Episodio 5: Escena Sexta
La escaramuza, Sector Gnóstica, en dirección al Claustro. Horas después de la evasión.
KANAY se mueve por el pasillo intentando no hacer ruido con sus pies metálicos. Se frota la cabeza y bosteza. Uno de los rivanos con los que comparte habitación, ronca. Un ronquido rivano siempre viene acompañado del consecuente chisporroteo de sus cabellos tubulares.
Alguien pensó que era mejor poner a los rivanos todos juntos, quizás por esa razón. Pero aquello era demasiado, incluso para él. KANAY piensa que le será difícil coger el sueño de nuevo. Una vez despierto, sus inquietudes le asedian. Puede que una infusión le haga bien.
Al salir al pasillo también oye leves ronquidos procedentes del fondo. La capitana ha tenido que instalar a los aspirantes de la Antítesis donde le ha sido posible. Aparte de los dos rivanos que comparten habitación con KANAY, hay tres reclutas a quienes se les ha asignado uno de los camarotes libres, otros tres duermen en la sala de ocio y los dos sobrantes en sacos de espuma en la sala de conferencias.
El resto de los camarotes están ocupados por ALELUYA, FEIJOA y su crío, el contiguo por las trillizas. GERTRUDE, FINNEGAN y SANDOZ compartían el de la capitana, ALLURE su asistente y su guardaespaldas el de enfrente. Aquellos a los que llamaban los ANÓNIMOS tenían un camarote para ellos solos y su horrible gato, al parecer son matrimonio y nadie quiere presenciar situaciones incómodas. O quizás, piensa KANAY, es por el gato.
No puede evitar darse cuenta de que no sabe dónde han instalado a SIÓN.
Entra en la cocina de la nave. Ni siquiera enciende las lámparas, dejando que sea el resplandor de la Hermética y las tenues luces de emergencia las que iluminen la estancia. La cocina está algo patas arriba, restos de raciones aquí y allá y bandejas sin recoger. Esa nave no está preparada para hospedar a tanta gente a bordo, pero con suerte solo serán por un par de días hasta llegar al Claustro. Intenta poner algo de orden en la estancia recogiendo algunos envases y bandejas con cuidado de no hacer ruido. Quizás es cosa de su entrenamiento militar o del buen hacer que le inculcó su padre.
Luego le pide al dispensador automático una infusión. Este procesa un bloque de hierba triturada, la disuelve en agua y se la entrega en un vaso de fibra reciclable con una telilla a modo de filtro.
Se sienta en un taburete anclado junto a la delgada barra, con vistas al ventanal. Mira en dirección a la Hermética y da un suspiro. KANAY es joven y es la primera vez que presenciará su apertura. Ha visto videos y reportajes de la apertura del astro en el pasado que incluían testimonios de supuestos fenómenos que acompañaban a dicho acontecimiento. Pero verlo en directo es algo muy distinto. Apenas ha tenido tiempo de contemplarlo, porque su vida se había puesto patas arriba.
VOZ A SUS ESPALDAS
Es bonito. Pero no te dejes engañar por las apariencias.
KANAY se gira derramando parte de té en su pierna. Chasquea la lengua con frustración. No le ha quemado, después de todo él es un ROJO. Una figura se encuentra en la entrada. Se acerca al ventanal, su pelo plateado es lo primero que reluce con el brillo del astro. SIÓN se sienta a su lado.
KANAY se aparta unos centímetros disimuladamente, SIÓN percibe el amago y no dice nada.
KANAY
¿Te he despertado?
SIÓN
Ya estaba despierto.
KANAY
¿Tú también tienes "hilo musical" en tu camarote?
SIÓN
(con una sonrisa)
No tengo camarote. Duermo cerca del puente del mando en un futón. Y la verdad no suelo dormir demasiado.
KANAY
¿No quedaban camarotes?
SIÓN
No, siempre duermo ahí. No me gustan los sitios cerrados. Me recuerdan a las dependencias de la Catedral.
(suspira)
Siempre estaba encerrado en algún sitio. Con fuentes, jardines y lujos alrededor, pero siempre encerrado. Todos lo estábamos.
KANAY
(entrecierra los ojos, siente un pellizco de ternura)
Seguro que muchas de esas estancias eran más grandes que esta nave.
SIÓN
Sí. Algunas. Pero, paradójicamente, aquí me siento libre.
KANAY guarda silencio unos instantes y da un sorbo a lo que aún queda intacto de su manzanilla.
KANAY
(señala a la Hermética)
Algo tan bello... Solo hecho para controlarnos.
SIÓN
Sí, y mejor que lleguemos a la base de la Antítesis antes de que su apertura finalice.
(se frota las manos)
Siento habéroslo dicho. Recuerdo lo que sentí cuando el Orbe me lo mostró. Sé que, si no hubiera hecho poco a poco a lo largo de los años, no lo hubiera podido asimilar.
