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No importaba que ya fuera tarde y que recién se despertaba porque sabía que su hermana adoraba la cafetería y se ocupaba muy bien de ella cuando él no estaba. Sin embargo extrañaba mucho el ambiente cálido que le proporcionaba aquel lugar desde siempre. El recuerdo del amor de sus abuelos estaba plasmado en cada pared de ese lugar.
Se estiró desperezandose un poco, pues aunque ya se había dado una larga ducha aún sentía sueño por culpa del tonto que la noche anterior había decidido que quería recuperar "el tiempo perdido" y lo llenó de besos hasta que se durmió, había estado haciendo eso todas las noches y por alguna razón aquello hacía que los días fueran relativamente tranquilos para ambos. Había sido así por poco más una semana.
Quería decir que odiaba aquello, sin embargo sería mentira decirlo. Amaba ver a ese Wonho salir a flote pese a todo y sin duda disfrutaba y atesoraba mucho aquellos momentos, sabiendo que si algún día todo terminaba, recordaría aquello con una sonrisa.
— HyungHyung, al fin despiertas... —Didi se abalanzó sobre él dándole un cálido abrazo que lo hizo sonreír, pero entonces se apartó y levantó en su mano derecha un delantal mientras lo miraba con cara de enfado— hoy te vas a poner esto y te quedas aquí limpiando mesas todo el día como pago por todo el tiempo que me has dejado el trabajo solo a mí.
Él la miró sorprendido. Parecía que había olvidado que tenía una hermana gemela amorosa y odiosa en partes iguales.
— ¿Qué clase de castigo es este? —replicó— tampoco es como que haya obtenido ganancias en este tiempo.
Ella gruñó.
— Ya lo he dicho, hoy no sales de aquí por nada... —él la miró con una sonrisa burlona y ella no tardó en señalarlo— ¡He dicho que por nada! No importa si afuera se acaba el mundo, si eso pasa morirás aquí feliz limpiando mesas, así que ahora a trabajar.
Le dio la vuelta y finalmente acompañó el regaño con una fuerte nalgada, para después empujar a su hermano hacia la clientela.
— Tú, pedazo de loca... —se giró para verla, pero la campana del lugar sonó y no pudo evitar girarse para ver quien había llegado y para su fortuna o desgracia, su suegra que gracias a una mentira también era suegra de su hermana, entró al lugar cargada de bolsas de compras.
— Hyungwon... —le llamó con cansancio— que suerte encontrarte aquí hijo, ayúdame.
Le señaló las bolsas y él suspiró.
Si no fuera por la buena educación y principios que se le habían brindado en su amorosa familia no la hubiera ayudado porque aún sentía que su llegada había arruinado todo. Sin embargo fue en silencio, tomó la mayoría del peso y caminó detrás de ella hacia Dasom.
— Wooji... —saludó su hermana con leve alegría— ¿Qué es todo esto?
Ambos miraron las muchas bolsas de parte de la mujer y ella se alegró de que preguntaran. Ella era una mujer rica que podía darse el lujo de comprar cuantas cosas quisiera así que no dudaba en llevarse lo mejor de Francia, sobre todo porque un evento importante se avecinaba.
— No podía irme de Francia sin pasar por los mejores diseñadores... —comentó contenta sacando un vestido hermoso de un color bastante neutro pero muy elegante y con algún par de brillos discretos que eran perfectos para alguien de su edad— este es mi tesoro... —comentó con orgullo mientras ellos se quedaban maravillados de la calidad de aquella prenda— este es el que usaré en su boda.
No había demasiado ruido en la cafetería, incluso la charla de los clientes era bastante silenciosa, pero en ese momento ambos gemelos pudieron escuchar un estruendo imaginario que retumbó en sus oídos.
Boda.
Una jodida boda.
Muy lindo y todo pero... ¿Quién demonios iba a casarse con Wonho? Habían olvidado completamente esa parte de la farsa.
— Ah... —Dasom soltó una risita nerviosa— está hermoso, seguro... Tú... Lucirás hermosa...
Hyungwon asintió apoyando a su hermana sin saber qué más decir. Había olvidado aquella situación.
— Lo sé. —admitió con una sonrisa orgullosa— y tú te verás aún mejor en tu vestido, preciosa... —le apretó la mejilla con ternura y Dasom no supo qué responder a eso— por cierto, ¿completaron el librito que les entregué?
Hyungwon frunció el ceño sin saber de qué hablaba pero en ese momento vio como su hermana se tensaba.
— Ah... Eso... —volvió a reírse con nervios— yo acabé hace mucho pero sabes que Wonho... Pues... El trabajo... —se excusó sin saber que decir porque no tenía idea ni siquiera de la rutina de Wonho— es difícil y hay poco tiempo.
