𝗘-𝟬𝟮

𝗟𝗔 𝗩𝗘𝗥𝗗𝗔𝗗 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗩𝗜𝗟𝗟𝗔𝗡𝗔

Habían muchas cosas por decir cuando se trataba de hablar de su pasado, y no todas eran precisamente fáciles de decir, por lo que a Abril le tomó varios minutos tan sólo el hecho de empezar a hablar.

Quizá la cosa más estúpida que haría en su vida sería contarle a un extraño todo lo que ocurría con ella, pero sentía que lo necesitaba. Realmente necesitaba vaciar su pecho porque estaba llegando a un límite en el que no veía solución a nada, y como si se tratara de una decisión desesperada, por fin habló.

Empezó contando las cosas desde un tiempo atrás. Más específicamente el tiempo en el que estaba enamorada, llena de ilusiones y soñando con un futuro de cuentos de hadas.

Ingresó a trabajar en la famosa empresa de construcción justo después de graduarse de la universidad, porque aunque esas oportunidades fueran increíblemente difíciles de tener, ella había tenido el mejor desempeño en su práctica profesional y su trabajo rozaba lo perfecto.

Fue ahí donde lo conoció. Después algunos meses trabajando en el lugar se encontró por primera vez con la persona que le cambió la vida y no en el buen sentido de la palabra. El hijo del jefe.

Aunque sus áreas no eran las mismas, al ser el hijo del jefe y heredero de la empresa en la que ella laboraba, tuvieron que encontrarse. El trabajo de él era la administración de la empresa por lo que después de esa vez, sólo volvieron a verse en el ámbito laboral en pocas ocasiones. Pero él fue un poco más allá, teniendo conversaciones fuera del trabajo y teniendo encuentros casuales con ella de vez en cuando hasta que logró conquistarla.

De alguna manera congeniaron y aunque se vieron obligados a exponer su relación al jefe después de que un año pasara, decidieron hacerlo para poder ser una pareja oficialmente, y aunque los meses seguían pasando rápidamente, aquello no afectó el área laboral de ninguno, después de todo, apenas se veían estando ahí. Pero con el tiempo, decidieron vivir juntos y fue ahí donde todo empezó a quebrarse.

Cuando vivían separados, para ella era fácil mandar un mensaje de texto y quedarse tranquila con el hecho de que él le respondiera de que ya estaba en casa. Pero viviendo junto a él y ver que llegaba muy tarde y muchas veces sin explicación, la hizo tener pensamientos que antes no tenía.

Trató de llevar las cosas con calma y no dejar que su "paranoia" la agobiara. Pero a medida que los días pasaban era como si ella realmente estuviera viviendo con un desconocido.

Cuando se trataba de asuntos de la cama todo estaba perfecto, pero si se trataba de algún tema que incluyera sentimientos o trabajo, todo terminaba en una discusión, y ella no fue capaz de ver a tiempo que debido a que ella era quien guardaba silencio primero y bajaba la mirada, el hombre de sus sueños encontró una forma de controlarla.

Las cosas de la casa ya no se quedaban en la casa.

Con el mínimo error, él encontraba una manera de chantajearla con su trabajo, o directamente con su sueldo. Y aunque ella sabía que podía hablarlo directamente con su jefe, nunca tuvo la valentía suficiente para dejar su vergüenza de lado y exponerle el comportamiento de su amado hijo para con ella.

Ya que, segun su forma de pensar, ella siempre creyó que el jefe iba a defenderlo por ser su hijo, y no a ella porque era una simple empleada que podía reemplazar. Además, si mencionaba esas cosas a alguien más o incluso a la policía, dañaría profundamente la reputación de la empresa que su jefe construyó con mucha paciencia por décadas.

