Estuve en vela toda la noche, fue ese café, el último que tomé, era demasiado fuerte, demasiado tarde...Fue ese último café, el de tus ojos, el que me mantuvo despierta toda la noche.
Tal vez no debí mirar tu fotografía antes de irme a la cama, tal vez debería haber resistido ese penoso impulso. Ahora estoy aquí, bebiendo a pequeños sorbos de tu mirada congelada en ese instante, mirado por la ventana, haciéndote el interesante, sin saber que tu me interesas más que nada. No necesitas ser más, para mí, ya lo eres, no necesitas fingir, ya lo hago yo por ti, fingiendo que no te amo cuando es todo cuanto hago. ¿Te odio? ¿Te amo? Lo que único que sé es que, pensar en ti ahora, es un calvario. No te lo tomes a mal, pero necesito pensar en mí en estos momentos, necesito olvidarte, pero ya ves que no puedo. Me odio, odio el café y te odio a ti. Puede que me pase al té, tal vez sea lo mejor, pero sólo tal vez...