KANAY
¿Quieres decir que tú también nos lo transmites a cuentagotas? ¿Queda por decir algo que no sepamos?
SIÓN
Casi se me han acabado los secretos.
(sonríe)
Casi.
KANAY
Tener secretos es lo tuyo. No sé cómo puedes ser a la vez un libro abierto y alguien tan intrigante.
Eres una paradoja.
SIÓN
¿Eso es malo?
(le da un golpe amistoso en el hombro)
KANAY suelta una pequeña risa, pero luego la contiene. Hay cierta incomodidad.
SIÓN
Lo siento. Mantendré las distancias
(SIÓN se aleja unos centímetros)
KANAY
Sión. No es eso
No es eso...
¡Joder!
(exclama en susurros)
No es que no quiera. ¡Ya sabes que no!
Pero...
KANAY mira a la cintura de SIÓN, Aunque este lleva una camisola que la cubre en ese momento es como si este aún pudiera ver a través de ella. Ver la quemadura que le había provocado en la piscina.
KANAY
Hubo otras ocasiones, en el pasado, con otras personas. Salieron malparadas. Me prometí que nunca dejaría que volviera a ocurrir. Es algo con lo que tengo que vivir. Cuando me acaloro...
SIÓN
Las lastimaste.
KANAY se queda expectante ante la rotunda aseveración.
KANAY
Sí así es. Fue por causa de mi Neonomancia.
SIÓN
No.
KANAY
¿Perdón?
SIÓN
No, KANAY. Fue por tu miedo.
KANAY
¿Cómo?
SIÓN
Tú no eres un puro. Tu medio es algo ajeno a ti.
Estudié en la catedral lo suficiente sobre Neonomantes. Muchos Cánones son entrenados para poder enfrentarse a ellos.
KANAY se sorprende ante esta información. ¿La Iglesia entrenando Cánones para confrontar a los Controladores del Caos?
SIÓN
Y lo que sé es que la Neonomacia responde a la voluntad de un Neonomante, a veces, incluso, a su subconsciente.
(le mira)
Heriste a esa persona porque querías alejarlas de ti.
KANAY
(alza la voz)
¿Qué dices? ¡Yo no le haría daño a propósito!
SIÓN
No a propósito. Pero te obligase a ti mismo a no crear ningún vínculo. La excusa perfecta. Y eso es porque temes al dolor, a que, algo llegue a formar parte de tu vida.
KANAY
(levantándose del asiento y alejándose de SIÓN para confrontarlo)
¡No sé qué te han enseñado!
(modula el tono de voz al darse cuenta de que lo ha alzado)
Pero te recuerdo que soy un rivano y Neonomante puro. Soy un peligro en contención, y en contención a duras penas gracias a un arduo entrenamiento.
¿Quieres ver mis piernas una vez más?
SiÓN
También decidiste perder tus piernas.
KANAY se queda sin habla. No puede creer lo que oye.
KANAY
¿Cómo...?
SIÓN
Y no solo tus piernas
(baja la cabeza)
Yo lo vi, presencié tus memorias. ¿recuerdas?
KANAY va a interpelarle con los ojos encendidos de furia como ascuas, pero entonces ve las lágrimas.
SIÓN
(aprieta la mandíbula para retener el llanto)
En ese instante... al llegar a tu casa, al ver lo que había sucedido...
Tú quisiste morir.
KANAY no sabe que responder, se queda en blanco.
SIÓN
Quisiste morir.
(repite)
Pero, por suerte, lo único que conseguiste destruir fueron tus piernas. La Neonomancia respondió a tu voluntad. Incluso aunque esta fuera autodestructiva.
(se tapa los ojos)
Lo nuestro es igual... Tú no quieres que signifique algo para ti. Prefieres que no se genere algo que luego temas perder. Y tu Neonomancia actúa en consecuencia, intentando asustarme a mí y a ti.
KANAY se quedan en pie en silencio. Su vista clavada en SIÓN. Necesita gritarle, necesita salir de allí, necesita... No sabe qué necesita. Entonces se derrumba, literalmente, se deja caer en el suelo, recostado contra el ventanal.
KANAY
Miedo. Quizás.
(cierra los ojos mirando hacia sus adentros)
Quizás tenga miedo de destruirlo. Es algo que se me da bien.
SIÓN
Tú nunca harías eso con algo que te importa.
KANAY
Eso díselo a mi madre, para empezar. Murió al darme a luz.
SIÓN le golpe en el hombro desde su silla.
SIÓN
¿Cómo puedes culparte por algo así?
KANAY
¿Y mi casa? La dejé atrás y no pude ayudar a la gente.
Perdí a mi padre y a mi hermana.
SIÓN
La Cuaterna es la responsable de eso. Ellos y sus leyes ¡No, tú!
KANAY
No... yo no estuve allí para cuidar de ellos. Debería haber insistido en quedarme. Si yo hubiera estado presente...
