08

Si tuviera una máquina del tiempo...

Jungkook.


En cuanto escuché su voz desde el otro de la llamada, sentí como casi me daba un paro cardiaco de la impresión. Hace mucho que no me llamaba y oírlo apenas despertaba hizo que mi corazón diera un vuelco, no pude evitar sonreír.

Sin embargo, toda mi alegría se esfumó apenas mencionó que se encontraba enfermo. 

¡Lo sabía! 

No debí aceptar su paraguas, ahora había enfermado por mi culpa.

No tuve otro opción más que asentir ante su petición, pero no pensaba quedarme de brazos cruzados mientras él podría estar muriéndose en cama.

Salí disparado a cambiarme de ropa, luego tomé dinero de mi billetera y fui hacia alguna farmacia. De camino hacia mi destino le marqué a Yoongi Hyung, pidiéndole que me hiciera el favor de mandar el recado que Taehyung me indicó. Aunque no quiso hacerlo en un principio, terminó aceptando ante mis insistentes súplicas. 

—Demonios. Por favor queridas manos, dejen de temblar —susurré para mí mismo, una vez que estaba frente a la puerta del departamento de Taehyung.

Respire profundo y sin dudarlo un segundo más, toqué el timbre dos veces para que pudiera escucharlo, recibiendo como respuesta un ya voy, de su parte.

Apenas se abrió la puerta, volví a sentir como mi corazón latía sin control alguno, me odié a mí mismo por pensar que se veía lindo aún estando enfermo. Sus cabellos despeinados, sus mejillas coloreando un tono rosado debido a la fiebre, sumado a que aún se encontraba en pijama...

¡Maldición! ¡No es momento para tener esta clase de pensamientos!

—¿Qué haces aquí? Deberías estar en la facultad. —Me miró con el ceño fruncido.

—No te preocupes por tu recado, le dije a Yoongi Hyung que se los diga. —Intenté hacer un eyes smile, para calmar mis nervios y parecer natural.

—Ahora tengo más razones para preocuparme —bufó, haciéndose a un lado para abrirme el paso.

¿Me dejará pasar? ¿Acaso se siente muy mal?

—Confía en él, no me defraudará. —Le guiñe un ojo sin siquiera pensarlo. 

Dios mío, estaba tan intranquilo que comencé a bromear y guiñar ojos, solo faltaría que le tire un beso si me pregunta que había traído en la bolsa.

Era un desastre total.

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Su departamento seguía igual que siempre, aunque pasaron algunas semanas desde la última vez que venía, todo parecía estar intacto.

Miraba cada rincón del lugar con nostalgia, pensando en lo estúpido que fui por hacerle daño, solo por pensar de manera tan egoísta sin tomar en cuenta sus sentimientos.

—¿Estás muy mojado? Afuera está cayendo una fuerte llovizna —dijo mostrándose algo preocupado. Aún estando enfermo se preocupaba por mí.

—No es nada, solo es un poco de agua. Además, de pequeño me puse todas las vacunas contra la influenza, así que estaré bien.

—Igual te debes secar, en el baño hay unas toallas. —Señaló con el dedo lo susodicho y luego se encaminó hacia su habitación.

—¡Oh!, ¡Espera! —Lo seguí torpemente.

Entré a su habitación con pasos inseguros, era grande y estaba aun más ordenada que el resto del departamento.

—Traje un poco de medicina para la gripe y pañuelos húmedos, igualmente creo que deberías ir al hospital —sugerí, dejando la bolsa en una pequeña mesita junto a su cama.

—¿Ya te vas?. —Se acostó para descansar.

—No quiero que te sientas incómodo, necesitas dormir. —Abrí la bolsa, sacando los paños fríos para colocarle en la frente—. Espero que te mejores.

Di media vuelta dispuesto en irme, si me quedaba le causaría más dolor, ya tuvo suficiente de mis acciones egoístas.

—Espera. —Tomó la muñeca de mi mano con sus pocas fuerzas —. No vuelvas a dejarme solo —pidió.

—Todo esto es mi culpa —Tomé su mano que me sujetaba, acercándome hacia él—. Tuve miedo, pensé que me sentía listo para contarle a los demás sobre lo nuestro, pero lo terminé ocultando.

—Debiste decirme cómo te sentías realmente.

—Perdón. —Me arrodillé quedando a la altura de su cama.

—Deja de culparte por todo, y quédate a mi lado. —Levantó mi mano con la suya. Luego la puso sobre sus tibios labios y depositó un corto beso.

No pude contener lo conmovido que me sentía ante su gesto, mis ojos se llenaron de lágrimas que no paraban de salir. Finalmente, terminé llorando a su lado como un niño incomprendido.

Si tuviera una máquina del tiempo, de seguro volvería a revivir este momento.

—Prometo no volver a dejarte.

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