Capítulo 11:
Mi relación con Alec había cambiado abismalmente desde nuestro tiempo en la finca del terror, lo más sorprendente de todo fue que no me sorprendió en lo absoluto. Muy dentro de mí siempre lo supe, era como un latido incesante, lo intuía. Y después de haberlo tenido dentro de mí todo fue cobrando mayor sentido, estaba realmente fascinada.
—Cuando tú quieras, mi pequeña golosa. Me había olvidado que me casé con una mocosa caprichosa...—se quejó el alcalde justo cuando dos mujeres muy bien vestidas con vestidos vaporosos ingresaron a la alcoba, y realizaron la ridícula reverencia, me estaba hartando tanto formalismo. Apretó mi cintura pegándome a su cuerpo de manera muy sugerente—. Una mocosa que me vuelve loco y adoro con todas mis fuerzas...
—Mi amor, ¿vamos a tu alcoba? —Las mujeres se acercaron a nosotros murmurando cosas muy bajo, y mi rubio se apartó corrigiendo su traje, ¡malditas metiches!
—¡Buenos días, honorable alcalde Mulroy! —Saludaron en ruso, lo entendí a la perfección.
—Sean ustedes bienvenidas, respetables damas —el alcalde se inclinó para saludarlas y ellas lo llenaron de elogios—. Ella es Marina Mulroy, mi esposa. Quiero un nuevo y exclusivo guardarropa para mi amada, necesito que cuente con todos los vestuarios dignos de mi cargo para asistir a los eventos sociales.
—¡A la orden, alcalde Mulroy! —Las mujeres se acercaron a mí rápidamente dejando de lado al alcalde, una de ellas tomaba mis medidas mientras otra se dedicaba a desocupar el armario de Anikka—. ¡Oh, qué monada de jovencita! ¿Eres rusa?
—Mi esposa se educó en América —aclaró Alec y ellas rieron como viejas de vecindad, intentando ocultar sus dientes detrás de sus dedos, yo había quedado sin habla por la manera que me presentó—. Es mi hija... Su madre la dejó a mi tutela y me enamoré perdidamente de ella.
—¡¿Eres hija del honorable alcalde!? —Hablaron en inglés, fue más fácil para mí comunicarme—. ¡Eres hermosa! Es una joven muy bonita con piel blanca de porcelana. Usted no pudo escoger mejor esposa, señor Mulroy.
—¡ESPOSA! —Grité fuera de mi cordura, sí, eso debía ser un sueño cumplido—. Amo ser su esposa, padre. Quiero serlo para siempre hasta que la muerte nos separe.
—Te amo, mi niña. Todavía no acontece nuestra boda oficial, bien sabes que tengo un cargo político muy importante y no puedo descuidarlo...—se inclinó para besarme, fue un beso profundo que me dejó una deliciosa sensación de triunfo—. Pronto tendrás lo que deseas...
—Mi amor, pero tú…—me silenció con otro beso más largo y profundo, y las mujeres cuchicheaban a nuestro lado—. Papi, ¿podemos hablar en privado?
—Mi esposa es tímida, le apena mucho demostrarme su amor en público, por eso la amo demasiado —continuó mintiendo y las mujeres volvieron a vociferar elogios exagerados sobre el alcalde, sobre mí, sobre su desempeño político, y nuestro falso matrimonio. Me quedé inmóvil sin saber qué decir o cómo defenderme, estaba acorralada entre esas tres mujeres, Alec comenzó a tocarme los senos como si nada—. Quiero que los vestidos de mi esposa tengan el pasador adelante, que sea fácil de abrir el escote cuando quiera ordeñarla, y resalten sus ubres —luego bajó sus manos y apretó mi cintura—. ¡Ah! La cintura estrecha, nada de cierres en la espalda, quiero que se puedan quitar de un tirón, me place un broche o ganchillo. Las caderas anchas, faldas largas y poco pesadas para levantar la seda sin cansarme, la altura más abajo del tobillo. ¿Cuántos vestidos quieres, cielo?
—Lo que tú ordenes —me había memorizado las reglas, lo conocía bien, y no iba a fallar.
—Buena chica. Las damas te enseñarán cómo lucir adecuadamente las joyas y accesorios, lo único que no pienso tolerar es el largo de la falda, en una sociedad como esta es mejor evitar malos comentarios... —Alec señaló a las costureras y yo comencé a temblar como una idiota.
—¿A mí... Me... Gusta.. El... color rosa...? —En realidad ese color me gustaba, no a mí, pero quería lucir tierna para el alcalde.
