me enojaron tanto sus palabras que me arrojé encima del maldito rubio, y le lancé una bofetada con todas mis fuerzas.
—¡Idiota! ¡Quédate con tu maldito dinero, no lo necesito!
—¡Mari!
Corrí escaleras arriba dejando al alcalde inmóvil en medio de su alcoba, al abrir la puerta de la tercera planta el niño más hermoso me recibió con los brazos abiertos. Me aferré al pequeño cuerpo de Raymond desconsolada dejando fluir mi patético llanto, estaba muy rabiosa y decidí que dejaría la finca de mi padre al costo que fuera, estaba realmente indignada, furiosa, y enojada. Yo misma me había clavado una estaca en el corazón, no tenía ningún privilegio en la vida de Alec Mulroy, solo fue un absurdo espejismo de mi mente adolescente. Dolió y dolió muchísimo, pero solo yo fui culpable de ese dolor.
—Mi pequeño hombrecito, prométele a Mari que te portarás bien con tus maestros. ¿Sí? Sé un buen niño, vuelvo pronto —me despedí de mi hijo temporalmente mientras le daba unos retoques a su corbatín azul marino, el niño se aferraba más a mi cuello como adivinando que era un adiós, como presintiendo que me marcharía de su lado.
—Ray será un buen niño para Marí... —me aseguró el pequeño, llené su rechonchas mejillas de besos dándole las últimas instrucciones a mis mucamas personales y bajé en busca de Motka.
—Mari... Escúchame por favor...—encontré a mi esposo subiendo las escaleras en mi camino de bajada a la primera planta, simplemente lo ignoré, pero él sujetó mi brazo para acompañarme—. Lo lamento, ¡mierda! Perdón, ¡perdóname, cielo!
—Señor Mulroy; vete a la mierda…
Nota de autora: Preguntas generales.
🦉¿Por qué hay dos versiones de la historia?
Debido al nuevo reglamento (otra vez porque ya cambiaron un chingo de veces:v) de esta plataforma naranja, decidí volver a editar ambas historias antes de la tercera entrega.💋
Gracias por leer.🍫
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