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Cerró el maletín con un desgano tremendo. Sentía que sorpresivamente todas sus energías lo habían abandonado, aunque estaba seguro que era a causa de su estado de ánimo.

— HyungHyung... —escuchó a sus espaldas, entonces volteó para atender a su llamado— ¿Acaso no piensas llevarla?

Wonho levantó en su mano derecha la tanga que él había usado en la noche anterior y un violento calor se apoderó de rostro, aunque no sabía si era por la prenda en sí o por los recuerdos que le traía.

— ¡Deja eso! —le quitó la prenda de la mano y la guardó con rapidez en uno de los bolsillos interiores de su maletín— no puedes tocar algo así sin lavarlo.

Wonho rodó los ojos.

— Pero qué dices... —soltó con voz graciosa y le revolvió el cabello— la usaste como dos minutos y luego yo te la arranqué cuando tu me hiciste que...

No pudo seguir escuchándolo. Así que llevó una de sus manos a la boca de Wonho. No era buen momento para recordar cosas como esas.

— No es necesaria la explicación. —afirmó avergonzado— lo recuerdo muy bien.

Wonho arqueó una ceja y apartó su delgada mano con mucho cuidado.

— ¿Todo? —preguntó en tono pícaro mientras se agachaba a la altura de delgado quien llevaba un tiempo sentado en la cama sin ánimos de nada.

Hyungwon sonrió y asintió.

— Todo. —respondió rodeando el cuello de su esposo con sus brazos— además, si no lo recordara, seguramente mi cuerpo me lo recordaría tal como lo está haciendo ahora... —arrugó la nariz tiernamente en una expresión de dolor y Wonho soltó una risita.

— Lo siento quizá fui muy duro contigo a pesar de que me dijiste que hace mucho no habías tenido nada eso... —susurró acariciando su cabello y volviendo a arreglar lo que él mismo había desarreglado— ¿Te sientes bien?

Él delgado se encogió de hombros para restarle importancia al asunto.

— Sí, supongo... Es solo falta de costumbre, pero... —suspiró fuertemente, muy avergonzado por lo que iba a decir— me gustó... Es decir, me gusta así.

Wonho sonrió.

— Bien... Pero me preocupo por ti... —susurró acariciando su mejilla— ¿estas seguro que no necesitas algo?

Sus miradas se conectaron por un lapso de varios segundos y el menor asintió por fin después de estar pensativo todo ese tiempo.

— Sí... —hizo una larga pausa en la que Wonho esperó pacientemente— necesito quedarme aquí, para siempre.

El mayor suspiró ante el comentario y su corazón dolió de la ternura que derrochaba su esposo. Así se sentía estar enamorado.

— Yo también, créeme... —susurró y se acercó a él para darle un lento beso que no tenía la intención de subir de nivel, entonces se separaron y un corto besito selló aquel momento— pero debemos volver ahora y enfrentar. —Hyungwon asintió con tristeza— por favor no te pongas así, míralo como una oportunidad... Entre más rápido termino el trabajo, más rápido podremos salir de todo este embrollo.

Sus miradas volvieron a conectarse y después de no encontrar rastros de mentira en Wonho, decidió darle la razón. Se unieron en un abrazo y se encargaron de impregnar bien en sus narices el aroma del otro como si no quisieran olvidarlo aunque pasaran mil años. Hasta que finalmente Wonho dejó un cálido beso en su frente, luego otro en su cabello y finalmente lo incitó a ponerse de pie para dejar el último en su boca.

Después de recoger todo, salieron de aquel lugar sintiendo que dejaban atrás algo más que una simple habitación de hotel. Pues ahí estaba el recuerdo de la primera vez que se amaron con el corazón, en todo su esplendor.

Hyungwon dejó a Wonho en la empresa porque lo habían citado de urgencia y después de mil besos de despedida se dirigió hacia el lugar donde su padre lo había citado, que era nada más y nada menos que afuera de su propia cafetería. Al llegar, estacionó la motocicleta en su sitio y bajó casi corriendo recordando que le habían dicho que era urgente y que lo que menos había hecho era darse prisa, fue entonces cuando se encontró a su padre vistiendo bastante elegante y con muchas prisas a juzgar por las veces en que había mirado el reloj.

— Papá, estoy aquí... —comentó un poco agitado mientras llegaba a su lado, pues el maletín que colgaba de su hombro pesaba el doble que cuando se fueron.

