Capítulo 16:

El cuerpo de Alec Mulroy era completamente distinto al de Misha, era más cálido, me hizo sentir protegida y segura como siempre había ocurrido antes, pero de una manera muy distinta. No era la primera vez que dormía desnuda a su lado, acostada junto aquel hombre ideal que siempre apareció para rescatarme cuando las cosas resultaban difíciles, dormía feliz entre sus brazos después de un gran orgasmo compartido. Y de pronto una brisa helada invadió el espacio obligándome a buscar su calor, desesperada me arrastré bajo las cobijas buscando aquel horno humano hasta que lo encontré, y su aliento caliente impactó en mi cuello, seguido por la humedad de su lengua. Sus indecentes manos me apretaron, soltando un gruñido sugerente, no quería despertar aunque ya estaba amaneciendo. Sus enormes manos empezaron a recorrer mi piel a su antojo, estaba despertando su lado lujurioso, sabía cómo hacerlo con destreza. Su lengua se paseó por mi nuca bordeando mi clavícula, me estaba enfermando.

—Papi quiero leche...—susurré adormilada intentando acercarme más.

—Tenías razón, vaquita... Estoy listo para la ordeña... —murmuró con un tono de voz muy sensual,

El lujurioso alcalde se había despertado con ganas. Apretó mi torso con un brazo para inmovilizarme, y con su mano libre hundía sus dedos preparando todo. Me retorcía entre sus músculos gimoteando desesperada, me tenía a su merced. 

—Sí... Mi señor... Dios santo —moví mis caderas al ritmo de sus dedos, el rubio continuaba insistiendo con sus atrevidas caricias, paseó sus enormes manos por mis piernas—. Amor… Anoche te ordeñé por horas…

—Las mañanas son mi momento de victoria segura, Mari. Me fascina como te rindes, quiero que ordeñes mi leche fresca...

Al instante perdí la cordura, me estaba excitando más y la risilla soberbia que soltó cerca de mi oído me dejó saber que le encantaba mojarme con sus provocaciones.

—Dios... Papi... Anoche... Anoche te ordeñaste sin descanso, estoy llena de tu leche...—me sentí bastante estúpida al resistirme a algo que de todas formas iba a ocurrir, mi boca pronunciaba una cosa pero mi cuerpo mostraba un mensaje completamente distinto,

—Mari, ¿te estás negando a tu dueño?

—¡Nunca! ¡Ah! —Entonces lo sentí justo cuando la puerta se abrió de improviso pero ninguno de los dos nos detuvimos.

—¿Es verdad? ¿A mi Ali le gusta comer rata hembra? —Esa voz, esa despiadada y criminal voz que no había escuchado en mucho tiempo volvió a impactar en mis dolorosos recuerdos.

Era Angus y estaba viéndonos desde la puerta de la alcoba.

—¡Vete, Gus! Espérame afuera, mierda —el asesino de mi padre biológico desapareció y me quedé perturbada, inmóvil y lejana por unos instantes hasta que una fuerte embestida me devolvió a la realidad, mi rubio ronroneaba como un felino—. Bebé, por favor permíteme fallecer dentro de ti cada mañana... Solo así me curaré de esta maldita enfermedad.

Alec me abrazó sometido por los exquisitos espasmos de su liberación, grandiosa manera de empezar otra semana de encierro absoluto, me llenó de besos la cara, la espalda, el cuello y mi boca. Pero estaba tan asustada por la presencia de Angus que no podía corresponder a sus mimos, aquel malvado hombre había llegado de visita a la casa y debía enfrentar el terror, aquella siniestra silueta que me regresaba todos los malos recuerdos que guardaba de su nefasto hijo Malcom.

—¿Puedo quedarme aquí...? El verdadero monstruo está afuera, y lo llamas "hermano"... —murmuré sintiéndolo subir a mi pecho, escondió la cara al costado de mi cuello justo encima de mi hombro, y frotó su mejilla en mi cabello aspirando con fuerza.

—No tienes que verlo ahora mismo, cielo. Quédate aquí hasta que se vaya, dudo que tarde demasiado en platicar con él...

