2. Kiyoshi Hira
Narrador Omnisciente
Dos adultos, mejores amigos desde adolescentes... Se encontraban charlando dentro de un cuarto, así estuvieron años atrás.
Uno se encontraba encadenado, completamente irritado, para nada feliz con su existencia en ese lugar en ese momento específico. Por otro lado el de tez más morena, parecía más tranquilo, fabricando peluches adorables.
Verano del 2005 en Tokyo, Japón
Aunque fuese verano, no era un día con una temperatura suficiente para que todos estén sufriendo del calor.
Masamichi Yaga, maestro en esos momentos, sudaba un poco... Caso distinto a Kiyoshi Hira, dos años mayor que él.
Kiyoshi no sólo estaba incómodo por estar atado, tenía demasiado frío, ¡Hasta tiritaba!.
–Bro, cierra las ventanas o lo que sea con corriente de aire—en un murmuro indicó, hasta su voz temblaba.
–Bro, me estoy muriendo de calor—contestó el menor, sin verlo a los ojos.
–Me vas a hacer morir de hipotermia, como casi hace Hana...—suspiró, para agarrar aire y exclamar con fuerza su obsesión por la mujer—¡Mi Hana!, ¡Mi pobre Hana! Fue un milagro que sobreviviera... Soy más fuerte que esa débil mujer, mi obligación es protegerla, ¡Si yo no estoy, nadie lo hará!.
–Tu responsabilidad son ella y tu hijo, la mía son esta escuela y personas conectadas a esta.—Yaga indicó, aún con la seriedad que lo caracteriza, ignorando el drama del otro—No estoy en tu contra, no es eso... Mi obligación con tu ira chocan.
–Sabes que nunca te haría nada—Hira indicó, tratando de evadir de tema.
–¡Lo sé! Me preocupa el resto que sí eres capaz de matar—Masamichi exclamó, sin ocultar su pánico.
–Te halagaría por listo—el de ojos marrón comentó, evadiendo la mirada.
–Evades los problemas o los atacas directamente, como estoy entre medio, tratas de alejarme.—el profesor de Jujutsu explicó la actitud de su mejor amigo—Sé que me quieres y que harías varias cosas por mí, lo agradezco pero Kiyoshi...
Un suspiro se escuchó, antes que la habitación quedara en silencio.
Ninguno de los dos habló más, ambos con el mismo miedo de lastimar a la persona más cercana.
El tema era difícil para ambos, no eran dos caras de la misma moneda... No se podían comparar si estaban en bandos contrarios, no al menos con una moneda.
Pasaron los minutos, y con su voz temblando, esta vez de tristeza, Hira preguntó mirando fijamente a la persona que más admiraba.
–¿Serías capaz de escuchar mi versión de la historia?—su melancolía fue imposible de ocultar.
–¿Serías capaz de explicarla sin un arranque de ira?—la interrogante hizo que Kiyoshi bajara la cabeza—Oye... No te culpo, eres mi mejor amigo.
–¡No estaba robando nada!—Kiyoshi exclamó, llenándose de ira mientras su violencia florecía—¡SON INCAPACES DE ENCERRARME POR ALGO QUE NUNCA HICE! Pero claro, Caperucita Roja es la heroína de la historia mientras ella es quien relata el cuento, ¿No?.
–Patético para ti, supongo...—Masamichi suspiró cuando su amigo asintió—Déjame pensar... Estúpido, hipócrita tal vez, ¿Tercos?
–¿Intentas comprenderlo?—un estudiante de cabello albino cuestionó confundido, hablando son su maestro.
–No tienes permitido estar aquí—el pelinegro indicó, sin ver a su alumno.
–Déjalo que se quede, amargado con mal estilo.—el castaño contradijo dulcemente—Te puedo pagar... 5000 yenes.
–Serías capaz de comprarme...—suspiró, tratando de hacerse el ofendido—Okay, que se quede. Te llama la atención, eso significa no morir.
–¿¡Se conocen!?—Gojou estaba completamente confundido.
–Mejores amigos desde pubertos.—Aclaró Hira relajado, ocultando su irritación—Lamento haberte atacado, estudiante de primer año... Pero me estaba defendiendo de tus ataques.
–Eres ridículamente poderoso, más poderoso que yo... Vine por respuestas—el estudiante aclaró, haciendo a su profesor suspirar.