Todavía recordaba cuando recién había ingresado a trabajar, como aquel señor había pasado mucho tiempo contándole la historia de todo lo que sufrió para poder fundar su empresa. Incluso, en varias ocasiones terminó con los ojos llenos de lágrimas, por lo que si dañaba a la persona que había sido como un padre para ella, quien le dio una oportunidad pese a su inexistente experiencia, no se lo perdonaría. Por lo que prefirió callar.

Pero después de una cosa siempre venía la otra, y el chantaje empezó a incrementarse a tal extremo en el que se veía obligada a usar su belleza natural para beneficio de la empresa por orden directa de quien se supone que debía protegerla.

El uso de faldas más cortas, una actitud más extrovertida y coqueta, sumadas a su inteligencia la hacían la pieza perfecta para mover la economía a mejor nivel, y a veces incluso para despedir a algunas personas con alguna excusa.

Muchas veces se negó y dijo que no quería hacerlo, pero siempre llegaba el típico comentario de “es lo único para lo que eres buena, ya deberías haberlo notado”. Era tan repetitivo y los aparentes buenos resultados eran tan notorios que con el tiempo, la verdadera Abril quedó enterrada bajo una gruesa máscara que se adhirió fuertemente a su piel, al punto de hacerle creer a ella misma que realmente ella siempre había sido así, y por eso todo lo que antes le incomodaba, al final le salía tan natural.

No fue sino hasta un día en el que tuvo que hacer un viaje al extranjero, que la Abril original hizo una leve aparición.

Ese día había sido enviada a completar la importantísima tarea de establecer relaciones a través de un proyecto internacional, pero sin que pudiera hacer algo, falló y aunque eso fue algo que realmente no estaba en sus manos, aquel error era simplemente imperdonable para quien se suponía que era su pareja.

Los insultos llovieron sin parar a través de una llamada, y sin oportunidad de decir nada más, sólo pudo soportarlo, para darse cuenta horas más tarde que la persona con la que vivía estaba pasando una noche feliz con otra persona y que a esas alturas ni siquiera pretendía esconder su libertinaje.

Por primera vez se enojó extremadamente y gritó con todo lo que pudo su garganta.

Estaba cansada, estaba agobiada, y más importante; estaba herida.

Pensó en que, si eso era lo que quería ese tipo, entonces se lo daría. Si él podía hacer esas cosas con otra persona, ¿por qué ella no podía?

Sin poder llorar para deshacer el nudo en su garganta, se vistió de la forma más sensual que pudo, y esa noche salió del hotel con un único pensamiento en mente: se acostaría con el primer hombre que se encontrara en la discoteca más cara de la ciudad.

Cuando llegó al lugar había muchísima gente pero no le costó integrarse entre el grupo de personas y al mismo tiempo pasar desapercibida, directo a la barra, donde se quedó un par de horas. Tenía una tolerancia media al alcohol, lo sabía pero no podía evitar querer beber más como si eso pudiera aliviar el dolor de su pecho.

Con el pasar de las horas y los efectos del alcohol, sus pensamientos empezaron a ser un poco más dispersos y comenzó a disfrutar un poco más la música. Definitivamente se estaba dejando llevar, hasta que vio venir hacia la barra a un hombre que a su parecer era extremadamente guapo.

El chico se apoyó en la barra con su botella en la mano y realmente parecía más ebrio que sobrio, pero aún así no perdía su encanto, por lo que sin pensarlo dos veces, decidió que esa persona era la elegida para cumplir con su deseo.

Hizo lo necesario para acercarse, y al hacerlo no hubo ninguna objeción, incluso se inició un beso que era más que candente por lo que todo parecía ir por buen camino. El tipo decía un par de palabras incoherentes de vez en cuando debido a la ebriedad pero ella no estaba prestando demasiada atención, y se apresuró a iniciar de una vez con lo que había planeado.

Lo único que no previó es que aquel que juraba que iba a ser su acompañante esa noche, rompiera a llorar como un bebé sólo porque ella intentó hacerle una felación.

¿Por qué estaba en una situación
tan absurda repentinamente?

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