En el pueblo remoto de Mulrov, un lugar que parecía haber sido olvidado por la justicia, gobernaban dos hermanos, y Angus era el mayor de ellos. Un criminal de casi cincuenta años, líder de una mafia rusa que traficaba tanta gente a diario como los millones que se guardaba en el bolsillo. Mi anterior familia americana fuimos una cifra más de sus víctimas, primero el profesor Hardy, quien murió honrando su amada profesión de agronomía hasta su último aliento, después mi madre de quien me separaron antes de llegar a ese maldito pueblo, y por último yo, una torpe e ingenua adolescente que cayó en ese infierno ignorando lo que la gente rica era capaz de cometer por diversión y placer. Angus me había arruinado la vida, y su hermano me la estaba destrozando de una manera muy placentera. El alcalde me liberó de su peso corporal y solté un profundo suspiro, se colocó una bata dispuesto a atender a la repentina visita, yo no podía moverme debido a la exigencia sexual. No quería hacerlo, me dolían las costillas al respirar, y de pronto el sonido del grifo terminó con el silencio de la habitación

—¡Te dejo lista la tina caliente! ¿Mi bebé tiene hambre?

—¡Debo subir para atender a Ray! —Alcé la voz para que se escuchara por sobre el sonido del agua, sentí unas grandes ganas de llorar pero no quise hacerlo en esa alcoba. Luego de varios minutos mi rubio salió con una oscura bata de felpa encima, el cabello mojado y una sonrisa radiante en el perfecto rostro que con gusto hubiera golpeado, había tomado un baño sin mí.

—Dasha se ocupará de nuestro hijo, no quiero que brindes un patético espectáculo de elegancia al caminar en el comedor como aquel día —se burló sonriendo con sorna, apenas pude sostener una almohada y se la arrojé con la poca fuerza que me quedaba, pero cayó en su brazo—. ¡¿Por qué te enfadas, mi amor?! Te recuerdo que eres tú quien me ordena partirte en cada ordeña, ¿cierto? Asumo que recuperarás la sincronía de tu andar a la hora del almuerzo.

—¡Idiota! —Me irritó que el rubio tuviera la razón, cubrí mi cara con ambas manos implorando a dios desaparecer mi adoración por ese hombre endemoniadamente sensual, entonces sentí que cayó algo suave sobre mí, era un camisón de seda muy bonito—. Pensé que no tenía que ver a ese cretino.

—Tendrás que recibir al dueño del perro te guste o no, cielo. Sé que ella te ha visto incontables veces desnuda, pero apreciaría que te cubras esta vez —sostuvo la perilla soltando un hondo suspiro, abrió la puerta y se quedó mirando fijo al frente—. Adelante, zolovka. ¿Cómo has estado, krasnyy?

—Buen día, shurin. Lamento molestar a esta hora de la mañana —reconocí la voz de inmediato, me calcé la prenda con rapidez y sonreí de asombro al verla ingresar—. Hola, criatura.

—¡Masha! —Estiré mis brazos cuando la pelirroja se acercó a saludarme, me apretó con fuerza acariciando mi cabello y no pude contenerme más, lloré como una niña en los brazos de su madre—. Madame Masha, mi hija no está... Mi hija murió...

—Lo siento... Lo sé, criatura... Lamento inmensamente tu pérdida —Masha se acomodó mejor en la cama para refugiarme entre sus brazos, besó mi frente y secó mis lágrimas—. Nada de lo que pueda decir o hacer te devolverá el consuelo, pero tú no tienes la culpa. ¿Me oíste? Hiciste todo bien, Marina. Lo hiciste bien.

—Malcom me ató, él me ató, Masha... No pude quitarle a mi niña, lo intenté, te juro que lo intenté… Pero me desmayé.

—El joven Malcom no tiene perdón por lo que hizo, y no lo estoy excusando de su culpabilidad, pero él estaba drogado. Ali lo mandó a encerrar en una clínica mental en Londres por lo sucedido, y ya ha pasado mucho tiempo dentro de ese lugar.

—¡Zolovka! —Rugió el alcalde silenciando a Masha.

—¡¿Qué...!? ¿Malcom está en un manicomio?

—Marina debe saberlo, Ali... Tiene derecho, es su derecho conocer la verdad —respondió la pelirroja bastante seria.

—¡NIET! —Protestó Alec y cada vez entendía mejor la situación—. ¡No convengo!

—¿Quieres saberlo, criatura? —insistió Masha solicitando mi aprobación.