–¿Tras matar a 29 y 30?—el maestro de artes visuales, matemáticas y teatro no estaba contento—Fueron exorcizados con tanto desprecio, que me da curiosidad, ¿Cuál es el origen de tal crueldad?
–¿Ah?—el estudiante de Jujutsu no lo entendió.
–Ya sabes la respuesta Bro, ni le preguntes—suspiró el más moreno, ignorando el chasqueo de su amigo.
–Ah sí... Ahora que me acuerdo...—el albino indicó, disgustado con la actitud del de lentes azules—Los peces gordos me mandaron a preguntar qué harían con este monstruo.
–Diles que yo me encargaré, sé cómo manejarlo.
...
Primavera Del 2006
Desde aquella captura, los peces gordos han buscado alguna forma de aliarse con Kiyoshi Hira. Pensaron que intentó robar algún dedo de Sukuna... En realidad, estaba buscando a Gakuganji debido a una discusión que tuvieron días atrás.
Satoru Gojou era el único estudiante de segundo año que ubicaba a Kiyoshi Hira... Y deseaba, muy dentro suyo, no haberlo conocido. Cuando era de primer año, luchó contra él y perdió, cosa rara para él.
Pero no sólo perdió, casi fue asesinado por alguien que no fue afectado por el infinito. Era imposible... Pero lo imposible se hizo posible con la existencia de aquel adulto castaño.
Han pasado unas semanas desde los eventos con Toji Fushiguro, los dos "más poderosos" estaban conversando. La gatita que acompañaba a Kiyoshi sólo gruñía y ronroneaba.
Satoru se encontraba paseando tranquilo, luego escuchó unos murmuros... Era Kiyoshi, quien con su habilidad, lo obligó a sentarse a su lado y escucharlo.
Al albino contestar, Kiyoshi comenzaba a murmurar incoherencias hasta que le tocaba su turno de hablar, por explicarlo de una manera. En todo momento, sucedió lo mismo que ocurrió en aquella batalla que Satoru es incapaz de olvidar: no podía moverse, no podía hacer nada.
–¿Por qué no fuiste llamado para ayudarnos a Suguru y a mí?—cuestionó el menor, observando el cielo.
–Porque no pertenezco a esta escuela, no fui estudiante, no soy maestro, no me importan y porque me llevo horrible con los peces gordos.—explicó relajado, acariciando un gato celeste claro que estaba en su regazo—Además Tengen y yo no somos tan cercanos.
–¿Qué haces acá, si se puede saber?—el estudiante preguntó, llevaban conversando así un par minutos.
–Charlando con los peces gordos y Yaga para un trato de paz, los dejo tranquilos si me dejan tranquilo—explicó el mayor mientras la gatita ronroneaba.
–¿Puedo acariciar a la gatita?—era la quinta vez que lo preguntaba.
–Me cae mal, no tiene estilo. Además, él tiene un horrible olor, Kiyoshi-dono—para Satoru fue un maullido, para Kiyoshi esas palabras.
–Mary dice que no...—Hira contestó, por quinta vez—Otra vez en estos 4 minutos de conversación.
–¿Te puedo hacer una última pregunta antes que tengas que irte a tu reunión?—su voz fue más seria, cosa imposible para algunos, pero pasó.
–Claro, una última interrogante.—Kiyoshi afirmó relajado, mirando el cielo por unos segundos—¿Es del qué estaba haciendo ese día que te ataqué y casi te mato pero la interrupción de Masamichi te salvó la vida?
–No, es sobre tu Ritual Maldito... Me intriga—Gojou agregó, ahora tenía traumas con la persona a su lado.
–Ah... Se llama «Voz Maldita», pero ha sido apodada como «Voz De Sirena» por mucha gente que me ha visto usarla.—Hira comenzó a explicar, aún acariciando a la gata celeste sobre su regazo, no parecía ofendido ni molesto con la interrogante—Cada vez que hablo, murmuro, grito o chillo, soy capaz de controlar, absorber, extraer, manipular y destruir energía maldita de objetos y personas, sin embargo, las personas necesitan escuchar mi voz sí o sí.
–¿Ahora lo estás usando en alguien o algo?—el estudiante temblaba por aquella posibilidad—Ignorándome, claro, no me dejas moverme después de todo...
–Si bien mi Ritual Maldito siempre está activo, soy capaz de anular mis habilidades...—el adulto suspiró cansado—Lo único malo de mi Ritual, que no te he contado, es que atrae maldiciones... Similar a ese cuento de flautista.
