Cariño:
Necesitaba escribirte aunque después no lo recordara, necesitaba desahogar mi torturada y volátil mente.
Sé que olvidaré estas palabras, al igual que te olvidaré a ti, pero escribirte esta última carta me da esperanzas de que al menos tú no lo olvidarás.
La enfermedad, por más que hemos intentado contrarrestarla, ha llegado a un punto sin retorno, mi mente se va debilitando, los recuerdos, los rostros, todo lo que he vivido se está difuminando hasta el punto de que ya ni siquiera recuerdo tu nombre.
Las imágenes y todos los recuerdos se diluyen poco a poco y siento que tú y todos los  demás, a los que recordaba hasta  hace unos días, se escurren entre mis dedos.
Los médicos me han informado de que en un par de días ni siquiera recordaré mi nombre. Pero no te preocupes, estaré bien.
Quiero que sepas que si pudiera corregir el más mínimo "error" de mi corta existencia, no lo haría. Porque cada paso que he dado en mi vida me ha llevado a ti.

Parece que te estoy viendo leer esta carta, con los ojos empañados, deslizando tu mirada sobre estas líneas... Conociéndote como te conozco, sé que más de una lágrima habrá caído ya, dejando un borrón en la carta que sostienes entre las manos.

Cuida de los demás por mí, siempre fuiste la más responsable.
Y recuerda que te quiero, recuérdalo por las dos ¿Me oyes? Porque aunque ya no te recuerde, te seguiré queriendo. Y por favor, no te rindas, cariño. No abandones tus sueños, estudia, trabaja, vive, y sé feliz.

No te olvides de leerle un cuento a los gemelos cada noche, uno de los que escribí para ellos, esos que tanto les gustan.
Y no dejes que tu padre caiga.
Lo sigo amando como el primer día.

Quiero pedirte un último favor, el más importante de todos. No vengáis a visitarme, yo no lo recordaré y esas visitas solo servirían para haceros sufrir, así que no vengáis a verme.
Yo os seguiré queriendo siempre, recordadlo por mí...

       Por y para siempre,

                        Vuestra madre...