Duelo

Dicen que la vida es una batalla que nos toca librar constantemente. Vivimos felices, pero siempre hay problemas que nos acechan, ansiosos de destruir nuestro idílico paraíso terrenal. Las sonrisas se transforman en lágrimas, y corazones que antes latian con fuerza, ahora quedan hechos mil pedazos, imposibles de poder recomponerlos completamente jamás. Y al igual que las rosas se marchitan y puerden su color, las personas avanzamos en el tiempo y perdemos nuestra luz, hasta que nuestra vida se apaga. Sería bonito decir que todos gozan del regalo de poder vivir una vida completa y feliz... Porque la vida, con sus sonrisas y sus lágrimas, sus alegrías y sus problemas... La vida es un regalo imperativo de aprovechar, porque no todas las rosas marchitan de manera progresiva, algunas son cortadas y cruelmente asesinadas, mientras que otras simplemente se apagan de manera repentina, de la noche a la mañana, sin darnos tiempo para poder despedirnos... Y esa, se convierte en la peor de las torturas posibles con la que lidiar en la batalla de nuestra vida.


Tengo la teoría de que al poder despedirnos, nos preparamos para el duelo a batallar después. Nos despedimos estando ahí, dando las gracias, un último "te quiero", y aprovechando hasta el último suspiro de aquellos quienes queremos, en primer lugar porque muchas veces esas personas de quienes nos estamos despidiendo forman parte de aquello que sostiene nuestra vida... A veces son piedritas, otras simples ladrillos, y a veces hasta pilares enteros... Nadie quiere perder un pilar, o un ladrillo, o incluso una piedra, porque lidiar con el vacío que queda en el corazón, es complicado como encontrar el norte con una brújula rota. Ellos se van, y nosotros quedamos varados en medio del océano, desorientados, y con una brújula que parte a la par que nuestro corazón.


Creo que una de las cosas más difíciles por las que tenemos que pasar cuando perdemos a alguien a quien amamos es el hecho de admitir que ya no están... Adaptarse a esa nueva realidad en la que hay un vacío, te falta algo... Porque cuando ellos se van, es como si a nosotros nos cortaran una parte de nuestro cuerpo, y tuviéramos que volver a aprender a vivir sin una pierna, sin un brazo, sin un ojo...

Odio hablar de ellos en pasado... Me niego... Una parte de mí se fue al cielo cuando la perdí a ella... Ya había perdido a importantes antes, pero no era lo suficientemente madura o consciente como para despertar esa realidad en mí... Una parte de nosotros se va con ellos, pero otra también queda con nosotros... Por eso me niego a hablar en pasado... Ella no "era", ella "es"; porque quizá sea en otra dimensión, pero "es" y sigue siendo, y así lo será siempre. Y la mejor arma para librar esta batalla que tenemos por delante, es esa... En primer lugar, porque nadie se va del todo mientras su recuerdo viva; ese es nuestro superpoder de la inmortalidad... Y en segundo lugar, porque aún en la distancia, un vínculo sellado por el corazón se mantiene fuertemente unido para siempre, y en otra realidad alterna, o una lejana dimensión, ahí siguen con nosotros, acompañandonos hasta volvernos a ver, porque nunca es un "adiós", sino un "hasta pronto".

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