SIÓN
Quizás te hubieran matado a ti también o te hubieran acoplado una Vértebra para controlarte.
KANAY
Les perdí, SIÓN. A todos.
Por mi causa.
KANAY entonces hace algo insospechado, algo que ni el mismo entiende. Se golpea a sí mismo en la cara. Se hace sangre.
SIÓN vuela desde el taburete. Se abalanza sobre él, KANAY no lo ve venir. SIÓN le ha tumbado, se ha sentido encima de él, le coge las manos y se las estampa contra el suelo. Aprieta fuertemente la mano con la que KANAY se acaba de autolesionar.
SIÓN
¡Calla, imbécil! ¡Ya está bien! ¡Eso es lo que tu padre quería?
¿Qué vivieras tu vida así? ¿Sin sentirte parte de anda?
¡Él era parte de una comunidad, de una resistencia, de una familia!
Al principio KANAY no reacciona intentando dar sentido a su propio comportamiento de hace unos segundos y al de SIÓN.
KANAY se libera del agarre de SIÓN, con su físico muscularmente superior toma control de la situación, agarra al Canon en el aire, lo tumba contra el suelo y se encarama encima inmovilizándole las manos.
KANAY
¡Y mira como acabó mi padre!
(responde)
¡Y mira a donde nos llevó!
SIÓN
¿A dónde? ¡A luchar por su gente! ¡A enamorarse! ¡A conocer a tu madre y teneros a ti y a tu hermana!
(el tono de SIÓN comienza a elevarse)
No te consiento que recrimines a tu padre. ¡Gracias a él te conocí a ti!
KANAY guardas silencio, respira con fuerza. No dice nada.
SIÓN
Él era un hombre valiente. Yo lo vi, tú lo viste. Él tuvo el valor suficiente para sacrificarse por su gente. Y por ti. Para que no te manipularan. ¿Y esto es lo que has aprendido de él? ¿Es el tipo de vida que vas a tener? Porque creo que, entonces, le debes rendir cuentas.
KANAY llora con sus ojos en un granate oscuro en intermitente. Sus lágrimas son gotas de luminosas que le discurren por la mejilla y caen en el rostro de SIÓN.
KANAY
Eres un maldito cabrón, SIÓN.
SIÓN
No sé si lo soy.
(su voz semeja agotada)
No sé mucho de mí, se lo que soy, pero no sé quien soy.
(respira fuerte)
Pero sí tengo que ser un... cabrón o como se diga, para que no estés solo, pues lo seré.
(dubitativo)
Además, hubo una persona que has conservado a tu lado en todo este tiempo. Desde que perdiste tus piernas siempre estuvo ahí. ¿crees que no lo sé?
KANAY se da cuenta.
KANAY
YONDER.
SIÓN
Estoy seguro de que fue él quien nos avisó.
KANAY
¿El Orbe te lo mostró?
SIÓN
No, es una corazonada.
KANAY deja de ejercer presión sobre sus manos y libera a su presa.
SIÓN
No todos los que entran en tu vida están destinados a irse.
Segundos mudos e interminables.
KANAY
¿Y tú, te irías?
(pregunta al fin)
SIÓN
Hay cosas que no puedo ver. Hay posibilidades cada vez más difusas con la Estrella abierta... Es difícil.
Pero no necesito mirar al Orbe para prometerte esto...
KANAY aún encima suya se seca las lágrimas.
SIÓN
...KANAY JINYA, si tú también lo quieres, si así lo decides. Prometo que no te dejaré hasta que mi última hora llegue.
El espacio que les separaba hace un segundo es ahora inexistente. Una de las manos de KANAY acarician la nuca de SIÓN. Este se cuelga de su cuello sintiendo como la otra le recorre la espina dorsal. Sus lenguas se saludan, se tantean, se abrazan. Ambos comparten el mismo aire y el pulso de sus venas se acompasa. La sangre fosforescente que discurre por el rostro de KANAY se entremezcla con la saliva. El beso es profundo, es necesario, es inevitable. Ese beso sella el trato, cierra el acuerdo y crea una alianza inquebrantable.
SIÓN nota al Orbe temblar en el interior de su espalda. Sabe que algo ha cambiado, no quiere saber el qué, no cuando tiene que ver con KANAY, sigue manteniéndose firme con respecto a esa decisión.
KANAY acuna la cabeza de SIÓN entre sus manos y la aleja con amabilidad, solo para poder contemplar su rostro.
KANAY ve a un ángel de plata. SIÓN ve al diablo de fuego. Y la Estrella Hermética palidece tras ellos, nimia, inexistente, inconsecuente. Porque, en ese momento, ni ella ni los que la habitan importan.
El hechizo dura unos minutos y como temiendo disiparlo, o quizás porque aún son horas de sueño, KANAY susurra:
KANAY
¿Es muy grande tu futón?
SIÓN le besa de nuevo, se levanta, le coge de la mano y tira de él. En silencio cruzan los pasillos.
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