Capítulo 3

Sentimientos...


La puerta era azotada repetidamente, podría jurar que iba a romperla de tantos golpes que se daban.

— ¡Apúrate! —

¡Puta madre, Sofia, quiero cagar agusto antes de que se me enfríe el culo!

— ¡No sé lo que dijiste! ¡Ya muevete, Carmen! —

Me levanté malhumorada limpiando lo que se tenía que limpiar y abrí la puerta algo enojada.

— Un minuto, solo te estaba pidiendo un puto minuto — Sofia me sonrió nerviosa y pasó rápido a mi lado, sentí un empujón que me quitó de la puerta y después escuché como el seguro de esta se colocaba.

Me alejé refunfuñando por lo bajo, no hay una maldita privacidad en este lugar.

Ya había pasado más tiempo desde que desperté sin recordar nada, al rededor de un año más o menos, tal vez menos.

Durante este tiempo, nos hemos enfocado en intentar salir de este lugar, pero claro, para acabarla de chingar los muros son tan altos que escalar no es la opción, créanme, la venda en mi pierna no esta de adorno.

Por lo menos pude descubrir la estructura del laberinto.

Sentí un cambio peculiar en el viento helado, pero igual entre a la cabaña sin tomar importancia a eso.

— Te noto algo malhumorada, Carmen — Sonya recargó su barbilla en la madera vieja que colgaba de la cabaña.

— Mi único día libre y me joden a cada rato —

Ella se rió algo nerviosa y con una gran sonrisa me contestó.

— La mayoría de nosotros no te vemos mucho por aquí, hoy que no sales al laberinto solo queremos pasar tiempo contigo —

— ¿Por qué hablas en plural? — pregunté confundida.

— También quiero pasar un buen momento con una de mis mejores amigas —

— Hay Sony... Hay momentos en dónde solo quisiera desaparecer —

— Calma, ¿Es otro de tus bajones emocionales? —

— No, pero... A veces me pregunto si en realidad existe una salida... ¿Vale la pena arriesgar mi vida para encontrar esa dichosa salida? — levanté el rostro para ver su cara sorprendida — Pero siempre las recuerdo a ustedes cada que salgo y es como si me dieran la fuerza que necesito —

Algo se aventó en mi espalda y me hizo caer al frío hielo que la cabaña tiene como piso, bueno, la parte donde se supone va a la fogata.

— ¡Aww! — oh no — ¡Sí tienes sentimientos! —

— Lily te juro que si no te quitas de mí te daré una golpiza — la chica estaba encima mío, y besaba ferozmente mi mejilla llenandola de babas... Iugh.

— Tardarás un muy buen rato en quitartela de encima — voltee a ver a Harriet al escuchar su voz llena de burla.

— ¿A qué hora entraron todas? — analicé la cabaña de hielo en dónde ya estaban Paula, Harriet, Sonya, Rachel y Lily... Que aún seguía sobre mí.

— Afuera se desató una tormenta, ya mandé a todas a sus cabañas —

— O tortugas huecas como le llama Gala — Lily soltó una risa por ese nombre, a mí parecer también era muy gracioso, aunque no supiera que eran las tortugas.

— Que raro nombre ¿No? —

— Raro como la persona que lo dijo —

— ¡Dejen a Gala en paz! — Lily me soltó y se levantó para defender a la tan mencionada chica.

Sí, Gala era la encargada de construir las cabañas y las cosas que nosotros tenemos dentro, como alguna que otra repisa o colgadera, también se encargó de hacer un “piso” de madera para no estar directo en el suelo, solo dejó el espacio de la fogata.

— Deja de defender a tu novia, Lily — la chica se sonrojó al instante y tartamudeo un poco antes de gritarnos.

— ¡No es mi novia! —

— El sonrojo en tus mejillas no dice lo mismo — Harriet se alzó dejando ver una sonrisa.

— Ya callense y déjenme en paz — se dejó caer al duro suelo, y aguantando el dolor que seguramente sintió se cobijó hasta la cabeza.

