𝗘-𝟬𝟯

𝗟𝗔 𝗩𝗘𝗥𝗗𝗔𝗗 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗩𝗜𝗟𝗟𝗔𝗡𝗔 ⁽²⁾

Cuando volvió al hotel se sentía tan fuera de sí que realmente no podía procesar lo que había ocurrido.

La situación era compleja, triste, absurda y hasta miserable. Bueno, más bien ella era quien se sentía así. Había tanto pasando al mismo tiempo que a final sólo pudo sentir enojo porque ese tonto había arruinado su noche, aunque al mismo tiempo eso la hizo reflexionar para darse cuenta que haciendo algo como eso, no dañaría a ese tipo en lo absoluto, sino a ella misma.

Después vendrían las consecuencias, la culpa y el arrepentimiento que no sabría de qué manera sobrellevar, pero al final se ahorró muchos problemas gracias a lo tonto que fue ese tipo.

Rió mientras lloraba y a fin de cuentas, no pudo hacer más que quedarse en ese sitio, esperar que amaneciera y volver al lugar donde no era feliz. Y así lo hizo.

Más tarde volvió a encontrarse con ese mismo tonto pidiéndole matrimonio de la nada, a lo cuál se negó rotundamente de tan sólo pensar en que no le cabía la idea de que descubrieran que había contraído matrimonio con un hombre que no fuera aquel a quien juraba amar, y su reputación siguiera cayendo en picada, si es que podía caer más.

No hacía falta explicar que la relación estaba más que dañada. Vivían juntos, dormían juntos y se miraban la cara a diario, pero nunca hubo un momento de comunicación o siquiera un intento de remediar las cosas. Por lo que Abril sólo podía aferrarse a su trabajo, ahorrar lo suficiente y después de eso irse lejos. Pero a pesar de todo, de alguna manera seguía cayendo en aquel bucle asquerosamente repetitivo, dónde aquellas manos la tocaban y la hacían temblar hasta ceder.

Después de todo, en su corazón todavía amaba a ese estúpido hombre.

Y aunque de vez en cuando sucedían algunas cosas íntimas entre ellos, la relación no mejoraba en lo sentimental por lo que ella tenía claro que sus planes no debían cambiar, y que los ratos juntos eran sólo un desahogo para la vida ocupada que ambos llevaban.

Lo que nunca se esperó fue sentirse mal de repente, visitar a un doctor y que le diera la noticia más impactante de su vida; estaba embarazada.

Sintió que el mundo se le vino encima al darse cuenta y no podía aclarar bien lo que sentía con la noticia. Por una parte se sentía culpable de tener que traer una criatura al mundo donde probablemente se vería envuelto en la común situación de vivir en un hogar disfuncional, o con una madre soltera. Pero, si pensaba en eliminarlo...

Se sentía sola. Realmente sola.

Escondió la noticia de todo el mundo por mientras tomaba una decisión, sin embargo, para esa persona era imposible que pasaran desapercibidos muchos rasgos de ella. Las náuseas matutinas, los cambios de humor, los antojos estando en casa. Habían muchas cosas que eran diferentes por lo que apenas tardó un par de días en darse cuenta, sólo un poco después de que ella lo hiciera.

Entonces el infierno comenzó a doler más.

Todavía podía recordar con claridad el tono que le fueron dichas las crueles palabras de la boca de la persona a la que a esas alturas ya no sabía si amaba u odiaba.

— ¡Sácalo inmediatamente y no me causes más problemas! —le dijo con la mirada cargada de rabia— Ya suficiente tengo con mi trabajo y contigo como para que también tenga que ocuparme de alguien que no quiero que exista.

Ella lloró en el sofá por mucho tiempo después de eso.

Él ni siquiera lo consideró, incluso cuando alardeaba tanto frente a su padre que pensaría tener un heredero pronto, y esas tonterías.

Él la vio llorando en el sofá, y por si sus palabras anteriores no fueran suficientes para romper el corazón de una mujer, le dijo clara y contundentemente: “¿Por qué lloras tanto por mis palabras? De todas maneras ese hijo no es mío.”

Esa fue la oración que puso el punto final a aquella relación absurda en la que vivió por años. Por lo que después de eso sólo pudo irse, mudarse de ahí y seguir trabajando como si nada pasara. Aunque volvió a encontrarse con aquel tonto por tercera vez, no se parecía en nada a las anteriores ocasiones, esta vez ese tonto estaba acompañado de alguien que lo miraba de forma dulce todo el tiempo, y sonreía con mucha calidez.