— Al fin llegas... —suspiró aliviado y comenzó a buscar algo entre sus papeles de trabajo— estaba a punto de irme, tengo trabajo por hacer.

El delgado asintió y esperó pacientemente hasta que el hombre le entregó una carpeta sellada.

— ¿Qué es? —cuestionó mirando la carpeta.

El hombre sonrió.

— Descubrelo tú mismo... —le dio una palmadita en el hombro con una brillante sonrisa— pero no lo hagas aquí, ve al apartamento, ¿vale? Ahora me voy. Cuídate.

Hyungwon asintió extrañado ante aquella actitud pero sin más se despidió de él con un ademán.

No podía apartar sus ojos de la carpeta que se le había dado, sin embargo decidió ingresar a la cafetería para cerciorarse de que su hermana estuviera bien y todas las cosas en general. Entonces, cuando entró fue capaz de ver a Didi, a Wooji y sorpresivamente a... Samuel.

— HyungHyung, gracias al cielo que estás aquí, ¿donde te habías metido? —se quejó su hermana y avanzó hacia él dándole un fuerte abrazo, pero luego se separó un poco sorprendida— HyungHyung... —susurró muy bajito— hueles a Wonho... ¿Tú...

— Te explicaré luego. —susurró también.

Se separaron totalmente del abrazo y Wooji estaba ahí a unos cuantos pasos.

— Hyungwon, que bueno que llegas. —comentó provocando que el menor frunciera el ceño— estábamos hablando cosas muy importantes acerca de... —no supo en qué momento dejó de escuchar a Wooji y clavó su mirada en Samuel.

¿Por qué parecía tan infeliz?
¿Por qué no lo miraba como siempre?

En un momento dado Samuel le sonrió levemente y le hizo una señal para que arreglara el cuello de su camisa, así que lo hizo sabiendo muy bien que era probable que tuviera alguna marca por lo de la noche anterior.

— Genial. —le respondió a su suegra con una sonrisa.

— ¿Verdad que si? —susurró emocionada— nos reuniremos esta misma noche... Y bueno. —miró a Samuel y luego a Hyungwon— ¿no se van a saludar o qué? ¿Qué clase de pareja son?

Ellos cruzaron la mirada, pero Samuel no fue capaz de verlo por más de 10 segundos, así que simplemente bajó su mirada al suelo.

¿Qué demonios le pasaba? ¿Acaso quería arruinar todo el plan?

Un poco molesto Hyungwon se acercó a él con una fingida sonrisa y enfrente de las dos mujeres rodeó a Samuel por el cuello y se acercó para dejarle un beso que aunque pareciera que fue en la boca, apenas rozaron las comisuras de sus labios.

— Somos un poco tontos de vez en cuando... —bromeó apretando una mejilla de Samuel y empezando a caminar con él sin soltarlo— vamos al apartamento... —susurró para que solo él escuchara.

Sin esperar una charla más de parte de las mujeres, salieron de la cafetería y Hyungwon comenzó a guiarlo hacia las escaleras para ir al apartamento.

— ¿Qué quieres? —preguntó soltandose repentinamente de su agarre— el trato era fingir delante de ellas, ahora no es necesario y menos que yo vaya a tu apartamento.

Hyungwon frunció el ceño.

— Solo quería hablar contigo, al menos con más privacidad. —respondió sincero.

Samuel asintió.

— Aquí estamos solos igualmente. —señaló el lugar y era verdad, pues casi todas las personas que vivían en el edificio trabajaban durante el día— además, no sé de qué quieres hablar.

Hyungwon bajó los dos escalones que había subido y se detuvo frente a él.

— Yo solo... —guardó silencio sin saber como explicarle que de cierta manera lo había extrañado. No en una forma romántica, pero si como un amigo o algo parecido— solo quería saber cómo estabas... Pareces distraído.

Samuel resopló con fuerza y se cruzó de brazos.

— Estoy muy bien. —respondió con una firmeza cuestionable— ¿Qué tal tú?

Arqueó una ceja sin borrar la expresión de seriedad de su rostro que estaba confundiendo al delgado.

— L-lo estoy... —respondió un poco nervioso— estoy bien...

— ¿Y lo estaras? —preguntó repentinamente confundiendo aún más a Hyungwon.

— ¿Por qué preguntas algo como eso? —cuestionó un poco molesto.