Wooji asintió tranquila.
— Comprendo... —se quedó pensativa y suspiró— lo malo es que me iré pronto, ya no tenemos demasiado tiempo... Deberíamos pedirle a Wonho que lo complete.
Didi asintió efusivamente ante eso.
— ¡Sí! Ahora mismo HyungHyung iba para allá... —Hyungwon frunció el ceño una vez más— ya sabes, él es su traductor personal así que... ¿Verdad que sí, HyungHyung...?
Él tiró del brazo de ella y se dieron la vuelta para hablarse como si estuvieran en un asunto confidencial de importancia nacional.
— ¿Qué se supone que haces? —masculló.
Ella puso cara de sufrimiento.
— La quiero pero a veces no la soporto... —admitió con fingido llanto para luego cambiar drasticamente su expresión a la típica de siempre; la mandona— además es tú suegra. —dijo golpeando el pecho del delgado con su dedo índice y enfatizando en la frase. Él abrió la boca con exagerada sorpresa al darse cuenta que su hermana simplemente estaba dejándole la carga a él solo. Iba a hablar algo más o contradecirla, pero Dasom siempre jugaba sus mejores cartas en el mejor momento— oh vamos, estoy quitandote la tarea pesada que te había encomendado y aparte te mando a que pases el resto del día al lado de tu esposo, eres un estúpido si dices que no.
Muchas horas al lado de Wonho, no más trabajo de limpiar mesas y probablemente más besitos... Si lo pensaba mejor no estaba tan mal.
La miró fijamente y luego se giró para encontrarse con el inmutable rostro de Wooji su suegra, quien tan solo ignoró la charla confidencial que se llevó a cabo a unos pasos de ella.
— Es verdad... —sonrió— justo iba para allá, así que... ¿Donde está el libro?
Dasom se fue detrás del mostrador y le extendió una bolsa con el contenido solicitado y gruñó de tan solo pensar que el día de Hyungwon había mejorado considerablemente y no iba a sufrir como ella quería.
— Vete antes que cambie de opinión. —le gruñó a lo que Hyungwon respondió con una sonrisa burlona, pero luego miraron a Wooji quien fruncía el ceño, asi que rápidamente explicó— Es que si tengo el libro por más tiempo, puedo cambiar de opinión... —fingió sonreír.
— Oh que linda... —susurró Wooji— tú no te preocupes, puedes elegir todo lo que quieras, yo pagaré.
Hyungwon se sorprendió de aquello sin embargo no quería pasar más tiempo ahí con aquel par de mujeres que le tocaba soportar, así que salió de la cafetería con una enorme sonrisa plasmada en los labios.
Las llaves de su motocicleta tintinearon acompañando al sonido del fuerte viento moviendo las hojas y antes de que pudiera escuchar una palabra más de parte de las mujeres, arrancó de ahí con rumbo a donde Wonho.
Tardó apenas un par de minutos en llegar al edificio donde sabía que estaba su esposo e ingresó sabiendo que su identificación no era necesaria en ese lugar porque ya era más que conocido, así que sin poder borrar la sonrisa de sus labios avanzó por aquel lugar recibiendo la fija mirada de algunos curiosos que esperaban alguna escena de discusión en aquel momento debido a los rumores que se decían por toda la empresa.
En ese momento llegó frente a la oficina que sabía que era de Wonho y lo vio tecleando en la computadora, entonces sonrió aún más. Amaba ver a Wonho siendo formal y luciendo inteligente aunque sabía que la mayoría del tiempo decía cosas sin sentido.
Wonho levantó la mirada quizá por inercia y en ese momento sus miradas chocaron, pintando automáticamente una sonrisa en el rostro de Wonho, quien pese a haber visto a Hyungwon en la mañana, sintió que lo volvía a ver después de mucho tiempo.
— ¡HyungHyung! —le llamó poniéndose de pie y abriendo los brazos en su dirección.
Al ver aquella acción Hyungwon corrió hacia él y lo abrazó con fuerza mientras reía, para finalmente darse un amoroso beso y quedar unidos en un abrazo.
— Lamento interrumpir tu trabajo... —susurró mirándolo a la cara con la sonrisa boba que había tenido desde que salió de la cafetería.
Wonho acarició su rostro y negó dando un par de besitos en sus mejillas.
— No pasa nada, es bueno tomar un descanso... —respondió con la misma emoción que su delgado esposo— ¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo?