–¡Como las ras ratas!—al de lentes oscuros no le costó entender.
–Las ratas siendo las maldiciones, las atraigo quiera o no—el adulto indicó acariciando a la gatita.
–Y así uno termina conociendo al capitán Kiyoshi...—Mary murmuró, para el alumno eran maullidos y gruñidos—Su maravillosa voz, hipnotizante y sexy, que te enreda en su red metafórica...
–Me llamas Sebastian Michaelis una vez más y te lanzo al mar—Hira casi le arrancó la cabeza a la maldición-animal.
–No es mi culpa que compartan la voz, próximamente en la calle te acosarán...—Mary rió en voz baja, sin mostrar debilidad alguna ante tal amenaza—Sólo te ayudo a que generes paciencia, Hana-sama estaría muy agradecida.
–¿Ya puedo ser libre?—Satoru consultó, pues Kiyoshi impedía que se moviera.
–Antes de eso, te diré algo...—indicó observando al estudiante, quien presentía que el castaño podía ver a través de él—Las únicas cosas que me importan son mi familia, mis esclavos y mis estudiantes. Si alguien amenaza con lastimarlos, yo les hago el corazón trizas primero.
Tras aquellas palabras, el mayor guardó silencio. Por fin, tras un largo rato, dejando de murmurar, haciendo que su ritual maldito se desactivara.
El albino tomó aire, agarrando sus lentes de sol que casi chocaron con el piso. Aquel adulto limitó su respiración, lo inmovilizó, pero ahora podía moverse libremente. Sin embargo, a diferencia de la vez anterior Satoru Gojou no estaba al borde de la muerte.
Voz Maldita quizás era el ritual maldito más fuerte que iba a conocer en su vida.
No, no era fuerte.
El mundo del Jujutsu funciona sobre la base de la energía maldita que tanto maldiciones humanos son capaces de tener. Al tener una habilidad de controlar la energía maldita, de controlar esa base... Genera grandes posibilidades de destruir todo aquel mundo que ellos conocen.
La habilidad no era poderosa, lo fuerte era al usarla con inteligencia.
Satoru estaba aterrado, quizás más en comparación al día cuando conoció a ese señor.
Pero Kiyoshi estaba tranquilo... Bueno, con ojeras, una cara seria de odiar a todo el mundo.
Su apariencia intimidaba, aun estando en silencio.
Sin decir nada, sin atacar a nadie.
Pero aquel hombre seguía siendo un peligro.
¿Qué podía hacer Gojou al respecto?
Kiyoshi era la definición andante de un monstruo
. . .
Presente: 2018
Narra Kiyoshi
Abrí los ojos, despertando finalmente de aquel coma.
Me dolía la cabeza, como si tuviera una aguja de mierda insertada en el hemisferio derecho de mi cerebro.
Mis quejidos alarmaron a las enfermeras, quienes llamaron al doctor que estuvo a cargo de mí durante todo éste tiempo.
Reconocí todo lo que pasaba por los sonidos que generaban.
–¿Seguimos en el 2017 de mierda?—interrogué apenas entró, con mi insulto favorito.
–Hira-san, estamos en el 2018...—el doctor indicó amable y educadamente—Ha despertado tras casi 1 año de su coma...
No quise abrir los ojos.
Mi ojo derecho estaba raro, y temía lo peor.
–¿Recuerda quién es, verdad?—una enfermera consultó.
–Soy Kiyoshi Hira, tuve un accidente automovilístico estando con mi hijo Yamato.—comencé a explicar, utilizando energía maldita para configurar levemente mi alma y poder hablar tranquilamente al tener el lado izquierdo del cuerpo algo paralizado—Yamato es mi único hijo, de mi ex mujer y única esposa Hana Smith quien falleció por un paro cardíaco. Espero que no me hayan violado en éste tiempo en coma, por cierto.
–¿Por qué lo dice?—una enfermera preguntó intimidada ponmi violenta actitud.
–La ex esposa fue atendida aquí...—el doctor explicó en mi lugar—Una vez estuvo en coma 3 días, y tuvimos que despedir a un enfermero que casi la viola.
–Existen hombres perversos y mujeres perversas...—indiqué chasqueando la lengua—Dígame, doctor que conozco desde el nacimiento de mi hijo... ¿Qué tal está mi visión?