—¡NET! ¡Fue suficiente, Masha! Saberlo no cambiará nada, ¿de qué sirve? Mari sufrirá más y no me agrada —Alec lanzó un golpe sobre el tocador, y luego caminó al encuentro de Masha con la expresión enojada, la mujer se levantó de la cama muy dispuesta a enfrentarlo—. ¡¿Por qué viniste con él si tanto te preocupa mi niña!? ¿Por qué trajiste a Gus? Era suficiente tu sola visita, ¡la herida de mi hija está fresca!

—Tu esperma también está fresco dentro de la muchacha pero eso no duele, ¿verdad, Ali? Terminaste secuestrando a otro Hardy dentro de tu finca, para esto la trajiste al mundo —Masha reclamó con un tono acusante, el rubio se quedó de pie junto a la cabecera con los brazos cruzados y una expresión amenazante, su anatomía me cubría la visión, él me estaba ocultando de la nodriza y decidí guardar silencio frente a la discusión de ese par—. ¿Qué hace tu hija desnuda en tu lecho? Ella es propiedad de Malcom, y te exijo que la devuelvas. El protocolo de respeto a los bienes ajenos ha sido mancillado, y precisamente por ti.

—Permíteme refutar tu acusación, cuñada. Angus me arrebató la vida de un Hardy sin el menor escrúpulo, solo estoy recuperando lo que por derecho me pertenece. Aquí no hay delito y mucho menos falta —era increíble la manera como el alcalde se refería a mí, lo amaba demasiado.

Yo seguía siendo un simple objeto para la finca del terror, debía tener ganas llorar de impotencia, de dolor, o indignación, esa debió ser mi reacción ante semejante injusticia y lo peor de todo fue que no dije nada, no podía hacer nada frente a Alec. Me gustaba que el alcalde me retuviera a su lado, me sentía bien junto a él sin importar el modo, lo único que deseaba era quedarme en la finca municipal encerrada para siempre.

—Sabes que Misha está muy enamorado de ella, y pronto regresará de su viaje de bodas, Ali. ¿Por qué haces esto?

—El tonto médico me importa una mierda. ¿Se te ofrece algo más? Deseo platicar con mi estúpido hermano, ¿me permites?

—Temo que Misha te rete a duelo cuando retorne al pueblo por la ofensa cometida con Marina, y no creo que Angus esté de acuerdo con eso. Él es un niño, no tiene experiencia criminal.

—¿Quién te asegura que el médico familiar volverá? ¿Tienes como probarlo, Masha? 

—No... —ella murmuró bajando la guardia, incluso yo no tenía la certeza de que Mish volvería a ese pueblo y los días seguían pasando. 

—Deja de realizar acusaciones que no vienen al caso, cuñada. Ahora si me disculpas, quiero abrazar al único estúpido hermano que tengo —el alcalde se acercó para darme un beso en la frente y me dedicó una sonrisa amable—. Voy a ordenar traer el desayuno a la cama, no te preocupes por nuestro Ray. Descansa, bebé.

—Te lo advertí, criatura. Te dije que te alejaras de Ali, es más peligroso de lo que imaginas, estás dentro de una prisión mucho peor. En algún momento llegué a creer que amabas a mi niño bueno, que sus problemas amorosos fueron debido a tu juventud e inexperiencia, lamento descubrir que me equivoqué...—Masha me atacó cuando nos quedamos solas.

—¡Oh, no! ¡No, Masha! ¡De usted no lo acepto! No puede juzgarme cuando ama a ese hombre despreciable que trajo consigo, madame, Además, las cosas no sucedieron como está pensando, primero fuimos buenos amigos, y ahora soy su esposa...

—¿En serio sigues creyendo que Ali era tu amigo? Un adinerado alcalde se convierte en protector sincero de una insignificante chica extranjera ignorante, ingenua, torpe, que desconoce sobre política y agricultura, ¿eso sucedió? ¿No te parece bastante estupido pensar que ese hombre no esperaba más que una inocente amistad contigo? Perdona mi sorna, criatura. Nadie en su sano juicio podrá creer ese disparate. Ali es un hombre calculador, es demasiado manipulador, ingenioso, inteligente. Después de Yulia jamás lo he visto galantear a ninguna mujer, habitan damas muy bellas de sociedad en este pueblo, y dudo que una simple esclava como tú consiga casarse con él. Eres joven, estás maltrecha, delgada, sin gracia, maltratada, toda ojerosa, decrépita, acabas de perder a tu cría y no podrás concebir pronto, eso te resta puntos. Eres torpe, no eres rusa...

—¡Suficiente, Masha!



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