•|Capítulo 4|•

[Editado]

El arte del engaño

Esto probablemente podría ser considerado como allanamiento a la propiedad privada, pero a Shōto le resbalaba las posibles 4 leyes que estaba rompiendo. Con dedos emtumecidos por el frío, rebuscó entre la basura de escritorio que tenía Kaminari, para ver si conseguía dar con su paradero.

Si su compañero se había llevado su celular, ¿por qué no respondía sus llamadas? Hace seis días que estaba desaparecido, desde el cumpleaños de Kyoka exactamente y Todoroki puede jurar que no era de los tipos que se inmiscuyen en asuntos ajenos (déjeselo a Midoriya, gracias). Él respetaba la privacidad y no solía entrometerse donde no lo llamaban, pero esto era preocupante. Kaminari ya se había perdido tres exámenes y de sumar uno más, perdería su beca. En momentos así, Shōto se arrepentía de no haber aceptado guardar el número de Kyoka cuando el rubio se lo ofreció hace un tiempo atrás.

Todoroki comenzó a preocuparse en serio.

A pesar de lo problemático e insufrible que resultaba ser Kaminari como compañero de habitación, no dejaba de sentir cierto afecto por él (por costumbre, claro está). Todoroki podía admitir fácilmente que el rubio se esforzaba como ningún otro y le ponía empeño en conseguir todas la tareas a última hora, logrando así, obtener notas suficientes para continuar. Denki solía ser flojo e irresponsable, pero nunca había llegado a este punto.

Jamás como ahora.

Y eso preocupaba a Todoroki en demasía. Lo peor es que no sabía cómo lidiar con eso.

Rebuscó una vez más entre el desastre de escritorio/mesa para comer que tenía Kaminari, y resopló frustrado al no hallar nada. Sólo papeles, lápices, envoltorios de dudosa reputación y los CD's que juntos habían revisado. Esos que ahora observaba con añoranza.

De pronto, el sonido de una llave siendo introducida en la cerradura interrumpió su ola de pensamientos, y la puerta fue empujada con una lentitud alarmante.

Kaminari frente a él se hallaba en gloria y majestad. Bueno, casi, de no ser por sus marcadas ojeras. Al menos estaba entero, para consuelo de Todoroki.

Shōto le observó detenidamente. Superficialmente el aspecto del rubio era aceptable, no le faltaba ningún dedo o extremidad, y su ropa lucía limpia. Sin embargo su estado emocial era otra cosa, Denki arrastraba los pies con desgana, con la espalda casi encorvada, y la sonrisa brillante que a veces lo mareaba hoy se encontraba ausente.

¿Dónde estabas? —Preguntó apretando el borde de la mesa. Cuando Kaminari no respondió, la ansiedad de Shōto regresó con más fuerza —. Reprobaste tres exámenes por ausencia y si el próximo fallas perderás tu beca.


Denki chasqueó la lengua con molestia, pero no hubo más respuesta.

Kaminari — insistió Todoroki mirándole con preocupación —, ¿dónde estabas?

El mencionado ésta vez gruñó más fuerte y cortó la distancia que lo separaba de Shōto, para tomarlo de sus solapas y estamparlo contra el escritorio, arrancándole un pequeño jadeo de dolor.

—¡Eso no es asunto tuyo! ¡Déjame en paz! ¡No quiero más preguntas! —Volvió a estamparlo contra el mueble, pero esta vez su golpe fue indoloro, casi patético — ¡No preguntes nada!

Todoroki ignoró la punzada de dolor por el rechazo y escudriñó el rostro ajeno con sorpresa. Intentó hacer calzar sus ojos con los orbes miel de Kaminari, pero éstos nunca abandonaron el suelo. ¿Qué había pasado con él? Así de cerca, podía notar cuán profundas eran sus ojeras, y lo pálido de su piel dejaba ver pequeñas venas moradas. Denki se veía enfermo y casi amarillento. Shōto no pudo evitar fruncir su ceño con preocupación.

