Capítulo 6


Chico... Espera... ¿¡Chico!?








Izquierda, derecha, al centro, salto el escombro y continuo con mi camino. Llegó un momento en el que me detuve y saqué una hoja de mi mochila para trazar el recorrido de hoy.

Suspiré guardando la hoja y tomando la lanza para comenzar a patinar de nuevo. Un transcurso de media hora bastó para que en un pasillo nos encontramos las dos.

Asentí hacia ella comenzando a ir por un mismo lado juntas.

La voltee a ver de reojo sonriendo un poco por ella.

Carla mejoró considerablemente estos meses, Es callada y sería, incluso estratégica, solo dentro del laberinto claro, fuera sigue siendo la misma risueña e hiperactiva.

Me hizo una señal con los dedos y aceleramos el paso, ya era oscuridad casi lo único que veíamos, y al cruzar el gran agujero de hielo que tenemos como puerta un gran rugido se escuchó, llegamos justo a tiempo al parecer.

— ¡Eso estuvo genial! — exclamó de inmediato Carla.

— No veo genial casi morir si llegamos unos segundos tarde —

— Mhh — se cruzó de brazos — deja de ser amargada, Carmen —

— Y tú deja de ser tan infantil — empujé su cara comenzando a andar a mi cabaña con los patines puestos.

Tal vez mañana no salga y pueda dormir todo el día, sí, sería perfecto.

— ¿Encontraste algo útil? — la voz de Harriet me habló tan pronto entré a ella.

Bueno, tal vez sí, después de todo, salir también es una forma de evitar la presión de Harriet preguntando todo el tiempo si encontré algo útil.

Sé que le interesa salir tan pronto como todas, pero es algo difícil si tenemos que guardar silencio e ir con especial cautela por todo el laberinto.

Más aún cuando solo somos dos.
















. . .















Estaba al rededor de dónde Gala organizaba las peleas de fuerza entre las chicas, en su mayoría luchaban entre las constructoras, pero ahora una chica que recién había llegado hace unos meses se atrevió a desafiarla.

No era la gran cosa, pero la valentía de ella tenía que valorarse como era debido, aunque la apoyo en todos los movimientos que haga, aún es muy torpe para pelear y se cae repetidamente por culpa del hielo, haciendo que claro, una sonrisa divertida este en mis labios.

— ¡Buen trabajo, chica! — grité hacia la pelirroja que había logrado tirar a Gala.

Dejando de lado la sorpresa de su rostro por la caída anterior, la chica de cabello castaño y corto me observó con esos sus ojos verdes asesinos, y levanté una ceja divertida por su expresión.

— Déjala — me golpeó el hombro ligeramente Lily — ¡Tú puedes, Gala! — apoyó entusiasmada y con los brazos hacia arriba.

La chica mencionada volteó a verla con una sonrisa dulce y se giró para derribar a la pelirroja.

Miré a Lily con una ceja alzada — Tu novia se motivó — no me respondió, solamente se sonrojó y se quedó callada, acto que me hizo divertir.

No sabía en realidad que había pasado entre ellas dos estos meses pero esas miraditas cariñosas me daban una idea leve de lo que ocurría.

Sonreí de lado ligeramente, es bueno que Gala tenga a alguien que la controle, más cuando se enoja y quiere matarme.

























. . .






El tiempo pasó, exactamente no se cuánto, no lo sabía, pero lo que sí, es que habían llegado doce chicas en el transcurso de los meses.

Mes con mes alguien salía de esa caja. Asustada. Llorando. Enojada. Incluso nos amenazaron con un machete.

Solté una pequeña risa. Que recuerdos aquellos.

Muchas no recordaban como se llamaban, pero otras tantas si lo hacían, nombres tan bellos y preciosos que nos pasamos una noche entera hablando de ellos.