— Todavía no es hora de dormir — dijo Paula divertida.

— ¡Pues yo ya tengo sueño! — entre miradas decidimos dejarla en paz por hoy.

Ciertamente el tema del que hablamos es divertido pero me hace extrañarme un poco, es algo raro ver a dos chicas juntas, al menos no recuerdo haber presenciado algo como eso, pero siendo sincera no recuerdo nada.

Está bien, aunque no hayan confirmado nada, si ellas son felices  y se sienten bien juntas entonces para mí está bien.

Digo, quien soy yo para juzgar.







. . .






— ¿Ya te vas, Carmen? — volteé por aquella voz que me llamaba. Era Lily.

— Ya amaneció — le  respondí cubriendo mi cuello con una bufanda.

— ¿Regresas muy tarde? — me agaché suspirando, no me gustaba contestar muchas preguntas, suficiente tenía con todas las que hacía Rachel.

— Así es — ajustaba mis patines lo mas que podía.

— ¿Te incomoda? — la miré confundida por esa pregunta — lo que siento por Gala —

En mi boca se formó una sonrisa — Creí que no sentías nada por ella —

— ¡Ah! — se golpeó la cabeza repetidas ocasiones y podía jurar que susurra la palabra “tonta”.

— No pasa nada si sientes algo por ella, o esque  ¿Tienes miedo de que pase algo? — me miró por unos instantes con los ojos afligidos.

— ¿Y si las demás nos miran raro? — alce un poco la vista por esa pregunta.

— ¿Ella ya te dijo que sus sentimientos son los mismos que los tuyos? — se sonrojó a tope, podría jurar que salía humo de sus orejas. Algo raro debido al frío — Supongo que sí, mira... No debe importarte lo que las demás personas digan, si no como te sientes con lo que estás haciendo —  seguí con mi trabajo, continuando con el otro patín.

— ¿Y si me siento culpable? —

— ¿Por qué lo harías? — le regresé la pregunta extrañada.

— Tal vez se burlen de ella por estar con una debilucha como yo —

— ¿Debilucha? Por Dios, si tú curas a todas las chicas que habitamos aquí, te encargas de las heridas de las carniceras y les enseñaste como cortar mejor para evitar heridas, no eres una debilucha —

Levanté mi rostro terminando con mis agujetas, pero salté de sorpresa cuando Lily volvió a lanzarse a mí.

— ¡Gracias! ¡Eres tan linda! — alargó la última letra mojando dramatiamente mi chamarra.

— Sí, sí — me safé como pude y con algo de dificultad me levanté — has lo que creas y sientas mejor, no dejes que nadie te guíe en tus desiciones — la tomé de los hombros y giré su cuerpo dando pequeñas palmadas a su cabeza — ve por esa chica, tigresa

— ¡No se lo que dijiste pero gracias! — salió corriendo con mucho cuidado de no caerse y en un punto alejado se volteó emocionada, levantó las manos despidiéndose de mí. Solté una risita por la imagen que tenía, se veía como una gran pelota redonda, gracias a toda la ropa que traía puesta.

Me giré subiendo la bufanda a la altura de mi nariz, asegurandola por la pare de atrás con un nudo, bajé los gogles de mi cabeza.

Bueno, sería otro día más, otro día de memorizar este laberinto helado
Tal vez no sea un mal día de no ser porque tengo que hacerlo todo sola.

Ya habían pasado al rededor de diez meses desde que llegué, lo suficiente para que diez chicas llegaran, y entre esas diez estaban Paula, Lily, Sofía, Gala y Rachel, la otras cinco extrañamente hicieron un complot ya que todas despertaron un amor para el matadero, ellas aún no recordaban su nombre, así que aún estaba en desición su apodo.

Éramos puras chicas, y ese clima hostil era lo que menos importaba en aquellos días difíciles.

Aveces tanta histeria puede volver loca hasta a una mujer.

¡Dios dame paciencia, porfavor!



• • •



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top