Y eso la enfermaba.

Odiaba verlos felices cuando ella estaba llevando una vida tan miserable. Por eso intentó seguir con la naturaleza y reputación que le había impuesto aquel hombre que la marcó tanto, pero al final, mientras más intentaba dañar a los demás, más daño se hacía. Y cuando su secreto fue rebelado a todos, Hoseok no le reclamó nada por verse envuelto en los rumores de que él era el padre del bebé, así que no quiso interferir más con la vida de él.

Cada vez que llegaba a la empresa podía escuchar susurros y ver miradas de asombro y de acusación, pero a esas alturas no es como que le importara realmente. Había sentido tanto por tanto tiempo, que lo único que quería era tomar una decisión rápidamente, pero no importa cuanto lo pensara, no podía decidirse.

Cuando llegaba al apartamento, lo único que podía hacer era sentir unos leves movimientos en su vientre, y era lo único que le recordaba que no estaba sola del todo. Así que sólo la idea de pensar en que al llegar a casa ni siquiera tenía eso, la rompía.

Se juraba a sí misma que el feto no le importaba y por eso hacía cosas como salir a beber y ese tipo de cosas, pero la verdad es que casi nunca ingería el alcohol que pedía en la barra debido a la culpabilidad.

El problema era que estaba quedándose sin tiempo, y una vez que el tiempo se pasara, inerrumpir el embarazo sería un tema más complicado. Eso sólo aumentaba el estrés sobre sus hombros, pero no se esperó que justamente ese día recibiría una llamada de Wonho y viviría una odisea digna de cuentos de hadas.

Mismo lugar donde conoció a la persona que tenía enfrente, que la escuchaba atentamente con una expresión empática que le hizo saber que pudo percibir cada sentimiento y emoción que ella sufrió, como si las hubiera vivido en su propia carne.

— Mm... —el hombre soltó un fuerte suspiro mirando al frente— Es en verdad una trágica historia. Aunque... Creo que tu decisión está más que clara.

Ella lo miró, todavía con las mejillas empapadas de lágrimas.

— ¿A qué te refieres? —preguntó sollozando.

— Amas al feto que llevas dentro. —respondió el sincero Samuel— Si quisieras deshacerte de él lo habrías hecho hace mucho... —sonrió levemente— No tienes que sentirte mal por querer tener al bebé, eso sólo significa que eres mil veces más valiente que el cobarde que te dejó. No has vivido una vida fácil, sin embargo has salido adelante con la frente en alto, eso es... —suspiró— simplemente increíble.

Abril sonrió levemente.

— ¿Tú crees? —preguntó en tono de sarcasmo, casi burlándose de sí misma.

— Lo digo en serio. —confesó Samuel— Mi mamá se quedó viuda muy joven, ni siquiera logré conocer a mi papá. No había nacido cuando él falleció en un accidente de trabajo, sin embargo mi madre me trajo al mundo y me crió, dándome mucho más amor del que muchos niños con ambos padres reciben. —hizo una larga pausa— Hyungwon y su hermana fueron abandonados por su mamá. Sin embargo tienen un padre increíble, y tuvieron también unos abuelos muy lindos. —tomó las manos de la mujer— No lo necesitas para que tu bebé sea un gran hombre o una gran mujer. Te tiene a ti y es lo que importa.

Ella miró sus manos y el nudo en su garganta se hizo más fuerte.

— Yo... —sollozó— Yo no creo que...

Él sonrió.

— Ahora también me tienes a mí. —mencionó de forma altanera— Ya que tuviste la confianza de contarme tu historia, déjame ayudarte.

Quería decir algo, pero esa imborrable sonrisa la hacía sentir extraña. Así que al final sólo asintió.

— Está bien... —susurró.

— Entonces bienvenida a la familia. —comentó tranquilamente volviendo a poner en marcha el auto.

Un poco aturdida lo miró.

— ¿Familia? —cuestionó— ¿Qué familia?

Él la miró de reojo y se rió.

— Me refiero al grupo de tontos dramáticos con el que pasamos la madrugada. —contestó mirando al frente— ¿Debería llamarlo “manada” en su lugar?

Ella sonrió por la tontería y mirando a aquella persona, lo único que pudo hacer fue preguntarse por qué hacía todo lo que estaba haciendo.

¿Acaso... Quería enmendar errores del pasado?

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