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La mujer de cabellos largos y tintado de color carmesí al igual que sus labios gruesos los cuales había rellenado con ácido hialurónico, era lo único que no tenía tan naturalmente en su cuerpo, pero en realidad no le importaba que las personas hablaran sobre ello. Solo quiso darse el gusto para resaltar mejor las bellas facciones que posee. Es una mujer que se preocupa demasiado por su apariencia, desde lo físico hasta la personalidad, todo, es correcta al hablar y caminar, viste de manera elegante todo el tiempo y es conocida por ello.

Pero ahora mismo, se encontraba desparramada en el primer bar que presenció su mirada, solo necesitaba alcohol no lugares de lujo donde le tomaría tiempo llegar al centro. Cuando llegó, se sentó en el banco alto y echó su cabello hacía atrás con ambas manos, pidió una botella de tequila al mismo tiempo que quitaba los residuos de la máscara de pestañas, como podía y lo que se hiciera.

Los minutos pasaron, las horas también y la mujer estaba que no podía ni por lo menos sostenerse de la barra, soltaba risitas de vez en cuando y también susurraba palabras que nadie entendía. La botella se había acabado y pedía una más pero por supuesto que no se la darían, eran consientes de las futuras consecuencias si le obedecían.

El chico encargado del bar, rebuscó el teléfono móvil para llamar a alguna persona que tenga registrada como emergencia. La mujer comenzó a llorar de manera desconsolada pero solo mantenía con la cabeza recargada en la barra y sus ojos cerrados.

— ¿Marie? — Respondió una voz gruesa con un tono de confusión.

— Buenas noches, habla el encargado del bar Monarca, para avisarle que una mujer de aproximadamente treinta años se encuentra muy ebria, no tiene fuerzas para levantarse de su lugar.

Taehyung cerró sus ojos contando hasta diez para guardar la calma y soltó un suspiro cansado, se deshizo de sus gafas y las lanzó al escritorio repleto de documentos importantes que debía firmar pero justamente a Marie se le antojaba embriagarse en el peor momento.

— Estaré allá en unos minutos, gracias por avisar — Dicho aquello, colgó. Se levantó de golpe y sin tomar su saco, salió de la oficina a paso rápido y firme.

Después de algunos minutos buscando el bar, Taehyung se detuvo frente al establecimiento pero antes de bajar del coche, visualizó todo su alrededor buscando personas que tuvieran la finta de tener malas intenciones pues por aquellos lares se aprovechaban para robar, por lo que Kim temió de que era muy probable que su vehículo desapareciera.

Kim echó su cabello hacía atrás en cuanto bajo, ya no había más música que se escuchara tan fuerte, todas las sillas estaban recogidas, el lugar comenzaba a tornarse más limpio después de que algunos empleados tomaran ese puesto. Visualizó a Marie a lo lejos, con la cabeza recostada en la barra y los ojos cerrados pero parecía estar sollozando porque notaba su boca moverse y de vez en cuando algunas risitas, Kim negó lentamente al mismo tiempo que sus labios delgados y un poco resecos habían formado una mueca.

Se acercó a ella para tomarla entre sus brazos, Marie rápidamente se reincorporó pero le vino un mareo que casi la hace caer si no fuera por Taehyung. La miró, era un desastre para sus ojos y no solo para ella, para las demás personas que la habían visto con confusión mientras se preguntaban el que sucedía con ella.

— ¿Porque haces esto? — Preguntó con molestia, Marie chasqueó las lengua y empujó a Tae con muy pocas fuerzas tratando de zafarse de su agarre pero por supuesto que sería en vano.

Ella miró a Taehyung, aún portando aquella camiseta que le encantaba ver en él y aún más cuando se encontraba doblada hasta los codos. Pero su rostro era de furia.

— ¿Porque mejor no te ocupas de tus asuntos? Déjame sola, tal cual lo hiciste hace un... tiempo — Trató de zafarse del agarre de Kim pero no lo logró.

— Marie, no puedo dejarte sola. ¿Y si algo te sucede?

— Vete a casa con tu esposa, te recuerdo que me dejaste por ella. No debo importarte, nos divorciamos hace dos años — Soltó una risita, Marie miró directamente a Taehyung, este la había soltado así que aprovecho para caminar y salir de aquel lugar aunque le costara hacerlo.

Desde aquel día, el cual había colocado una carpeta en color negro con mucha fuerza en el comedor, justo en el momento cuando se encontraba tomando el desayuno, él, lo había hecho decidido, molesto y con cero paciencia. Lo notó desde hace varios días atrás y le dolió demasiado.

Simplemente Marie estaba harta de las situaciones que solía pasar día con día.

— No puedo dejarte sola — Susurró en cuanto la alcanzó fuera del lugar.

— ¿Porque simplemente no te vas? Déjame en paz, ve a dormir y me saludas a tu esposa — Marie se sostenía de la pared para no caer en el intento de caminar.

— ¿Cuál es tu necesidad de mencionarla tanto? — Preguntó frustrado, Marie soltó una pequeña risa y decidió detenerse porque aquellos zapatos de tacón importados, comenzaban a cansarle un poco.

— Solo... solo estoy diciéndote la verdad, no tienes porque hacerte cargo de mí, ahora tu responsabilidad es tu esposa — Soltó una risita cínica — ¿O te recuerdo que me obligaste a divorciarme de ti? ¿Que traté de hacer las cosas correctamente pero aún así me dejaste?

— Marie, tú sabes es perfectamente el porque nos divorciamos. No me eches en cara todo aquello, porque no fue mi culpa y estoy tranquilo con ello — Procedió a buscar un cigarillo entre los bolsillos de su pantalón de vestir. La mujer soltó una pequeña carcajada y comenzó a negar.

— Entonces, la culpa siempre la tuve yo.

— Si, nunca debiste tratar de controlarme de esa manera. Es algo demasiado... tóxico, enfermizo y obsesivo. Todo el tiempo querías saber donde me encontraba y lo que hacía, armabas un gran espectáculo en cualquier lugar solo porque te hacías escenarios incorrectos en tu mente — La miro fijamente, Marie bajó un poco su cabeza y decidió que era mejor irse de ese lugar sin decirle algo más. Así que lo hizo, apretó sus labios y siguió su camino sin decir nada — ¿A donde vas? Sube al auto.

— Si tanto deseabas que te dejara en paz, aplícalo ahora mismo — Dijo, sin voltear a mirarlo. Marie solo buscó en su teléfono móvil un Uber que estuviera disponible a esas horas. No tenía las fuerzas para conducir su auto.

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