–Si recuerdas a tu familia, recuerdas tus problemas de visión—afirmé con la cabeza tras oír al doctor.
–Para las nuevas enfermeras se les hará raro avanzar tan rápido con este paciente que el doctor ubica...—suspiré con impaciencia—Soy una persona con problemas de visión, alto astigmatismo y miopía, esto último que me genera problemas de retina. La retina absorbe la luz, por lo tanto, soy más sensible a esta... Además, soy propenso a que se rompa esa parte del ojo.
–La retina es una capa detrás del ojo, cuando se rompe, se le conoce como desprendimiento de retina...—el doctor de voz dulce como el violín trató de calmarme, cosa que le funcionó bien—Lamentablemente el golpe en tu cabeza, justo en el lado derecho de esta... Tu ojo derecho no lo pudo soportar, pero de milagro no se desprendió la retina de tu ojo izquierdo.
Claro que no se desprendió.
Estaba cruzando la calle con Yamato, tomando su mano, él estaba a mi izquierda.
Un camión no vió la luz en rojo, y chocó conmigo... Golpeándome la parte derecha de la cabeza, y el cuerpo en general.
Intenté actuar rápido y proteger mi alma con energía maldita, no obstante sólo pudo defender al 90% el lado de mi cuerpo. Por supuesto esto no se lo iba a explicar al doctor.
–Te tuvimos que amputar dos dedos de tu pie derecho por una infección.—el doctor declaró, acercándose a mí—¿Te molesta abrir los ojos?
–Me da miedo verme al espejo, ¿Qué tanto he cambiado en estos 12 meses, físicamente hablando?—consulté mientras el doctor me quitaba las manos de los ojos con delicadeza.
–Tu pelo creció, claro, y ahora eres tuerto.—suspiré con esas palabras—Puedo ayudarte, ¿Te parece?
Abrí los ojos... Claro, no veía nada con el derecho, era como si tuviese el ojo cerrado.
Pero lo tenía abierto.
Observé mi pelo con disgusto, mi pelo creció hasta ser una melena más abajo de los hombros. El doctor se encontraba a mi izquierda, cosa que no evitó que sonriera.
Se me hizo un lindo gesto que se pusiera a mi lado izquierdo, al lado donde podía verlo.
–¿Recuerdas mi nombre?—negué la pregunta del doctor—Soy Tadashi.
–Muchas gracias por todo, Tadashi-san... Le debo demasiado—incliné mi cabeza educamente.
–No es necesario agradecerme...—se rió en voz baja, extendiéndome una bandeja.
–Mis lentes de sol y los de visión... Además de unas tijeras y un espejo...—murmuré indicando lo que eran los objetos.
–Eres un paciente especial, antes de hacer cualquier otra cosa... Arréglate un poco, ¿Está bien?—Tadashi sonrió dulcemente.
–Gracias por conocerme bien...—me reí en voz baja.
Tras eso me dejaron solo, cerrándome la puerta.
Estaba enojado, me sentía un total imbécil por no haber podido salvar la visión de mi ojo derecho... No fui lo suficientemente fuerte para salvar a Hana, y ahora no fui lo suficientemente fuerte para salvarme a mí mismo.
Chasqueé la lengua con rabia, saqué el cobertor de la cama del hospital, me lo puse como si me fuese abrigar... Pero no era para abrigarme, era para poder cortarme el pelo, y así lo hice.
Por más que fui profesor, siempre fui yo quien se arreglaba el pelo.
Nunca me agradaron los peluqueros, que Hana me enseñara fue muy dulce de su parte en su momento... Cuando estaba viva... Pero ya no está, por más que quiera acabar con la escuela de Jujutsu, ella nunca volverá.
Mi pequeña flor ya no volverá.
Y eso me rompe el corazón.
Gakuganji mi ira conocerá.
Al pudrir mi dulce y frágil flor.
Me mantuve despierto, agotado con y aún lidiando con emociones que tengo guardadas desde el 2012.
Suspiré irritado, quería moverme, salir de aquel asqueroso hospital que tantos malos recuerdos me traía. Sin embargo, primero tenía que tomar en cuenta lo que pasaba a mí alrededor. No sólo eso, también está el detalle que al salir del coma no puedo simplemente moverme como quisiera tan fácilmente. Mi cuerpo estaba débil, en un estado deplorable. Observé la ventana y mi reflejo en esta, notando el par de canas que se asomaban en mi pelo.