Wonho le había dicho que viviera un día a la vez y ahora Samuel estaba casi obligandolo a pensar en el futuro incierto.

— Te acostaste con él, de verdad lo hiciste... —masculló casi con molestia.

No era una pregunta, era un argumento.

— Tú... —intentó contradecir pero Samuel negó rápidamente.

— No, no intentes mentirme... —soltó una risita sarcástica— Sabes que te reconozco en todas tus facetas, incluso en esa.

La molestia dentro de Hyungwon aumentó. No entendía el afán de su ex esposo por querer hacerle ver que hacer el amor con su nuevo esposo era algo malo.

— Si, bueno. Lo hice. —admitió respirando con un poco de dificultad gracias a su molestia— ¿y qué? ¿A qué quieres llegar con esto? Porque no entiendo tu jueguito.

Samuel asintió.

— ¿Y qué? —arqueó las cejas— ¿Eso es lo más inteligente que tienes para decir? ¿No te das cuenta de lo que hiciste?

El delgado bufó cansandose un poco de la charla que hasta ese punto le parecía absurda o simplemente una rabieta de celos de parte del que alguna vez fue su pareja.

— Mira... —suspiró— Si es por celos o algo...

Samuel soltó una carcajada casi en su rostro que más que nada delataba lo molesto que estaba.

— Por celos, ¿en serio? —preguntó con fingida diversión y luego su semblante se volvió tan sombrío como en la primera vez que lo había visto ese día— ¡Acabas de darle lo único que no podía tener de ti! —le gritó sin poder contener el enojo— Sé que querías estar con él, pero en ningún momento te dio seguridad de algo y tú simplemente vas y te entregas... —detuvo sus palabras frunciendo sus labios muy en contra de voluntad. Pero si no paraba, acabaría por herir más al menor.

Hyungwon suspiró.

— Samuel, agradezco tu preocupación, pero... todo acabara pronto, ¿si? —susurró con tranquilidad— Además, sé que no me lo estas preguntando pero ese fue un momento casi mágico.

Samuel asintió mientras miraba a su alrededor procesando las palabras de Hyungwon.

— Mágico... —repitió en un molesto susurro— También lo fue para cenicienta, sin embargo las cosas cambiaron a la medianoche. —respondió mirándolo fijamente.

Hyungwon bufó de nuevo.

— No entiendo tu afán en contra de él, pensé que querías verme feliz —Samuel asintió—  ¡pues lo estoy!

— Pero a cambio de qué... —susurró tomando su mano libre entre las de él— estas feliz ahora y porque quiero verte bien y feliz te digo que cometiste un gran error... —suspiró mirando las marcas que se asomaban por la abertura de la camisa de Hyungwon— No debiste entregarte a él antes de estar seguro de algo, ¿no lo entiendes? —sus miradas se conectaron y Hyungwon notó en los ojos de Samuel una profunda preocupación que nunca había visto antes— Cualquiera puede tocar tu cuerpo, pero si no querías salir con el corazón lastimado, debías asegurarte de eso primero. Creí que no cometerías el mismo error dos veces...

Los ojos de Hyungwon se cristalizaron ante los recuerdos, sin embargo su expresión se mantuvo firme pues habían pasado demasiadas cosas buenas en esos días como para creer a la primera en Samuel.

— ¿A que te refieres...? —preguntó con la voz temblorosa.

Samuel suspiró viendo sus manos.

— Me refiero a que, si de verdad te ama debe solucionar esto lo más rápido que pueda, porque... —tomó la carpeta de la mano de Hyungwon y sonrió con tristeza— Cuando alguien viene por algo, cuando lo obtiene se va. —susurró mirando lo que contenía la caperta— Ya deberías saberlo.

Entonces le devolvió la carpeta abierta, soltó su mano y se fue de allí sin siquiera decir adiós. Hyungwon lo vio ir y sintió unas terribles ganas de llorar porque sentía que aquello era una preocupación verídica y que quizá Samuel sabía algo que él aún no. Pero entonces vio el papel y supo que sus suposiciones eran ciertas.

En el papel estaban escritas unas letras en francés que traducidas decían nada más y nada menos que;

Solicitud de permanencia
definitiva del señor Shin Hoseok:

Aceptada.

Cagadas que no debes cometer:

#52) No te entregues completamente sin esperar nada a cambio.

A veces el pago de los más sinceros actos de amor, es una profunda decepción.

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