Volaron nombres por todos los oídos del grupo. Esmeralda. Ana. Patricia. Gema. Aly. Sasha. Gabi. Kim. Historia. Taro. Elizabeth. Alice. Annie. Leah. Victoria...

Una gran cantidad de nombres y risas tratando de descubrir la procedencia de ellos se escucharon esa noche.

Aún recuerdo cómo Lily se moría de risa cuando mencionaron que en el nombre de Historia no necesitaron complicarse tanto.

Fue una especie de "pijamada", aprendimos a confiar en nosotras, por primera vez nos conocimos todas completamente y tomamos chocolate caliente al rededor de una fogata. Incluso el clima estuvo a nuestro favor pues ninguna tormenta nos atacó.

Algo me causó curiosidad de todo esto, y es que los nombres que había no parecían venir de un mismo lugar, es decir, parecían de lugares con costumbres totalmente distintas a otras, y creo que estaba en lo correcto porque también los rasgos faciales variaban por montones.

Era divertido, de cierta forma que haya ese tipo de variedad en el grupo nos mantenía unidas.

























. . .

















Regresaba de patinar y ¿Qué me encuentro? Un gran cuchicheo en el área, la caja había subido de nuevo pero extrañamente la novata estaba afuera de ella.

Suspiré con cansancio por la situación ¿Dónde está Harriet cuando se le necesita?

Me acerqué tratando de mantener la situación bajo control, las chicas se amontonaban en un circulo viendo a la nueva chica de cara hacia abajo. Al igual que nosotras traía consigo una gran chaqueta con peluche en el borde

— Déjenla respirar — empujaba un poco a todo el grupito.

Parecían adolescentes, bueno en realidad lo eran, pero algunas simplemente no podían comportarse en situaciones serias.

Me agaché y suspiré, otra vida encerrada aquí.

Giré la cabeza de ella, haciendo a un lado la chaqueta de su cara. Mi mano tembló cuando mi mirada lo encontró de repente.

Mis ojos lo analizaban con maravilla, sus pestañas eran largas, sus cabellos rubios y tenía pequeñas pecas por todas sus mejillas, incluso dos pequeños dientes salían de entre sus labios rosados.

— ¡Ey chica, déjanos ver a la nueva astilla! — les daba la espalda y se habían alejado un poco para darme espacio así que no podían ver lo que yo veía.

— Es u-un chico — respondí ante ese grito, mi voz tembló y se entre cortó a media oración.

— ¿Un chico? —

— ¿¡Qué!? —

— ¡Lo pido para mí! — Paula... La primera que lo digirió sin duda.

Comenzaron a correr, por así decirlo, pero si iban rápido para mi lugar, incluso llegaron a empujarme con emoción. Mi rodilla llegó al suelo y dolió un poco con el golpe.

¡Ya dejen de empujarme, mocosas babosas! — con la palma de mi mano cubrí varios rostros empujando para atrás.

Escuché risas, incluso brincos y chillidos ¿Qué les pasa?

Hacían un circulo de nuevo, y comenzaron a quitar el gorro de la chaqueta del muchacho.

— ¡Ya les dije que es mío, zorras! — la voz de Paula hizo eco en medio del círculo.

— ¡Quitense! — usé mi voz demandante y logré pasar hasta el medio — ¡Hasta parece que están en celo, Dios mío! — susurré cansada de todo.

— No te lo quedes para tí — habló una del montón comenzando a caminar lentamente de nuevo.

— Nadie se acercará él — Ordené causando silencio — si me entero que alguien me desobedece me encargaré de mandarla directo a que se la coman las sombras — entre las penumbras nadie se atrevió a desafiarme, ni siquiera Paula que era la más lanzada.

No dejé que se acercarán a él, antes pasé uno de mis brazos debajo de sus rodillas y el otro rodeando su espalda. Solo bastó que flexionara mis rodillas y me volviera a levantar para estabilizarme.

Me alejé con el cuerpo entre mis brazos, el pequeño cuerpo de un chico.

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