Cerré los ojos, y al abrirlos en vez de estar el sol... Veía la luna, una luna llena tan bonita que iluminaba la noche tal como Hana iluminaba mi vida.
Lamentablemente mi mente estaba trabajando más rápido que mi cuerpo, que claramente la parte izquierda estaba completamente paralizada. Era capaz, soy capaz de batallar con esta al hablar y utilizar mi Ritual Maldito.
Afortunadamente, en estos 40 años he practicado lo suficientemente para mantenerme 7 horas murmurando sin consecuencias negativas... O más, ya ni me acuerdo cuándo empecé con todo este lío con los hechiceros, ¿Fue a los 9? ¿10? ¿14?
–A veces me gustaría matar a todos o simplemente matarme a mí mismo...—murmuré para mí solo.
–Visitar a Hana siempre te ha puesto de buen humor, Kiyoshi-sama.—escuché la voz de Flaffy y la vi a mi derecha tras girar mi cabeza, cosa que me sorprendió—Podría darle una visita a su tumba, para subirle los ánimos.
–¿Qué haces aquí?—consulté sentándome y dirigiéndome a ella.
–Aparte de cumplir la promesa...—ella se rió en voz baja—Es mi deber estar con usted, como su asistente personal.
–No, tú misma quisiste darte el papel de mayordoma personal.—indiqué antes de suspirar—Nuestro contrato era que yo no te lastimara mientras cuidaras a Hana-
–Estamos a 2018 y ella murió en el 2012, pero aquí estoy—Flaffy indicó con una sonrisa.
–Eres la maldición más dulce que he conocido, de categoría especial pero tan suave e inofensiva que parece mentira.—comencé a describirla, porque a raíz de eso iba no sólo a proponerle un trato, pero a interrogarla—Una oveja que camina en 2 patas, casi físicamente idéntica al pokemon por el que se te dió el nombre, número 2.
–Si quiere declarar la guerra con el mundo del Jujutsu otra vez, no me uniré—Flaffy habló firmemente mientras sus patitas temblaban.
–No, no es eso...—traté de no reírme, y ni idea cómo lo logré—Con la muerte de Hana, nuestro contrato se ha roto por completo, por lo tanto, los beneficios que tenías de este ya no existen.
–Los beneficios no están desde hace años... ¿Por qué preocuparse ahora?—ella preguntó, acercándose a mi cama de hospital.
–Porque hasta tiempo antes de mi coma estaba jodidamente deprimido por su muerte.—no quise explicar más a fondo, porque claro, el dolor de su muerte es menor pero sigue y se transforma en ira—He tenido este coma para reflexionar, escuchaba cómo Yaga y tú me hablaban, oí a Yamato, a Harry... Pero tú, tú no tenías ningún lazo ya, y probablemente eres la que más ha hecho por mí en mi ausencia. No hay contratos, y aún así estás más comprometida que cualquiera.
–Sus palabras me halagan, Kiyoshi-dono.—ella se rió en voz baja, agrandando su tamaño para sentarse con facilidad a los pies de la cama, para posteriormente hacerse más pequeña—Pero de verdad, usted me protegió cuando querían exorcizarme, me dejó entrar en su vida como si nada, me ha cuidado como si fuese parte de su familia... Y no lo soy.
–Y de eso quiero hablar... Nuestro contrato anterior ha vencido, así que te propongo uno nuevo.—suspiré algo irritado, con ella siempre termino alargando las cosas—Al igual que el anterior, te daré protección, te ayudaré y tampoco te mataré sin importar la circunstancia, al igual que serás incapaz de lastimarme pero...
–¿Pero?—alzó una ceja, aún tranquila.
–La única condición para que se cumpla este trato, es que sin importar que cosa pase o diga, te mantengas a mi lado tal como lo has hecho en todos estos años...—extendí mi brazo derecho, acaricié su suave y esponjosa cabeza llena de lana—Aún no entiendo por qué haz hecho tanto por mí.
–Es mi manera de agradecer, supongo.—Flaffy rió, claramente feliz con la muestra de afecto—¿Deberíamos estrechar las manos como señal del trato?
–Por supuesto...—le estreché la pata, ella se sorprendió pero ignoré eso—En fin, como primera obligación que tienes, me vas a acompañar a la tumba de Hana.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top