Él negó levemente, sabía que estaba ahí por mandato de Dasom pero no iba a ocupar el tiempo de Wonho en un tonto libro en vez de estar con él, sin embargo cuando iba a explicar que no era nada importante, notó la presencia de alguien más ahí. Alguien que detestaba y que lo detestaba a él.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó con rabia al ver a la mujer sentada cerca del escritorio de Wonho, entonces lo miró a él— ¿Qué hace ella aquí?
Wonho miró a la mujer y suspiró.
— HyungHyung... Es una larga historia. —suspiró y acarició su mejilla— te explicaré luego ¿si?
Sus miradas volvieron a unirse y aunque quería reprochar aquello, la expresión de Wonho le rogaba por un poco de tranquilidad y se la dio, no sólo por el hecho de que odiaba discutir en público sino porque lo que menos quería era causar una inestabilidad en el trabajo de su esposo, sobretodo cuando había conseguido algo tan importante para él.
— ¿Estarás muy ocupado? —preguntó cabizbajo.
Wonho le acarició el rostro e hizo que lo viera.
— En unos minutos estaré libre para que podamos hablar tranquilamente, solo espera un momento... —le pidió sin dejar de acariciarlo.
Asintió porque aunque no quería esperar, sentía que necesitaba un par de explicaciones y más aún cuando su momento feliz se había desvanecido tan rápido como había llegado.
— Iré a tomar un té... —le informó a Wonho apartando las manos del mayor de su rostro— entonces volveré.
Wonho asintió y no se contuvo de volver a dejar un beso en sus labios.
— Está bien HyungHyung...
En ese momento sus manos que se habían unido por lo bajo, se separaron y el menor se fue directamente a la cafetería del lugar que ya conocía previamente. Sentía que necesitaba beber algo y calmarse, no quería ser precipitado y pensar cosas que no eran correctas, así que pidió un té y se sentó en el lugar esperando degustar de aquella bebida con toda la tranquilidad posible, pero apenas después de darle el primer sorbo a su té una persona se sentó delante de él.
— Hola, tú eres Hyungwon... ¿Verdad? —preguntó en total confianza.
Él frunció el ceño y asintió dubitativo.
— ¿Pasa algo? —cuestionó al ver que aquella persona se quedó ahí aún después de aclarar su incógnita.
— Ah, no es nada... —respondió la chica— solo quería confirmar que estaba delante del esposo del arquitecto más guapo de esta empresa... —articuló con tranquilidad.
Una espinita de molestia se formó en el pecho de Hyungwon de tan solo escuchar cómo se referían de Wonho. No es que fuera de su incumbencia o que tuviera derecho a reclamar, pero le molestaba. Lo sentía suyo y de nadie más.
— Pues lo soy, afortunadamente... —respondió con una sonrisa forzada para finalmente beber otro sorbo de su té.
La chica asintió y se acomodó en la silla.
— ¿Y cómo llevas lo de la gran noticia? —preguntó llamando su atención.
— ¿Lo del proyecto? —cuestionó al no estar seguro— pues es bueno que Wonho...
— No, hablo acerca de lo otro... —susurró mirando a su alrededor— sé que no debe ser fácil para un matrimonio que recién comienza recibir ese tipo de noticias, pero tal parece que tú lo llevas muy bien... —comentó sin que él entendiera una palabra— si no fuera por la forma en que todo sucedió, hasta podría jurar que hicieron un acuerdo. Eres admirable.
Con el ceño fruncido él puso la bebida sobre la mesa y se quedó en silencio.
— ¿De qué hablas? —preguntó en tono poco amable.
La chica rápidamente fingió sorpresa y se cubrió la boca.
— Oh por Dios... No me digas que no estas enterado... —susurró con sorpresa a lo que él respondió con un suspiro de molestia— lo lamento tanto, yo no quería...
— Creo que ahora es mejor que lo digas. —carraspeó al empezar a sentir un nudo en la garganta que no sabía descifrar.
La chica se quedó pensativa un momento y agarró su celular.
— Bueno, es que... Abril y tu esposo son socios ahora... —comentó sorprendiendolo.
— Eso es lo que se había indicado desde un principio. —le comentó fingiendo que ya sabía aquella noticia.
La chica asintió.
— Lo sé pero... —se quedó en silencio un par de segundos y luego lo miró— Abril está embarazada... Y... —en ese momento levantó el celular y puso frente a él una imagen que pagaría por borrar de su memoria— esto ocurrió en la fiesta de celebración así que todos creen que...
Entonces el té resbaló de sus manos y cayó al suelo derramándose y esparciendose por el suelo, al igual que el dolor que se esparcía por su pecho.
Cagadas que no debes cometer:
#56) No escuches todo lo que
tengan para decirte.
A veces las palabras más tóxicas
son capaces de contaminar incluso
el más puro rayo de felicidad.
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