—Nada de rosa, la hará lucir más joven. Usted necesita colores serios, contundentes, una gama de color que logre demostrar la madurez que carece, debe parecer experimentada, elegante, y fina. ¡Una digna esposa para un honorable alcalde! ¡No existe mayor fortuna que ser la esposa de nuestro alcalde! ¡Qué afortunada es usted, señora Mulroy! —La mujer mayor se precipitó a llenarme de alabanzas, mientras la otra cedió la entrada a varias domésticas que cargaban varios paquetes de ropa, los reconocí—. ¡No hay mayor fortuna que ser la esposa del alcalde!
—¡Dios mío son hermosos! —Todos mis temores se esfumaron al ver los preciosos vestidos que sacaron de los paquetes, se veían muy costosos, ellas cosieron a gran velocidad y colocaron etiquetas para luego colgarlos en el armario. Definitivamente ese guardarropa era muy distinto al de la anterior nodriza, la mujer mayor me ofreció uno, pero era oscuro y fúnebre—. ¿Por qué un vestido azul noche...?
—Debo asistir al funeral de Annika, y tú debes acompañarme —el anuncio del alcalde me dejó estupefacta, no podía ser posible. Me dejé desvestir con facilidad porque estaba inmóvil, fue una noticia aterradora.
—¡¿Murió?! ¿Annika está muerta? —Me cubrí la boca asombrada, fue un gran impacto, yo era la responsable de su muerte—. ¡No es cierto! Papi, por favor dime que no es verdad...
—La causa de su muerte fueron las quemaduras de tercer grado en todo el cráneo... Fue una mujer muy valiente, luchó hasta el último aliento pero el fuego llegó muy profundo, no debió correr de ese modo...—Alec llegó a refugiarme entre sus brazos al verme llorar debido a la culpa, besó mi frente y acarició mi cabello—. Calma, cielo... A ti no te pasará eso, Ray te adora... Te quiere mucho.
—No puedo creerlo...
Me aferré a su torso dejando un espacio para que las mujeres me coloquen el liguero, unas medias negras transparentes hasta arriba de la rodilla, y muchas pomposas enaguas almidonadas, continuaba con el pecho desnudo porque Alec no tenía intención de soltarme.
—¡Mari, moloko! —El pequeño llegó a exigir mi leche materna.
—Ahora no, bebé. Me estoy vistiendo...
—Debemos acordar un horario adecuado para su lactancia, nuestro hijo no puede beber tu leche en cualquier lugar... ¿Te sientes mejor, cielo? ¿Podemos continuar? —El alcalde acunó mi rostro entre sus manos acercándose a mi boca.
—Bienaventurado sea, mi estimado alcalde —la voz de Motka me hizo un nudo en la garganta, giré y allí estaba, en la puerta de la alcoba con el pajarraco rojizo detrás—. ¿Por qué razón mi pequeño primo no está en la biblioteca para sus clases regulares?
—Solicito platicar antes contigo, Motka —el mayor se inclinó para darme un beso apasionado, devoró mi boca con voracidad como tanto quería y luego soltó mi cara—. Espérame, mi amor. Volveré pronto por ti... Es curioso... Ni siquiera me voy y ya me haces falta.
—Te amo, mi cielo. No tardes —despedí a mí esposo falso con un beso volado.
—¡Oh, están muy enamorados! ¡No hay mayor fortuna que ser la esposa del alcalde! —Las costureras soltaron esas voces de alabanza, y yo me quería derretir de amor.
Definitivamente mi sueño se había vuelto real, todo estaba bien. Mis avaricia despertó por todo ese derroche de tela costosa y pedrería fina, había recuperado mi vida de lujo junto al hombre que quería. Asombrada me dejé maquillar por ese par de mujeres extremadamente amables conmigo, hasta que aquella chica maltrecha que siempre reflejaba el espejo desapareció y fue reemplazada por una mujer elegante y bien vestida. Me quedé en un estado inerte mientras me realizaban un peinado alto, me volví una máquina en automático respondiendo con monosílabos a todas las alabanzas que soltaban para mí, yo era una simple seguidora del destino, y del tiempo. Y mi boca se abrió tanto hasta el punto de dolerme cuando finalizaron mi atuendo con un precioso collar que pesaba más que mi sucia conciencia, y una centelleante tiara en forma de corona que brillaba en mi cabeza.
—¿Una... Una corona...? ¡Tengo una maldita corona! —Estaba ardiendo de felicidad extrema, presa de los nervios por perderlo todo por una torpeza, pensando que quizás las costureras se habían confundido y seguía siendo una insignificante esclava como antes.
—Es lo que corresponde a la reina de este pueblo, señora Mulroy.