Pasado un momento donde ambos no dijeron nada, Todoroki suspiró cansino y se quitó las manos de encima. Kaminari las dejó caer inertes a su lado.

Está bien, no más preguntas —decidió resignado. Él no era quién para entrometerse.

Kaminari que se arrastró hasta su cama, mientras asentía lentamente con la cabeza. Casi agradeciéndole la comprensión a Shōto. El bicolor asintió de vuelta, y le dió la espalda mientras vestía su chaqueta ignorando la punzada de dolor por el movimiento de los músculos inferiores. Aquello le hizo sacar una mueca de disgusto, a lo que rápidamente recompuso sus facciones y regresó al semblante en blanco.

Se recordó que a Midoriya no le gusta que haga ese tipo de expresiones. Siempre le dice que no va con su rostro.

Ya —tomó el bolso y lo ajustó a su figura —, nos vemos.

Todoroki alcanzó la manilla de la puerta, pero un ligero sonido, casi imperceptible, muy parecido al frágil aleteo de una mariposa lo detuvo. Volteó su cabeza para mirar a Kaminari que había abierto la boca. Shōto esperó por algo que jamás pasó, Denki abría y cerraba la boca luciendo casi desesperado por querer decir algo, pero al mismo tiempo como si alguna fuerza mayor a él le detuviera.

Debes enseñarme esos exámenes —dijo por fin, alzando el rostro con una sonrisa en ella.

Pero allí donde una vez hubo alegría y sonrisas fáciles casi coquetas, ahora sólo había ausencia de luz.

Kaminari había perdido el brillo en sus ojos.

~•🌸•~

Al acabar su primera clase, Todoroki se dirigió a la oficina principal de la universidad para solicitar una extensión de permiso. Shōto necesitaba salir del campus en pleno horario de clase, por lo que necesitaba el visto bueno del director. Uno de los testigos fichados de su caso se movería de la ciudad dentro de los próximos días, por lo que necesitaba el permiso con urgencia.

El director Nezu te recibirá en un momento —avisó su secretaria, brindándole una sonrisa fácil —. Toma asiento, Todoroki-kun.

Shōto asintió con la cabeza, y se aproximó a las sillas que se encontraban consecutivamente junto al espacioso escritorio que ocupaba la mujer. El sonido del teléfono oficinista atrapó la atención de Todoroki, y pudo vislumbrar una mueca de desagrado cuando la secretaria alzó la bocina.

Lo lamento mucho, pero son las reglas de la... —Contestó nerviosa, pero el sonido de su voz se perdió bajo los gruñidos de quien sea que esté en el teléfono —. Pe-pero eso no pasa por mi dominio, las reglas de la universidad me impiden aceptar alumnos a esta fecha.  No puedo hacer nad-

Otra oleada de gruñidos e insultos obsenos interrumpió a la mujer, que mordía su uña con nerviosismo.

Lamento las molestias, mañana es sábado y sólo hay clases las dos primeras horas por lo que la administración de la universidad estará libre, si gusta yo podría hacerle una cita rápida con el director Nezu.

Aquella respuesta pareció complacer al hombre al otro lado de la línea, pues sus gritos se detuvieron al instante.

La mujer suspiró aliviada, observó Shōto.

Entonces mañana te esperamos —se despidió. Cuando colgó el teléfono, enseguida sus ojos se cruzaron con los del mitad albino, y una sonrisa maliciosa cruzó su rostro —. Al parecer tendrás un compañero problemático, Todoroki-kun.

Shōto la miró con indiferencia.

No me interesa.

—¡Ah! —Exclamó sonriente —. ¡La juventud!

Luego de unos minutos el teléfono volvió a sonar, y cuando la mujer alzó la bocina miró a Todoroki con renovado aburrimiento.

Todoroki-kun, ya puedes pasar. El director te espera.

Con un pequeño asentimiento en agradecimiento se levantó del asiento y dirigió a la oficina de Nezu. Respiró hondo antes de entrar.

Mañana le esperaba un ajetreado día.

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