—¿Se...Señora...Mulroy? —Fue inaudito, de un momento a otro pasé de "señorita" a "señora" con todo y corona—. ¿Por qué tarda en regresar el ilustre alcalde?
—¡Oh, usted es encantadora! Es muy propia con su esposo —comentó una mujer que guardaba el resto de joyas en los cajones del tocador.
—Mi esposo… Mi esposo es tan encantador que no puedo tolerar estar mucho tiempo lejos de él —Claro que iba a seguir la corriente hasta volverlo real, el trato que me brindaba el dueño del pueblo y la manera en qué me presentó eran motivos suficientes para pelear como toda una zorra por él—. Es que... Lo amo muchísimo.
—El alcalde Mulroy está atendiendo unos asuntos importantes, en un momento sube para inspeccionar su demanda. ¿Algo más en lo que pueda ayudarla, señora Mulroy? —La mujer mayor dio los últimos retoques a la falda de mi vestido, y luego me liberó al fin de la enorme aguja que me había puesto nerviosa.
—Yo… Umm… Tengo hambre.
No me arrepentí de pronunciar esas palabras, dos sirvientas me guiaron al acogedor comedor que había en esa planta de la casa, alucinada dejé que me atendieran como una reina rusa, como si yo no fuese esclava igual a ellas, me fascinaba la mentira del alcalde, fue inevitable. Fue esa costumbre de ser mimada, eso de obedecer instrucciones a ciegas, me dejé llevar, y quise saltar de dicha chillando como una niña pequeña. De pronto una risita llegó para rescatarme de mi estúpida ensoñación; mi ángel de ojos azules.
—¡Mari! Moloko...—se acercó a mi regazo levantando los brazos, lo senté en mis piernas más que encantada—. ¿Mari...?
—Sí, Mari luce muy distinta hoy, ¿cierto? Creo que en poco tiempo seré tú madre, ¿tienes hambre, cariño? —Llegó la doméstica con mi generoso desayuno americano, al parecer el servicio sabía la comida que me gustaba.
—¡Moloko! —Exigió Ray, lo acomodé sobre mi regazo como pude porque era muy grande, su cuerpecito quedó sujeto entre la madera de la mesa y mi vientre para que no cayera.
Mi vestido quedó tal cual lo ordenó el alcalde, caderas anchas con una voluptuosa y ligera falda, cintura estrecha por el corsé y los pasadores en mi pecho, los cuales me facilitaron sacar mi seno para alimentar a mí Mulroy en miniatura. Raymond se veía muy tierno con la boca entreabierta esperando ser amamantado por su futura madre.
—Primero dame un beso, cariño.
Quizás estaba pecando de ingenua, pero amaba tener esa conexión con Raymond, la necesitaba para conquistar a su padre. Mis torpes brazos que clamaban por una hija muerta encontraron consuelo refugiando al bello hijo del alcalde, lo disfrutaba, en el fondo rezaba para que no deje de pedir mi leche materna, y el padre tampoco. Yo era capaz de soportar cualquier humillación con tal de sentirme "madre" sin importar que mi hijo era ajeno, me sentía valiosa y útil. Para mi fortuna Ray hizo las cosas fáciles, y yo estaba dispuesta a complacerlo.
—¡Ne! ¡Moloko! —Chilló el pequeño.
—Ne moloko hasta que Ray le de un beso a Mari —el pequeño comenzó a patalear enfadado—. Sé más educado, de esta forma no se piden las cosas. Quiero oírte; "Marina por favor dame leche". Vamos, quiero escucharte decirlo.
—¡NE!
—Entonces baja, ne moloko.
—Por favor darme leche, Maína...—susurró el diablillo rendido, y sonreí de ternura dándole un pico en la boca.
—¡Eres adorable! Quiero comerte a besos —Ray quedó con la boca pintada con mi labial lo que aumentó la blancura de su piel, llené de besos su preciosa carita angelical y luego metí mi seno en su boca—. Puedes decirme Mari. Mari está bien para Ray.
El pequeño rubio succionaba mi pezón a gusto mientras intentaba no temblar al comer en una mesa de lujo, finalmente estaba vestida con un traje que merecía, luciendo unas joyas que jamás en mi miserable vida podría llegar a pagar. Estaba feliz disfrutando una cucharada tras otra de las delicias que me habían servido, y otra más. Yo era la esposa falsa del alcalde Mulroy y no descansaría hasta hacerlo realidad.
🕉️NOTA: Con el debido respeto que te mereces; por favor evita el plagio. Tú vales más que un "copia y pega", te envío todo mi amor.💕
Besos de chocolate.🍫
👁️🗨️Melissa Vilca.☪️
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